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ACA IRI EL POST

Editorial

PRÓXIMAMENTE REVISTA ANDAR EXTREMO 46

junio 29, 2017 — by Andar Extremo1

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Entre el 28 de Junio y el 7 de Julio en los mejores comercios de actividades outdoor disfrutá de la Revista Andar Extremo. No se pierdan esta edición “Running Trip” una carrera de aventura con todos los condimentos, la hazaña de Kilian Jornet en Everest, una entrevista a Alfredo Barragán del nuevo libro de la Atlantis, 43 Cruces de los Andes en bici, con el paso O’Higgins, la última entrega del Nahuel Huapi en Kayak. También una expedición en solitario al Aconcagua y las carreras del Origen y Max Race. Esto y más en Andar Extremo 46.

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Montañismo

LA SITUACIÓN DE MARIANO GALVÁN Y ALBERTO ZERAIN EN EL NAGNA PARBAT

junio 28, 2017 — by Andar Extremo2

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Martín Merino y su visión de la situación de dos montañistas de altísimo nivel

por Martín Merino
Algunos comentarios sobre la situación de Mariano Galvan en el Nanga Parbat:
Mariano, junto a Alberto Zerain emprendieron un complicado ascenso al Nanga Parbat (8126 msnm) en la cordillera del Karakórum en Pakistán, es la novena montaña más alta del mundo.
La ruta de ascenso elegida es conocida como la arista de los Mazenos. Esta ruta implica una importante distancia a recorrer en terreno complejo; con sucesiones de crestas; con una importante pérdida de altura previo a la acometida final a la cumbre.
En resumen… una ruta reservada para montañistas de élite.
Como factores negativos se sumaron la falta de firmeza de la nieve, y malas condiciones meteorológicas.
Partieron del campo base el Lunes 19 de Junio. Las malas condiciones meteorológicas los obligaron a pasar 3 días en carpa a 6100 msnm a la espera de mejoras.
El contacto por teléfono satelital se perdió el día Viernes 23 de Junio.
El spot satelital indicó una pérdida de altura de 250 metros, emitiendo señal hasta el Domingo 25 de Junio a 01.00 Hs. Se estima que se agotó la batería.
····
En estos momentos se están realizando operaciones de búsqueda y rescate en helicóptero, coordinadas por el ejército pakistaní (únicos con autorización para sobrevolar la zona). Cuentan con la participación de Alex Gavan un montañista rumano de élite. Pero estas operaciones se ven complicadas por burocracia y factores meteorológicos.
A quienes siguen las actualizaciones de las tareas búsqueda y rescate, les recomiendo informarse en:
Desnivel (www.desnivel.com)
Para evitar caer en exceso de ‘amarillismo’ o notas sin el debido conocimiento de causa.
Recuerden que hablamos de dos montañistas de altísimo nivel, muy capaces, que conforman uno de los equipos de cordada más fuertes en la actualidad.
Los problemas de comunicación son frecuentes en la zona. Así que tenemos que confiar en que se encuentren intentando descender por otra ruta; aguantando mientras tanto los embates del mal tiempo. Tienen capacidad probada para hacerlo. Su zona de confort daría escalofríos a cualquiera de nosotros!
FUERZA MUCHACHOS!!

Exploracion

Península Mitre, Patagonia Perdida

junio 22, 2017 — by Andar Extremo

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30 días. 400 km. Tres amigos a pie, sin ayuda. En 30 días, Gabriel Wapinski, Germán Heigel Sunkowsky y Marcos Luvini recorrieron 400 kilómetros a pie, hacia el verdadero Confín de la Patagonia. Sin ayuda externa, cargando 35 kilos en cada mochila, y con todo lo necesario, realizaron una extravagante aventura. Nota en la Revista Andar Extremo n° 45

Por Matías Gabriel Wapinski, Germán Heigel Sunkowsky y Marcos Luvini

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La expedición
«Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito». ¿Quién no conoce este texto de Shackleton? Twain, Salgari, Perito Moreno, Defoe, Verne… todo huele más o menos a ese algo que nos circula por las venas cuando vemos un mapa. Aunque hacemos una excepción, nunca esperamos honor y reconocimiento.
La Península, el extremo sureste de la Patagonia, es una tierra prácticamente deshabitada. El lugar, es un recuerdo nostálgico de viejas y enormes estancias como Policarpo o Aguirre tanto, como de los verdaderos primeros pobladores, los “indios a canoa”, quienes recorrían cada palmo de su territorio. Costa plagada de naufragios…
La expedición comenzaría con el final de la Ruta A en la Estancia María Luisa, para terminar el recorrido integral de la Costa de la Península, en el destacamento de Prefectura de Moat donde comienza la Ruta J con destino a Ushuaia.

¿Cómo surgió?
No vamos a mentir. Si bien la idea ya había circulado entre amigos, los planes iban direccionados a la Alta Montaña en Catamarca y San Juan. Sin embargo, una serie de eventos que se dieron en diciembre sirvieron como empuje para preparar en un mes y medio todo lo necesario para afrontar el desafío que se había calado muy fuerte dentro: recorrer todo el perímetro de la Península sin ayuda externa, por nuestra cuenta, sin sponsors, sin GPS… a nuestra manera. El viaje nos revitalizaría. Sentíamos los tres, que nos estábamos estancando un poco en la ciudad. La falta de teléfono satelital, si bien no fue lo pensado, nos dio siempre la pauta de que la única forma de salir era cumpliendo con el desafío. No somos los primeros en recorrerla, hay grandes caminantes de la Península. Seguramente lo nuestro no tenga el típico mérito medido en números, puestos o estadísticas, sino en cómo realizamos nuestro proyecto.

¿Que requirió?
Ser tres personas y renunciar a cuatro trabajos. Invertir, soñar, activar en poco tiempo, cada uno cumpliendo una función determinada para hacer las cosas bien. Amigos desde los seis años, forjamos nuestra relación y el amor por la naturaleza en los scouts, escuela de vida para nosotros, de la cual ya nos despedimos dejándoles con esta expedición lo importante de animarse a seguir lo que llamamos el Woodcraft, el arte de vivir lo natural en toda su plenitud.

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¿Por qué “a nuestra manera”?
Hoy en día, la aventura, las expediciones, la naturaleza, se viven con un montón de visiones y filosofías. La nuestra es una mezcla del gran juego que significa la vida con el espíritu de servicio que requiere estar atento al plano social, y entender a la naturaleza como una forma “alpina” de vivirla. Así nos educaron. A los once años acampábamos diez días en el monte, cocinándonos y jugando. Con catorce años caminábamos quince días en las montañas de Lanín, Nahuel Huapí, Bolsón, El Turbio, cargando todo en nuestras mochilas y arreglándonos con lo que podíamos conseguir de equipo sin descuidar los principios más básicos de la montaña y el “Leave no Trace”. A los 18, llegábamos a Plaza de Mulas y al Cerro Bonete de la misma forma, cargando todo, acompañados por dirigentes que esperaban que rompamos los paradigmas de la sociedad cambiante o, quizás descubriendo los parajes más escondidos de la Puna Salteña. A los 20, ya pudimos planificar prácticamente solos el Cruce de los Andes para veinticinco jóvenes por Portillo de Piuquenes, de Chile a Argentina, consiguiendo hasta las mulas del ejército y otras cosas por medio de personas que nos brindaron su ayuda para cumplir esos sueños. Desde luego, todo esto, sin perder de vista que cada uno viajaba con su búsqueda personal. Cuando decimos a nuestra manera, nos referimos a que fuimos por nuestros medios, consiguiendo todo nosotros, sin GPS, teniendo en la dieta el pescado que deberíamos sacar y sumando a la expedición varios recorridos de los que no teníamos más referencia que un mapa. Reparamos en nuestros descansos, los puestos a los que arribábamos, anotamos la experiencia, consejos, observaciones sobre ese lugar tan especia… acertamos al creer que así se viviría de otra forma.

Qué necesitamos durante el viaje?
Unos 35 kilos en cada mochila, con comida adecuada para 35 días. De almuerzo: granola o arroz cocinado con arvejas deshidratadas. Sin meriendas salvo días contados. Kit de cocina, bote inflable para cruzar las mochilas en los ríos complicados, cuerda de 35m, botiquín con todo lo necesario (incluido hilo para coser heridas, inyectables, etc.), handies para comunicación, imágenes satelitales, brújula, tabla de mareas y kit de supervivencia y pesca.

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El recorrido
El inicio se dio el 22 de enero de 2017, luego de estar dos días en Ushuaia comprando las provisiones y consiguiendo transporte hasta María Luisa. Podemos dividir el recorrido en cuatro grandes etapas de siete días cada una aproximadamente.

1° ETAPA- Estancia María Luisa/ Estancia Policarpo
Primer día muy corto pero con espaldas acostumbrándose al peso. Clima complicado: mucho viento y lluvia todos los días. La primera semana se trató de eso, de adaptarse a las mareas, al viento, al horario de las lluvias, al peso, a las distancias. Todo era grande. Aunque esos siete primeros días tenían todavía algo: gente, gauchos que aún pueblan la península trabajando con el ganado, algún grupo a caballo, otros en cuatriciclo. Hasta la Estancia Policarpo, sería así.
Vivimos sin frenar demasiado, conociendo hermosas personas, playas y paisajes, teniendo noches de mucho cansancio, yéndonos a dormir cuando aún había luz… Tuvimos una primera pesca de trucha gracias a los consejos de Martín Imbert, Pacheco, el Chepan, en Río Bueno. Ellos sí son verdaderos gauchos de la Península.
Llegar a Policarpo fue hermoso. La turba era complicada, agotaba el tener que dar pasos largos. Cansó también evitar charcos y pozos inútilmente…al final del día siempre hay uno en el que caes. La península tiene una historia misteriosa y magnífica. Enormes estancias con cientos de empleados, producción lanar, factoría de lobos (siempre hay algo muy negativo en todo, es este caso ver las cifras bestiales de matanza de lobos), aserraderos, dragas de oro…
Estar en lugares como la Estancia, es realmente impactante y siempre deja en uno una nota de angustia. Recomendamos a quien lea este artículo que averigüe más de nuestra Tierra del Fuego y la Península Mitre. Parte de la historia de la Patria está en esos lugares tan alejados, quizás con unas páginas de los libros de Thomas Bridge…
Hasta acá la primera parte de la expedición. Camino marcado, personas, puestos en su mayoría en condiciones, si bien duro, no lo más difícil. Los ríos no fueron de gran dificultad. La dinámica se basaba en que uno probara los mejores cruces, en general cercanos a la desembocadura y en bajamar. El único gran reto lo tuvimos por un error al no chequear bien hasta el final en el Policarpo… terminó con alguien nadando con mochila los últimos metros, pero nada grave.

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2° ETAPA- Estancia Policarpo/ Bahía Buen Suceso
El 29 de enero comenzamos esta etapa luego de un día de descanso. No volveríamos a ver gente hasta llegar al puesto de la Armada, en Bahía Buen Suceso. Si algo podemos decir, es que alguna vez en la vida vale la pena conocer Bahía Thetis. El paisaje, el silencio, el mar, atrapan como muy pocos lugares que conocimos. La pesca de un róbalo dio la magia justa para un atardecer con arco iris y la panza más llena de lo que acostumbrábamos. Un descubrimiento de herraje de naufragio cerca del Cabo San Vicente, sumó a la mística propia de estos paros.
El rodeo de la Bahía era un poco extenso y decidimos cruzar el río en alta, por los horarios. Eso demandó por primera vez el uso del bote y nadar cada uno llevando su mochila. Agua fría, granizo y viento no ayudaban para seguir caminando. De allí al Faro San Diego y algo inolvidable: la Isla de los Estados envuelta en una neblina. Se agitaron nuestros corazones teniendo esa vista para nosotros.
La llegada a Buen Suceso, punto icónico en la expedición, se hizo desear. El deseo de abrir un nuevo camino no terminó bien por un bosque espesísimo, turba y castoreras que inundaban todo. Más allá de eso, llegamos al puesto antes de lo pensado. Caminamos a muy buen ritmo, ganando días que usábamos para descanso. Nunca nos levantamos más tarde de las 7 am y no frenábamos más de 20 minutos al mediodía. La anécdota de esa jornada fue que en Caleta Mauricio, una playa hermosísima en la que pescar fue un fracaso por el ataque de lobos marinos a las cucharitas que nos dejó sin alimento.
Una vez en el puesto de la armada, los ánimos volvieron a subir. Luego de quince días teníamos ducha caliente, la posibilidad de avisar a los familiares que estábamos bien, pan casero y calidez de parte de una guardia que no paró de agasajarnos por ese lapso de descanso… por suerte pudimos darles en retribución buenas historias y otro róbalo fresco para la cena.

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3° ETAPA- Bahía Buen Suceso/ Bahía Aguirre
A partir del 5 de febrero podríamos decir que comenzó la parte verdaderamente dura de la expedición. No más gente, caminos trajinados apenas por guanacos y baguales obstinados, mucha montaña, cansancio de quince días y 200 km de camino. Si bien parece poco recorrido para la cantidad de días, les aseguramos que para la geografía, el clima y las circunstancias de la Península, es mucho.
Nuestro primer gran desafío fueron los Montes Negros. Para comenzar con la seguidilla de innovación y según la información que teníamos, decidimos buscar sus filos e intentar en un día lo que se realiza en dos por la costa. Las primeras cuatro horas avanzamos 4 km por un bosque podrido, impenetrable y excesivamente empinado, y con el lema “persevera y triunfarás” , transitamos la quinta llegando a las lengas achaparradas y a los primeros caminos de guanacos en filos que veríamos. Les aseguramos a los interesados, que los guanacos son los grandes arquitectos y montañistas, exploradores y pioneros trazando líneas estéticas y perfectas filando entre cumbres, ladeando piedras complicadas, cubriéndose del viento… Luego de doce horas de pelearla, llegamos a Bahía Valentín no sin dejar de mojarnos los borcegos en la turba. Ahí supimos que los castores distorsionan el paisaje e inundan y cambian el recorrido de los arroyos produciendo desastres…

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El segundo desafío fue la naciente del río el 21 de febrero que, como la victoria de la travesía anterior, nos dio ánimos. Luego de un día de descanso y reparaciones en el puesto “Primer Valentino”, encaramos un filo secundario que corría por detrás del cordón de los conocidos Pirámide, Atocha y Campana. Otra vez luchando un par de horas contra el pastizal, la turba y la lenga, llegamos a los filos donde nos envolvió una tormenta pasajera con un viento tremendo y visibilidad de par de metros. Acampamos en la naciente del río después de caminar casi a ciegas. Al día siguiente pudimos bajar el valle caminando más de cinco kilómetros por el lecho del río en calzas y zapatillas de neoprene. El agua era fría, pero mucho más transitable que la turba, el barro y el bosque. En dos días logramos lo que tarda normalmente tres.
Realizamos en un día sumamente largo, el recorrido que nos llevó hasta la renombrada Estancia Aguirre en Puerto Español. Fue una jornada muy exigente por la presión psicológica de querer llegar ahí sanos y salvos, cumpliendo todo lo que nos habíamos propuesto, y así fue. Vale la pena decir que en nuestros días en Aguirre, conocimos las cuevas de Gardiner, el casco de la Estancia, y pudimos realmente vivir de la pesca.
La última tarde, fuimos con nuestra cañita a 200 m de la desembocadura y después de estar media hora sin ningún pique, con algo más de actitud, nos arremangamos los pantalones y con el agua por las rodillas, en veinte minutos sacamos dos róbalos de tres kilos y uno de kilo y medio. Se imaginará el lector la dicha y orgullo que nos daba el lograr la pesca…tenía un puro sentido de supervivencia. Si hay algo que se siente en la Península, es el hambre.

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4° ETAPA- Estancia Aguirre/ Destacamento de Moat
Creemos que definitivamente fue la etapa más dura de la expedición. Vale la pena quizás explicar que para los tres este viaje se trató de algo más que lo deportivo, el amor al arte, o la exploración inédita…. Se trató de tener un espacio y un medio para poder abordar tantos temas personales y cuestiones familiares, tantas preguntas y dudas que acechan a los jóvenes como nosotros, que con 24 años debemos saber qué queremos de nuestras vidas. Es complicado, y más cuando nos enseñan en la sociedad que la naturaleza es algo distinto a lo cotidiano.
Así que en esta clave se entiende lo duro del final, ya que todas las noches trataban mucho de charlas del… “cuando vuelva”, los proyectos, las conversaciones que le debemos a algún conocido y de querer avisarle a nuestras familias una cosa: el logro. Y así fue, aunque se hizo desear…
El tercer gran desafío fue el Filo de los Lucio López. Esta extensión de la cordillera de los Andes fue trajinada en algunas partes por los gauchos de la península y algunos exploradores, aunque en lo práctico teníamos referencia únicamente de un grupo de tres jóvenes (a dos conocimos en Río Bueno, Imbert y EL Chepan, nombrados anteriormente) quienes habían recorrido gran parte de sus filos. No teníamos ninguna certeza de poder realizarla completamente.

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Una vez más a fuerza de hacerse camino, entre canelo, michay, lengas y pastizales, llegamos a los filos. Durante dos días muy duros, recorrimos una cumbre tras otra. El cansancio, el viento excesivo, y la nube que nos cubrió totalmente el segundo día, hicieron muy dura la travesía pero no por eso dejamos de concretarla. Al instante estábamos cruzando en cinco minutos con el bote y a nado, la desembocadura del río López para llegar a un rancho viejo en la Bahía Sloguett.
Teniendo más de 300 kilómetros recorridos, el día 17 de febrero, estábamos dispuestos a realizar en un solo día el tramo de casi treinta kilómetros que une Bahía Sloguett con Moat. A la mañana nos esperaba una tormenta durísima, pero no nos achicamos. Nos pusimos todo lo impermeable que teníamos y salimos a caminar sin parar cinco horas y media hasta llegar a un lugar cerca del Faro San Pío. Empapados y a mitad de camino de Moat, encontramos un rancho perteneciente a un conocido gaucho de la península, y en él nos cobijamos de un viento que nos tiraba al piso. Tortas fritas y mate subieron el ánimo, pero la cosa empeoró hasta la noche.
Al día siguiente salimos “a cara de perro” a caminar bajo la lluvia, pero a la hora y media nos encontramos en la desembocadura de un río del que nadie advierte ni nombra por lo chico y fácil de cruzar, el río Vaca. El agua subida hasta el pecho, iba arrastrando troncos, árboles, piedras de la tormenta que castigaba hacía dos días. Algo extraordinario, a pesar de haber caminado sin parar, de haber superado todo, de haber salido bajo la lluvia y viento, un río inexistente nos estancaba a cinco horas. Nos reímos, lo entendimos luego de intentar cruzarlo y darnos cuenta el riesgo, y volvimos al rancho. Así tenía que ser. Aseguramos no achicarnos, simplemente reconocer los límites.
El último día de la península estuvo lleno de emociones. Cruzar el río que ya había cedido, caminar rapidísimo una distancia que en teoría llevaba tres horas entre Rancho Viejo y el Tambo en dos, llegar a la noche luego de una mala experiencia con un poblador ebrio de la zona…y eso que era la primera persona que veíamos luego de quince días… Al mal tiempo, buena cara. A las 20:00 hs estábamos siendo recibidos por la guardia de turno del Destacamento de Moat que nos abrió sus puertas con mate y galletitas, calefacción y ducha.

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El resto, fue sensación de un cansancio tremendo por la tensión de los últimos días pero la convicción y satisfacción de haber logrado las cosas a nuestra forma y en su totalidad. Ahora nos esperaba hacer dedo hasta la ciudad, ya que no teníamos transporte auspiciante de la expedición. Eeso sí, también nos esperaba recuperar los seis kilos promedio que cada uno había bajado…
Para amar algo debemos conocerlo, la península necesita amor y personas amantes de sus paisajes y biodiversidad, de su historia, dispuestas a recuperar sus puestos, mantener su pureza, velar por su seguridad. Quedamos a disposición de quienes estén interesados en saber más de este lugar tan especial y único de nuestra república. Recorrer Patria para nosotros, es una forma de hacer Patria.
No somos reconocidos deportistas de alto rendimiento, ni grandes competidores o locos de la guerra que buscan reconocimiento constantemente. Somos personas normales con el anhelo de pisar fuerte en lo que hacemos, rompiendo los paradigmas que día a día nos ofrecen en la cotidianeidad de estos tiempos. La expedición fue una forma de dar testimonio, de poder transmitir un poco a nuestro entorno, a nuestra querido Grupo Scout 137, a nuestra Tropa Araucanos, a nuestras familias, que lo que más se necesita es voluntad para lograr lo que queremos.

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Agradecimientos.
Queremos agradecer primero y antes que nada a Ignacio Amalvy Degreef, amante y caminante de la península, pionero del documental Latitud 55º Sur, quien sin esperar recompensa alguna, siempre estuvo a disposición para sacarnos las dudas en tan poco tiempo. A Sergio Anselmino, quien nos incentivó enseguida a descubrir los rincones menos visitados de estas tierras.
A la Familia Ercole Zapana, nuestros Anfitriones y colaboradores en una Ushuaia que se hizo hogar. A Daniel de MDA Ootdoor, que con sus consejos, mates y descuentos, nos dio el empuje para poder ir equipados de la mejor manera. A nuestras familias que tanta paciencia nos tienen.

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Tareas de Cada Integrante
Matías, nadador de rescate y técnico en emergencias médicas, encargado de las tablas de mareas y ser el primero en cruzar los ríos.
Germán, encargado de la Planificación por imágenes satelitales de los recorridos y del itinerario. Durante la expedición, el Chef Oficial.
Marcos, el que más experiencia tenía en larga distancia por haber hecho a los 20 años 900 km del camino de Santiago en invierno en solitario, y haber vivido en un Paraje de la Puna a 3500 msnm caminando mucho los cerros. Fue quien en general guiaba y manejaba la marcha.

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Exploracion

Alejandra Broglia, Cruce de Las Malvinas Nadando

junio 19, 2017 — by Andar Extremo

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Alejandra Broglia vive actualmente en Río Gallegos, Santa Cruz. Tiene 49 años y desde que tiene uso de razón aprendió a nadar en su ciudad natal, Córdoba. Su vida está ligada al agua por completo: trabaja en la Secretaría de Deportes de Santa Cruz en el área de natación, da clases en la pileta municipal, actualmente trabaja en dos clubes y enseña natación. Los invitamos a conocerla a través de una entrevista realizada luego de su proeza de cruzar Las Malvinas nadando. Nota en la revista Andar Extremo n° 45

por Andar Extremo
Fotos Alejandra Broglia

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Cuándo comienza en tu vida el amor por el agua?
Nado desde los 5 años y a los 6 ya me federaron. Nade once años en la Federación Cordobesa de Natación en pileta y estuve en la selección nacional también. Luego le dediqué mi vida al agua y a la familia. Empecé a dar clases hace mucho, y 4 años atrás unos alumnos me tentaron para hacerlo en aguas abiertas. En realidad me convocaron para que los ayude a entrenar para cruzar a nado el estuario de Río Gallegos. Estuvimos un mes para cruzarlo y cuando terminó el entrenamiento, me terminé enganchando para cruzarlo yo. Me encantó pasar de la pileta al mar, al río.

Cómo fueron los primeros pasos en aguas abiertas?
Acá en Rio Gallegos tengo el rio a dos cuadras, pero no me gusta mucho nadar allí, dado que termina en estuarios. Es medio complicado porque tiene muchas corrientes y la influencia directa del mar, con 4 mareas diarias es básicamente un ingreso del mar en la desembocadura del rio. Mis amigos/alumnos querían eso y terminé nadando y probando cosas diferentes. Lo primero que hice fue ir a una laguna llamada “Laguna Azul”, del cráter de un volcán que queda a 50 km de Río Gallegos. Fuimos a probar un neopreno, porque por supuesto acá todas las aguas son frías, y me encantó… realmente me encantó. Habiendo hecho esa laguna y el estuario, elegí mi próximo paso que fue el Lago del Desierto. Hicimos todos los permisos y fue el primer cruce oficial que hice, en realidad, cruzamos por primera vez en la historia el Lago del Desierto que tiene 10 km de largo por anchos variables. El cruce que hicimos fue aproximadamente de un kilómetro de costa a costa.

Qué tipo de indumentaria usas para estas travesías?
Para el agua trajes húmedos, tienen una medida de 4 mm en la espalda y pecho, 3 mm en los brazos y piernas y 2 en las articulaciones. Sobrecargan mucho los hombros, por eso es necesario que te quede bien porque la carga es grande aunque sean livianos. Quedan al cuerpo, al nadar mucho tiempo se va complicado y tampoco podes usar uno muy finito porque te agarraría frío. Imagináte que en verano la temperatura es de 14° y en invierno unos 5° la misma temperatura que el agua del mar. Luego el equipo se completa con guantes y medias también de neoprene, doble gorro, tapones de silicona y antiparras.
Para afuera del agua ropa, la mayoría de abrigo porque siempre hace frío en estas latitudes. Camperas de abrigo, interiores térmicos y medias térmicas.

Cómo siguió la historia con las travesías en aguas abiertas?
El estrecho de Magallanes lo hice en enero de 2015, el 26 de enero exactamente y me costó muchísimo porque el mar estuvo muy bravo ese día. Éramos 5 desconocidos y tuvimos que hacer papeleríos y tratativas bastantes extensas para que permitieran cruzar el estrecho con la armada de Chile. Cuando nos dejaron, el mar estaba en condiciones estables y a los 10 minutos se puso muy bravo y las corrientes estaban en 28/2. Las embarcaciones que nos acompañaban se daban vuelta y tuvieron que dejarnos e irse al buque de la armada a dejar gente. Cuando nos fueron a buscar nos reconocieron por el torpedo naranja que llevaba. Un cruce que iba a tener 4,3 km termino siendo de 9,1 km en 2 horas 10 minutos. Había olas de un metro y medio, nos dividió a los 5… fue lo más difícil que hice.

Nadabas hasta allí en mar abierto?
Las veces que podía nadar era en la laguna del volcán o en el estuario, pero tampoco habían sido muchas porque prefectura para nadar ahí te piden las mismas cosas casi que para hacer un cruce: una embarcación de apoyo, certificado médico y demás cosas. En abril de 2015 hice el doble cruce de Canal de Beagle desde Isla Gable hasta Isla Navarino. En la segunda isla, el que estaba encargado de la embarcación hizo migraciones y nos estaban esperando dos oficiales Chilenos. Yo estaba en el agua pero previamente le dije que si el papelerío se hacía rápido volvía a Isla Gable y si tardaban mucho, cortábamos y vuelvía en barco. Por suerte, fueron rápidos y volví nadando a Argentina. Pensá que en este cruce tuve que hacer todos los papeles en Ushuaia de allí una hora y media en auto, luego la embarcación me siguió por otra hora y tuvimos que coordinar con los oficiales de Chile porque allí no hay población. Donde llegué, estaba a varios kilómetros, y los militares chilenos tuvieron que coordinar para ir hasta la costa y esperar. Estuvo muy ordenado. A comparación de Magallanes, este mar estuvo muy tranquilo, fue una caricia.

Vas comiendo e hidratándote mientras nadas?
Como mis travesías no son muy largas me acostumbré a no ingerir nada. Mi cuerpo se amolda a eso. No tardo más de dos horas, ni tampoco tomo agua más allá de lo que trago en el mar o en el rio sin querer, por supuesto. En Malvinas suponíamos que podíamos estar más de dos horas pero yo sabía que no iba a comer ni a tomar nada. Voy tan concentrada que no necesito ni líquido ni sólido que me ayude. Lo he hablado con mi nadador de rescate y mi guía, pero lo único que hago es comer una naranja antes de entrenar. A lo sumo en las travesías, desayuno un café con leche o unas galletas con dulce y nada más. En Malvinas antes del cruce, me desperté 5:30 y desayune eso.

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Ya eras reconocida por tus proezas?
Tengo una realidad que vivo en Santa Cruz, las noticias de aquí no llegan a Buenos Aires. Si bien cuando hice el cruce del Estrecho de Magallanes lo habían realizado sólo 20 personas, en el doble cruce del canal de Beagle fui la primera mujer, el cruce del lago del desierto fuimos los primeros, el año pasado hice dos lagos de la cordillera, uno era el Pueyrredón que lo crucé por la línea imaginaria de división de países (es un lago compartido con Chile). Me tire con el GPS donde cruza la línea imaginaria y se veía bien arriba el hito. La verdad es que estas cosas aquí se dan a conocer pero no tienen repercusión nacional, no llegan porque no tengo una estructura armada. Acá sí me reconocen y saben todo lo que hago, porque también hace 21 años que vivo y toda mi vida estuvo ligada a la natación. Pero ahora con Malvinas cambió todo, porque tuvo una repercusión exterior que no me la esperaba. La planifiqué como una travesía más, me llevó 10 meses, pero Malvinas tuvo ese extra que es el lugar, y a nivel nacional mi nombre comenzó a sonar.


La familia siempre te apoya?

Yo estoy en pareja y mis hijos ya son grandes: Santiago tiene 21 años y Carolina 25- Mi hijo vive en México y mi hija en Córdoba. Desde el principio de las travesías ellos ya estaban afuera y me decían:- “…qué locura vas a hacer ahora?…” Con el tiempo se dieron cuenta que estas locuras estaban muy bien planificadas, entonces las preguntas hoy en día son:- “…de dónde a dónde vas a ir?, cuánto tiempo vas a tardar?, cuánta temperatura va a tener el agua?…” Por suerte están al lado mío. Santiago me acompaño al Beagle y Carolina fue a Malvinas. Deseaba que por lo menos una vez cada uno vieran a su madre nadar y al llegar a la costa tenga esa felicitación de un ser cercano que es como el cierre de haber hecho un buen trabajo.

Aparte de los permisos habituales, tuviste que pedir permiso en Malvinas a los dueños de los campos que vos tocabas en el periplo?
Si, fue lo más complicado. Mis travesías son cruces, generalmente de una costa con la otra y lo común que te piden son seguros de vida que por lo general son caros, autorizaciones, permisos, deslindes de responsabilidades, medidas de seguridad, tenés que llevar embarcación que te acompañe un gomón de rescate, muchas cosas… En Malvinas había elegido cruzar el Estrecho San Carlos que queda bien al norte. Una vez que cumplí con todo, el 26 de diciembre me llegó un mensaje del gobierno de las islas que me decía que además de todo necesitaba por escrito la autorización de los de las tierras que yo iba a tocar de Gran Malvina y de Soledad. Imagináte la situación, una nadadora argentina teniendo que ponerse en contacto con dos desconocidos. Lo primero que hice fue pedirle el contacto al funcionario que era el jefe de seguridad y a los dos días me mandó los teléfonos de los dueños. Tuve que rebuscarme para conseguir el mail de estas personas para enviarle la historia y una carta formal pidiendo el permiso. Luego de las fiestas, el 8 de enero me contestaron de Soledad y me pidieron que les explique cómo iba a ser todo. Entre las exigencias no podía llevar ninguna bandera, ni yo ni la embarcación, ni podía hacer publicidad de ningún tipo. Me comprometí a lo que me pidieron y les expliqué que solamente iba a tocar tierra.

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“Intento abrir caminos y mentes me gusta innovar”

Cómo fue el momento en el que empezaste el cruce?
Un par de horas antes, comencé a concentrarme, empecé a pensar en el traje, en mis cosas. En el gomón, antes de tirarme, si me miras la cara parezco ida. Me concentro tanto que antes de tirarme ya estoy hace rato con la cabeza dentro del agua. No escucho indicaciones ni nada. Me concentro en que el equipo esté bien, en que las antiparras y tapones estén bien puestos. Media hora antes soy un ente, ya me fui del mundo y estoy pensando en otra cosa. Igual Malvinas fue diferente, porque en la mayoría de los cruces acostumbro a tirarme desde la costa y aquí tenía que empezar a nadar tirándome de un gomón. Desde la costa, me meto y empiezo de a poco a sentir el agua, me preparo… estoy unos segundos. Siempre le pido permiso a la naturaleza, tengo un pequeño ritual interior. Después me meto y nado. Esta vez fue tirarme en la profundidad, a un mar desconocido. Fue raro. En este caso, quedé a 200 metros de la piedra del acantilado que tenía que tocar porque no había costa, y me dejaron a esa distancia porque estaba lleno de algas que se llaman cachiyuyo y llegan a medir hasta 15 metros de longitud. Si se metían debajo de la hélices de los barcos, las rompían. En las imágenes satelitales las habíamos visto, sabíamos que estaban, entonces mi guía me dijo:- te tirás, las sorteás como puedas, llegás a la piedra, levantás la mano, esperás unos segundos y cuando toque el silbato empezás a nadar. Fueron doscientos metros rarísimos, medio gatear y andar entre las algas. Desde arriba se veían muy profundas, danzaban entre las aguas. Pasaba por arriba y no me distraje porque había pingüinos. Fui hasta la piedra, escuché la señal y de nuevo los 200 que encima con el neoprene se te enredan. Una vez que salí de allí agarre la “estoa”, que es una calma entre una marea alta y una baja que duró 20 minutos. Fue un lujo, volaba en el agua.

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Cómo fue la travesía en sí?
Me sentí cómoda desde el principio, no sabía con qué me iba a encontrar luego de esa estoa. Ese día el mar tuvo una temperatura más elevada de la que esperábamos, pensábamos que iba a tener 8° y tuvo 11,8°. No tuve que concentrarme con el frío, ya que no los sentía. Me concentre en mi guía, que desde el bote me iba dirigiendo. Él es como mis ojos, lo llevo porque desde allí abajo yo no veo la costa, me tiro y nado. No sé si me lleva una corriente, si voy para un lado o al otro, lo único que veo es una línea en el horizonte. Entonces, para enderezarme me grita. El nado fue tranquilo, aunque tuve momentos con escarcea y olas, y alguna corriente que me llevó. Vi cada vez más cerca el acantilado. Tenía que llegar a una playita llamada Fanning Head y sacarme una foto, pero la corriente me derivó 1300 metros más abajo. Lo único que hice fue tocar la piedra y apoyarme, ya que la corriente estaba fuerte y bamboleaba mucho. Atrás escuchaba los gritos de felicidad de Carolina y Cristian. Fueron muy emotivos esos últimos metros.

Qué hiciste cuando llegaste?
Sonreí, metí la cabeza debajo del agua, miré el fondo, di gracias y levanté la mano para indicar que terminé. Me sentí súper feliz, quería llegar a la embarcación y abrazarme con los chicos. Lo hice. Generalmente dimensiono el logro días después.

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Te sentís parte de un todo cuando realizas estas travesías?
Siempre digo que pido permiso porque ese no es mi ámbito, es un medio que tiene otro ecosistema. Soy muy respetuosa y por eso pido permiso, a pesar de que el agua es mi mundo. Mi ritual interior augura respeto mutuo y soy muy agradecida a la naturaleza. Antes de cada travesía, me interiorizo de los lugares que voy a tocar, su flora, su fauna, qué tipo de costa tiene… por eso cuando toco la piedra y llego a Malvinas lo primero que hago es agradecer.

Qué pensás en el agua?
La mayoría del tiempo voy concentrada en las brazadas y la respiración, el ritmo que llevo sin importar las condiciones del mar. Pienso en mis hijos en mi familia, en la gente que me dice que va a estar pensando en mí, o voy a estar rezando. Pienso mucho en los que me dan su energía, y también en Dios.

Por qué elegiste Malvinas?
Fue como un proceso natural. Después de hacer Magallanes y Canal de Beagle, en los mares australes no quedaba mucho por hacer. A mí me gusta a hacer cruces. Malvinas era lo que venía, encima no lo había hecho nadie, una vez había intentado María Inés Mato pero no lo pudo conseguir porque la agarro una corriente y no pudo.

Qué energía tiene Malvinas como lugar?
Me sorprendido mirarlas desde el aire, se ven completas, es increíble. Desde tierra es muy parecido a Santa Cruz. La vegetación es similar, la gente te trata muy bien, como un turista más. Me sentí muy cómoda desde el primer momento y más luego del segundo día de hacer la travesía con éxito, desde allí tuvo otro color el viaje y me relaje.

Que proyecto hay a futuro?
Tengo planes, pero necesito sponsor para seguir. Hago todo a pulmón y quiero hacer cosas distintas. Me gusta innovar, no necesito estar nadando 24 hs. No hago cosas épicas sino travesías posibles, pero le encuentro la vuelta para que sean en lugares increíbles donde nunca nadie estuvo o pocos han tenido la posibilidad de estar. Voy por ese rumbo. Malvinas se llevó todo mi esfuerzo en lo físico, mental y económico, y estaría bueno contar con un apoyo. En Argentina hay para hacer cosas muy buenas.

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“No hago cosas épicas sino travesías posibles pero
le encuentro la vuelta para que sean en lugares increíbles
donde nunca nadie estuvo o pocos han tenido la posibilidad de estar”

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Supervivencia

UNA SEMANA SOBREVIVIENDO, LUEGO DE CAER DE UN BARRANCO DE 150 METROS

junio 10, 2017 — by Andar Extremo

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Un accidente automovilístico lleva a un hombre grande a tener que sobrevivir por 7 días en un barranco en California. Nota editada en la Revista Andar Extremo n° 45 Marzo/Abril de 2017

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David Lavau de 67 años, nunca se hubiese imaginado que una leche chocolatada sería el inicio de su salvación. Californiano de nacimiento, circulaba por una ruta de montaña y desafortunadamente colisionó de frente con otro vehículo a 80 kilómetros de Los Ángeles. Los dos autos cayeron por un barranco de 150 metros. Se despertó en la oscuridad de la noche y no sintió ningún ruido, no pudo moverse mucho, así que pasó la noche allí entre los hierros doblados.

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A la mañana siguiente, cuando pudo salir de adentro del vehículo, se encontró con el otro automóvil. Frente al volante estaba el cadáver del conductor. Con poca movilidad causada por múltiples fracturas, y mostrando un loable instinto de supervivencia, el sexagenario improvisó un campamento bajo un arbusto y empezó a alimentarse de hierbas y a beber agua de un arroyo aledaño mientras esperaba un milagro. No podría sobrevivir así mucho tiempo, pero no tenía otra alternativa.

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Por fortuna, sus tres hijos Chardonnay, Sean y Lisa, repararon en que hacía días que no sabían de él e informaron a la policía de allí con una pista clave: la última vez que su padre había usado la tarjeta de débito había sido en un supermercado de la zona.

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Lisa convocó a sus hermanos y juntos iniciaron la búsqueda por su cuenta. En el negocio, la cajera recordó a David preguntándole: -“¿Puedo tomar un chocolatada?”. Esta frase tan cotidiana, fue música para los oídos de la familia de Lavau. A partir de allí comenzó la búsqueda. “Paramos en cada barranco y en cada colina”, recuerda Lisa,” mi hermano salía del coche y empezaba a gritar. Luego de varias horas, en una curva, nos pareció escuchar un ruido, un quejido desde abajo. Era la voz de un hombre. Lo siguiente que oímos fue la palabra ayuda, y ahí estaba papá gritando”.

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Poco después, llegaron los bomberos. El rescate fue digno de la historia de Lavau: se desplazó un helicóptero para que un médico accediera a la zona y lo reconociera. Tras darle el visto bueno, fue elevado y llevado al hospital. También tuvieron que ayudar a subir a los tres hijos. Es de suponer que, una vez reunidos, no tardarían en tomarse otra chocolatada.

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Carreras de aventuraMountain Bike

Trans Andes Challenge, Chile

junio 9, 2017 — by Andar Extremo

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Entre el 23 y el 27 de enero, se corrió la novena edición de la épica carrera de mountain bike en la Patagonia chilena. Con 5 etapas de 323 km en total y un desnivel acumulado de 11325 metros, se desarrolló íntegramente en las cercanías de Huilo Huilo y tuvo la participación de más de 282 personas de 30 países. En esta nota, los relatos de Fabián Pellegrini, corredor del Team Mercerat y enviado de la revista Andar Extremo, y Gonzalo Trotta, Team Leader de Toto Training, quien trajo un onceavo puesto en la general y primer lugar en su categoría .

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Siendo una de las 10 carreras más importantes a nivel mundial, el Transandes presentó varios cambios en su novena edición mostrando un crecimiento indiscutido y celebrado por el mundo del ciclismo. Uno de ellos fue la inauguración del Transandes Enduro, donde durante 3 días los endureros pudieron comprobar la calidad de la organización y las condiciones que existen en la Reserva Huilo Huilo para la práctica de esta disciplina del MTB.
También fueron notables las modificaciones en el formato de competencia: se acortó la prueba de 6 a 5 días, mantuvieron toda la competencia en un único campamento, y habilitaron el Pack Self Support.
El poder realizar todo en un lugar, facilitó la logística y permitió entregar un servicio de mejor calidad. A su vez, se encontraron senderos nuevos e increíbles para realizar una travesía con calidad internacional, como la que hubo. Las etapas más cortas con mayor cantidad de caminos y altimetrías, hicieron que los tiempos empleados se mantuvieran como en las ediciones anteriores.
Por otra parte, el haber habilitado el Pack Self Support (cuyo costo de inscripción era mucho menor), permitió al competidor la autogestión en su alimentación, servicio técnico y alojamiento. Tanto los hoteles y cabañas de Huilo Huilo, como los distintos alojamientos de Neltume y Puerto Fuy, estuvieron repletos de competidores haciendo uso de los servicios, siendo éste un aporte concreto para la economía local.

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El gran ganador de este año fue Russell Finsterwald, quien triunfó en la clasificación general. Eyair Astudillo fue el segundo puesto, y Walter Martínez estuvo en tercera ubicación. Pedro Avilés y Nicolás Delich ganaron en equipos. Kaysee Armstrong mostró enormes progresos respecto al 2016, adjudicándose el triunfo entre las mujeres, y Mary McConneloug y Michael Broderick, se consagraron como vencedores en equipos mixtos. Chichi García, Claus Plaut y Carlos Cardemil, fueron los únicos competidores que participaron en cada una de las 9 ediciones de Transandes.
El mejor argentino posicionado fue Francisco Voto, quien quedó en un quinto lugar, décimo primero ingresó el platense Gonzalo Trotta y, en la decimosegunda posición, Ezequiel Cuevas. Entre las mujeres, la mejor argentina fue Valeria Iriarte que corrió en Team mixtos.

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Fabián Pellegrini: amistad, senderos y mountain bike
Todo comenzó cuando mi amigo Gabriel Gómez me convenció en julio del año pasado de correr una carrera: la famosa Transandes Challenge. A partir de ahí, fueron seis meses dedicados a preparar la logística del viaje, entrenar, asesorarnos con el Dr. Pedro Billordo (cardiólogo, deportólogo y corredor de carreras de larga distancia) acerca de cómo debíamos alimentarnos, hidratarnos y descansar durante la competencia, para que el desafío no fuera una tortura.
El domingo 22 de enero llegamos a Huillo Huillo, reserva natural en medio de la montaña poseedora de una vegetación y fauna increíbles. Ese sería el centro de operaciones del evento. Nos acreditamos, escuchamos la charla técnica y fuimos a la cabaña donde íbamos a hospedarnos, para preparar las bicis, el equipamiento, cenar lo que nos preparaba nuestra cocinera nutricionista Laura, esposa de Gabriel, e irnos a dormir.

1° Etapa: 75km, 2200 metros de ascenso acumulado
Largamos a las 9.30 hs. Había más de 300 corredores en menos de trescientos metros. El circuito cruzaba por un sendero ancho dentro de un bosque de la reserva, que prácticamente la mayoría (salvo los pro) lo tuvo que hacer caminando porque por la pendiente y el tipo de suelo era muy difícil de pedalear.
Cuando pudimos subirnos a la bici para empezar, habíamos recorrido 2 km y escuché que Gaby me gritó:-“pará, que corté la cadena!” Arrancamos, no sé cómo… debe ser ese instinto que aparece en momentos así. En tiempo record pusimos un cierre rápido que llevaba Gabriel en la mochila.

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Seguimos, sabiendo que había que recuperar tiempo perdido pero sin matarnos, porque recién empezábamos. Subidas interminables por lugares maravillosos, bajadas muy rápidas por caminos difíciles y otras muy técnicas por senderos inimaginables, se acumularon para completar las 5 horas 35 minutos que nos llevó la etapa.
Al terminar, nos dimos cuenta que la rueda trasera de la bici de Gabriel estaba muy frenada, porque se había doblado el disco de freno. Era por eso que sentía que algo rozaba desde los primeros kilómetros.
Mi bici tenía el fusible torcido, producto de una caída que tuve antes de largar la etapa mientras precalentaba y que casi me deja afuera de la competencia. Eso hizo que durante la carrera la transmisión no trabajara, y la cadena se me saliera no menos de 30 veces. Fue un primer día hermoso por la experiencia, recorrido y dureza, pero para el olvido por los problemas técnicos.
Nos alimentamos e hidratamos en el puesto de llegada y, sin perder tiempo, nos fuimos a la cabaña. Dejamos las bicis y caminamos cien metros para ir al río y poner las piernas bajo el agua. Almorzamos y más tarde pusimos a punto las bicis para el día siguiente. Fuimos a la charla técnica y entrega de premios a las 19hs, volvíamos a la cabaña a cenar y nos acostamos a dormir. Esta rutina se repetía todos los días de la competencia.

2° Etapa: 2200 metros de ascenso acumulado, 55km
Amaneció fresco y nublado, no hacía el calor del día anterior. Los primeros treinta y pico de kilómetros, fueron en ascenso por caminos anchos, senderos y bosques. Gran parte del recorrido se hizo a velocidades muy lentas, sobre todo al final de la trepada donde la pendiente aumentó significativamente. Como para completar, nos empezó a acompañar una llovizna fría que hizo más duros los últimos kilómetros. A partir de ahí, inició el esperado descenso por senderos indescriptibles entre la exuberante vegetación selvática de la reserva de Huillo Huillo, caminos de cornisa, bajadas muy técnicas que no permitían darse el lujo de distraerse ni un segundo. Fueron 15 km de descenso permanente, imposible de explicar con palabras, sobre todo para los que no tenemos frecuentemente acceso a ese tipo de geografía. Terminado este tramo, quedaban unos pocos kilómetros más y después de 4 horas y 11 minutos, finalizamos la segunda etapa.

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3° Etapa: 2330 metros de ascenso acumulado,52km
Según los organizadores, esta jornada fue la más dura, y no mentían. Después de 15 km de subida casi permanente, llegamos al primer puesto de hidratación. En todas la etapas había dos puestos en el recorrido, con variedades de frutas, geles, barritas, papas, chocolates, caramelos, confites sabor café (que eran mis preferidos), gaseosas, agua, y todo lo necesario para reponer energía. Dos kilómetros después, le hice señas a Gabriel porque estábamos pasando al equipo norteamericano que venía tercero, y con el ritmo que traíamos nos alejábamos de ellos cada vez más.
Aún restaban 25 km de subida según marcaba la hoja de ruta, así que decidimos mantener ese esfuerzo mientras durara la trepada, para sacar una buena ventaja que nos permitiera sostener el descenso. En el kilómetro 35 pasamos por el segundo puesto de hidratación pero no paramos… me quedé con la ganas de los confites pero venir terceros era mucho más emocionante. Siguió una bajada de poquitos kilómetros por calles anchas y, de nuevo a trepar. La pendiente fue aumentando y aumentando hasta tener que hacer el último tramo caminando por un sendero casi vertical. Si caminar era difícil, con la bicicleta a cuestas y después de 40 km de subida permanente, había que poner mucho más que el físico para no desistir en el intento. No se terminaba más, y el equipo norteamericano no aparecía, eso nos motivaba a continuar metiendo garra. Siguió una subida pedaleable, mucho menos dura, pero con las piernas pidiendo clemencia en la bajada de caminos muy rápidos y técnicos. Hicimos lo mejor posible, y eso nos permitió seguir terceros. Sólo quedaban 2 km en falso llano. Apretamos los dientes y llegamos a la meta. Nos fundimos en un abrazo con Gabriel, se nos cayeron un montón de lágrimas de emoción. 4 horas, 22 minutos: podio. Valió la pena el esfuerzo.

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4° y 5° Etapa: 2000 metros acumulados 50km
Por las altas temperaturas la organización decidió suspender la contra reloj (cuarta etapa), y a las 9.30 largamos la quinta etapa. Eliminaron una dificultad que aparecía a los 5 km, y empezó el día con una interminable subida que nos llevó hasta el mirador, donde estaba el teleférico de la reserva. Casi al final de esta trepada, nuevamente hubo que caminar porque la pendiente no permitía pedalear. Un poco más corta que la del día anterior, pero aún causante de ganas de llorar, empezaba a odiar a los trazadores del circuito. Llegando a la cima, dejé la bici y volví unos metros corriendo para ayudar a Gabriel a cargar la bici y ganar tiempo. Llegué hasta donde estaba, agarré su bici y empecé a subir de nuevo caminado mientras mi compañero engañaba al cansancio viendo como una iguana verde (que nunca vi), cruzaba el camino. De ahí en más, fue un corto trayecto de falso llano y nuevamente el descenso por senderos muy técnicos y divertidos que nos llevaron a la fuerza a mejorar la técnica. 4 horas 15 minutos, etapa terminada.

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6° etapa: 39km, 1800 metros de ascenso acumulado
La última etapa era la más piadosa según el racebook, aún no sabemos por qué. Volvimos a subir por unos senderos muy angostos que no permitían el paso de más de una bici por vez, luego hicimos una pequeña pausa para cruzar por un puente colgante en el que no podían transitar más de cinco corredores por vez. Más subida hasta el kilómetros 27, y empezó un falso llano que duró hasta los últimos 5 km, donde llegó nuevamente la bajada y otra vez senderos super técnicos. Descendimos 700 metros en 5 kilómetros. Aprendías o aprendías. Así llegamos a la meta y final del Transandes 2017. Nos dimos un fuerte abrazo con Gabriel y otra vez se soltaron muchas lágrimas de emoción. Fue una carrera que superó ampliamente nuestras expectativas. Fue el evento y la experiencia más maravillosa que hemos vivido en el mountain bike, tanto por los lugares donde corrimos, como por la prolijidad de la organización. Como le dije al director del evento:-“simplemente muchas gracias…”

Gonzalo Trotta: años de entrenamiento, conducta y confianza
Corro hace más de 9 años y compito hace 4. Trabajo desde hace 7 años como entrenador y corro para una marca que se llama Top Mega. Llegué al Transandes por alumnos que ya tenían decidido ir y me motivaron para atreverme a mi primera competencia internacional. Cuando me inicié tenía muchos sueños que los fui poniendo como metas y a medida que se iban concretando, todos tenían que ver con la constancia.

Cómo viviste el Transandes?
La decisión de ir no se planteó con mucho tiempo de anterioridad. Unos amigos que iban a ir me incitaron a que los acompañe y me convencieron. Cuando me embarqué en los entrenamientos y la planificación, sabiendo lo que era la carrera, había que entrenar muchísimo. Fue una experiencia espectacular ya que nunca había corrido una carrera de etapas y la exigencia no era sólo física sino también psicológica

Habías corrido alguna otra carrera internacional de esta relevancia?
No, fue la primera vez. A nivel nacional sí he corrido carreras de Rally o Rally Maratón  de hasta 120 km pero nunca una carrera de etapas de tantos días como la Transandes.

Cómo te preparaste?
Estaba terminando la temporada y ni siquiera tuve tiempo de hacer un parate, opté por seguir con la planificación, con volumen importante de horas de entrenamiento para llegar de la mejor forma. En cuanto a la parte física, empecé una pretemporada con la progresión en el gimnasio, haciendo mucho trabajo de fuerza de distinto tipo y después fui incrementando el volumen de pedaleada. También me ordené en la vida cotidiana y laboral para hacer dobles y triples turnos.

Cuántas horas te llevaba esa preparación?
Diariamente eran entre 3 y 5 horas las que llegué a entrenar, sumando muchos kilómetros de fondo, para mejorar capacidad aeróbica. También, dentro de la preparación, tuve muy presente la importancia de la alimentación y suplementación. Ahí me contacté con el Dr. Pedro Billordo y él nos enseñó los períodos y momentos de la suplementación: el antes, durante y después, para poder rendir mejor y retrasar la fatiga.

Tuviste muchas modificaciones en la alimentación?
Si bien uno tenía algo de idea, la corrección fue más en las cantidades y el momento. En una competencia es importante, en una carrera de etapas es  fundamental.

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Con qué tipo de bicicleta competiste en el Transandes?
La bicicleta que usé es con la que corro normalmente, la ajusté a la perfección con una transmisión nueva para que no haya fallas. El requerimiento mínimo es una multiplicación para montaña con una corona chica y piñones grandes con el objetivo de poder trepar porque los ascensos son de una inclinación grande y muy largos. También debía tener  suspensión para poder amortiguar pozos, piedras y raíces que habría en el camino

Y el camino estuvo complicado…fueron etapas muy duras? Qué sentiste?
Mucha adrenalina, emoción, ganas, miedo, especulación acerca de lo que te espera…si bien uno se imaginaba lo que era el terreno, no sabía cómo iba a responder a la adversidad. La primera etapa fue una de las más largas y no era tan técnica, pero para nosotros que somos del llano, fue intensa. Dentro de los conocimientos que uno tenía de técnica y manejo, intenté ir lo más rápido posible. En la segunda etapa había más descenso, era más técnico…estaba trabado. Si bien estaba preparado, arranqué a administrar las fuerzas para mantenerlas hasta el final del evento. La tercera etapa fue especial porque cumplí años, y fue realmente la más difícil. Faltando un tercio de carrera nos encontramos con una subida imposible donde hubo que caminar entre 500 y 1000 ms a paso de hombre. Tras el desgaste que llevaba acumulado, me encontré con eso y fue matador. Terminé muy cansado pero con la felicidad que también había ganado esa etapa.

Con qué te motivaste en ese momento en el que no dabas más?
Con el recuerdo del esfuerzo y las horas que le dediqué, con los saludos y el aliento de la gente de acá, de la familia, de mi novia, de mis amigos…eso siempre es un motor que me impulsa, me da fuerzas.

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Cómo continuó el recorrido?
Variaba altimetría, terrenos, temperatura. Al llegar a la quinta etapa, los organizadores debieron cortarla. Iba a ser una contra reloj pero el clima, entre otros factores, obligó a modificarla. En ese momento, me pasaron todos los percances: se me rompió un fusible y tuve que cambiarlo  que no es fácil de hacer y menos en la montaña, después el corte de la cadena… si bien sabía que había sacado una buena diferencia al segundo, me corrían todas las dudas. Puse la mente en frío y me asombré de cómo la bici me fue respondiendo.

Cómo vivenciaste la última etapa y cómo quedaste en la tabla de posiciones?
Estaba agotado pero sabía que la diferencia que le había hecho al segundo, me permitía cuidar al máximo la bicicleta, y aún así, por el desgaste que sufrió, pasó lo que pasó con la rotura. La categoría la gané, la verdad que nunca lo había imaginado, más en una primera vez. No pensé que iba a salir así, me imaginaba que iba teniendo suerte, o que no le estaba yendo tan bien a los demás porque al largarnos a todos juntos no sabés quien es de tu categoría. Recién en la tercera etapa empezás a identificar a tus rivales, te vas haciendo conocido con la gente de acá y de otras nacionalidades. Sentí mucha satisfacción porque toda la preparación, el esfuerzo y sacrificio valieron la pena. Caer en la noción de que no sólo representás a tu ciudad sino que también a tu país, te llena de emoción y orgullo. En la general quedé 11…contento, feliz. La clave son los años de entrenamiento, de conducta y de constancia. La virtud más importante es ser constante, hacer las cosas bien y seguir haciéndolas bien. Cuando me pongo a pensar en frío la competencia que hice, lo dura que fue, y los competidores a los que me enfrenté,  siento mucho orgullo. Nadie hace magia, ni es de un día para el otro…todo es sacrificio, esfuerzo y tiempo. Hay que seguir, seguir, y seguir…

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Montañismo

Nanga Parbat, Mariano Galván encara con Alberto Zerain su octavo ochomil

junio 9, 2017 — by Andar Extremo

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Mariano Galván intentará ascender junto a Alberto Zerain (que viene de hacer cima en el Annapurna) el Nanga Parbat (8.125 msnm). El 11 de junio partirán hacia Pakistán con la intención de escalar la novena montaña más alta del mundo, por la Arista Mazeno, una de las rutas más duras para el ascenso hasta su cumbre.
El Nanga Parbat es el octavo ochomil que Mariano encarará con el español Alberto Zerain con quien ya ascendió al Dhaulagiri (8.167 metros) en 2016 y con quien formó equipo posteriormente en el Manaslu (8.163 metros), en el otoño de ese mismo año. Ambos son muy fuertes y rápidos y, juntos, forman un gran equipo.
Mariano Galván expreso hoy “Nuevamente me preparo para mi siguiente desafío. Lo que si les quería comentar, que no es mi estilo hacer grandes publicidades acerca de lo que puedo llegar a hacer o no, así como tampoco me interesa ser el primer argentino es escalar tal o cual pico, ese no es lo que me mueve ni mucho menos. El Nanga Parbat es una montaña que hay que respetar y ver que se puede hacer en ella de acuerdo a las condiciones que presente. Lo mejor es estudiarla por todos los flancos y ver cuál es la mejor estrategia para subir. Por lo que las opciones van desde la ruta normal, hasta la Arista Mazeno, pasando por otras cosas en el medio.
Nuevamente encaro este proyecto como lo vengo haciendo hace ya seis años, con la ayuda de familiares, amigos, conocidos y el 100 % financiado por mi bolsillo. Sin la ayuda de gobiernos, ni secretarias de deportes, empresas, etc que me brinden apoyo económico. Quizás algún día apoyen a los DEPORTISTAS que escalamos montañas, mientras tanto… no voy a esperar sentado”

La arista Mazeno: una de las más largas y técnicas a la cima de un ochomil
Con la elección de la arista Mazeno, Alberto ha vuelto a demostrar que lo suyo no es una mera colección de ochomiles. Se trata de una de las vías más largas y más técnicas entre todas las que alcanzan la cumbre de un ochomil. Discurre por la complicada cresta que separa las vertientes de Diamir y Rupal, tiene una longitud superior a los once kilómetros y está jalonada de picos de siete mil metros (ocho cumbres en total). La complicada orografía de la arista hace que sea necesario llevar mucho material y su longitud obliga a pasar muchísimo tiempo en altura. Se trata de una ruta muy comprometida, pues a medida que el alpinista se interna en ella, la retirada se hace más y más complicada. En la Mazeno, un descenso de emergencia está descartado; para bajarse hay que escalar, literalmente, en sentido contrario.
Teóricamente, se puede completar la arista sin hacer cima en el Nanga, pues la vía termina a 6.940 metros, en un collado anterior a la cumbre principal. Los últimos 1.200 metros hasta la cumbre son comunes con la vía Schell.

Ascendida por primera vez en 2012 y no cuenta con ninguna repetición
Fue intentada por primera vez en 1979 por una expedición francesa. Doug Scott la intentó dos veces, Lorethan, Kurtyka y Troillet una vez cada uno, todos ellos sin éxito (aunque los sietemiles que la jalonan fueron cayendo). Los primeros en completar la arista propiamente dicha fueron los americanos Doug Chabot y Steve Swenson en 2004, pero tuvieron que retirarse por la ruta Schell desde el collado Mazeno, por lo que no alcanzaron la cima del Nanga Parbat. A partir de entonces, completar la arista y hacer cima en el Nanga se consideró el “premio gordo” del Himalaya/Karakorum.
Alberto Zerain y Txingu Arrieta lo intentaron en 2011 abriendo una nueva entrada a la arista, pero se volvieron de manos vacías. Finalmente, al año siguiente, los veteranos escoceses Sandy Allan (que ya estuvo en el intento de Scott en el 92) y Rick Allen completaron la cresta y ascendieron desde el collado a la cima por la vía Schell. Fueron, en total, más de dos semanas de actividad. Cinco años después, la ruta todavía espera la primera repetición.

Fuente Revista Desnivel

Tecnología

PROBAMOS LAS BUSHIDO DE LA SPORTIVA

mayo 24, 2017 — by Andar Extremo1

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En el marco de realizar “Pruebas de Campo” para nuestros lectores, analizamos las zapatillas Bushido de la marca Italiana “La Sportiva” para la empresa Naka. Una marca de casi 90 años de edad con muchísima experiencia en deportes outdoor que ingreso al país para ofrecer productos de calidad al corredor de trail running.

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Como su nombre lo indica las “Bushido”  son para guerrearlas en el camino del running, en realidad quiere decir “camino del guerrero”. Una zapatilla de excelencia para corredores de trail running. La primera sensación de esta majestuosidad italiana es el calce perfecto, como un guante, los primeras pisadas denotan comodidad, protección y liviandad (al tenerlas puestas pesa menos de lo que aparenta visualmente).
Al comenzar la prueba notamos que es un calzado que transmite el equilibrio perfecto entre estabilidad, amortiguación y peso, un calzado de calidad absoluta. Genera un impacto suave al echarle el peso del cuerpo y un despegue aguerrido. En ningún momento sentimos que sea un calzado rígido, es más, la sensación del grip contra la superficie es de suavidad, tal vez el drop medio de solo 6 mm hace que tengamos una mayor percepción cuando la superficie es irregular.
El agarre de la suela es poderoso, está marca tiene un sistema llamado Impact Brake Sistem que lo diseñaron para reducir el impacto del terreno gracias a la inclinación que tienen los tacos en la suela. Y probándolas se nota ese agarre, tanto en tierra, en la piedra y también en asfalto.

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Las Bushido tienen detalles en la suela que nos llamaron la atención:  en la parte que apoya la planta del pie posee unos agujeros que al generar presión en la actividad las zapatillas se  abren generando más superficie de apoyo, tanto en el centro, como en los tacos exteriores que  a su vez están diseñados para que no derrapen. Luego viene la placa rígida del STB Control, que es una placa plástica que está por fuera de la zapa para controlar la torsión en suelos inestables y por último posee un sistema para ponerle clavos de acero para la nieve.
En cuanto al agarre en diferentes climas, cuando está la superficie seca, la sensación es máxima. Cuando encaramos con el metatarso se aferra bien al suelo al entrar y continúa la misma sensación al despegar el talón. Con terreno mojado o húmedo el agarre sigue siendo bueno, algún poco de inestabilidad en la piedra mojada cuando despegamos el talón, pero el agarre es bueno en general.
Los cordones tubulares se sujetan súper bien, no tuvimos problemas. Es un calzado con gran transpirabilidad y bien fresco, pero poco impermeable.

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La única sensación rara es que al ser unas zapatillas bajas parece que uno está absolutamente en contacto con el suelo, las piedras se sienten bastante. El sistema de la lengüeta es alto, con una tela tipo neoprene, para proteger que no se introduzca ninguna piedra.
Si bien Bushido es un calzado de media distancia, si observamos en muchos foros podemos ver que la han usado para ultra maratones y trails largos y es un producto que resiste bien, siempre en personas de menos de 80 kilos aproximadamente.
En definitiva un calzado un poco costoso pero altamente recomendable, más vale gastar una sola vez y saber que tenemos lo mejor para nuestros pies.

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Carreras de aventuraTecnología

DIEGO WINITZKY, FOTÓGRAFO DE AVENTURA

mayo 22, 2017 — by Andar Extremo

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Diego Winitzky nació en Flores hace 45 años y actualmente vive en capital. En 1999 tenía una empresa de computación, pero se cansó de la rutina y decidió buscar nuevos horizontes mezclando su pasión por el deporte y su gusto por las imágenes. En 2012 comenzó a sacar fotos. Cinco años después, no sólo se convirtió en un referente de las carreras de aventura sino que incursionó exitosamente en la organización de ellas. En la entrevista, Diego nos cuenta su recorrido. Nota en la Revista Andar extremo n° 45

1por Andar Extremo, entrevista a Diego Winitzky, fotos gentileza de Diego Winitzky

Cómo te introducís en el mundo de la fotografía?
Fue una decisión fuerte, fue querer cambiar el rumbo. Trabajaba encerrado entre cuatro paredes y con el tiempo me di cuenta que no me gustaba eso para mi vida. Empecé a estudiar fotografía y tenía unas compañeras de entrenamiento que tenían la Guía Lap. Ellas me invitaron a sacar fotos de calle para publicar en esa revista. Se fue dando de a poco hasta que en un momento dejé la empresa que tenía y me dediqué de lleno a las fotos.

Eras corredor o es reciente el running en tu vida?
Comencé a correr en 2009. Venía de 33 años de yudo y empecé a entrenar con Marcelo Perotti. En ese momento ya había emperezado a estudiar fotografía y, con el gusto por viajar, se me juntaron las tres pasiones.

Cuándo te involucrás de lleno en los deportes de aventura?
En 2014 me metí de lleno en fotografiar carreras de aventura. Hoy por hoy es el 90% de lo que hago. En 2015 y 2016 tuve la cobertura de 36 carreras cada año, fueron casi todos los fines de semana distribuidas en ocho países diferentes.

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Hacés un entrenamiento especial para cubrir las carreras de aventura? porque por lo general los circuitos son de difícil accesos…
El equipo completo pesa unos 15 kilos, con lentes flashes, baterías, más raciones de marcha. La verdad es que siempre hice deporte y si sumo la concentración, los objetivos, el entrenamiento diario teniendo en cuenta que a veces por semana hago doble turno, el gimnasio…todo eso hace que me mantenga en forma.

Se necesita un “ojo especial” para sacar en deporte aventura o es entrenamiento que se mejora con la experiencia?
El ojo está en cada uno. Lo podés afinar un poco pero para mí, nacés con esa cualidad. Te tiene que gustar lo que estas fotografiando, te tenés que meter en esa película, e involucrarte en las situaciones, en una carrera tenés que saber quién va a estar, si hay una historia fuerte… es muy pasional la foto. Después, se completa con el estudio del recorrido, qué puntos son buenos fotográficamente. Es un trabajo, se toma con responsabilidad. Sí, tenés que haber estudiado y por supuesto, saber las técnicas.

Analizás los circuitos con anticipación?
Generalmente voy a marcar con la organización, es la mejor forma de ver los lugares con frialdad y saber qué punto es el más bueno.

Por el crecimiento profesional, te pesa el nombre de Diego Winitzky a la hora de sacar fotos en un carrera?
Nooo, me encanta (risas)… Hoy me siento super seguro. En la carrera que me toque, con el clima que me toque. Me encanta trabajar con presión, me gusta que la gente tenga expectativa del material. Son desafíos que van desde una carrera chica hasta, por ejemplo, la copa del mundo en Zegama (norte de España) donde voy a estar en mayo.

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“Te tiene que gustar lo que estas fotografiando, te tenés que meter en esa película, e involucrarte en las situaciones,las historias fuertes…”

Te apoya alguna marca?
Por suerte estoy bien acompañado desde hace años por la empresa Sox, Noaf. Hoy Scat me da la ropa para los entrenamientos. Todo esto ayuda mucho. Las zapatilla son de Altra y cuando vamos a cubrir, la empresa de comunicaciones Elvcom nos sponsorea con handys permitiendo un trabajo mucho más profesional y seguro.

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Qué es Running Trip?
Running Trip surgió con el deseo de generar un espacio de encuentro que incluya desde los deportistas con discapacidad hasta atletas olímpicos que representan nuestro país… un sueño que durante dos años fue tomando forma. Al trabajar con muchas organizaciones, vi lo bueno y lo malo. Durante los viajes fui creándolo y armé un staff de gente con buena energía. El primero lo hicimos en 2016 en Miramar y reunimos 650 corredores. Este año en San Luis, repetiremos las mismas distancias: 4 km, 10 km y 25 km. Lo lindo de los 4 km es que los atletas con discapacidad son guiados por los atletas olímpicos o referentes del trail. Los 10 km y 25 km ya son competitivos con premios en efectivo. En realidad pensamos en todo, por ejemplo un atleta con discapacidad necesita salir de la urbe, ir a la naturaleza, ver colores, paisajes… siempre soñé con eso y me di cuenta que se puede hacer. Los hicimos recorrer en el bosque en Miramar y ahora la propuesta es rodear una laguna y ascender una montaña en los Molles de San Luis el 13 y 14 de mayo. Chicos en silla con autismo, con síndrome de down, chicos con parálisis cerebral… es lindo hacerlos vivir lo que vive una atleta sin esos impedimentos. Y al atleta que corre desde siempre, lo agasajamos, le damos un buen kit, actividades para hacer, charlas, capacitaciones. El atleta elite necesita dinero en efectivo, te lo dicen ellos: -yo no como zapatillas, no como medallas, necesito dinero… Entonces, más allá de que se lleven zapatillas, medallas e indumentaria de sponsor, le damos premios en efectivo.

En Running Trip sacás fotos o estás solamente en la organización?
No saco fotos. Me pasó en Miramar que en la llegada corrí a buscar la cámara y se me iban las manos. En ese momento estaba sacando Pablo Pérez, un fotógrafo del equipo, entré en razón y le di mi cámara. Me dediqué 100% a la organización. Tengo un equipo de fotógrafos de primera línea, fueron diez a al evento.

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Qué foto te gusta sacar más?
Lo que más me gusta es paisaje con corredor. Me cuesta sacar solamente paisaje. Ves a la persona, sabés que va a tener una expresión, y le sacás primeros planos. Yo laburo con dos cámaras, Cannon 5 D y con los lentes 16 -35 mm y 70 – 200 mm. Primero saco paisaje y después cierro el cuadro para buscarle el sentimiento a la foto, expresión de la cara del corredor. También me gusta abrir el cuadro para ver dónde está corriendo

Sacás muchas fotos por carrera?
No, no. Los fotógrafos usualmente sacan 2000 o 3000 y yo capaz que ando en 600 fotografías por carrera. Busco momentos, en realidad. A veces, no te niego, saco ráfagas… eso suele pasar en la llegada del primero, o por si se movió la foto o cerró los ojos, para tener varias y poder elegir cuando necesitás para prensa.

Tenés una foto preferida?
Por suerte todavía no tengo una preferida y no la quiero tener, no quiero ese techo. Siempre estoy en la búsqueda, haciendo cursos, componiendo. Me pasa que retocando fotos me pega muy fuerte la historia y hasta me he largado a llorar al recordarla. Una que me gusta mucho es “Qué Viva México” una fotografía que gano un premio en Europa.

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“Qué Viva México”

Cómo ves a Diego Winitzky en un futuro: fotógrafo u organizador de carreras?
Me veo como organizador de carreras, apunto a marcar una tendencia. Como fotógrafo quiero quedarme con algunos eventos deportivos, pero no ir a 36 carreras por año.

Cuáles son las carreras más importantes que vas a cubrir este año?
Zegama en España, Valtellina Wine Trail Italia, la UTMX de México, Pacific Trail en Colombia,.. Acá en el país me gustan las carreras diferentes. En La Rioja hay unas carreras chicas que me gustan, y en Córdoba como la Champa, Utacch…

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Agradecimientos
Gracias a vos, a la gente que sigue mis trabajos, a los corredores, a las organizadores que me contratan, a mi familia que me apoya el 100%… hasta me apoyó el cambio de vida que quise hacer.

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Carreras de aventura

MAX RACE RESERVA EL DESTINO 2017

mayo 18, 2017 — by Andar Extremo

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La Reserva espera serena todos los años a miles de corredores que con fuertes pisadas diluyen en una Max Race los más fuertes sentimientos de amor al deporte en la naturaleza y en esta ocasión Ivana Gambin se animó. Y certificó con sus palabras que si todos se animaran una vez en su vida a vivirla nunca más serían los mismos, la Max el cuerpo con todos sus sentidos.

Por Ivana Gambin

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Cuando sonó el despertador a las 06:30 hs ya estaba despierta, típico en un día de carrera, lo que no es típico es hacer por vigésima vez el recuento mental de las cosas a llevar. Mirando el auto cargado repaso nuevamente todo: Kayak, remo, chaleco, carro, Bici, casco, zapatos, guantes, geles, agua, mochila de hidratación, dorsal, etc.

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Intente tomar una café, costo. “ El Pela” ese compañero incondicional me regalo un abrazo con un “cuidáte y pasála lindo”.. Seguido por un ..”apuráte que son 07:30 hs”. Programe el Gps y Salí para encontrarme con ella, si La Max es “ELLA”, esa que la sentiste nombrar o te la contaron, la que si tenés el gusto de conocerla te enamora o la dejas pasar. Un amigo me endulzo con solo contarla, fue una experiencia intransferible en lo físico y lo emocional, ese 23 de octubre de 2016 la pasión y locura hizo que sucumba y vuelva por más. Por más y a lo MAX!!!.. Un mes después de la carrera compre Bici, nos fuimos amigando porque el objetivo estaba marcado y los años de Spinning tenían que dar sus frutos. El Kayak fue el segundo reto, domesticar la relación en el agua llevo varios días, pero se lograba. Así me encontré este 23 de Abril, varios meses de entrenamiento, de golpes y raspaduras, de madrugar y perseverar iban a ponerse a prueba. La paciencia de Pablo Vivas, mi profe y amigo fueron los pilares de este día, pero él no iba a estar en la Reserva, si Pablo y Mariano, ellos iban por la Tria parejas, y eso ayudo espiritualmente.

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En la ruta se veían kayak, bicis, remeras celestes y negras, la Max esperaba, llegando a la reserva la adrenalina subía. Estaciono el auto, desato el kayak y pido ayuda para bajarlo, con mi carro lo llevo a la zona del parque cerrado y lo entrego acariciándolo como buscando complicidad entre ambos. Regreso por ella, mi Bici la que me enamoro a primera vista y formaba parte de esta trilogía. Ya estaba todo ordenado, todo listo, solo quedaba esperar la largada. Leonel y Marcos dan la charla técnica, la euforia quema. Por fin el conteo y ya largamos, esos segundos son mágicos, somos un montón de locos por la Max. Los senderos, nos quedaban chicos, estábamos con hambre, cada uno con su dorsal 12 km, 21 km, Dua, Tria.. Los miraba y me emocionaba, si todos se animaran una vez en su vida a vivir esto nunca más serian los mismos. Mis piernas estaban fuertes, mis brazos acompañaban levantando las ramas y mis ojos atentos a todo, esto es la Max el cuerpo con todos sus sentidos.

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No tardo el llegar el agua, el barro, y la risa se hizo eco, bordeando en arroyito comenzaron los senderos angostos con obstáculos a la orden del día, pero la camaradería nunca falta puesto que al grito de “Tronco” y “Espinas” alertaban de lo que se venía. Superado ese tramo llego el pantano, obligando a hacerse amigo de las cortaderas para poder sacar las piernas hundidas en el fango, con suerte sacabas pies con zapatillas, más de uno le pidió al barro se las devuelva, y otros hicimos la locura de pasar entre las cortaderas para ganar ventaja. Fue duro, las rodillas lo reclamaban, la zona costera nos regalo la primera impresión de lo que venía. Dejamos el barro y llego el pasto, los cardos y mas espinas, escucho mi nombre y fue un regalo, seguimos cruzando otro arroyo, no tan profundo pero alto para trepar nuevamente, sigue el pasto y los senderos angostos, ya se asemejan a los primeros, no daban tregua, las piernas se sentían, el barro seco en las zapatillas pesaba.

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Se escucha música a lo lejos, algunos acompañantes en los caminos esperando a los suyos, y se hizo el claro..”a la izquierda 21, dúa y tria”..Siiiiii!!!!, llego el momento de pasar la posta, cambiar zapatos, cargar mochila y casco, subir a la bici y rodar, duro solo unos minutos la gloria, cruzando el puentecito de madera a la voz de “deja la bici a tu derecha, cuál es tu kayak?”..se venía la peor parte, ahí estaba EL con el remo y mi chaleco, en la orilla expectante para salir, lo tomo de la rienda delantera y entro al rio, los gemelos se agarrotaron de tal forma que no tengo registro si el agua estaba fría, era lacerante el dolor del lado derecho, no podía hacer nada de todo lo técnico practicado, la fuerza solo seria del mis brazos, dependía todo de ellos. Remar para adelantar, para estabilizar, para guiar era una epopeya, tenía que ir por la primer pulsera azul, pasaba el tiempo y costaba cada vez más, ir por la segunda pulsera era la clave de seguir o…nada, seguir con una sonrisa de oreja a oreja y disfrutar del rio enojado, del calambre y el fotógrafo que te saca fotos y vos con el pelo a lo Moni Argento. Con la segunda pulsera solo restaba llegar y rodar, la mejor y la ultima parte.

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Dejo el kayak, intento rodar y un badén me dice hasta acá, no había playa el agua alta, la costa trabada por juncos y maleza sin opción caminar con Bici a cuestas. Una vez terminada la zona costera llega fiesta. Calle de tierra, pasto, alambrado, mas pasto, otro alambrado, una terrible tranquera y…la calle, tierra seca, arcilla floja y serruchos condimentaban el final. No había mucho para pensar, cuello en boca para evitar la tierra de los autos que pasaban y rodar hasta la próxima pulsera. Algunos volvían, lucían orgullosos su conquista. Después de un giro a la izquierda en el campo el terreno cambio por huella de autos, lado derecho para quienes íbamos e izquierdo para quienes volvían, para poder pasar no había opción, pasto alto y la tome. Con pulsera verde en mano derecha y dos celestes en la izquierda emprendía el regreso, quedaba solo la cuarta parte, para terminar y coronar todos los meses de entrenamiento. Tirando cambios, esquivando un perro testarudo, autos que ahogaban con la tierra que levantaban veo la arboleda, las palpitaciones se elevaron y mi andar también, fue totalmente involuntario; la tranquera con la cinta naranja te daba la bienvenida, al cruzarla sabia que quedaba nada, no registro esa parte en mi memoria, solo recuerdo muchas cintas naranjas y hojas secas.

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Las lágrimas me nublaban los ojos, sin darme cuenta llegue otra vez al claro, otra vez la gente, otra vez el parque cerrado, pare en seco y una corredora me dijo que deje la bici y corra al arco, estaba dormida, extasiada. Deje la bici y corrí, escuchaba alientos, no podía tragar del nudo en la garganta, el arco rojo me decía que todo ese esfuerzo tenía su fruto. Cuando lo cruce sentí mezcla de alivio y felicidad que con un abrazo termine de cerrar. Fui por mi medalla finisher, me la había ganado con 5 horas de pasión y entrega, donde transforme la fuerza interior que me dieron los años con crudeza, en una fuerza totalmente reciclada en aventura y coraje para disfrutar.
La premiación ya había comenzado con los 12 km..21…dua…Llego la tria y mis compañeros, esos que me adoptaron hace poco más de mes y medio ganaban el primer lugar en su categoría, feliz por su logro inmortalizaba el momento para contarle a Naty, la cuarta pata de esta mesa dominguera.

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Ya no quedaba mucho y viene categoría damas, cuando mi nombre escuche no cabía en mi cabeza, pero el corazón estaba repleto, voy a bajar y no me dejan, otra vez mi nombre, ganaba la general de tria individual de damas, una Madera de la Max en mi casa!!! Cargo todo mi equipaje y emprendo un regreso orgulloso, ni bien tengo señal llamo a casa y con altavoz Marty, Cata y Agos festejan que mama cumplió su reto y con un primer lugar. Otra Max Race, quedaba atrás…” que será lo que una mujer común de 43 años, esposa, madre, trabajadora y amante de la naturaleza ve en esta carrera que solo había pasado hora y media y pensaba en la próxima?
Sera que además de mujer, madre, esposa y todo lo demás, SOY UNA FELIZ CORREDORA DE “LA MAX “

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AguaKayak

Rock Gardening, ILHABELA, BRASIL

mayo 8, 2017 — by Andar Extremo

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Bajo el nombre de Rock Gardening se esconde una de las modalidades más extremas del kayakismo, que se desarrolla entre rocas y grandes olas, desafiando la bravura del mar. En este caso, Márcio Bortolusso, Fernanda Lupo y Evaldo Plado se enfrentaron a una de las mas grandes tormentas del sudoeste de Brasil y la costa de Los Naufragios, en Ilhabela, fue testigos de los vientos de más de 100 km/h. Nota en la Revista Andar Extremo n° 44

Por Márcio Bortolusso

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Un ciclón extra tropical y un fuerte frente frío, produjo una de las tormentas más destructivas de las últimas décadas del sur y el sudeste de Brasil, que castigó a 1300 km de costa con vientos de más de 100 km/h y formaciones de olas de hasta 5 metros de frente en algunas áreas.
Paradójicamente, si bien se lamentaron las pérdidas y daños causados, lo que para muchos creó el caos, para otros fue la salvación. Así, mientras que el Cuerpo de Bomberos y Defensa Civil asistían cientos de necesidades como casas enterradas, árboles y estructuras públicas caídas, deslizamientos de tierra, inundaciones con autos arrastrados, rutas intransitables, barcos paralizados, ciudades sin energía eléctrica y teléfono cortados, con la atleta-documentalista Fernanda Lupo, decidimos hacer frente a esta tormenta histórica en búsqueda de nuevos avances en la víspera de una expedición atrevida que había llevado cinco años de preparativos.

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Para darle vida a este entrenamiento y hacer algo más que salir a “remar durante una tormenta”, tomamos la oportunidad de celebrar una sesión de “Rock Gardening” en la Costa de los Naufragios. Este sitio es una de las áreas más críticas para la navegación a lo largo de la costa brasileña, y está ubicada al sur del Archipiélago de Ilhabela, área constantemente golpeada por frentes fríos poderosos.
El modo Rock Gardening remite al descenso de ríos y rápidos pero en Kayak de Agua Blanca en este caso, utilizamos kayak de Mar (como lo llamamos el deporte en Brasil). La emoción fue crear desafíos a través de las olas en un “jardín de rocas” en el mar, cruzando pasajes estrechos o punzante en bloques afilados y piedras cubiertas brevemente por espuma. Esta es una de las modalidades más extremas y menos conocida de Piragüismo que, por desgracia, significa para mucho: raros practicantes y mayor riesgo. Después de un par de llamadas y abandonos, finalmente “secuestramos” al kayakista Evaldo Plado quien aceptó superar sus límites y reforzó la seguridad de nuestro equipo.
Sin tener cuenta los preparativos detallados, específicos y exigentes para una expedición, tal vez alguno pueda juzgar nuestras decisiones, pero como remero olímpico necesito enfocarme para lograr el nivel de los Juegos Olímpicos. Nosotros tenemos que entrenar numerosas técnicas, a veces en condiciones muy duras, y prepararnos para los peores escenarios. Lo que puede parecer una locura, es el resultado de años de entrenamiento, el uso de un buen equipo (dispositivos satelitales, prendas con tecnología Gore-tex, etc.), estudios que van desde la meteorología a la supervivencia al aire libre (o de la Medicina a la navegación cartográfica) y el dominio de diversas técnicas específicas (salvamento marítimo, etc.). Después de todo, abrir un mapa y soñar con nuevos retos es lo más fácil del juego.
Entre las paredes de la costa de los Naufragios

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De acuerdo con la Escala de Beaufort un “temporal duro” tiene velocidad entre 89 y 102 km/h. Ese día, los meteorólogos habían informado ráfagas de 103,7 km/h en el área protegida de Ilhabela (oficialmente 95 km/h por el CPTEC / INPE), pero ya estábamos en el lado mar del archipiélago más expuesto a lo duro del Cuadrante Sur y, probablemente, el viento superaba estas marcas generando un destructivo temporal grado 11 en una escala que va hasta el 12 (“temporal huracanado”).
Un espectáculo inolvidable mezcló diversión y tensión bajo un clima patagónico: enormes olas que explotaban en las rocas como dinamita, formaban cortinas de 10 metros de altura bajo un sonido capaz de preocupar a cualquier marinero… el mar parecía tomado por miles de osos polares furiosos, y el frío era extremadamente penetrante que obligó a remar con interiores térmicos debajo del neoprene.
Como grandes paredes de agua salada que se enfrentan en un sueño quijotesco, mientras las series más grandes llegaban en unos diez segundos, repetimos acciones para no golpear el fondo rocoso o ser lanzado contra la costa. Memorización de las piedras de la zona, remar con “casi” todas las fuerzas (reservando algo para una contingencia), penetrar en la pared de agua llenando los pulmones, emerger del torbellino equilibrando con el “apoyo” de remo, proteger las costillas de las rocas cercanas y recomenzar de nuevo esta secuencia hasta que pase lo peor de cinco o seis olas que venían cada tres a cinco minutos.

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Golpe, porrazo y bofetada en la cara fue el menú del día, sin tiempo para descansar o reposicionarnos, o buscar lugares seguros antes de ser tragados y arrastrados por una nueva masa de espuma.
Me sentía con sensación de pesadez y sin coordinación, con la impresión de que los compartimientos de carga estaban con agua. No podía girar el kayak, si me daba vuelta podía perder subir a la ola. Estaba agotado, con el pecho prendido fuego y sin energía ni para salir. Por suerte, la tormenta alcanzó su pico máximo y comenzó a decrecer, ahí simplemente quedó volver a tierra firme.

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Bajo la fina línea entre la seguridad y los riesgos reales, sin duda, fue una experiencia que nunca nos olvidaremos. La peligrosa aventura, exigió la mayor parte de nuestros conocimientos y nos enseñó y fortaleció más que un centenar de entrenamientos bajo el cielo azul.
Damos las gracias al anfitrión Neptuno por la fiesta memorable y a las marcas Gore-tex y Windstopper por la gran colaboración en estos últimos 10 años. Ellas fueron fundamentales para el logro de nuestros grandes sueños.
Con la certeza de que a menudo los peores días son los mejores, grandes aventuras para todos!
Para ver un video con las pocas imágenes que grabamos este día épico: video

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Carreras de aventura

El Origen 2017

mayo 8, 2017 — by Andar Extremo

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Catriel Sarry del Quilmes Way nos cuenta su experiencia, en el Origen Powerade 2017 en Villa La Angostura. Una carrera que se disputó en tres días entre el 2 y el 5 de marzo, donde los participantes se aventuraron a 50 o 100 km solos o en Duplas.

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El Origen , una carrera que llamó nuestra atención por sus recorridos y paisajes y por el desafío que implicaba correrla, mi primer carrera de montaña en su sexta edición, montada en tres etapas en el sur Argentino, un terreno totalmente ajeno para mi.
Según comentarios de colegas y amigos, fue la edición mas dura, con todos sus condimentos, mucho frío , sol , trepadas infinitas y descensos sinuosos, cruces de arroyos, filos, valles, coastering y paisajes increíbles de cadenas montañosas y volcanes.
Varios meses transite junto a mis alumnos y amigos de Quilmes Way entrenando duro, semana tras semana, preparando y ultimando los detalles para esta primera experiencia en montaña para muchos.
Hasta que llegó el día, mas de 30 Ways nos subíamos al avión con destino a Bariloche.
Luego del viaje y de acomodarnos en nuestro hostel, llego la esperada charla técnica, en la cual nos enteramos de lo que ya temíamos que iba a pasar, íbamos a largar bajo la lluvia.
Y así fue..El jueves 2 de marzo nos encontramos todos en el Mercado de Villa la Angostura, bajo una lluvia al principio un poco tímida que con el paso del tiempo iba acelerando su ritmo hasta dejarnos totalmente mojados. Se podía de ver en las caras de todos, esa cuota de ansiedad y de duda que se genera siempre antes que empiece la cuenta regresiva.

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Tantos kilos en la mochila se hacían pesados, la cinta en los pies, la doble media, los bastones, suplementos, comida e indumentaria obligatoria que no sabia bien si iba a utilizar.Me esperaban algo parecido a treinta y pico de kilómetros, calculando tiempos, cargando el Garmin y especulando a que ritmo salir, largamos todos en una cuesta eterna que me ahogo un poco hasta encontrar el punto justo.
A diferencia de años anteriores, donde los participantes recorrían los tres días diferentes lugares de Villa la Angostura, en esta oportunidad los diferentes senderos y caminos nos llevaron el primer día de carrera hasta Villa Traful,pasando por el arroyo Colorado hasta la cumbre del Cerro Bayo, con vistas del Lago Nahuel Huapi, la Península de Quetrihue y el Tronador.

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Bajo un cielo un poco nublado, empezamos a trepar, trotar, correr, en un paisaje soñado que te tentaba a darte vuelta y contemplarlo. Siguiendo las cintas naranjas y en menos de los esperado me encontraba en el puesto de hidratación que me dio fuerza para continuar el recorrido, sabiendo que ya había transitado la parte mas dificultosa del primer día. Me fui motivando conectando algunos corredores de adelante, todo venía perfecto. Con los pies helados, cruzando arroyos y ríos me entusiasme entre los senderos y descensos que baje a paso firme. Faltando poco para terminar comenzaron los calambres y con ellos la preocupación.. todavía me faltaban 2 días..Llegando al imponente lago Traful por su playa de arena me abalancé sobre el arco preguntándome inmediatamente de donde iba a sacar la fuerza necesaria para correr los dos días siguientes. Fue un shot de energía y una grata sorpresa saber que estaba entre los tres mejores de mi categoría.
El resto de la jornada transcurrió entre mates y anécdotas esperando al resto de nuestros amigos y compañeros que llegaban cansados pero con una sonrisa impagable en la cara.

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El clima no era el esperado, y junto al cansancio acumulado en las piernas no era una buena combinación. Aun así estábamos listos para acomodarnos en el refugio de Villa traful y prepararnos para conocer que nos esperaba el día dos.
Al día siguiente se sentía el cansancio en las piernas,y mucho, el dolor casi me inmovilizaba, sabia que nos esperaban 15km. La distancia sonaba accesible aunque la altimetría era la mas dura de los tres días. Amanecimos con un día a pleno sol y una temperatura muy agradable. Nuevamente junto a mis compañeros comenzamos a hacer el ritual de preparación, todo el mundo concentrado para no olvidar nada, contando el tiempo para desayunar y emprender camino hacia el camping donde nos esperaba la largada del segundo día. Nos habían advertido que este seria un día puramente de montaña donde se sentiría la esencia real de la carrera, y sin dudarlo así fue.
Comenzamos a trepar por el bosque, y de inmediato me di cuenta que iba a ser un día de mucha cabeza porque físico no había nada! por senderos angostos que nos llevaban en fila india, paso a paso estuvimos subiendo 4,5 kilómetros hasta que los arboles empezaron a desaparecer y las rocas dominaron el paisaje. Llegando a la cumbre del Cerro Negro, con la ayuda de una soga en los últimos metros, la vista era indescriptible y aunque no detuve el paso miraba de reojo los volcanes Lanín, Osorno y Puyehue, majestuosos e imponentes se grababan en mis retinas mientras avanzaba.

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Con mucho dolor en los cuadriceps llego el peor momento de mi carrera, comencé el descenso por un acarreo muy empinado y extenso, enterrando los talones una y otra vez hasta llegar al esperando puesto de hidratación. Unos kilómetros más y la llegada en la Plaza de Villa Traful. Una etapa corta, en la que no me sentí para nada cómodo, y que me dejo preocupado para lo que me esperaba el día siguiente. Aun así, por suerte pude mantener mi puesto en la categoría aunque perdí varios en la general.
Con la ayuda de mis compañeros y con las piernas entumecidas bajamos a la playa para poder relajarnos en el lago y esperar que esto ayude para calmar el dolor y poder correr la última etapa. Tirados al sol, disfrutando del almuerzo, y descansando un poco fueron llegando los últimos, con los ojos al borde del llanto algunos, mas enteros otros.
Todos preparados, caminamos acalambrados, chuecos, riéndonos unos de otros hasta llegar a la escuela donde se realizaba la cena. En la charla técnica revivimos el día mirando fotos y vídeos que nos emocionaron y nos dieron aun mas ganas de largar el ultimo día y cumplir las metas que nos propusimos desde el momento en que nos anotamos.

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Nos fuimos a dormir con el equipo listo, el bolso armado ya que el día 3 nos encontraría yendo nuevamente a Villa la Angostura. Nos esperaban 38 km, de los mas duros, nuevamente subiendo al filo de la montaña, con el cuerpo fundido pero con toda las ganas.
Largamos del Hotel Alto Traful , en otra hermosa jornada de sol. No tuvimos tiempo ni de entrar en calor, justos nos acomodamos bajo el arco, preparados para los primeros 8 kilómetros que teníamos que recorrer antes de comenzar la trepada.
Fue mi mejor día. Me sentí mas cómodo, ganando terreno a pesar de los dolores que me impedían ir a un ritmo mayor, sabia que era a todo o nada, el ultimo esfuerzo. Entre una zancada y la otra, velozmente complete la primera parte, y empece a ascender y correr sintiéndome cada vez mejor y mas confiado. Sabia que era mi día, mi momento para poder recuperar tiempo y por ahí lograr alcanzar al que estaba posicionado adelante mio.

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Nuevamente 12 o 13 cruces de arroyos por la huella andina hasta llegar al filo, a la esperada cumbre del Cerro Buol a unos 1804 metros de altura,subí con muchas ganas, fui trotando por los filos, esquivando las piedras, con una imponente vista al lago Correntoso, el Nahuel Huapi y todos los picos hacia Chile. Y así, fuimos bajando kilómetro a kilómetro por el Cajón Negro hacia la cascada del Inacayal.
Un descenso muy pronunciado que me generaba dolor por todas partes, sin mirar el reloj continuaba pensando lo poco que faltaba. Luego, el mirador Belvedere, lugar que simbolizaba la última hidratación, con picada incluida, pero que ni me detuve a disfrutar ya que estaba a pocos kilómetros de la llegada. Luego, una bajada hacia la ruta, el coastering infinito por el Nahuel Huapi y finalmente la meta. Se escuchaba la música a 500 metros en una ultima trepada, y al fin pude ver el arco, la carrera había terminado . Fue sin dudar mi mejor día y aunque pude descontarle mucho tiempo al segundo de mi categoría, finalmente no alcanzo y finalice tercero , aun así muy contento, tranquilo siempre de haber dejado todo. En lo personal, aunque sufrí en muchos momentos, Que seria de los logros si no costaran tanto? No tendrían ese sabor especial que tienen y que te motivan siempre a más.

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Y en cuanto a lo grupal, más que feliz, todos mis alumnos lograron terminar la carrera con excelentes tiempos y con ganas de repetirla!
Es una carrera 100% recomendable, por sus paisajes, por la organización que es 11 puntos en todos los sentidos pero sobre todo en la contención que te brindan.. en cada puesto cada llegada te alentaban y te hacían sentir cuidado..
Sin dudarlo el año que viene vamos a volver a estar ahí, esta vez seguramente muchos más.

Mountain Bike

PASO SOCOMPA, 43 Cruces de Los Andes en bici

mayo 8, 2017 — by Andar Extremo

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En esta nota aventurera, Javier Rasetti y Marisol López nos cuentan su sexto cruce cordillerano y la experiencia Socompa de 3876 msnm que une la región de Antofagasta en Chile con la provincia de Salta en Argentina. Nota en la Revista Andar Extremo n° 44

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13 años camino a un carta
Era enero del 2003 y estábamos enamorados, en esa etapa del enamoramiento donde si te preguntan cómo te llamás, tenés que pensarlo un rato para lograr responder. Nos habíamos conocido hacía sólo 3 meses y aquella sensación magnífica que nos recorría cada partícula del cuerpo era lo único que podía importar. En ese preciso momento, llegó el primer viaje que, sin saberlo, empezaría a marcarnos.
Él se iba por primera vez al norte argentino de mochilero con un amigo, y aunque los cuerpos eran un éxtasis de primavera, galaxias, y planetas chocando, con nuestros escasos 19 años sabíamos que para que todo eso realmente perdure teníamos que hacer las cosas bien. Por eso Javi me dijo:- “me voy”, y yo sonriéndole y conteniendo el vértigo le contesté:-“claro que sí”.
Cuando después de varios días volvió despeinado, contento y lleno de experiencias nuevas, me dio una carta que había escrito durante un viaje de 5 días en el tren de carga del ramal C14 con destino a Socompa. Ahora, recordando, es el momento donde la garganta se hace nudo y la vista se empaña, porque fue la carta más linda que alguna vez me hicieron. Empezaba con un “… Princesa…”, dulce y tierno, y seguía con una descripción de los lugares increíbles que estaba descubriendo, de los pequeños pueblos perdidos en la puna y la gente hermosa que conocía a lo largo del recorrido. Me hablaba de atardeceres en el desierto, de noches infinitamente estrelladas en los techos de un vagón, de las sensaciones nuevas e inexplicables que ese viaje le estaba dando, me decía que todo a su alrededor hacía que me recuerde continuamente porque era tan mágico y hermoso como yo, y por último casi como prediciendo el futuro ponía:- “Ahora mientras escribo con agua en los ojos en medio de algún lugar perdido en la montaña, sólo sé que la próxima vez que vuelva tiene que ser con vos…”.
Se lo conoce como el tren de las nubes porque nació así, como su nombre, increíble como historia de cuentos. En el año 1921 se construyeron vías a lo largo de 570 km de cordillera que subían hasta los 4475 metros de altura, donde la única tecnología disponible eran: pico, pala, carretillas, barreta y dinamita… no era algo lógico, pero el Ingeniero Maury junto a cientos de obreros y trabajadores viales lo creyeron real. Por eso Socompa nunca va a poder ser un simple paso fronterizo, una estación de tren abandonada o un nombre al pasar, porque al igual que los salares, desiertos rojos y montañas milenarias que lo rodean, siempre va a tener la fuerza de lo inconquistable.
Habíamos dicho 43 cruces, pero los dos sabíamos cuál había sido siempre el único que verdaderamente importaba. Tal vez por eso lo dejamos para lo último de esa temporada, aunque tendría que haber sido el tercer paso que nos tocaba. Tal vez por eso estábamos llenos de miedos y dudas que nos paralizaban y, seguramente por eso, cuando terminamos el cruce Libertadores en Mendoza y estábamos a más de 1200 km de Salta, manejamos durante un día entero sin dormir para de una vez por todas dejarnos de dar vueltas y animarnos a concretarlo.

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Pero, como los miedos, nervios y expectativas que uno se genera con las cosas importantes no vienen solos… todo empezó mal. Estaba preocupada por un dolor de rodilla que tenía hacía varios días y, en Socompa, las distancias sin ningún tipo de contacto con la civilización eran grandes. Si a eso le sumaba el pésimo estado de un camino que sólo era utilizado por alguna que otra camioneta 4×4 minera, cuatriciclo o moto, más los famosos vientos del oeste y la inestabilidad del clima, lo que podía ser una simple fatiga de rodilla, se convertía en un enorme peso y responsabilidad. Si decidía salir pedaleando a Socompa sea como fuere, tenía que llegar.
Después de cargar agua y saludar al único poblador que se veía por el pueblo, salimos de Salar de Pocitos. El primer objetivo era Tolar Grande, un lugar con mucha carga emotiva para los dos. Conocíamos esa parte del camino porque no era la primera vez que andábamos por esa zona y la sensación de estar haciéndolo en bici era maravillosa. Teníamos que cruzar el Desierto del Diablo, donde una llanura rojo Marte se mezclaba con formaciones increíbles, y hasta ahí decidimos llegar ese día. Acampamos en medio de aquel lugar sacado de una película de ficción, para poder disfrutarlo como lo habíamos imaginado. Entonces, algo pasó, y fuera de todo lo que podíamos prever no era la rodilla.
Primero fue un dolor fuerte en el estómago, después vómitos y diarrea. Estábamos totalmente aclimatados y una vez más, el confiarnos nos había jugado en contra. La noche anterior habíamos comido frituras y todo tipo de alimentos pesados en San Antonio de los Cobres. Me sentía muy mal. Javi me miraba asustado, me daba agua, me preguntaba cómo estaba y yo no podía más de vómitos y bronca. Durante toda esa tarde y esa noche no paré de entrar y salir de la carpa. Tomé Reliverán y litros de agua para mantenerme hidratada, pero la vomitaba una y otra vez. A la mañana siguiente estaba mejor, pero el cuerpo no quería saber nada. Las alternativas no eran muchas: volver atrás, pedalear, caminar o arrastrarme hasta Pocitos donde el camino no tenía mucho desnivel, convencer al cabeza dura de mi coequiper para que continuara, y abandonar definitivamente, o intentar llegar hasta Tolar Grande como sea, con subidas, altura y todo lo que eso significaba… ver cómo me sentía, descansar y entonces sí tranquilizar a Javi para que si fuera necesario, lo pueda hacer él solo. No lo pensé mucho más, y cuando Javi me preguntó cómo me sentía, le dije que mucho mejor- Agarre la bici, repetí para mis adentros firme y decidida:- “Tolar Grande” y empecé a pedalear. La actuación de mujer indestructible me duró sólo hasta la primer subida, entonces Javi inmediatamente se dio cuenta que estaba débil y me retó un largo rato, pero después lo entendió y la marcha se volvió lenta pero hacia adelante. Dejé de exigirme, caminé cuando fue necesario, disfruté del paisaje, me guardé cada rinconcito de esa inmensidad y para cuando nos dimos cuenta, ya estábamos entrando a Tolar.

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Charlamos mucho y discutimos posibilidades, hasta que Javi habló claro y sin lugar a cuestionamientos:- “esto lo empezamos juntos y lo terminamos juntos, sin vos no voy a ningún lado”. La decisión final fue 1 día de descanso en el queridísimo refugio de montaña de Tolar Grande que, durante varios años nos había dado hermosos amigos y recuerdos. Lo que pasó fue lo que tenía que pasar, a la mañana siguiente hablamos por última vez con nuestras familias, les avisamos que íbamos a estar varios días sin dar señales y salimos con las narices rojas de frío rumbo a Socompa.
Habían pasado 13 años desde esa carta que inició todo y ahora, cruzábamos el Desierto de Arizaro pedaleando despacio, envueltos del silencio más lindo e intenso que pueda recordar. Las vías del tren nos acompañaban a un costado del camino y yo tragaba saliva, imaginaba a ese chico de 19 años, despeinado, con los pies colgando del vagón del tren y la mirada perdida en ese horizonte infinito, y me imaginaba también a mí con 19 años a kilómetros de distancia insensatamente enamorada, extrañándolo y preguntándome dónde y cómo estaría.
Lloraba suave, disfrutando las lágrimas. La vida me parecía tremendamente perfecta. Cuando Javi se acercó a hablarme no fue necesario decirnos nada, él también tenía la mirada brillosa y profunda, de esas que sólo se logran cuando lo que te atraviesa es mucho más que tus propios pensamientos.

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Caipe, Chuculaqui y la entrada a un nuevo mundo
El camino era una recta larguísima rodeada de 1600 kilómetros cuadrados de salar y más adelante, al final de aquella huella, un gran paredón de montañas se levantaba imponente como señalando la puerta de entrada a un nuevo mundo.
Cada kilómetro que avanzábamos sin viento en contra era un enorme “Gracias!!!” seguido inmediatamente de un nervioso pedido: “Por favor que dure!!”. Cruzar aquel enorme desierto de sal sin una de sus principales dificultades, era extrañamente tranquilizador.
El camino recto giró y dejó de ser tan recto, el salar fue quedando atrás y las piernas tuvieron que tomar protagonismo. Una subida larga y difícil nos llevaría hasta la estación Caipe. La podíamos distinguir a lo lejos, muy muy arriba entre las montañas, como pequeños puntos que significaban llegada, descanso y hogar. Un viejo cartel señalaba la dirección a tomar para llegar a la estación. Abandonamos el camino de ripio suelto y nos desviamos por una entrada de asfalto que insistía con seguir subiendo. Cuando terminamos de subir un poco más y otro poco, aparecieron nuevamente las vías del tren y apareció Caipe.

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Las construcciones estaban completamente arrasadas por el tiempo, había varias casas, una iglesia y finalmente la estación, que recorrimos entre pisos que crujían y objetos oxidados. Era un lugar triste y maravilloso, tenía el romanticismo y la lucha del hombre por conquistar imposibles… pero también la fuerza inabarcable de todo aquello que lo rodeaba. Abajo, el Salar de Arizaro se apoderaba del horizonte entero, las luces se volvían rosas y celestes, las edificaciones dejaban de ser ruinas para camuflarse en el paisaje y nosotros, mientras tanto, armábamos la carpa, tomábamos mate, preparábamos la cena, con movimientos mecánicos e irracionales… sin duda, también esa tarde quisimos abandonar el cuerpo para volvernos nubes, atardecer y montaña.

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“Yo ahora era libre, podía hacer lo que se me antojara…Matarme si quería…Pero eso era algo ridículo…
Y yo…Yo tenía necesidad de hacer algo hermosamente serio, bellamente serio: adorar a la vida.”
Roberto Arlt

En Tolar Grande, Lorenzo, uno de los baqueanos de la zona, nos había recomendado salirnos de la ruta y agarrar directamente por las vías del tren porque el camino era todo arena y subida, y las vías estaban más firmes y sin tanto desnivel. Por eso, al día siguiente en vez de bajar nuevamente a la ruta nos subimos a las bicis y abandonamos Caipe hacia Chuculaqui, la próxima estación que nos esperaba por las antiguas y legendarias vías del ramal C14.
Estábamos felices y si había algo que faltaba para completar ese viaje, era poder llegar pedaleando por las vías del tren. La ilusión duró apenas unos 200 metros, porque el camino firme quedó sepultado bajo piedras de todo tipo y tamaño. A partir de ese momento nos bajamos de las bicis, empezamos a empujar y no dejamos de hacerlo durante largas y agotadoras horas. Las ruedas se trababan una y otra vez entre las piedras. Las bicis cargadas parecían aumentar su peso y tamaño con cada nuevo paso. La ruta de arena por la que tendríamos que haber agarrado se alejaba cada vez más, dejándonos como única opción aquel suelo de rocas imposibles y el avance era tan desquiciadamente lento que la cabeza empezaba a fallar. Protestábamos con la vista clavada en el suelo, porque apenas levantar la mirada el camino se volvía una enorme e insoportable inquietud. La mejor opción era continuar arrastrando los pies, empujar un poco más y repetir para adentro “chuculaqui, chuculaqui, chuculaqui..” como si por cada vez que la nombráramos la tuviéramos más cerca.
Apenas pudimos, dejamos las vías y tomamos la ruta, pero Lorenzo no se había equivocado y ahora las ruedas de las bicis se enterraban en la arena y la lucha era exactamente la misma sólo que con un elemento natural distinto. Cuando doblamos una curva y apareció la calma de la montaña, se vio completamente interrumpida por dos ciclistas exhaustos que gritaban y saltaban sin reparos: -“Chu-cu-laqui, chu-cu-laqui, chu-cu-laqui!!!”…esta vez era cantado y a lo barrabrava.

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Chuculaqui para la ya desaparecida lengua kunza o diaguita atacameña significaba: MUY LUCHADOR…recién ahora puedo entender por qué al nombrarla una y otra vez como si fuera un hechizo, nos ayudaba a seguir. Con su nombre milenario y su camino inalcanzable, nos mostró límites y fuerzas que aún desconocíamos…las ilimitadas fuerzas de la voluntad.
En Tolar Grande, Lorenzo, uno de los baqueanos de la zona, nos había recomendado salirnos de la ruta y agarrar directamente por las vías del tren porque el camino era todo arena y subida, y las vías estaban más firmes y sin tanto desnivel. Por eso, al día siguiente en vez de bajar nuevamente a la ruta nos subimos a las bicis y abandonamos Caipe hacia Chuculaqui, la próxima estación que nos esperaba por las antiguas y legendarias vías del ramal C14.
Estábamos felices y si había algo que faltaba para completar ese viaje, era poder llegar pedaleando por las vías del tren. La ilusión duró apenas unos 200 metros, porque el camino firme quedó sepultado bajo piedras de todo tipo y tamaño. A partir de ese momento nos bajamos de las bicis, empezamos a empujar y no dejamos de hacerlo durante largas y agotadoras horas. Las ruedas se trababan una y otra vez entre las piedras. Las bicis cargadas parecían aumentar su peso y tamaño con cada nuevo paso. La ruta de arena por la que tendríamos que haber agarrado se alejaba cada vez más, dejándonos como única opción aquel suelo de rocas imposibles y el avance era tan desquiciadamente lento que la cabeza empezaba a fallar. Protestábamos con la vista clavada en el suelo, porque apenas levantar la mirada el camino se volvía una enorme e insoportable inquietud. La mejor opción era continuar arrastrando los pies, empujar un poco más y repetir para adentro “chuculaqui, chuculaqui, chuculaqui..” como si por cada vez que la nombráramos la tuviéramos más cerca.
Apenas pudimos, dejamos las vías y tomamos la ruta, pero Lorenzo no se había equivocado y ahora las ruedas de las bicis se enterraban en la arena y la lucha era exactamente la misma sólo que con un elemento natural distinto. Cuando doblamos una curva y apareció la calma de la montaña, se vio completamente interrumpida por dos ciclistas exhaustos que gritaban y saltaban sin reparos: -“Chu-cu-laqui, chu-cu-laqui, chu-cu-laqui!!!”…esta vez era cantado y a lo barrabrava.
Chuculaqui para la ya desaparecida lengua kunza o diaguita atacameña significaba: MUY LUCHADOR…recién ahora puedo entender por qué al nombrarla una y otra vez como si fuera un hechizo, nos ayudaba a seguir. Con su nombre milenario y su camino inalcanzable, nos mostró límites y fuerzas que aún desconocíamos…las ilimitadas fuerzas de la voluntad.

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Donde vive lo absoluto
Hay un lugar donde el silencio es tan extraordinario que podés escucharlo, donde se levantan montañas tan fascinantes y majestuosas que la vista no logra apartarse de ellas y uno olvida hacia dónde va y de dónde viene. Hay un lugar que existe por sí mismo, independientemente de cualquier comparación o relación con cosas concretas…donde vive lo absoluto.
Salimos de Chuculaqui con los cuerpos cansados, pero sin que eso importe demasiado. La mañana estaba hermosa, no había viento y eso ya estaba dejando de ser un golpe de suerte para convertirse en un premio merecido al chico de 19 años y su carta de amor, al tiempo esperado y compartido, a los obstáculos y distracciones superadas, al creer ilógico y desgastante de utopías inalcanzables, al no haber olvidado el camino.
No había viento, porque Javi con los ojos aguados y el corazón entero puesto en un trazo 13 años atrás, lo había pedido. El recorrido que ese día nos llevó hasta Socompa, lamentablemente dejó de ser un relato posible. Podría contarles de caminos serpenteantes que subían y bajaban montañas eternas en medio de uno de los paisajes más colosales y asombrosos que se pueden llegar a imaginar, intentar describir el sonido del silencio, el aire espeso entrando a los pulmones, la aridez de la piel curtida por el sol y el frío, mostrarles la imagen de lo que éramos, de lo que sentíamos: sólo un pequeño y diminuto punto en lo absoluto… aún así, nada de lo que escriba o muestre lograría la descripción exacta de lo que se vive, cuando es tan profundo e intransferible.
Llegamos a Socompa y nos esperaba Gendarmería y Carabineros, con la humildad y la generosidad a la que nos tienen acostumbrados. Éramos las primeras personas que los visitaban ese año así que nos obligaron a quedarnos un día más, para poder comer pan casero y compartir historias. La mañana que nos fuimos y cruzamos a Chile, nos entregaron un papel escrito a mano con nuestros nombres y tres palabras que nunca más nos iba a sonar de la misma forma: “Paso Portezuelo Socompa”

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Uniendo el principio con el fin
Dos días más tarde, después de bajadas que nunca bajaron, de volver nuevamente a las vías del tren (pero del otro lado de la Cordillera), nos encontramos con un valle de formaciones volcánicas maravilloso que nunca hubiéramos descubierto por la ruta normal. Después de arrastrar los pies por más y más arena, abandonados de toda paciencia, llegamos.
En enero, San Pedro de Atacama había sido el objetivo inicial, el primer lugar al que llegar, el principio de la temporada. Ya estábamos a finales de marzo y el círculo cerraba sin que lo hubiéramos planeado. Nuevamente llegábamos al lugar, pero esta vez para ponerle un fin. Era un fin momentáneo y necesario. La satisfacción de lograr los 7 Cruces del norte, la alegría incomparable de tener Socompa, los 11 kilos menos de Javi y los 5 míos, el desgaste de dos cuerpos que querían estar justo así: cansados, usados…felizmente agotados de sentirse vivos.

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AguaKayak

Expedición Bioceánica

abril 26, 2017 — by Andar Extremo

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Del Pacífico al Atlántico en kayak, Cruce del campo de hielo patagónico: “Un alumno y dos maestros”. El relato de este cruce comenzó con el primer viaje a Puerto Edén de Leonardo Proverbio (Cuny) y Sergio Camacho Villalobos en septiembre de 1999. En ese momento Cuny tenía 19 años y Sergio 28. El segundo viaje en el que se logró cruzar, fue hecho por Cuny y Roberto Trinchero en septiembre de 2016. Nota en La revista Andar Extremo n° 44

Por Leonardo Proverbio

Relato del primer viaje
Una de las mayores habilidades del ser humano es la de intercambiar mucha información a través de comunicarse de modos diferentes: hablándose, escribiéndose y mostrando fotos, como en este caso. Lo cierto, es que vivir el mundo real por nosotros mismos, siempre supera cualquier película que imaginemos.
Si querés escalar una montaña, transformar esa fantasía en realidad es la clave, intentarlo es el mayor aprendizaje para saber cómo hacerlo mejor. Gracias a las enseñanzas y voluntad de otros, logramos que sea posible.
La historia comienza con Sergio y un delirio de “algo en kayak” que había visto en un programa de TV español llamado “Al Filo de lo Imposible”. Me dijo que íbamos a cruzar en kayak por el campo de hielo patagónico, que a mí me llevaría un pescador chileno hasta la base de un bosque y ahí nos encontraríamos…sin preguntar mucho dije:- Vamos.
Casi 20 años atrás, las pasarelas de Puerto Edén eran iguales a las de ahora: calles del pueblo, sin autos, sólo barcos de madera pintados de amarillo.
En nuestra estadía acompañamos a Juan Bilbo en sus trabajos: bucear para encontrar mariscos, pescar róbalos, poner trampas de centollas y cortar leña. Comimos chogas en todas sus formas (ya que era lo que más se comía) y un día en el que fuimos a pescar, juntamos de todo para un curanto a la olla.
Una vez que Sergio estuvo sobre el puente de los pescadores, cargó el kayak para luego en la orilla comenzar su remada de 120 km hacia adentro del fiordo Exmouth, lugar donde nos encontraríamos para armar el campamento con nylon y quedarnos 1 mes esperando para cruzar a Chaltén. Sin un pronóstico climático, entrar a esas zonas era una aventura que podía durar varios días dependiendo de los antojos del viento.

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Con el Capitán Juan Bilbo, partimos a encontrarnos con el Gallego en algún lugar de los Fiordos (que luego resultarían ser mucho más grandes de los que esperábamos y al estar nublado encontrar un pequeño kayak era una aguja en un pajar). Llegamos a las cercanías del Glaciar Pío XI donde el oleaje y los témpanos nos obligaron a retroceder… ahí aprendí que en el mar y la montaña saber esperar es tan importante como ir rápido. Finalmente encontramos a Sergio para volver a Edén, donde subimos al cerro Panchote y conocimos a los últimos Kawésqar que en su infancia habían vivido sin el hombre blanco.
En la primera expedición no había mapas ni teléfonos satelitales, GPS, bengalas o pronósticos climáticos. Nuestra experiencia como deportistas tenía grandes bases físicas y motivacionales pero sin duda, no era la mejor forma de tomar decisiones. El salvajismo era la base de todo, y a lo largo de los años pude saber que esa visión de la montaña era la clave. La fuerza estaba y está en la motivación del espíritu, sabiendo que la montaña debía sentirse como un hogar.
Este viaje fue una gran experiencia en la cual aprendí que estas expediciones no son de montañismo sino de aventura, no hay manual o técnica que te enseñe a subir por vegetación cerrada, caerte en un pozo de selva, prender fuego cuando llueve, vivaquear en un agujero del bosque todos mojados, atar con alambre…también supe que no debía apurarme, porque el simple hecho de estar en este lugar era parte de los que considerábamos ser felices. Saber contemplar la naturaleza en cada momento, no pretender que todo sea ya y ahora, dejar que la naturaleza tome su curso y seguir sus tiempos es la clave para no tener un accidente ya sea dentro de los fiordos, la selva, el bosque, glaciares, campo de hielo, lagunas, ríos y lagos. Cada espacio tiene su tiempo, su clima, su forma, su momento… el no contemplar la naturaleza y dejarnos llevar por nuestros profundos pensamientos nos llevaría a malas decisiones. Aprendí también que estos lugares no son hostiles, no son enemigos, sería imposible lograr este cruce sin que la mente esté en paz y armonía con el entorno por el que avanzamos.

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2° Expedición 2016
Objetivo: cruzar del Pacífico al Atlántico a través del campo de hielo

No sabía nada de kayak, había realizado el curso de rescate en ríos de aguas blancas y guía de rafting, así que 2 meses antes de la expedición, Marcelo Hostar comenzó a enseñarme a remar hasta que finalmente avanzamos a buen ritmo y a eso sumamos conocimiento en papeleo y logística.
Comenzamos en Puerto Edén, remamos por el pacífico 120 km hasta el interior del Fiordo Exmouth y mediante varios porteros subimos las cargas y el kayak hasta el plateau glaciar del campo de hielo. Pasamos por el Paso Moreno a 1750 mts, luego bajamos por el Paso Marconi, refugio Fraile, Chaltén y retomamos la navegación pasando por el Lago Viedma, el Río La Leona, Lago Argentino y el río Santa Cruz hasta el Atlántico.

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LOS FIORDOS DE CHILE:
Usamos un kayak doble y dentro de él teníamos alimento para un mes, 6 litros de solvente, carpa grande, bolsas de dormir, ropa de montaña, equipos de ski de travesía, equipos de transito glaciar, palas, serrucho y tantas cosas llegando a casi 100 kilos de carga al inicio del viaje al que se sumaban los 160 kilos de 2 personas… iniciamos con 260 kilos, dudando si el kayak avanzaría o se hundiría.
Luego de verificar todos los papeles y permisos pertinentes, descansamos una noche en un hostel de Edén y muy temprano comenzamos a remar.
Los 120 km los realizamos en 2 días pero en el medio quedamos parados 2 días más cuando nos vimos obligados a dar la vuelta para retornar al campamento.
Atravesamos olas de 2 mts con rebotes en las paredes laterales con 30 o 40 nudos de viento, maniobras tan delicadas que una buena o mala remada marcan la diferencia. Roberto Trinchero era quien dirigía el timón del kayak, él determinaba los giros y yo escuchaba lo que me decía, remaba hacia adelante o algo lateral y cada tanto algún manotazo casi instintivo.
Pasamos por el Glaciar Pío XI lo cual nos llenó de motivación y esperanza al ver la zona glaciar, además de ser este punto una zona de témpanos y baja profundidad. Sin contratiempos pasamos dentro del fiordo Exmouth llegando tarde, cansados y con frío, para decidir el armado del campamento. A la madrugada, cuando subió la marea, tuvimos que desarmar la carpa y armar un campamento en el bosque que por suerte quedó bien montado y lo usamos durante un par de días más.

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LAS SELVA, EL BOSQUE Y LA TUNDRA:
Con una mochila para los 2 y lo necesario para una jornada de trekking, dejamos el Pacífico y comenzamos a caminar hasta subir al campo de hielo para hacer un reconocimiento de por dónde y cómo subir el kayak. Algo perdidos fuimos avanzando hacia arriba hasta llegar a superficies de roca y nieve, donde reconocimos la mejor entrada al campo de hielo sin necesidad de atravesar fuertes pendientes o terrenos llenos de grietas. En la bajada, cansados por la larga jornada de remo, el cambio de carpa, la madrugada y la caminata, nos perdimos a 600 mts de la carpa muy cerca de la costa. En la oscuridad, con la potente linterna, sólo veíamos acantilados de selva así que nos vimos obligados a vivaquear sin bolsas de dormir. Nos metimos pasto seco bajo la ropa, prendimos fuego y pasamos la noche. Al otro día caminamos 20 minutos y llegamos a la carpa. Cansados, comimos y dormimos todo el día.
Con nuevas fuerzas retomamos los porteos usando sistemas de poleas o arrastre a lo bruto para ir lentamente subiendo el kayak por etapas. Entre los ascensos, subíamos mochilas con lo menos necesario como remos, chalecos, cubre cockpit, grampones, piquetas, combustible, comida para el hielo. Dejamos algunos nylon atados como marcas para no perdernos, que luego quitamos para no dejar basura. Fuimos afortunados ya que el invierno seco no trajo lluvias fuertes en la selva, pero esta falta de precipitaciones haría más difícil el tramo final.

ROCA Y NIEVE:
Logramos dejar el kayak en la nieve para llegar a la zona de terreno plano del campo de hielo. Aún era necesario ascender una canaleta de 400 mts y 40-50° de nieve, luego bajar un corto tramo y, entre grietas, ganar pendiente hasta donde fuera posible comenzar el arrastre del kayak.
Desarmamos el campamento junto al mar y subimos definitivamente al terreno de montaña más expuesto al viento. Armamos un refuerzo de rocas alrededor de la carpa, y comenzamos a recibir los pronósticos climáticos provenientes de el Paso Mariano Moreno. Subimos primero un porteo de mochilas, luego el kayak que dejamos marcado y anclado para que no lo vuele el viento o lo tape la nieve. Así, a la espera de la racha como si fuera un pegue al Fitz, el viento nos dejó una ventana. Un día bueno, uno malo, y 2 buenos. Muy temprano, como siempre, desarmamos la carpa, nos disfrazamos de montañistas y llegamos al kayak que previamente habíamos encerado con 500 grs de parafina para facilitar su deslizamiento.

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EL CAMPO DE HIELO Y EL PASO MARCONI
Casi con las primeras luces dejamos un rato de sufrir tanto y rodeados de cientos de montañas nos dimos cuenta que el kayak realmente deslizaba. Habíamos aprendido que nada iba a ser fácil…todo en la Patagonia es más grande o está más lejos de lo que imaginás, pero era posible. Si fue posible subir todo por la selva, era posible cruzar el campo de hielo.
El primer día fuimos en dirección NE 30 km, viendo nuevas e inexploradas montañas hasta llegar a la base del cerro Kolliker, donde con serrucho y pala preparamos la carpa. Con rapidez y organización, con buena nieve, en 1 hs fue posible tener la carpa lista con casi 1,80 mts de altura de bloques de nieve.
El día siguiente fue nublado, ventoso y cayeron 20 cm de nieve. Estábamos cansados y nos fue útil comer, tomar y descansar la espalda.
El tercer día en el campo de hielo creímos que iba a ser más sencillo pero ascender los 450 mts de desnivel hasta el Paso Moreno y llegar hasta las rocas a la derecha de la entrada del Paso Marconi nos llevó varias horas. Armamos la carpa casi a las 20 hs. En el medio de este itinerario vi por detrás de una línea de nieve las cumbres del Fitz y el Torre apenas asomando, ese fue el momento en el que sentí por primera vez saber más o menos donde estábamos…fue como una sensación de estar salvados.
Ya casi sin comida, desayunamos polenta con chocolino y comenzamos la bajada hacia el Glaciar Marconi. Una vez en la zona más estrecha, realizamos 2 rappeles de 60 mts hasta dejar el kayak en terreno plano y lejos de la caída de bloques de hielo. Armamos una mochila de porteo y salimos en botas de goma para Chaltén ya que sólo nos quedaba una bolsita de liofilizado que comimos al terminar el sendero de la laguna del Eléctrico.
En Chalten, pasamos 3 días descansando y sumando kilos en el Restaurante Parrilla el Muro de Claudio Andrade, vecino de la infancia en Bariloche. Luego retomamos la subida a Marconi para bajar el kayak en compañía de Marcelo Hostar que quería navegar el Eléctrico, y los Gendarmes Diego Montenegro, Marco Olguín y yo terminamos de bajar las mochilas y, gracias a su ayuda, en lugar de bajar con 50 kilos bajamos con 17 kilos cada uno.

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LAGUNAS, RÍOS Y LAGOS
La bajada del kayak por el hielo de ablación fue fácil, sólo algunos tramos de piedras y morrenas complicaban deslizar el kayak así que usamos un carrito con ruedas inflables que subimos desde Chaltén. Una vez en el fin del Glaciar, cruzamos la primera laguna y fuimos a dormir al Campamento Eléctrico. Al otro día, navegando y usando las rueditas, pasamos el sendero de Piedra del Fraile hasta el Río de las Vueltas, que navegamos con mucho cuidado ya que había poca agua y muchas piedras.
Retomamos 2 días de descanso con asados, guisos camperos y buena onda en el Restaurante El Muro. Juntamos provisiones y comenzamos a remar nuevamente un tramo que realmente era el mayor del recorrido en kilómetros de avance. Desde Bahía Túnel comenzamos a remar hasta que el fuerte viento nos arrastró a la costa a sólo 10 kilómetros de iniciar la marcha. Con algo de viento que venía del glaciar Viedma, nos vimos obligados a pasar ese día atrás de unas grandes y antiguas matas de Calafate. Desde un terreno estepario casi desértico vimos las montañas de la cara opuesta a la que caminamos hacía una semana.
Alertas por estas opciones de viento, decidimos comenzar muy temprano a remar el lago Viedma ya que por la mañana algunos días solía estar menos ventoso. Con una buena jornada de remada, llegamos a la entrada del Rio La Leona y fuimos al parador a dormir. Por un descuido de dejar el kayak sin atar, casi lo perdimos a las 20 hs en la oscuridad, se fue solito 500 mts y quedó atascado en un banco de arena.

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EL RÍO SANTA CRUZ
En teoría, íbamos a llegar desde la dembocadura del Santa Cruz a Piedra Buena en 2 o 3 días, pero la realidad y lo que uno espera no siempre coincide… ahí en esas diferencias es donde la aventura comienza y debimos adaptarnos a los tiempos de la naturaleza. Al ser un invierno seco, el río iba bajo y algo lento, con poco espesor de agua. Algunas rocas, de golpe, me sacaban del aburrimiento, y alguna que otra ola llegaba a tener más de un metro.
Avanzando veíamos pasar guanacos, ñandúes, ovejas, caballos y estancias abandonadas… un inmenso espacio de cielo. El río era un lugar de pensamiento y meditación, como una vía a la reflexión. Con levantar la cabeza, pudimos ver el sol y contemplar lo que nos rodea hasta casi dejar de existir, o simplemente mirar el agua dejando crecer nuestros pensamientos, llevarlos a los lugares más profundos de nuestro ser para así entender mejor lo que somos y lo que nos rodea.
A cada parada hacíamos un fueguito y bajo el traje seco llegamos a ponernos 3 o 4 capas de abrigo. En el primer día, el rio tenía muchas curvas. Remamos en zigzag casi 75 km lineales, los dos segundos días fueron más rectos y en el medio nos vimos obligados a esperar que el viento amaine, además de sirgar el kayak con cuerdas en algunas riberas.
Para la parte final de Piedra Buena a Puerto Santa Cruz esperamos que la marea suba a las 11 de la mañana. Con marea bajando y la ayuda del rio llegamos a la desembocadura del Santa Cruz donde bancos de arena nos llevaron a arrastrar el kayak por algunos metros y luego un tirón corto hasta el fin de nuestra larga expedición de casi 45 días.

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CONSEJOS Y RECOMENDACIONES:
Aprendí que los problemas se auto-expanden. Solos, cada vez se hacen más grandes o más enredados, es como dejar una soga al viento… Es necesaria la voluntad de solucionar los problemas inmediatamente para que en momentos inoportunos no encontremos cabos sueltos.
Aprendí a compartir con mi compañero las cosas buenas y las malas. Si alguien está cansado físicamente es necesario decirlo, ya que el cansancio físico se refleja rápidamente en cansancio “cerebral” y la mala toma de decisiones o maniobras. Carece de sentido buscar culpas, pero es necesario que queden claros los errores para no volver a cometerlos. Me parece que sería más seguro ir en un equipo de más personas, tal vez 3 o 4, en el que cada uno vaya realizando un función y tarea. Eso permitiría hacer cada día mejor las cosas, más rápido, más eficiente y seguro, eso a la larga da más horas de alimentación, sueño y descanso.
El respeto entre las personas de la expedición es fundamental. La capacidad de hablarnos con educación y aceptar diferentes opiniones hasta llegar a un acuerdo, para luego con total energía y determinación desarrollarlo en equipo, es imprescindible. Eso permite si hay fallas, cambiar de plan.
Fundamental, llevar suficiente alimento, sistemas de comunicación, kit de reparaciones, botiquín completo (y saber usarlo) y mucho nylon ya que es lo único que realmente mantiene las cosas secas dentro de la carpa o el kayak.

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“El peor día de malabar siempre es mejor que uno de trabajo”

Generalidades del Kayakismo
La voluntad es la mayor fuerza. Para tener voluntad es necesario ser sinceros con nosotros mismos para saber qué es lo que realmente queremos. Todos dicen ser “felices”, yo aún no entiendo qué es ser feliz y, si ser feliz siempre es realmente posible o una ficción más que algunos logran con el “no pensamiento”. Después de todo, porque no puede haber días malos y tristes?… es imposible que haya siempre sol o sea siempre de día. De un modo u otro no puedo controlar el estado de mi “felicidad” pero sí puedo elegir dónde estar. Puedo tener un mal día en casa, en la calle, en una oficina, un bondi, o en un glaciar, sendero de trekking, centro de ski o en la cima de una gran montaña. Un día en la naturaleza, en la montaña, en el lago, el río, el mar o donde desees estar, siempre es mejor que estar por estar donde nada hay que hacer y perder ese poco tiempo que tenemos en esta vida. Si hacés lo posible con la mayor fuerza de tu voluntad, con la certeza de que es lo correcto, que cada paso que das va en buena dirección, todos serán tus amigos ya que siguen un mismo camino, y en ese camino contemplando lo que te rodea, la intensidad de vivir será tan poderosa que te demostrará que cada día puede ser único, que no hace falta nada material o valioso para ser feliz, simplemente debes estar en el lugar, el momento y la compañía apropiada. Jamás te mientas a vos mismo, sincerá tu mente expandí los pensamientos, conoce lo bueno y lo malo que tengas dentro, ya que es parte del todo.

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“La voluntad es la mayor fuerza”

De las montañas he aprendido tantas cosas que no tienen nada que ver con las “técnicas de escalar”…lo poco que se necesita para vivir: una mochila, techo, abrigo, agua y comida… ver la simpleza de las cosas y lo complicado que se torna “ser parte del sistema”. Uno elige vivir entre los hombres o podemos vivir en la naturaleza donde no hay reglas o formas.
Cuanto más estés en la montaña, más misteriosamente fluye todo. El viento no sólo es capaz de volar tus cuerdas infinitas veces en un mismo rappel, sino que puede generar grandes olas en los encajonados fiordos de Chile, esos acantilados cambian de corrientes con las mareas generadas por la luna.
Una manera de aprender el arte de la paciencia es contemplar con atención el presente, el sonido del mar, el viento en los árboles, el ahora que nos rodea. Así estaremos atentos a rápidos imprevistos o a lentos cambios del clima
Hay tres tipos de miedos: unos reales, otros de la imaginación o contagiados por otras personas. He llegado a casi perder el control de mi cuerpo por el modo en que temblaba por cometer errores y entrar en las trampas de la montaña. Otras veces estuve a punto de matarme y casi no fui consciente de lo que pasó, sintiendo el silbido de una piedra al pasar cerca de mi cabeza o caer por más de 25 metros repentinamente. Pasadas varias horas al ir a dormir, ser consciente de lo que pasó y empezar a tener miedo. Estos miedos pueden ser reales o producto de nuestra mente, pueden durar un segundo o vivir por siempre en nosotros. Escalando una gran pared es normal tener miedo a las alturas “al patio” pero es el suelo con lo que realmente nos golpeamos, el temor imaginario no nos permite ver la realidad y nos lleva a los verdaderos errores peligrosos. Entender nuestros temores más profundos, ser conscientes de nuestras debilidades físicas, mentales y espirituales nos dan una mejor conciencia de la realidad, de lo que realmente está pasando a nuestro alrededor. Fue así que en este viaje no tomé ninguna fuerza de la naturaleza como enemigo, fui por el mar sin temer a las olas sino contemplando sus formas, entré en la selva cerrada con cuidado de no tropezar, pase horas escuchando el fuerte viento, mirando las nubes cerrarse hasta llover dejando que la fuerza del río sea aliada. La montaña es un reflejo de lo que ya tenemos por dentro, un espejo.

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Conferencias

DIEGO SIMÓN DIO UNA PRACTICA Y CHARLA DE TÉCNICAS DE ASCENSO Y DESCENSO EN TRAIL RUNNING

abril 24, 2017 — by Andar Extremo

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DESAFIANDO LÍMITES CONFERENCIAS

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El 21 de abril en el Estadio Único de la ciudad de La Plata el corredor de trail internacional Diego Simón dio primero una charla teórica sobre técnicas de ascenso y descenso en la modalidad trail running en el salón de conferencia del estadio y luego las más de 60 personas se trasladaron al C.E.F. que queda dentro del Estadio Único y realizaron una entrada en calor y una práctica de ascensos y descensos supervisados por Diego.
Diego simón desde hace 15 años practica atletismo y hace 5 años comenzó con las carreras de montaña, este año arranco con todo con un cuarto Puesto en el Cruce Columbia, un segundo puesto en los 21 km del Pacifik Trail, Colombia, y un segundo puesto en Patagonia Run. Entre todos sus logros cabe destacar su experiencia nacional con 5 Adventure Race de Tandil ganados, un cuarto puesto en el último Cruce Columbia, un primer puesto en el Raid Columbia, un primer puesto en el Cruce Tandilia 2016, varios primeros puestos en K 21 de Salomon entre los que sobresalen San Juan y Tandil y un cuarto puesto en K42 de Villa la Angostura. También relató su paso por Europa, de la mano de Marco De Gasperi, con un primer puesto en el K42 de Italia y varios podios en Italia y Suiza en el 2016. Profesor de Educación Física y entrenador, Diego dio una charla y prácticas específicamente de técnicas de ascensos y descensos en montaña. Así fue como este enorme corredor paso por segunda vez por “Desafiando Límites Conferencias” en La Plata el Estadio Único.
Organizado por la Subsecretaría de Deportes desde el Programa “Buenos Aires Aventura” de la dirección de Recreación y Tiempo Libre a cargo de Pablo Cazon, que tuvo el agrado de poder traer a este gran deportista de montaña este último sábado a la capital de la Provincia que se deleitó con las aventuras de este tandilense con un enorme futuro.
Desafiando Límites evento que coordinan Pedro Billordo y Marcos Ferrer, contó con la participación de más de 60 personas.

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Supervivencia

42 HORAS EN EL AGUA

abril 10, 2017 — by Andar Extremo

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Marquis Cooper, Corey Smith, William Bleakley y Nick Schuyler, jugadores de la Liga Nacional de Fútbol (NFL) salieron de Clearwater Pass en el Golfo de México el 28 de febrero de 2009 para ir a pescar frente a las costas, sin imaginar que el único sobreviviente de esa jornada sería Nike, a quien rescataron dos días después aferrado al bote. Los otros tres hombres desaparecieron en el mar. Nota editada en la Revista Andar Extremo n° 44 de Noviembre/Diciembre de 2016

Cuatro amigos, un sobreviviente y un bote dado vuelta en el mar

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Temprano en la mañana de ese fatídico 28 de febrero, los cuatro deportistas se fueron a pescar a más de 80 kilómetros de la costa en el barco de Cooper, de 21 pies. Llevaban heladeritas de camping con hielo, comida y cerveza, indumentaria gruesa y camperas. Cerca a las 17:30 quisieron subir el ancla y regresar a tierra, pero estaba trabada. Bleakley sugirió atarla al barco y encender el motor del bote para tirarla y así poder destrabarla pero cuando Cooper trató de hacer andar el barco, éste se sumergió y se volcó, lanzándolos al agua. Juntos trataron de enderezar el barco parándose a un lado, pero no dio resultado y Bleakley nadó por debajo y sacó tres chalecos salvavidas, una heladera portátil y una almohada de flotación.

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Bleakley, que según Schuyler:- “le salvó la vida”, utilizó la almohada, sus compañeros llevaban chalecos pero no les fue suficiente. Los jóvenes intentaron todo lo que había a su alcance para salvarse, Schuyler le dijo al investigador de la agencia, Jim Manson, que trataron de utilizar señales luminosas, pero estaban mojadas y cuando trataron de llamar por sus teléfonos celulares que se hallaban en bolsas de plástico, no había señal.

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Sabían cómo pasaban las horas porque Schuyler tenía un reloj con luz y podían verlo. Según él, aproximadamente a las 5:30 del día siguiente, Cooper no reaccionaba y trataron de revivirlo sin éxito. En ese momento, Bleakley se colocó la almohada flotante que llevaba Cooper y que sería su salvación. Una hora después, Smith empezó a mostrar “síntomas extremos de hipotermia’, se quitó el salvavidas y se separó del bote. Quedaban sólo los dos compañeros del equipo universitario, que siguieron juntos hasta que Bleakley se debilitó y se quitó su salvavidas también. Schuyler dijo que le pareció que Bleakley murió aferrado a él.

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Los peritos luego indicaron que haber movido el ancla a la popa del bote contribuyó a la inestabilidad de la embarcación cuando trataban de liberarla. Describieron eso como un error que, aunque tal vez ocurre a diario, un marino más experto sabría cómo manejar. Cooper, propietario de la lancha, tenía más de 100 horas de experiencia pero había estado bebiendo, de acuerdo con el reporte.
El 2 de marzo de 2009, a 42 horas de producirse el accidente, Schuyler fue rescatado por la Guardia Costera.

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Extractos de libro de Nick Schuyler: “Not without hope”
Pienso en ese día, esas horas horribles, todo el tiempo. La más pequeña cosa me pone de vuelta ahí: un pensamiento errante, un atisbo de aguas abiertas, una mirada de un desconocido que dice: “¿No es usted ese tipo?”
El accidente me arrastra como la estela de la barca de Marquis, batiendo la formación de espuma, empujando hacia el horizonte de todos los días. ¿Por qué yo? ¿Por qué lo hago cuando no lo hicieron?
No soy un héroe. Tal vez si hubiera traído a mis amigos conmigo… al menos uno de ellos. . . o todos ellos. No lo hice. Lo intenté…pero no pude. Sólo soy un sobreviviente.
Seguí imaginando cada familia, acurrucándose juntos y abrazados. Llanto…
Yo sabía que tenía que salir de ésto para explicarles lo que pasó, que necesitaba para vivir el tiempo suficiente para contar la historia, aunque me encuentre con vida y muera más tarde. Si no lo hago, la gente contará sus propias historias, basadas en rumores. Al menos pude decirles los hechos.
Me preguntaba si había una manera de que pudiera dejar algún tipo de mensaje, algo así como “Te quiero, mamá” o “Los quiero, chicos” o “Sé feliz” o “Sé fuerte”. Pensé en mis padres, mi hermana y mi novia Paula. Si sólo tuviera una lapicera en el bote y pudiera dejarles un mensaje…

Editorial

PRÓXIMAMENTE REVISTA ANDAR EXTREMO 45

abril 7, 2017 — by Andar Extremo

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Entre el 10 y el 18 de Abril en los mejores comercios de actividades outdoor disfrutá de la Revista Andar Extremo. No se pierdan esta edición “Trans Andes Challenge” la carrera épica de MTB de Sudamérica, Travesía a pie por la Península Mitre, Cruce de Las Malvinas a Nado, Diego Winitzky el Fotógrafo de la Aventura, Cruce Tandilia y Cruce Columbia. También una interesante expedición al Volcán Antofallla y 11000 km en Bici de Nicaragua a Santa Rosa. Esto y más en Andar Extremo 45.

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Montañismo

MARIANO GALVÁN, MANASLU. 7 OCHOMILES

abril 6, 2017 — by Andar Extremo

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Sin duda este fue un gran año para el montañista argentino Mariano Galván, quien cerró el 2016 sumando a sus siete cumbres, dos ochomiles: Manaslu y Dhaulagiri. En una entrevista exclusiva cuenta la cordada con Alberto Zerain, la desaparición de su carpa, el vivac en una cueva de nieve, su reaparición después de 3 días perdido y la ansiada coronación, fiel a su estilo, con un non stop al gigante de 8156 msnm. Nota de la revista Andar Extremo n° 44.

Carreras de aventura

CARRERA 4 REFUGIOS MOUNTAIN HARDWARE

abril 6, 2017 — by Andar Extremo

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Cuando los Pirineos se transformarán en los Andes, el mar Mediterráneo en los lagos de la Patagonia y un sueño en realidad, estaré corriendo la Carrera 4 Refugios…

Jorge Linquiman y Mélisse Castaingts relatan su experiencia en la demoledora carrera 4 Refugios en Bariloche edición 2017

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por Jorge Linquiman

Carrera emblemática en nuestro país que se desarrolla en San Carlos de Bariloche en su 12° edición.
Este año cuenta con las modalidades: 1 refugio, 2 refugios, 3 refugios, 4 refugios NonStop que se corren en una sola jornada, y la 4 refugios clásica, que se corre en dos días. También presenta la versión 4 refugios Kids, para los futuros atletas del trail running.
Según el reglamento; “4Refugios NONSTOP es una carrera de trekking de estrategia y aventura que recorre alrededor de 42 km y 3500 m de desnivel, en un día de competencia sin descanso. Partirá en la base del Cerro Catedral, pasando por el Refugio Frey, conectando por el valle del Rucaco con el Refugio Jakob, luego en travesía por los pedreros del Pico Refugio y Cerro Navidad bajando hasta el comienzo de la picada de Italianos que sube a la Laguna Negra, para continuar pasando por el Bailey Willis hacia el Cerro López, bajando por sendas y caminos, y concluir finalmente en Colonia Suiza. Tendrá una largada a la madrugada del día domingo y rigurosos tiempos de corte por seguridad apuntando a una carrera que finalice para todos a la caída de la tarde.”
Yo soy de Bariloche y tuve la oportunidad de correrla 5 veces, 3 de ellas en la modalidad NonStop, siempre en equipo, con mi hermano Luis y con otros compañeros. Esta vez fui solo, aunque nunca vas solo por la montaña.
Correrla siempre implica un desafío y como no se cruza “dos veces por el mismo río”, cada edición es nueva por las cuestiones climatológicas y por las cosillas de cada atleta.

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En algunos ámbitos cuando saben que vas a correr 4 refugios te dicen que estás locos, que eso no esta bueno, pero la locura de cada uno, siempre es de la buena.
En algunas de las carreras me ha pasado querer volverme a casa en los primeros kilómetros y después sentirme vivo subiendo por un pedrero con 10 horas en el cuerpo. Debo admitir que para corredores de mi calaña, es decir, poco nivel, a veces la montaña se pone áspera y el terreno no te permite dar un solo paso con seguridad, así que vas como corriendo por arriba de un fuego sin ser faquir. Y cuando el terreno se pone amigable el cuerpo se quiere revelar. Que pelea!!!
Pero para esta pelea, en este tipo de carrera, llevo las fotos de mis apoyos, que cada tanto miro o toco en el lugar de la mochila que los llevo y siempre es una inyección de energía y ánimo que viene bien.

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Como en todas las carreras esta tuvo sus condimentos, hace como cinco o seis años que corro y es la primera vez que tuve problemas con unos calambres, mientras escribo, pienso que esto es pura escusa, a veces he pensado que los que corremos somos tan mentirosos como los pescadores con el tamaño del ojo del pescado que atraparon. Por suerte esos momentos difíciles los pude “superar”, en este tipo de competencia de tantas horas se pasan por situaciones o sensaciones de todo tipo que uno va sobrellevando o avanzando a pesar de ellas. Y la mejor manera de gestionar, sobre toda las malas sensaciones, es haber realizado un entrenamiento de acuerdo a al exigencia y cierta fortaleza mental que es necesaria en cualquier desafío. Una carrera como esta no puede dejar de ser exigente con el cuerpo y salvo el grupo mínimo de los de punta el resto nos tenemos que poner a correr, demandarnos y sudar.
Venía haciendo buenas carreras y esta no desentonó. Además siempre me pasa que cada vez que paso por el arco de llegada de la 4 Refugios ya me quiero anotar para el año siguiente, es evidente que soy constante con mi locura; porque es de la buena.

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por Mélisse Castaingts

Tanto estaba fascinada por la idea de correr la 4 Refugios, pero a su vez estaba totalmente asustada… Por haber hecho el recorrido en trekking 2 años antes, sabía lo difícil que sería esta carrera, tanto por su desnivel como por su técnica. Viviendo en La Plata era imposible entrenar correctamente para esta carrera, pero justo se dio que me fui 2 meses a Francia, lo que me permitió tener a mano los Pirineos y practicar entrenamientos en montaña. Era la ocasión soñada para intentar relevar el desafío 4 Refugios este año. El gusto de la aventura ganó sobre los miedos y me anoté en la modalidad Clásica: 55km con 3600m de desnivel positivo en 2 días de carrera.
Aun estando en los pies de los pirineos en Catalunya, la temporada invernal del otro lado del hemisferio no permitía entrenamientos largos y técnicos. Pocas horas de luz, temperaturas negativas, nieve sobre las cumbres y no tener compañero disponible para acompañarme a una salida en montaña de una dificultad similar a la 4 Refugios eran tantos factores que me complicaban la tarea. Además la estancia corta en mis pagos y las visitas familiares en cada rincón del país, no fue posible planificar un entrenamiento adecuado. De todas maneras traté de correr lo más regularmente posible sobre terrenos diversos, en montaña cuando se encontraba cerca, o en ciudades como Paris, Toulouse, Bayona, Barcelona, Brúcela, Londres y Ámsterdam. En 2 meses alcance a correr unos 350 km, pero nunca fueron salidas largas ni tampoco con tanto desnivel. No había logrado practicar un entrenamiento en condiciones similares a la 4 Refugios.

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Volví a la Argentina 10 días antes el inicio de la carrera muy ansiosa de participar en una carrera a la cual no tenía el nivel ni la experiencia. Pero la hermosura de la ubicación de Bariloche, con sus montañas y sus lagos ganaba sobre el miedo. Llegué a Bariloche a tiempo para la acreditación y asistir a la charla técnica. Previamente a la carrera traté de mantener una buena hidratación y recibí los consejos y recomendaciones de mi amigo local Jorge. Con un día muy caluroso se largó el primer día de la carrera con las modalidades 1 o 2 Refugios, y La Clásica. Las dudas que pude sentir antes de la carrera desaparecieron para dejar lugar a la felicidad y el orgullo de encontrarme ahí. Me encontraba atrás de la línea de largada, dispuesta a dar todo. Para llegar al Refugio Frey pude correr la mayoridad del tiempo y tardé 1h30, los senderos estaban bien marcados y limpios con una pendiente no muy fuerte. La pausa al 1er Refugio fue rápida, únicamente para hidratarme porque no sentía hambre y seguí rápidamente en dirección de la picada de la laguna Schmoll. Muy pronto llegué al filo Frey a donde la pareja del equipo de auxilio del CAB estaba vigilando el bienestar de los corredores. Este encuentro me generó tranquilidad de saber que estábamos acompañados. La bajada que nos esperaba era técnica y rápida con piedras y arena. Por el uso de polainas me fue muy placentera y no tuve que parar a limpiar mis zapatillas. Crucé corriendo un bosque en el cual traté de alimentarme porque se venían unas subidas muy empinadas y largas en las cuales empecé a sentir el cansancio con las piernas muy flojas, sin fuerza. Ahí pensé que me venía bien haber bajado de peso pero que tendría que haberlo complementado con gimnasio. La bajada para llegar al Jakob me pareció más complicada, con piedras grandes filosas y otras más pequeñas que se zafaban al ritmo de los pasos. Había que ir con cuidado, no era el momento de lastimarse. Después de 4h de carrera llegué al Jakob. Sabía que era un buen tiempo, sin embargo sentí que me había quedado sin energías, y seguía sin poder comer, tenía el estomago revuelto por la exigencia. Ahí nos revisaron algunos de los elementos obligatorios que teníamos que llevar en la mochila, aunque la organización había permitido retirar toda la ropa de abrigo por las temperaturas muy elevadas este fin de semana. Rellene mi camel back, ya que el calor iba a llegar a su máximo por ser el medio día. Los últimos 13 km que nos esperaban para llegar al Tambo iban a ser sufridos, aunque eran esencialmente en bajada. Finalmente fue más duro de lo que me había imaginado. Traté de correr lo máximo posible (aun sin velocidad), pero a cada mínima subida me desanimaba. Sentí que estaba corriendo en el rojo, sin nada de piernas, un agotamiento tan importante que a pesar de la belleza del paisaje las motivaciones de seguir se me habían ido. Llegar hasta la meta final de la primera etapa fue como una lucha interminable en la cual no podía determinar qué tenía más alterado, si el estado físico o el psicológico. Luego de 1h52 al llegar a Tambo, sentí mucha frustración de terminar la carrera así, sin el placer que normalmente me genera correr. Terminé el primer día totalmente liquidada. Por suerte no sentía dolores ni molestias importantes, solamente unas heridas superficiales. ¿Cómo me levantaría al otro día? ¿En unas pocas horas de descanso alcanzaría a recuperar ganas y capacidad para correr y completar la segunda parte de la carrera?

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Lamentablemente me costó descansar. Primero porque estaba en un estado de ansiedad desde la vuelta de mi viaje. Segundo, enterarme de la clasificación del primer día (tercera de la categoría), me generó la presión de mantener tan buena posición. Además este resultado me sorprendió bastante ya que no me había sentido fuerte durante la carrera. Resaltaba haber penado en las subidas, haber ido despacio en las bajadas técnicas y no había digerido el desastre del último tramo. Mi performance del primer día no permitía explicar este éxito. Las dudas y nervios a flor de piel, sumados a la deshidratación y un desgaste físico muy importante no me dejaron dormir tranquila. A la mañana tampoco pude desayunar correctamente así que había tomado la decisión de hidratarme y alimentarme mejor a lo largo de la carrera. No quería terminar como el día anterior. Tampoco quise prestar atención a la clasificación para que no sea un estrés suplementario, no tenía dudas que habría chicas mejor entrenadas que iban a pelear el podio.
Lo que entonces había imaginado fue cierto al momento de largar: las punteras salieron muy fuerte. No había forma de intentar seguir ese ritmo porque sería ir al fracaso: caerme, lesionarme o terminar caminando. Yo seguía con la idea sencilla de terminar la carrera dando lo mejor de mí, sin que me importen los demás. Para mí no había 150 participantes corriendo La Clásica; estaba yo en desafío y admiración con la montaña. Según los tiempos indicados por Jorge en 2 horas podría llegar a la Laguna Negra. Tardé 2h10. Estaba satisfecha, había corrido a buen ritmo toda la parte de bosque. Por primera vez había usado los bastones para la subida empinada. Aun que no les sabía usar (me sentí más lenta), esperaba que sirviera a mis piernas para descansar y aguantar más para el fin de la carrera. Como el día anterior no pude aprovechar la comida del refugio, seguía con el estomago apretado. Arranqué corriendo hasta el momento divertido de las sogas, y seguí trotando a través los campos de piedras y pasto. Una subida, otra, el Bailey Willis, y llegó el temido momento de la pared de piedras del Cerro López. Lo recordaba del trekking como muy peligroso. En realidad en aquella época había hecho el recorrido en sentido contrario, en bajada y con una mochila de 20 kg. Aunque agotador esta vez disfruté más ascenderlo. La clave era avanzar a pasos cortos pero firmes, pisando piedras grandes y evitar la arena resbalosa y, por fin, ayudarse de las rocas trepando. En ese momento estaba pensando que unas sesiones de escalada previa a la carrera me hubiera venido bien para tener también los brazos y la espalada preparados. Llegué al filo menos cansada de lo esperado. Pero la bajada al López me reservó algunas sorpresas: fue más técnica y agotadora de lo pensado. También convenía ayudarse con las manos. Por fin llegué al refugio López, aprecié su vista, agarré algo para tomar y salí enseguida. Ya habían pasado 5 horas desde la largada y se sentían cansancio, dolores musculares y los pies lastimados. Era tiempo de apurar el final de la carrera para no extenderse en la última parte de sufrimiento. Quedaban 8 km de bajada hasta Colonia Suiza y me sentía mejor que el día anterior. Este día el tiempo y el eclipse de sol no nos hicieron sentir el calor. La primera parte de bajada era agradable y rápida, siguió con una parte de pista relativamente llana en la cual se podía acelerar si las piernas te dejaban (el reloj indicaba que no fue mi caso). Uno se pregunta ahí por qué los últimos kilómetros valen doble. Se sumaron bajadas muy empinadas que terminaron de alterar la motivación molestándome gravemente las rodillas. Llegamos al bosque y se hacía interminable. Avanzando con los kilómetros de una carrera tan larga y técnica van creciendo los riesgos de caída y pérdida de atención. A lo que no pude escapar… Me choqué contra una piedra y me caí de rodillas. Este incidente volvió a abrir una herida que tenía del último entrenamiento en La Plata y que me molestó durante toda la carrera. Seguí corriendo al ritmo de los latidos de la inflamación y para acentuar mi bronca me perdí la marcación de un corte camino importante del recorrido.

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Al final de una carrera estos episodios sumados al cansancio acumulado disminuyen tu rendimiento. Peor cuando la carrera termina con un falso llano en el cual vas “corriendo” a un ritmo de caminata! Por fin pasé la línea de llegada, a la par del primer equipo femenino, una madre y su hija de La Plata. En este momento se mezclan las emociones de tristeza y felicidad y la sensación de dolor con placer. Me sentí en el banco de los organizadores debajo de la carpa y no me moví más. Retiré las zapatillas, medias, polainas, y vi mis pies colorados temblados del dolor por los impactos y golpes repetitivos de tremenda carrera. Pero eso no duró más de media hora. Me levanté, me rehidraté, comí y me fui en dirección del lago. Colonia Suiza es un lugar increíble en sí, e ideal para terminar esta carrera. Los corredores cansados y doloridos, intercambiando experiencias recuperaban vitalidad con el agua fría del lago Moreno. Los dolores poco a poco se fueron estampando, y las contracturas duraron 5 días. Los recuerdos, la felicidad, el orgullo y la satisfacción de haber completado la carrera 4 Refugios Clásica en 11:41:10 me quedarán para siempre. Haberse superado venciendo cansancio y dolor me permitió obtener un quinto lugar en la general damas y a su vez sumar a mi experiencia en Argentina una aventura inolvidable en La Patagonia.

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Promociones

PROMOCIONES ANDAR EXTREMO, MAX RACE

marzo 16, 2017 — by Andar Extremo2

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MAX-RACE

Andar Extremo con su nueva sección de promociones te invita a correr con descuentos muy buenos. La Max Race es una carrera de Aventura que se desarrolla en la zona de Magdalena el 23 de Abril . Una competencia en donde podrás probar tu potencial en zonas dificultosas, en un espléndido lugar de bosques, selva y río. Tendrás 4 opciones. Para correr, dos opciones de Cross Country de 12 o 21 km,otra Combinada (Cross y Mountain Bike) de 50 km en total y un Tria Aventura (Cross, MTB y Kayak) de 57 km en total. Obtené el 20 % de descuento mandándonos mensaje privado a nuestro facebook. Para saber más sobre esta carrera www.maxrace.com.ar

Carreras de aventura

TANIA DÍAZ SLATER ARRASÓ CON LAS CARRERAS ICONOS DEL TRAIL ARGENTINO

marzo 6, 2017 — by Andar Extremo

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Sin lugar a dudas Tania Díaz Slater, es una corredora de aventura de estirpe, ya conocida por muchos de nosotros y más conocida aún en las carreras expedicionarias, Tania lleva 9 años participando en competencias de multidisciplina: kayak, running y mountain bike, con orientación. Se considera una adicta a los deportes y este 2017 dio dos batacazos increíbles participando en carreras de trail. Ganó El Cruce Columbia y la mítica 4 Refugios, ambas en Bariloche. En una nota exlusiva Tania cuenta como arrancó este 2017 ganando las mayores carreras de trail del país

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Como arrancaste el año Tania… te lo imaginabas?
La verdad que jamás me imaginé que podría ganar el Cruce y 4 Refugios, vengo de varios años de estar corriendo con el Team Ansilta Viento Andino multidisciplina y entrenando combinado, mountain bike, kayak y trail. Ir al Cruce fué querer descubrir una carrera que todos me decían era hermosa pero nunca lo imaginé y fue hermosa, un mimo, vacaciones, un all inclusive!. Y 4 Refugios es mi amor! me enamoré de esta carrera el año pasado cuando la corrí por primera vez y no sabía de qué se trataba, no conocía Bariloche ni sus refugios y los conocí en carrera y fue amor a primera vista! el año pasado quede segunda, Vero Ramírez la mejor corredora de Trail de Argentina me sacó 7 minutos y me demostró que era la Reina de esas tierras, la admiré profundamente!

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Como viviste El Cruce?
El Cruce lo viví como un nuevo reto personal, descubrir de que era capaz, hasta donde podían ir mis energías y lo viví como puro goce, de los lugares, y de toda la organización que te miman y atienden, los campamentos donde compartís con otros atletas, charlas, anécdotas y en cuanto a carrera el hecho de que tenés que saber dosificar energías para completar los tres días de carreras consecutivos mejorando día a día la performance.
Sentí una gran gran felicidad y satisfacción al ganarlo! Realmente lo deseaba! y se dio, me emocioné mucho al cruzar el arco de llegada del ultimo día!

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Como sentiste la demoledora 4 Refugios?
Este año volví a encontrarme con ese amor 4refugios, volví por mi revancha sabiendo que había muy buenas atletas, sabiendo que estaba la Reina de las Tierras Patagónica, Vero Ramírez de Esquél sería mi gran rival y así fue!
La carrera fue una gran gran batalla con Vero, la petiza es tan fuerte, tanto la admiro! Salí a fondo, a dejar todo lo que tengo desde el minuto cero y llegando al refugio Frey me pasó demostrándome que es una gladiadora, demostrándome lo que es ser fuerte y la seguí, al punto del asma, del vomito, al punto del asco! me costaba mantenerle el ritmo, el valle del Rucaco en el bosque, sentía que perseguía a un duende, veloz, astuta, ágil, me enseñó tanto en carrera, respete y admiré a mi rival!
Saliendo del Laguna Negra subiendo al Baily Willis la pasé, tomé aire profundo, el eclipse de sol, comenzó y me dió todas sus fuerzas y comencé a trepar con todas mis fuerzas y así sin pensar, sin parar, dándole solo para arriba trepé el López, bajé lo más rápido que pude hasta llegar al Refugio López, hasta allí le saqué 10 minutos y pensé me quedan 8km hasta la llegada, de bajada, de calle, si yo me relajo un segundo Vero me alcanza, es muy buena en calle, es muy rápida, si quiero este triunfo tengo que dejar todo en esta carrera, y baje tan rapido como pude! Llegando a Colonia Suiza faltando 2km en un bosquecito salió mi marido Rodrigo Ch Peiretti y me dijo “Vamos negra, no te relajes, no ahora, dalo todo, Vero viene a fondo detrás tuyo a solo 2 minutos” te va a alcanzar!!!!!!!!!!!
Y esos dos últimos km hasta cruzar el arco de llegada fueron un infierno, pensé que me agarraba un ataque de asma, parecía un pez fuera del agua, a fondo, picando, dejando todo porque Vero…seguramente me alcanzaría, no lo dudaba…se la fuerza que tiene, se lo buena que es, es una gran gran rival!
Así cruce el Arco de llegada de 4refugios, dejando todo, sabiendo que fue una maravillosa batalla que me costó ganar y agradeciendo tener una rival de tal fortaleza!

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Las analizas las carreras o metes todo lo que tenés?

Las carreras las analizo, pero ya en carrera hay momentos que hay que dejar todo!

Me podrías nombrar tus zapas de trail favoritas?
Mis zapas favoritas son en este momento las Altra Lone Peak estoy corriendo para Altra,
y me gustan las New Balance Ledville.

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Que indumentaria usas?

Uso Black Rock como medias, son mágicas, las adoro y mi ropa técnica que es fantástica es Ansilta.
En luces me ilumina Petzl las mejores luces, livianas y con muy buena luz.

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Por otro lado sabemos qué hace rato vienen organizando carreras con Rodrigo. Como organizadores de carreras a que le atribuyen tanto éxito?
Como organizadores de carreras junto a mi marido Rodrigo Ch Peiretti siendo Mountain Race Logística en base a tu pregunta de a que le atribuimos el éxito es fundamentalmente al carácter de trabajo que tiene mi marido, sabe manejar los tiempos, se compromete profundamente con los proyectos que encara y por otro lado somos apasionados de la montaña, naturaleza y toda esa combinación hace al éxito.

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Agradecimientos?
Agradezco a todos mis sponsors por confiar en mi y a mi familia que es gracias a su apoyo que yo puedo cumplir estas metas.

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Mountain Bike

PASO AGUA NEGRA, 43 Cruces de Los Andes en bici

febrero 20, 2017 — by Andar Extremo

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Llegó el quinto cruce de Los Andes para Javier Rasetti y Marisol López, y en esta nota nos cuentan la experiencia de Agua Negra de 4780 msnm en San Juan, desde Rodeo Argentina, a La Serena, Chile. Esta nota fue editada en la Revista Andar Extremo n° 43

por Marisol López
fotos Javier Rasetti

Cuando sea grande voy a ser una señora petisita mirando el atardecer desde la galería de alguna casa con ventanales y olor a madera, acompañada de perros, nietos y un Javi rezongón y apasionado, a la que le va a encantar repetir entre sus historias favoritas que una vez, hace ya mucho tiempo, pedaleó entre glaciares para llegar al mar.
Era el 5to cruce y el más alto. Luego de bajar de Pircas Negras decidimos parar unos días antes de salir hacia San Juan. Javi no lo sentía tanto pero a mí particularmente la falta de descanso entre los pasos me había empezado a afectar. Necesitaba caminar, correr, nadar, lo que sea que no tuviera nada que ver con estar arriba de una bici, sólo por algunos días.
La primer tarde en la que justamente podía utilizar mi tiempo libre en hacer absolutamente cualquier cosa que quisiera, me levanté de la siesta, prendí la computadora, abrí google y escribí: Agua Negra. La pantalla frente a mí se llenó de imágenes, y así como la fuerza de la gravedad me mantiene en tierra, aquellas fotos comenzaron a ejercer unas energías invisibles e incontrolables que levantaron mi cuerpo del asiento donde estaba para dejarme parada y sonriendo sola en medio del comedor. Ya estaba lista para salir.

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A partir de esa tarde el cansancio desapareció, los dos pudimos enfocarnos en lo que venía, ocupando el tiempo en lo importante: comer 1 kilo de helado todas las noches sin excepción, y organizarnos para el próximo cruce. Era un proceso en el que ya casi no pensábamos, una rutina que de tanto repetirla se había vuelto tan mecánico y habitual como lavarse los dientes a la mañana. Mientras Javi se ocupaba del mantenimiento de las bicis, yo desplegaba la comida por el suelo dividiéndola en los días que habíamos calculado nos llevaría el paso, con sus respectivos desayunos, almuerzos, meriendas y cenas. También era el momento en donde los dueños de las casas en donde estábamos podían llegar a arrepentirse de habernos invitado, porque sea cual fuera el tamaño del lugar en que el que nos encontráramos, todo a nuestro alrededor se volvía un caos de ropa, paquetes, frutas, herramientas y etcéteras…Pero por suerte, porque aún nadie se había animado o porque las personas que nos recibían siempre eran tan maravillosas como pacientes, todavía no habíamos sufrido ningún tipo de desalojo.
Sobre Agua Negra sabíamos poco: que era un paso que subía hasta los 4780 msnm con partes de asfalto y ripio y que era una ruta bastante transitada en esa época del año, por turismo argentino que cruzaba a vacacionar a La Serena. Ese dato por un lado nos daba la tranquilidad de poder contar con vehículos que nos puedan brindar agua en caso de necesitarla, pero a la vez nos hacía tener la obligación de pedalear muy atentos al tránsito y su acostumbrada irresponsabilidad. Si nos poníamos a sacar conclusiones, la balanza siempre nos llevaba a buscar lugares cada vez más aislados e intransitables. Autos y camionetas pasándonos cerca, fuerte y dejándonos entre una nube de humo vrs tener que cargar mucho peso en agua pero en completa paz y silencio. Para nosotros ya estaba más que claro qué era lo que estábamos buscando en los viajes.

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Arrancamos con el cruce desde Rodeo y su famoso embalse Cuesta del Viento, el paraíso para todo el que practica Kite Surf o Windsurf, ya que los vientos en este punto en particular son constantes e intensos, lo que genera las condiciones perfectas para esos dos deportes. Qué contradicción, pensé, cuando ellos más lo disfrutan, nosotros más lo estamos sufriendo. Como no va a ser cierto eso de que todo depende de la perspectiva con la que lo mires. La diversidad y sus infinitas posibilidades! Si alguna vez la humanidad entera se vuelve un montón de gente con lo mismos gustos, costumbres y pensamientos, estamos perdidos.
Por suerte el día en que salimos fue un fracaso para el Kite Surf y un alivio para nosotros. Acompañados de una leve brisa refrescante llegamos a Las Flores, cargamos nafta en el msr y seguimos hacia el puesto de frontera argentino que estaba apenas a 1km. Mientras hacíamos la fila para los trámites, una chica entró a la oficina con el casco puesto. Era Caro, una cordobesa de 23 años que también iba hacia el paso Agua Negra en bici. Nunca había estado en altura, hacia varios meses que no pedaleaba, viajaba sola y con el poco equipo que había podido conseguir, pero estaba decidida a cruzar por el paso más alto de la cordillera y llegar hasta el mar.
Ella nos miraba a nosotros como dos ciclistas de la NASA y nosotros a ella sin terminar de deducir si admirarla o preocuparnos por las condiciones con las que tenía pensado subir hasta los 4780 metros de altura. Sólo fue cuestión de tiempo y ruta compartida para que los tres termináramos mirando hacia el mismo lado.

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La ruta de asfalto comenzaba larga, infinita, para finalmente perderse en un paredón enorme de montañas nevadas. Javi lo señalaba entusiasmado y con los ojos bien abiertos me decía:- “Por ahí vamos a cruzar Sol, por ahí arriba!”. Yo lo miraba a él, volvía a mirar las montañas y quizás por simple engaño psicológico o porque aún no terminaba de asimilar que en algún momento me había convertido en una mujer que sube montañas en bici, le restaba importancia, me parecía imposible, ilógico. Nosotros acá, tan chiquitos y ellas ahí arriba, inmensas con sus hielos y nieves eternas.”Mejor no pensarlo, pedaleá y dejá que el camino te sorprenda”.
Aquel primer día llegamos hasta el puesto de control argentino a unos 60 km de migraciones y paramos a tomar unos mates y a comer algo. Era temprano, 16 km más arriba había un paraje, podíamos seguir. Pero como siempre, la charla con los gendarmes se extendió más de lo conveniente, la tarde empezó a caer, los chicos nos invitaron a quedarnos en el puesto y los planes se modificaron. Esa noche fue de ping-pong, cena de arroz con vegetales y televisión.
Al otro día, para no perder la costumbre, nos despertamos temprano pero salimos tarde. La idea era llegar hasta la Quebrada de San Lorenzo donde comienza la construcción del túnel Agua Negra que se encontraba a 4300 msnm y por lo que habíamos averiguado podíamos acampar refugiados del viento. Las subidas comenzaron largas y tranquilas y así continuaron. A medida que subíamos el paisaje empezó a cambiar, las montañas nevadas que durante la tarde anterior parecían lejanas e inalcanzables ahora nos rodeaban para hacernos levantar la vista, reafirmar el pie sobre el pedal y respirar profundo. Manteníamos un ritmo lento y disfrutable pero íbamos pendientes del camino. La lógica de la cordillera durante los pasos anteriores nos pronosticaba que en algún momento nos tenía que empezar a costar. Para nosotros la idea de cruzar por el paso más alto de Los Andes sin esfuerzo no era una opción posible.

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Subimos varios zigzag, la ruta de asfalto se convirtió en ripio, un grupo de trabajadores de vialidad nos invito a comer pollo con arroz, recolectamos agua de deshielo y el camino nunca, pero nunca, se puso difícil. Para cuando llegamos a la Quebrada de San Lorenzo estábamos contentos y algo desconcertados. Habíamos subido hasta los 4300 msnm sin ninguna dificultad ni esfuerzo. :-“Qué raro”, pensamos,:-“Tan raro que asusta”. Aún nos quedaban unos 400 mts de desnivel hasta llegar al límite Internacional que se encontraba a solamente unos 22 km de donde estábamos. Parecía demasiado sencillo para ser cierto. Lo que venía adelante tenía que ser duro, no había alternativa.
Esa noche el frío y el viento helado nos hicieron dormir a los tres acurrucados en una carpa para dos. Caro viajaba sin equipo y eso incluía una carpa totalmente agujereada y una frazadita de peluche como aislante. Nos despertamos temprano, convencidos de que teníamos un difícil y largo día por delante, pero lo raro era que no estábamos nerviosos ni preocupados, porque lo único que en verdad nos importaba era que por fin íbamos a poder pedalear entre glaciares y el entusiasmo nos hacia desayunar rápido, con la sonrisa ansiosa de un niño.
Cuando sea grande, durante las tardes cuando el sol empiece a caer y el cielo se vuelva de colores inexplicables, en una la galería de una casa con ventanales y olor a madera nos vamos sentar con Javi , nuestros perros y nietos a contar historias como estas:
…”después de algunas curvas, el camino se abrió y pudimos verlo entero, frente a nosotros se levantaba un cordón gigante de montañas con hermosos glaciares. Paramos las bicis y miramos hacia arriba con el cuello muy estirado, el camino subía, daba vueltas y volvía a subir. Del otro lado nos esperaba el Océano Pacífico, sus olas pegando en la playa, la arena tibia en los pies. Pero aún teníamos un hermoso e infinito paredón de hielo y piedras por cruzar. Su abuelo ya lo estaba disfrutando, tenía la sonrisa pícara y la respiración ansiosa de los desafíos, se subió rápido a la bici porque ya no podía esperar, porque si había algo que lo hacía despertarse cada día de su vida con el entusiasmo ridículo de un niño de la edad de ustedes, eran las innumerables cimas de paredones con montañas nevadas y hermosas que le quedaban por descubrir.

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Lo vi alejarse hasta hacerse un pequeño y diminuto punto en lo inmenso de aquel paisaje. No era la primera vez que guardaba esa imagen y la alegría que me cosquilleaba la panza me confirmaba que aún faltaban muchas más para que sea la última.
Subíamos con la vista clavada en los glaciares que esperaban arriba y para cuando nos dábamos cuenta y volvíamos la mirada hacia el camino, nos sorprendíamos por lo alto que ya habíamos llegado. Su abuelo me gritó:-“Mirá las nubes!!” y lo primero que hice fue mirar sobre mi cabeza, pero él volvió a gritarme señalando hacia adelante “¡¡Las nubes, Sol!!”, cuando bajé la vista ya estaba pedaleando entre vapores blancos y esponjosos. Porque se puede pedalear entre las nubes, pero ustedes nunca quieren creerme.
Finalmente doblamos una nueva curva y aparecieron. Inmediatamente me puse a cantar una canción sobre penitentes que no rimaba en lo absoluto, porque las grandes alegrías siempre tienen esas respuestas inesperadas.
Estaban a unos pocos metros de distancia, eran grandes, puntiagudos, bellísimos. Dejamos las bicis a un costado, nos acercamos despacio y apoyamos la mano en el hielo. El frío nos recorrió todo el cuerpo, la espalda, el pecho, las tripas. Había sonido a gotas y el aire helado nos erizaba la piel. Estábamos felices, en ese estado de felicidad única e intransferible, porque era ese momento exacto en el que por primera vez llegábamos pedaleando juntos hasta un glaciar por encima de las nubes en nuestro 5to cruce de cordillera y sabíamos perfectamente que no iba a volver. Así que bailamos entre penitentes para alargar la alegría y hacerla eterna, bailamos despreocupados con movimientos torpes y absurdos para que dure un poco más, para que la cordura se sienta rara y ajena y nosotros, unos locos felices”….

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El paso de Agua Negra es uno de los pasos internacionales más altos del mundo, pero contradictoriamente a lo que esperábamos fue uno de los más fáciles y disfrutables que nos tocó recorrer. Llegamos hasta el límite con viento en contra, festejamos rápido y empezamos a bajar. No quedaban muchas horas de luz y la idea era intentar dormir lo más bajo posible para escaparle a las alturas, sus vientos y fríos nocturnos.
La bajada con un atardecer increíble fue el cierre de un día perfecto. Encontramos una quebrada con arroyito incluido y los tres frenamos al mismo tiempo. Esa noche la luna también quiso ser parte del festejo y salió llena, brillante y hermosa para demostrarlo.
Nos quedaban algunos kilómetros de ripio con subidas y bajadas constantes hasta el puesto de migración chilena y un embalse turquesa que invitaba a tirar las bicis y zambullirnos a nadar en agua helada y transparente. Después, la ruta se volvió asfalto y bajada.
…”atravesamos el Valle del Elqui y los árboles de higo nos provocaron retrasos imposibles de evitar. Pedaleamos apurados y ansiosos, podíamos sentir el olor a la sal, las olas rompiendo en la playa. Después de 5 días finalmente llegamos al Pacífico. Su abuelo se bajó de la bici, se quitó la ropa y corrió por la playa hasta el mar sin detenerse. Cualquiera que lo haya visto ese día, saliendo del agua y revoleando los pelos mojados sin dejar de sonreír, seguramente no pueda recordarlo. Pero por suerte yo estaba ahí, para llevarme cada segundo conmigo para siempre.

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INFO ÚTIL
*Distancia Total: entre Rodeo (Argentina) y La Serena (Chile). 330 km
*Terreno: ruta de asfalto y ripio.
*Tránsito: es un paso muy transitado por turismo que cruza a vacacionar a La Serena. Se recomienda ir atento porque es normal cruzar vehículos que circulan a gran velocidad sin reparar en curvas, ripio y aún menos en ciclistas.
*Agua: hay varios puntos en donde se puede conseguir agua al costado de la ruta. La reposición de agua en este paso no es un problema.
*Época: la mejor época del año para cruzar es entre septiembre y diciembre. Se puede hacer en otros meses averiguando con anterioridad si el paso está abierto. Es necesario tener mayor cuidado en época estival (enero-febrero) con las tormentas eléctricas y aludes y en invierno (mayo-agosto) con las nevadas y bajas temperaturas.
*Viento: comúnmente comienza a partir del mediodía desde el oeste. En el límite internacional, donde se encuentra el punto más alto del paso. Los vientos se sienten con mayor intensidad y no hay lugar para repararse.
*Otros Datos: del lado Chileno el camino se divide en dos. Por uno descienden los vehículos que se dirigen desde Argentina a Chile, y por el otro ascienden los vehículos que vienen de Chile a Argentina.

www.pedaleandoruta40.com.ar

MAPA

Montañismo

ACONCAGUA, UN RETO POSIBLE

febrero 17, 2017 — by Andar Extremo2

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La montaña más alta del continente americano tiene casi 7.000 metros sobre el nivel del mar. Un desafío con el cual muchos sueñan, pero que es un sueño que se debe preparar para vivirlo de verdad. Nota en la revista Andar Extremo n° 43

Por Griselda Moreno – Makalu Team
Cobertura para Argentina Extrema. Textos y Fotos

El sol pinta de amanecer la punta del Cerro Cuerno. El campamento de Plaza Canadá aún en sombras, recibe el frío helado del alba. Desde mi carpa entreabierta, y apretada en mis manos, una taza de café humeante se antepone a ese pequeño halo de luz dorado que pronto avivará la existencia de quienes aún yacen acurrucados en sus bolsas de dormir.

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Adrián “Roger” Cangiani, guía experto de la zona y de esta expedición, custodia los hornillos que suenan como turbinas calentando el agua para el desayuno de los participantes de la primera edición del proyecto “Argentinos al Aconcagua”. Lo miro todo abrigado desde mi guarida de plumas y pienso en algunas cosas que conversamos el día anterior en Plaza de Mulas, el campo base para ascender el Monte Aconcagua por la ruta normal. Encontrar personas subiendo las montañas más importantes del continente y del mundo sin preparación física y sin experiencia de ascensos a montañas menores es una tendencia que ha sucumbido al montañismo desde hace varios años y genera cierta preocupación. El mundo de la alta montaña ha pasado a ser un mundo posible para el turista que no piensa mucho en las consecuencias. Reflexiono esto y los riesgos que se fundan, no sólo para la vida de esa persona, sino para el grupo que la acompaña, para la gente que ha de afectarse a evacuaciones evitables…

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Roger se mueve lento, como midiendo cada acción. Tiene la responsabilidad de un grupo que como muchos otros, sueñan con esta montaña y su cima. “Para mí es importante que la persona disfrute la montaña y si esto no está sucediendo, interfiero, colaboro para tomar las medidas necesarias, y si esas medidas conllevan el descenso de esa persona, siempre estaré pensando que pueda regresar para intentarlo otra vez”. Aconcagua es de alguna manera un hogar para él, lleva muchos años trabajando en sus laderas, ha visto y vivido muchas cosas felices y también tristes. Su mirada amable habla de experiencia, enlazando amistad y confianza en el grupo.
Desde hace once años que la montaña ha entrado en mi vida como un motivo de mis días. Sin ser guía de montaña, más bien como fotógrafa especializada en coberturas de alta montaña, siempre he pensado y sentido que para poder caminarla, escalarla, subirla sin importar la altitud tenemos que estar preparados, por uno mismo y por quien acompaña.

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Me uno a la expedición de Argentina Extrema (AE) apoyando el programa “Argentinos al Aconcagua” coincidiendo con los valores y el espíritu hacia los Apus. Entendiendo que generar conciencia de lo que actualmente sucede en el montañismo mundial tiene que trascender lo económico y virar a lo educativo. Enseñar a mirar y sentir la montaña como parte de un programa integral que una agencia ofrece a la persona que se acerca y entrega su confianza para cumplir el sueño de montaña. Fernando Robledo y Leandro Scheurle, dueños AE crearon el programa con la intensión de mitigar esta tendencia y preparar física, psicológica y emocionalmente la experiencia de ascenso a la montaña más alta del continente americano, pero también con el objetivo de hacer abordable económicamente esta gran aventura de montaña a los argentinos participantes.
Gabriel (51 años) empresario, Juan (51 años) veterinario, Andrés (30 años) médico, Guido (30 años) ingeniero mecánico, Gustavo (30 años) guía de turismo y Luciana (34 años) ingeniera en minas fueron los participantes de la edición 2016. Los seis con el entusiasmo a flor de piel y la motivación necesaria para afrontar Aconcagua, los seis entendiendo con humildad que más allá de toda preparación, la montaña finalmente decide las cumbres.

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El 20 de Febrero ingresamos al Parque Provincial Aconcagua. Las condiciones del clima habían mejorado un poco en una temporada bastante dura climatológicamente marcada por el fenómeno de El Niño, que incluso trajo aludes de barro y piedras. Sin embargo, había optimismo de buen clima en los días claves para el ascenso. El hongo de Aconcagua nos acompañó en varias de las jornadas de aclimatación. La montaña nos regaló atardeceres inolvidables que hicieron valer todos los esfuerzos.
El día 2 de marzo con inconmensurable emoción, parte del grupo llegó a lo más alto de América. Fue indispensable el apoyo de Juan Herrera que se unió al equipo en el campamento Nido de Cóndores para asistir a Roger, quien junto a la celebración del grupo, conseguía su cumbre número 25. Juan y Laura, dueños de “Juan Herrera Travel Service” además brindaron la logística de campamento base en Plaza de Mulas y Confluencias.

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“Cruzar el umbral del cansancio, superar los límites mentales del no puedo, es algo que se logra en buena parte por esfuerzo propio, pero indudablemente quien te guía tiene mucho que ver. Sentí la unión y la compañía constante del grupo en la montaña, la presencia de mi familia que me daba fuerza para continuar y agradecimiento a Roger por ser un gran orientador, un amigo”- comentó Gabriel en su descenso.
Aconcagua por la vía normal no es un objetivo inalcanzable o reservado para expertos, pero es un objetivo que para vivirlo a pleno requiere de una preparación adecuada, sin improvisaciones. Una preparación para poder conocer nuestro cuerpo y sus reacciones en diferentes altimetrías, para comprender el vínculo y la experiencia que queremos tener y vivir junto a la montaña. Una preparación para cultivar el compromiso y responsabilidad por uno mismo y por el compañero, para prevenir accidentes, malas experiencias, respetar la montaña y la vida.

“Argentinos al Aconcagua”, un proyecto de Argentina Extrema

“Argentinos al Aconcagua” es un programa anual que aspira a que sus integrantes estén preparados física, psicológica y emocionalmente para enfrentarse al vigía continental. Entrenamientos adaptados y ascensos previos no sólo preparan las piernas y los pulmones del participante, sino que también preparan esencialmente el corazón y la mente.

Información sobre el programa 

Carreras de aventuraMountain Bike

GIGANTE DE PIEDRA, ESPAÑA

febrero 8, 2017 — by Andar Extremo

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3 de Junio, Alcora, Castellón, España

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La Gigante de Piedra es una prueba carrera de MTB en la modalidad Ultramaratón Btt que se creó en 2012. Son 200Km y 6500m de desnivel positivo por las pistas y sendas de la provincia de Castellón, la segunda más montañosa de España. La salida y la meta se encuentran en la localidad de Alcora. Se atraviesan 13 poblaciones, 11 de Castellón y 2 de Teruel. El tiempo máximo para realizarla son 17 horas en el increíble medio natural que esconde el interior de Castellón. Lo iremos descubriendo al rodear al mítico monte Penyagolosa, el Gigante de Piedra.

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En la edición 2016 el americano Tinker Juárez impuso su ley en el Gigante de Piedra, el veterano ciclista de 55 años se proclamó en una edición marcada por el granizo y la lluvia tras más de diez horas de férrea lucha. Una carrera con más de 600 corredores que lograron completar el exigente trazado.
En 2016 también estreno el de la Gigante Small. Prueba de 100 kilómetros (3.500 metros de desnivel positivo).
Este año se hace la séptima edición el 3 de junio en Alcora, Castellón, España, una competencia en época de verano con mucho calor y que un poco más de 500 corredores pudieron terminar la edición 2016

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www.gigantedepiedra.es

Face: Gigante de Piedra

Carreras de aventuraNieve

CORRER 100 KM EN LA ANTARTIDA, CRISTIAN GORBEA

febrero 8, 2017 — by Andar Extremo

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Un relato con todos los condimentos de una de las carreras más duras del mundo por las condiciones climáticas. El 20 de enero se corrió esta ultra distancia en medio de temperaturas de 20 grados bajo cero. Sólo diez participantes se hicieron de la prueba. Cristian fue el único y primer argentino en la competencia marcando un tiempo de 17 horas 20 minutos. Para muchos conocido y para algunos no, protagonizó en 2010 una historia de supervivencia donde quedo en una repisa al borde del precipicio en Córdoba por 42 horas.

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El frío manda y se apodera de todo. La ropa técnica sigue mojada y siento chuchos en todo el torso, pero son los dedos de la mano derecha los que se llevan la peor parte. Están entumecidos. No puedo moverlos sin sentir dolor. Los dos pares de guantes apenas logran protegerme. El doctor en la base nos contó la historia del brasilero que en la edición anterior se sacó los guantes para grabar con la GoPro y en solo dos minutos se le congelaron tres dedos. ¿Y entonces, qué pasa si no entro en calor? La única manera que tengo de combatir el frío es continuar trotando para que el cuerpo gane temperatura paso a paso. Unos momentos antes me había detenido en el Puesto de Control para comer algo y tomar agua tibia. Me enfrié al quedarme quieto solo unos pocos minutos. Hacen veinte bajo cero y sopla el viento. Estoy en el kilómetro 75 y aún faltan 25 para llegar a la meta. Acelero un poco el ritmo y braceo con fuerza, llevando los codos bien atrás y con movimientos rápidos. A los pocos cientos de metros recupero el calor y las ganas de terminar la carrera.
Me encuentro compitiendo en los 100K de la Antarctic Ice Marathon. Es un evento organizado por Richard Donovan, irlandés de acento cerrado (al punto tal que me cuesta creer que está hablando en inglés), economista y sobre todas las cosas un visionario que armó circuitos en lugares remotos e increíblemente bellos como el Polo Norte y la Vulcano Marathon en Chile. En la Antártida se asocia con la Antarctic Logistics and Expeditions, una Compañía americana que ha armado un circuito de “turismo salvaje” por llamarlo de algún modo, con ascensos al Monte Vinson (el más alto de Antártida) travesías al Polo Sur, a pinguineras y tantas otras. Han montado una base en lo profundo del continente blanco, bien lejos de la costa, en el paralelo 80 (el mundo termina en el 90), 1800 kilómetros al sur de la Base Marambio y a sólo 1000 kilómetros al norte de la base Amundsen Scott, el punto más austral del planeta. La base se llama Union Glacier y provee asistencia, logística y rescates. Opera en un lugar relativamente seguro en medio de un glaciar que tiene vida propia.
Los glaciares, explica Tim, el Jefe de Seguridad, hay que pensarlos como un río congelado que se mueve a la velocidad de 25 metros por año. Esos movimientos producen fracturas en el hielo que se convierten eventualmente en grietas profundas y peligrosas. Todo el campamento está rodeado de banderas negras señalando los límites permitidos para caminar. Tim identifica las zonas de riesgo a través de imágenes satelitales infrarrojas que detectan el hielo fracturado bajo la superficie. La Base funciona sólo de noviembre a febrero ya que el resto de los meses es inhabitable. Las temperatura descienden con fiereza y la falta de luz hace inoperable los aterrizajes. Cuentan con una pista natural de hielo azul de ocho kilómetros de largo, compacto como el asfalto pero resbaloso como jabón. Permite el aterrizaje de aviones de gran porte que abastecen la operación y llevan pasajeros desde y hacia el continente. Los pilotos son rusos y son los mejores entrenados del mundo. Irlandeses, americanos y rusos, aliados para crear aventuras únicas en uno de los lugares más inhóspitos y bellos de nuestro planeta.

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En pleno vuelo hacia la Antártida, Richard avisa en su inglés cerrado que se abrió una “ventana climática” y que la carrera largará a las 21.30 de ese mismo día, a horas apenas de aterrizar. No sé si reírme o llorar. Fernando Gonzalez, asturiano de 42 años, compañero de carpa y gran corredor me convence que es lo mejor que nos puede pasar. “Si corriéramos mañana no descansaríamos bien por la ansiedad”, reflexiona. Creo adivinar que también lo dice para tranquilizarse él mismo.
Al salir del avión carguero ruso, un viejo Illyushin cuatrimotor, mitad pasajeros, mitad carguero, con una gigantesca “rueda de auxilio” en el medio de la cabina, el frío nos golpea con la fuerza de todos los inviernos juntos. Frío seco, penetrante y duro a pesar de la inmensa campera naranja que nos obligan a poner aun en pleno vuelo. Las botas antárticas pisan el suelo azul de la pista, rodeada de inmensas montañas plenas de nieve. Alzo la vista y a pesar que el viento gélido parece atravesar mi cara, me maravillo con ese paraíso helado.
Nos transportan al campamento distante unos 8 kilómetros en unas gigantescas 4×4 y luego de las explicaciones de cómo funciona todo, nos vamos a la carpa, un domo en el que puedo entrar parado, con dos camas, bolsa de dormir para -40°, una mesa de luz y…una almohada. Me visto con zapatillas de trail con buen agarre en la suela, dos pares de medias, calza térmica y cubrepantalón impermeable, primera capa del torso con lana merino, luego un polar y encima una campera de goretex, dos pares de guantes, buff, balaclava (pasa montañas polar) y antiparras. Llevo caramañola con líquido, geles y barras. Parece mucho pero es apenas un poco más de lo que llevamos en carreras de montaña. Siento un poco de frio pero eso está bien. Hay dos riesgos con la vestimenta: salir con poco o salir con mucho. Ambas son malas y los corredores en general pecan por lo segundo. Se abrigan de más, comienzan a transpirar y en ese clima tan hostil, con un poco de viento la traspiración se convierte en hielo en pocos segundos. Luego ya no hay chances de recuperar calor corporal.

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La Antártida es un territorio muy especial por muchos motivos, uno de los cuales es que en verano el sol no se pone. Las noches son blancas y el reflejo de la nieve hace que la noche estalle de luz. A las 21.30 del viernes 20 de enero, apenas seis horas después que arribamos, con más preguntas que certezas, diez corredores de todas partes del mundo nos encontramos en la línea de largada de la ultramaratón más austral del planeta. Es la primera vez que la corre un argentino.
¿Qué se siente en ese momento? Que estoy viviendo un sueño, me siento inmensamente afortunado de estar allí, aun con las incógnitas que deparan el clima y terreno, con ansiedad, deseo y muchas ganas. Estoy profundamente agradecido. Había entrenado muy duro los últimos meses bajo la instrucción del profe Marcelo Perotti y mi mente está enfocada en terminarla. Es apasionante entender cómo funciona nuestra cabeza: en esa línea de largada, me programo para correr 100 kilómetros, ni uno más ni uno menos. Dentro de cada corredor se activa una especie de medidor de energía que va a administrando el esfuerzo para llegar a completar la distancia. Funciona a un nivel primitivo, casi biológico.
Contamos 3 2 1 y largamos. Salvo Fernando, mi compa de carpa y el belga Kurt que toman la punta a un ritmo endemoniado, el resto decidimos largar a un ritmo suave y sostenido. Yo nunca había corrido en nieve ni con temperaturas tan bajas por lo que quise dar las primeras vueltas en “modo reconocimiento” a unos 6:45 los mil metros. La nieve es como la arena mojada de la playa, con la diferencia que debajo, a pocos centímetros se encuentra hielo duro como cemento. La sensación es que te hundis un poquito pero enseguida se siente el golpe contra el fondo.
Armamos un pelotoncito entre un americano, un francés, Richard (que la corrió) y un atleta no vidente chino con su lazarillo, Jennifer, la única mujer de la carrera. Más atrás quedan dos ingleses.
La seguridad es provista por los guías del campamento que nos cuidan de cerca, pasando en sus motos de nieve. En el puesto más alejado, además de líquido y comida, ponen una carpa con una bolsa de dormir y una radio por si alguien tiene problemas y quiere esperar el rescate allí. El circuito es de diez vueltas de diez kilómetros cada una, con dos PCs para reabastecer. Mis primeras cuatro vueltas son muy parejas, pero eso iba a cambiar muy pronto.

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¿Por qué correr en Antártida? Desde que era chico me encantaba escuchar historias de allí y quedar fascinado con esas fotos de gente con enormes camperas naranja infladas, las botas gigantes y lentes bien oscuros. En todas esas fotos la gente sonreía y yo creía adivinar una energía especial en ese lugar.
De más grande me interesé por las historias de los exploradores de principios del siglo XX, como la carrera por llegar al Polo Sur entre Amundsen y Scott, la epopeya de Shackleton, también más acá en el tiempos las travesías de Messner en ski y tantas otras. Siempre quise ir allí y siempre me parecía un sueño lejano.
El día de mi cumple, en septiembre del año pasado mi hijo me preguntó: “Pa, irías al Everest”? Yo lo pensé un poco y le contesté:
– “Me encantaría, pero es tanto tiempo y tanta plata que no creo que lo pueda hacer”
– “Y dónde irías..? insistió él.
– “A la Antártida!”
– “Y por qué no vas?
Esas cuatro palabras detonaron en mi cabeza y despertaron el sueño. Sólo tres meses después me encontraba a bordo del Ilyushin ruso volando sobre el Pasaje de Drake, hacia Union Glacier junto con corredores de todas partes del mundo. Correr y estar en la Antártida, todo al mismo tiempo. La vida cada tanto puede tornarse una hermosa aventura.

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Empezando la quinta vuelta siento las piernas pesadas y el cuerpo vacío, La mente vaga por diversos lugares, ninguno muy acogedor. Esa es la señal de que algo anda mal y hay que repararlo. Me vengo alimentando con geles y barras que se congelan y para poder comerlos, debo ponerlos dentro del guante para que se calienten. En las paradas como salado, tomo café y agua. La Antártida hay que pensarla como un desierto helado y seco. Cuando corres en esas condiciones es difícil darse cuenta de que te vas deshidratando. La mayor parte de la humedad la eliminamos por la boca, a través de la respiración. Yo no lo había notado pero no estaba tomando suficiente líquido, y el agua que me daban era de nieve derretida, que es como tomar agua destilada, no hidrata. Cuando me doy cuenta de esto, meto sales y electrolitos en la bebida y el cuerpo comienza a recuperarse. Al poco tiempo puedo volver al ritmo que quería ( ¡o podía!) aunque más lento del de las primeras vueltas.
Dado que éramos solo diez competidores, enseguida nos dispersamos y el 90% de la carrera la hago solo. Lo que más me impresiona del entorno es el profundo silencio. No hay aves que graznen, el viento no choca contra ningún obstáculo por lo que no hay ruido, sólo el “crunch crunch” de mis pisadas. El terreno por donde corremos es una inmensa planicie rodeada de montañas profundamente nevadas que parecen estar cerca, pero nos separan unos cuantos kilómetros.
El circuito es una especie de triángulo en donde en una de las puntas está el PC de la base, con voluntarios que colaboran y enfrente el otro, el de supervivencia. Uno de los tramos, el más largo, de 5K termina en un paisaje sin montañas, por lo que cada vez que paso por allí veo la inmensidad misma e imagino los exploradores que partían hacia el Polo Sur sin más compañía que sus trineos con carpa y víveres.
¿Qué pienso mientras corro? Una ultra hay que acortarla en tramos, es demasiado larga para pensarla “de un tirón”. Divido el circuito en tramos: de la largada al “arbolito de navidad” (una referencia en una curva), desde allí hasta el PC de supervivencia, de allí a la curva, luego la pequeña pendiente, la curva del aeropuerto, la otra curva y el arco de llegada. Eso, por 10 veces. El que más cuesta es un tramo de 3K en donde se divisa la carpa de supervivencia, pero al avanzar, ésta parece alejarse.
A partir de la sexta vuelta comienzo a sentir molestias en la pierna izquierda, en el cuádriceps y tobillo. Va y viene el dolor, pero es tolerable. Siento también la incipiente señal de una ampolla en el pie izquierdo y pienso en parar a curarme (y enfriarme) o seguir avanzando e ir controlándola. Me la juego y no paro. En un ultra siempre algo va a doler, entramos en una zona de “disconfort semi bancable”, en donde el cuerpo se queja y debemos tener control sobre la mente para que no sea cómplice y no agrande la situación. ¿Cómo no va a doler algo si estamos llevando el cuerpo al límite y tal vez un poco más allá? Ya habrá descanso, pensamos, pero ahora dame un poco más. No paremos. ¡Vamos! Hasta el arbolito de navidad y luego un poco más. Como el burro con la zanahoria, el corredor sabe que la meta se va a hacer desear, que va a parecer imposible, que nos vamos a poner todas las excusas ( en la cuarta vuelta lamentaba que no fuera una maratón!) . Sufritamos. Sufrimos y disfrutamos, al mismo tiempo.

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Si no nos preguntamos “Qué c… estamos haciendo acá”? quiere decir que estamos en la carrera equivocada. Conocerse es la clave, saber que el dolor va a pasar, que todo se termina. Lo malo y también lo bueno. Cabeza fría y corazón caliente.
Al cuerpo lo entrenamos de modo específico al correr. A la mente ¿cómo la entrenamos? Supongo que al lidiar con los pequeños o grandes problemas que nos toca enfrentar en la vida cotidiana, en las decisiones que tomamos, en sentir nuestra propia presencia. La mente se entrena también fuera de las pistas haciéndonos dueños de lo que nos pasa.
Tener control de la carrera es saber en todo momento en qué condiciones nos encontramos. Llevo la cuenta de las vueltas que voy dando y me quedan dos para el final. Cuando entro en la tienda a comer algo de pasta caliente uno de los fotógrafos me dice “Bien Cris, te queda una”. “No, le digo me quedan dos”. El insiste en que es una y le pregunta a otro, que también afirma lo mismo. Yo estoy seguro que tengo dos por delante y cuando le pregunto al control me lo confirma. Hubiera sido devastador creerme por unos momentos que solo faltaban 10k cuando en realidad faltaba el doble. Hay que estar concentrado y en control de la carrera, lo más posible para evitar los golpes psicológicos que pegan peor que la falta de sales y electrolitos en sangre.
El control además me dice que vengo cuarto y que detrás de mí, muy cerca, viene Joel, el americano. Eso me da un golpe de adrenalina para seguir empujando y poder completar una buena novena vuelta (buena a esa altura es a unos 10 minutos el k). Nunca camino, siempre meto un trotecito aunque sea muy tranqui.
Llego a la última vuelta, la del honor, con el americano a solo 20 minutos. Esa vuelta es tremenda, porque ya no tengo energías en las piernas, sigo adelante sólo con las ganas de terminarla y claro, en lo posible mantener el puesto! No me doy vuelta ni una vez para ver por dónde viene, pero me lo imagino cerca, para no aflojar. Ultimo esfuerzo! Faltando dos kilómetros me pongo a llorar, se me nubla la vista y entro como en un sueño. Lo estaba logrando. Faltan 500 metros, ya escucho los aplausos y los gritos de los que estaban esperando allí. No paro de sonreir, de respirar profundo, de sentir el sueño cumplido.
Luego de 17 horas y pico, cruzo la meta en la ultramaratón más fría del planeta sintiendo dentro de mí el cariño de todos los que apoyaron a la distancia, de los que pidieron, de los que tiraron la mejor onda. ¡Familia, amigos, compas de correrayuda, mil gracias!
Estas carreras no se corren solo.

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Promociones

PROMOCIONES ANDAR EXTREMO, PATAGONIA RUN

enero 30, 2017 — by Andar Extremo

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Obtené 20 % de descuento con la revista Andar Extremo

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Andar Extremo con su nueva sección de promociones te invita a correr con descuentos muy buenos. En el turno de desafiar las montañas del sur con la mágica carrera en Sam Martín de los Andes, PATAGONIA RUN MOUNTAIN HARDWEAR, a disputarse el 7 y el 8 de Abril de 2017. Este año tendrá 7 distancias: a la novedad de los 145 km, han modificado la antigua distancia de los 130 km, convirtiéndola en un nuevo recorrido de 125 km y han mantenido las otras distancias: 100 km, 70 km, 42 km, 21 km y 10 km. Obtené el 20 % de descuento mandándonos mensaje privado a nuestro facebook. Para saber más sobre esta carrera www.patagoniarun.com

Exploracion

DE USHUAIA A LA QUIACA CORRIENDO

enero 30, 2017 — by Andar Extremo

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Martín Rodríguez, Desafío Solidario, 5729 kilómetros en 276 Días. Nota en la revista Andar Extremo n° 43

Entrevista A Martín Rodríguez por Andar Extremo
Fotos Jorge Amaya

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Martín Rodríguez es de Tandil, luego de un pico de stress, decidió correr la Argentina de punta a punta. Un sueño, la solidaridad y las ganas de generar lo imposible lo llevaron a una experiencia que lo marcó de por vida. En una entrevista llena de sentimientos nos cuenta como un proyecto sin apoyo ni sponsor puede cambiar de un día para otro, siendo el motor del viaje, la gente.

Martín Rodríguez es profesor de Educación Física tiene 25 años y durante 9 meses recorrió desde Ushuaia hasta La Quiaca. Lo hizo empujando un carrito en donde llevaba su carpa, bolsa de dormir, ropa, comida y demás cosas. Corrió entre 25 y 30 km diarios dependiendo de las condiciones climáticas y geográficas.
Comenzó su travesía solidaria (los más de 5700 km recorridos fueron transformados en litros de leche y alimentos no perecederos recolectados por Red Solidaria Tandil para 12 instituciones de esta localidad) el 19 de octubre de 2015 y la terminó el 21 de Julio de 2016 en la Quiaca.

Cómo surgió la idea de hacer corriendo, Ushuaia-La Quiaca?
En agosto de 2014 tuve un pico de stress, caminé 10 km en seis horas de forma inconsciente. En ese momento tenía tres empleos, trabajaba 13 horas. Un día, en un hueco de una hora, fui a ducharme a la casa de mi hermana y me quedé dormido. Cuando me desperté estaba sentado en una piedra atrás de las Sierras de las Ánimas en Tandil, donde vivo… ese lugar estaba tan alto como inaccesible, así que comencé a gritar y me tuvieron que rescatar. Esa misma noche quedé internado en el hospital y tuve un extraño sueño: me veía corriendo en una ruta llegando a un paraje, y luego corría nuevamente. Una vez que salí de allí, estuve asistido con psicólogos y neurólogos, tuve un mes sin trabajar donde tenía que si o si bajar un cambio. Cuando quise entra en la misma rutina de siempre, me encontré con que en uno de los trabajos me habían despedido, en otro me mantuvieron y en el tercero me redujeron las horas. Allí empecé a tener tiempo libre, y ese sueño que había quedado dando vueltas en la cabeza me empujó a correr una carrera muy conocida acá que se llama “La Tandilia”. Cuando crucé la meta mi cabeza automáticamente me dijo: -ésto es lo que tenés que hacer!!! Primero le busque a la travesía el lado solidario: cada kilómetro un alimento, contactándome con Red Solidaria de Tandil, y a los pocos días estaba hablando con mi entrenador Diego Simón, para planificar el gran viaje.

Entonces el viaje fue por cansancio social o búsqueda personal?
Me recibí a los 21 años y a los 23 me pasó esta situación… trabajaba en un ámbito social con realidades muy crudas, niños insertos en familias con problemas económicos… eso me hacía muy mal, y en vez de ayudar me terminaba amargando con el agregado de que no tenía tiempo libre para descargar haciendo deporte. Creo que fui llenándome de eso hasta que la cabeza dijo basta.

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Por qué correr desde Ushuaia hasta la Quiaca?
Cuando empecé a planificar el viaje hasta ese momento nadie había hecho corriendo Argentina de punta a punta. Hacer de Ushuaia a La Quiaca me podía ayudar con la magnitud del proyecto a conseguir sponsor, a difundir con facilidad ya que no había antecedentes de algo así. En realidad pensé que iba a ser más grande de lo que fue en lo que respecta a logística, porque paralelamente surgió otro chico con el mismo proyecto y estuvo apoyado por varias empresas. Rodolfo Rossi es el nombre de este atleta que salió en todos lados.

Lo hizo antes que vos el viaje?
En realidad yo lo organicé antes y un mes después apareció Rodolfo con su idea pero comenzó el viaje en agosto de 2015 y yo lo empecé en Octubre. Desde enero estaba difundiéndolo para conseguir apoyo y se superpusieron los proyectos, pero él lo hizo mucho más rápido porque no iba con carro, tenía tres vehículos de apoyo… Rossi era el Barza y yo Deportivo Riestra… lo más loco es que nos cruzamos, él había hecho 5000 kilómetros con todo su equipo y yo solamente 700 kilómetros con el carrito. A pesar de que él venía muy asistido y yo sólo con el carro, fue muy lindo el encuentro. Rodolfo venía haciendo al revés, de La Quiaca a Ushuaia.

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Técnicamente, es lo mismo de norte a sur o de sur a norte?
Como lo hice yo es más difícil, porque arrancás desde cero metros y llegás a los 5000 msnm y también los vientos en la Patagonia siempre los tenés en contra. Al no tener tanto apoyo me motivó más hacerla de esta manera que era más osada, aunque al final me repetía: por qué no lo hiciste al revés.

Cuando estabas organizando todo, pensaste de entrada en empujar un carro o la autonomía del viaje te llevó a eso?
Conocía la leyenda del vasco de la carretilla, y hubo un pehuajense que hizo varios viajes así, el Cacique Uruzuna. La idea original era hacerlo con un vehículo de apoyo y correr libre de peso. Al no conseguirlo dije: cómo hago para llevar las cosas?. Probé con una mochila de Mar del Plata a Tandil fueron 172 kilómetros en cuatro días, una maratón diaria y terminé con las rodillas complicadas, eso fue dos meses antes de empezar la travesía. A raíz de eso empecé a pensar en el carrito: primero pensé en uno de bebé pero como iba a llevar peso, andar por ripio, cruzar ríos, necesitaba algo más resistente. Decidí descartar eso y hacerlo con un herrero. El carro sólo pesaba 40 kilos y con la comida la ropa, carpa, etc. llegó a pesar 70 kilos.

Planificaste el día a día o arrancaste viendo lo que pasaba?
Estaba todo sumamente planificado, yo sabía los kilómetros que podía realizar, de dónde hasta dónde iba a cubrir en el día, entonces me abastecía según las distancias que iba a hacer. Al principio corría de 20 a 25 kilómetros diarios, ya que del viaje de Mar del Plata a Tandil me había quedado una tendinitis rotuliana bilateral, así que no había podido ni probar el carro. Imagináte que dos semanas antes de empezar no podía correr más de 20 minutos porque me dolían las rodillas. En Ushuaia no tenía apoyo económico, ni logístico y además no podía correr. Pero lo increíble siempre es cuando uno pasa del dicho al hecho, cómo cambia la cabeza y la mirada de los demás simplemente por estar haciendo terrible travesía… era el super atleta que iba a correr todo el país pero paradójicamente el mismo que hacía una semana atrás en Tandil no era nada. De esos 20 kilómetros diarios al principio, cuando llegué a los 1000 kilómetros me curé: se me fue el dolor, estaba sumamente motivado y cuando quise acordarme ya estaba manteniendo unos 30 kilómetros diarios. Cuando llegué a Chubut, a Gobernador Costa, me senté a planificar desde allí al final. Eso fue 5 meses antes, empecé a calcular y me daba que llegaba el día del amigo a la Quiaca y hasta ese momento era muy significativo porque la gente en el trayecto me había cuidado mucho, había hecho muchísimos amigos. No había ningún récord por cumplir, era un cierre simbólico llegar el día del amigo a las 12 del mediodía. Me adelante y llegué doce menos cinco.

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Cómo fue el arranque?
Organizarlo fue muy frustrante porque eran todos “no” y de golpe en Ushuaia eran todos “Sí”. Por ejemplo en Ushuaia paré en la casa de un hombre que tenía su hija en Tandil y de allí surgió el contacto. El señor tenía una camioneta y como nevaba y la ruta estaba congelada, yo corría, me iba a buscar, y me llevaba a dormir a la ciudad y al otro día me dejaba en el punto hasta donde había llegado el día anterior. Entonces empecé a tener el apoyo logístico que no había conseguido antes. Mi sponsor fue la gente, lo entendí de esa manera a medida que fui avanzando. Todo Tierra del Fuego me apoyó, así que no usé el carrito. Esto me ayudo a no exigir las rodillas desde el comienzo. No conocía nada así que era todo deslumbrante: la adrenalina de correr, los paisajes, andar en el medio de la cordillera con la nieve… increíble. A partir de ahí se fue difundiendo y en Tierra del Fuego ya me empezaron a ayudar mucho. En Tolhuin la primera población luego de Ushuaia, llegué acompañado con cuatro autos… vivir eso a 3000 km de mi casa era algo alucinante. En Río Grande, llegué con 6 autos y una persona que me acompañaba corriendo. Eso que sucedió allí se contagió en todo el país, cuando arribaba a algún pueblo siempre había alguien para apoyarme que hacía de combustible para seguir corriendo.

Cuándo empezás a usar el carro?
Cuando salí de Tierra del Fuego, allí fueron 15 etapas y solamente lo usé dos. Desde allí a Santa Cruz tenía que pasar por Chile, puntualmente por Punta Arenas y ahí fue otro viaje porque tuve que empezar a correr solo. Hacían 10 grados bajo cero por ripio con el carro… los primeros trayectos fueron muy crudos. Estaba en otro país y si bien los chilenos me trataron muy bien, tenía en la cabeza que estaba en otro lado. El viento comenzó a soplar fuerte y en un momento me voló el colchón; estuve tres noches durmiendo sobre las piedras. Esos días me levantaba todo dolorido. Allí realmente entré en conciencia de lo que iba a ser el recorrido. Llegué a Santa Cruz acompañado de 17 personas, muchos autos, y empalmé la 40 en Río Gallegos… fue muy motivador pero complicado porque no tenía logística. Fueron 130 km que no hice de la 40, pero los reemplacé con los 207 kilómetros que hice de Chile.

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Cómo era la rutina del día a día?
Acampaba, luego me levantaba bien temprano miraba el amanecer, en La Patagonia lo hacía más temprano así evitaba los vientos en contra y podía. Desayunaba bien fuerte y tipo 9 o 10 empezaba a correr dependiendo del viento. En una ruta normal los 30 km me llevaban 6 horas. Cada una hora ingería alimentos y si tenía mucha hambre a las 3 horas hacía una buena comida. Iba mirando paisajes, sacando fotos, parando, elongando, descansando. No hacía los 30 km contínuos porque con el carro se ponía difícil. Alrededor de las 6 de la tarde si la ruta estaba buena y tenía el día hecho, merendaba, y sobre todo en Patagonia, aprovechaba para leer un libro o escribir algo porque el día duraba hasta las diez de la noche. En el norte la tierra era muy complicada así que corría de sol a sol, a veces completaba los 30 km, pero otras hacía 20 km en 10 horas… era duro, llegaba, comía y me acostaba. Cuando entraba a las ciudades dependiendo de quién me recibía, ya sea hospedaje o casa de familia, quería aprovechar para conocer la gente que se ofrecía llevarme a pasear. En las ciudades por lo general, terminaba más cansado pero era el momento para compartir y llenarme de energía.

Te alcanzaba la comida?

Comía un montón, tenía dos tipos de comidas: la sana que me hacía bien al físico que la hacía durante la ruta, y la que me hacía bien a la cabeza. Llegaba a un pueblo y comerme una milanesa napolitana con papas fritas era mi mejor trofeo. Imagináte, una vez en un pueblito éramos tres para comer, los otros dos comieron dos porciones de pizza cada uno y yo comí una pizza y media, de hecho nunca perdí kilos sino que gané músculo. La grasa se mantenía normal, y la masa muscular me aumentó por empujar tantos kilos.

Qué decía la gente cuando te recibía?

Primero me decían que estaba loco y después, que era muy emocionante… lo que se generó es uno de los ítems más importante que tuvo el desafío. Llegaba a un lugar y la gente que no conocía, se emocionaba cuando contaba la historia. Tuve entrevistas con periodistas que lagrimeaban en medio de la nota. Me crucé con un veterano de guerra y cuando le conté lo que estaba haciendo, se largó a llorar desconsoladamente, es fuerte que alguien que estuvo en situaciones tan difíciles se emocione con esto. La gente no me conocía y se relacionaba muy rápidamente, gracias a ellos llegué a cumplir el objetivo.

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A partir del viaje te cambió la visión de la vida?
Creo que es un Martín el que arrancó y otro el que llegó, gracias a la experiencia que viví. La rutina del día a día que tenía en Tandil no me dejaba ver un montón de cosas qué hoy sí veo. Con el tema por ejemplo del colchón, cuando se me voló algo tan simple empecé a valorar otras cosas. Capaz que estaba 9 días sin bañarme, algo tan normal en el día a día, entonces valorás una ducha como nunca. En las charlas que daba en las escuelas y les contaba que en nueve meses vi a mi papá una sola vez y a mi mamá no la vi…uno describe que los intereses son unos y no otros. Yo quiero llegar a viejo y llenarme de momentos, hoy no me interesa el auto ni el mejor teléfono. Quiero que los capitales estén cuando tenga una familia y sean necesarios para mis hijos, mientras tanto no quiero cinco autos, quiero momentos que son los que uno se va a llevar. La vida pasa por otro lado, por valorar lo simple… También es cierto que tampoco puedo vivir haciendo esto porque es puramente satisfactorio, no gané económicamente nada haciendo este viaje. Quiero estirarlo lo más que pueda para poder llegar a viejo lleno de esos momentos.

Cuándo fue el click en el que empezaste a ver orgulloso ese “Martín imparable”?
Fue cuando llegué a al Perito Moreno, la última localidad Santa Cruz. Esta provincia me llevó dos meses correrla. Era un tirón de 350 kilómetros, unos doce días de los cuáles los últimos 100 km los hice con una rueda rota…imagináte los 70 kilos desbalanceados en una zona de mesetas y cerro, con muchísimas subidas y bajadas. El tramo me puso esta prueba y cuando llegué al pueblo Perito Moreno dije: -después de esto, qué puede llegar a pasar? También al final tuve una tormenta de 12 horas en Jujuy, con ráfagas de viento de 130 a 140 km/h con -22 grados y nieve. En el campamento se me rompían las varillas y se me tajeaba la carpa. Fueron 12 horas en cuclillas teniendo la carpa para que no se vuele. Al otro día cuando salí pensé qué me puede llegar a molestar después de pasar por esto. A los dos días me agarró una tormenta de arena y después, ya ni me mosqueé. Estas experiencias límites me fortalecieron.

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Cómo hacías con la indumentaria?

Te cuento un ejemplo: usé 9 pares de zapatillas en todo el recorrido de las cuales 4 o 5 compré yo y las demás me las regalaron empresas o gente particular. Yo me fui con el dinero de un cuarto de la vida que llevé, en algunos lugares que me invitaron a dormir, a comer y también me ofrecieron indumentaria. Si hubiera sido por lo que tenía hubiera tardado más, o se habría puesto difícil. El sponsor fue la gente.

Cuándo te diste cuenta de que tenías la travesía hecha?
En Patagonia y Cuyo estuve muy acompañado y si bien fue duro, la gente estaba constantemente. En la Rioja, antes de subir la Cuesta de Miranda, había pasado la mitad perfecto (que era Mendoza) y pensé: -ya está, ya tengo el viaje. Inconscientemente comenzaron a aparecer los dolores, porque me empecé a relajar. Un día me resbalé y lastimé. Entonces hablando con Diego Simón me dijo:- vos estás pensando que llegaste y todavía no lo hiciste. Entonces nuevamente me concentré en el viaje. Nada de lo que hice los primeros 5000 km hasta San Carlos, Salta, sirvió hasta que empecé a correr en el ripio los últimos 700 km… fue un desafío aparte. Estos últimos 700 km fueron duros: correr en altura, empujar el carro en un ripio muy blando arenosos donde se encajaban las ruedas y se me resbalaban las zapatillas vencidas haciéndome golpear las rodillas, se me congelaban los dedos, a veces pisaba y me hundía en el hielo y cuando salía tenía un pedazo de hielo incrustado en el tobillo…. Esto realmente fue un desafío aparte. Llegaba al límite con el agua, me tiraba al suelo en el medio de la ruta porque no daba más, y no pasaba ni un auto…la verdad que el final fue muy duro y uno nunca debe dar nada por hecho hasta llegar a cumplir el objetivo, pero cada pasito que daba era un avance que me acercaba a mi casa.

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Cómo fue la relación con tu familia durante el viaje?
El viaje nos unió más, esperaba la llamada después de días y era un momento muy lindo. Mi papá, mi hermana, su hijo y mi cuñado fueron a mitad del viaje y después Rocío, mi novia, viajó tres o cuatro veces y se encargaba de la difusión contactándome con las municipalidades…. gracias a ella se me simplificaron las cosas. Mi mamá sufrió mucho, bajó como 9 kilos, mi papá estaba tranquilo. Yo también me encargaba de transmitirles seguridad para que se queden bien. No me olvido más, el día que subí el Abra del Acay, 4895 msnm, que eran 105 km de subida (la ruta nacional más alta del mundo), sabía que iba a ser duro y entonces compartí eso en las redes sociales. Antes llamé a mi mamá y le dije:- voy a publicar que va ser duro pero quedáte tranquila que es para que la gente sepa del lugar. Se lo aclaré, pero cuando lo hice y se lo conté, casi se muere, fue terrible.

Cómo fueron los últimos días?
Cuando subí el Abra del Acay tuve un problema en la rodilla, se me congelaron los ligamentos y se me cargaron muchos las piernas, me tuvieron que infiltrar dos veces en el día. En el hospital me decían que tenía dos opciones: -“te faltan unos 300 km, o seguís corriendo y te rompés y con 25 años no corrés nunca más, o mezclás trote con caminata”. Entonces me dije:- superé todo esto… camino y troto. Estaba a 150 km de La Quiaca y no me podía relajar. Fue muy difícil llegar, si bien estaba cerca me sentía lejos por los temores de las tormentas de la nieve. Recién una vez que pase en Jujuy la última localidad, Sucres, a unos 60 km de llegar, volvió la adrenalina y la tranquilidad. En ese momento, la gente que viajaba a recibirme se empezó a acercar y ya no estaba sólo para disfrutar el final.

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Cómo fue la llegada a la Quiaca?

La llegada a la Quiaca y a Tandil fue lo que más me imaginaba. En la Quiaca fueron muy emocionantes los últimos kilómetros, no paré de llorar…cuando pasé el cartel que decía “La Quiaca” fue increíble. Viajaron casi 30 personas de diferentes partes del país, la recibida fue increíble y la llegada a Tandil fue multitudinaria, me recibieron en la rotonda de la ciudad y corrimos 4 kilómetros hasta el centro de la Municipalidad… fue mucho más lindo de lo que soñé.

Te sentiste extraño al parar luego de hacer tanto ejercicio diario?
Al principio no, porque estaba cansado y me llevaban para todos lados, luego entré como en un duelo porque sentía que todos los días me alejaba de la mejor experiencia de mi vida, pero después el pensamiento fue que eso me iba a marcar para siempre. Cuando en el viaje no sabía dónde iba a dormir, extrañaba la paz de mi casa y ahora extraño la adrenalina de cuando estaba en el viaje. Por suerte ahora estoy haciendo el libro del desafío y me vienen todas esas vivencias a la cabeza. Fue una experiencia muy fuerte. Los primeros días tuve que seguir corriendo y recién a las seis semanas de llegar me acomodé un poco.

Qué proyecto tenés a futuro?

En enero de 2018, deseo hacer el Aconcagua corriendo, quiero entrenar fuerte para estar cerca del record de Karl Egloff con una marca de 11 horas 52 minutos, o cerca del de Killian Jonet de 12 horas 49 minutos… con 13 o 14 horas estoy mas que contento. Este verano voy a entrenar a Neuquén, Mendoza y, si puedo, San Juan para ganar experiencia.

Agradecimientos
A mi familia, a Diego Simón, Silvia, a red solidaria Tandil, a Rocío y a la gente que fue la hacedora de la travesía.

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RED SOLIDARIA
Los 5279 km recorridos fueron transformados en litros de leche y alimentos no perecederos recolectados mediante eventos que realizó Red Solidaria Tandil para 12 instituciones de esa localidad. Se entregó lo recolectado en instituciones representaban simbólicamente las provincias recorridas. Tierra del Fuego: La Casita de la Unión, Santa Cruz: Comedor Los Nietos, Chubut: Centro Maria Auxiliadora, Río Negro: Reinventar Tandil, Neuquén: Granja Los Pibes, Mendoza: Centro María de la Paz, San Juan: Taller Protegido, La Rioja: Comunidad Vecinal Barrio Las Tunitas, Catamarca: Asociación Redes Tandilenses, Tucumán: Mailen, Salta: Pajaritos de la Calle y Jujuy: Pachacamac.
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EL VASCO DE LA CARETILLA
Guillermo Isidoro Larregui Ugarte, conocido como El vasco de la carretilla también denominado “El Quijote de una sola rueda”, recorrió más de 22.300 km a pie empujando una carretilla de 130 kg.
Hizo cuatro travesías: La primera inició en 1935 cuando tenía 50 años, partiendo del paraje Cerro Bagual, a 120 km de Comandante Luis Piedrabuena (Santa Cruz), llegando a Buenos Aires 14 meses después. La segunda la comenzó en 1943, desde Coronel Pringles (Pcia. De Bs. As.) y la finalizó en La Paz (Bolivia). La tercera la realizó desde Villa María (Córdoba) hasta Santiago de Chile. Su cuarta y última caminata la efectuó desde Trenque Lauquen (Buenos Aires), hasta el Parque Nacional Iguazú, en Misiones.
La carretilla tenía la base de 70 cm x 110 cm y 30 cm de alto y dentro llevaba una carpa de 2,5 metros de largo por 2 de ancho; una cama plegadiza, colchón, colcha, herramientas, utensilios de cocina, calentador, cepillos, brocha, navaja y provisiones. La primera carretilla del vasco Larregui Ugarte quedó en el Museo de Luján.
Guillermo Isidoro Larregui Ugarte había nacido en Pamplona el 27 de noviembre de 1885. Murió el 9 de junio de 1964, cuando aún no había llegado a cumplir los 79 años, en Puerto Iguazú. Lo enterraron en el cementerio de esa ciudad y en ese momento, se había convertido en un personaje de leyenda.

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EL PATAMOVIL DEL CACIQUE URUZUNA
Adrián, “El Cacique” Uruzuna, entre 1996 y el año 2000 realizó una serie de viajes con un carro que lo apodó el patamóvil.
Actualmente Adrián tiene 53 años, es de Pehuajó y vive en Mar del Plata, es profesor de Educación Física, guardavidas y estuvo 4 años de su vida viajando con un carro: el “Patamóvil”. Realizó cerca de 15000 km, cruzó toda la Argentina desde La Quiaca a Ushuaia en solitario en dos etapas, recorrió todo Canadá también en solitario y recorrió Noruega y Bélgica.
El primer “patamóvil” tenía una estructura de aluminio con una caja plástica, dos ruedas de mountain bike a los costados y dos varas largas de 2,5 m. curvadas, sujetos a la persona por un doble arnés de cintura y pecho, diseñado por Pablo Pilota. Las varas continuaban 20 cm por delante con forma de cuernos para darle el tercer punto de tracción, ya que llevaba al carro de tiro. Ya en la segunda etapa Argentina, de Ushuaia a Mar del Plata, cambió la caja por baúles de camioneta tipo Waterprof, más resistentes y de mayor capacidad, por ende: más comida, equipos de acampe, herramientas y repuestos.
Cuando llegó a Mar del Plata construyó el segundo “patamóvil” más cómodo para correr y podía soltar los brazos ya que tenía tres ruedas, a diferencia del anterior. Era de hierro estructural y tenía un peso sin carga de 28 kg., y con carga de 100 kg.
Calculaba en la media de sus viajes una distancia entre 40 y 45 km por día, haciendo unos 1000 km por mes, contando unos 20 días de trote y el resto de descanso. Viajando con el “patamóvil”, el día que más kilómetros recorrió fueron 72 pero dentro de las 24 horas fueron 81 km.

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mapa

Carreras de aventura

COLUMBIA XTREME RACE 2016

enero 26, 2017 — by Andar Extremo

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El domingo 27 de noviembre de 2016 se corrió la 3ra. Edición de la Columbia Xtreme Race, carrera de trail run por la Sierras de Córdoba que se ha convertido en una de las más atractivas del país por su nivel de convocatoria, tecnicidad y dificultad.
Fueron mas de 2400 atletas los que llegaron al límite de lo extremo, por paisajes serranos imponentes, con una propuesta de tres distancias: 15km, 30km y 60km.
Toda la actividad del evento -acreditaciones, largada, llegada y post race se concentró en el predio de 16has del Hotel y Spa Tres Pircas de Huerta Grande. El día comenzó con la largada nocturna de los 60km a las 5:00hs, en tanto que a las 07:00hs. fue el turno de los corredores de 15km y, veinte minutos después, la largada de los 30km. Los circuitos trazados, recorrieron los paisajes serranos de Punilla, atravesando lugares icónicos del valle, tales como el Dique San Juan, Estancia Alto San Pedro, La Granja Sierra Madre, Quebrada de las Víboras, entre otras bellezas naturales.

Predio Tres Pircas Columbia Xtreme Race

La competencia contó con corredores del más alto nivel internacional y nacional: el 6 veces campeón del mundo en carreas de montaña Marco de Gasperi (ganador de los 30k), integrando la delegación italiana junto a Patrick Nicolini y Bruno Bedogne; de Brasil estuvieron presentes Rafael Sodre y Sophya Silene Santos(ganadora de los 30k); también dijeron presente los argentinos Daniel Simbron (ganador de los 60k), Roxana Del Cid (ganadora de los 15k), entre otros prestigiosos corredores. Cientos de personas disfrutaron de una verdadera fiesta del trail run, con una banda de folclore y otra de musica afrocolombiana en distintos tramos del circuito, a manera de aliento ante un circuito
muy exigente. Luego de la carrera, el post race -único en el país- se desarrolló en el espectacular predio del Hotel y Spa Tres Pircas, donde había una expo de distintos stands, food trucks, y una piscina llena de corredores que extenuados buscaron relajarse luego de cumplido el desafío.

Marco de Gasperi 2

Relato de Eddie Basabe

Viaje a Córdoba en busca de pasar un fin de semana en las sierras con la propuesta de X trail América para esta nueva edición que incorporaba un ultra de 60km y una multitud de corredores para sus clásica distancia media.
Este año el clima fue excelente nos recibió en Huerta Grande con sol y una temperatura amena. Tres Pircas se vistió nuevamente de fiesta.
Como de costumbre X trail nos recibió con un predio y una puesta de largada y llegada excelente y cálida.
El Domingo a las mañana con el sol asomando y algo fresco estábamos todos dispuestos para emprender nuestro desafío personal pero todos con el objetivo de cruzar la meta.
Los primeros km se hacen familiares ya que es la 3 vez que transito los senderos y el trazado diseñado por Jose Cellenza, quien por conversaciones anteriores a la carrera y de conocernos por correr en otras , siempre es garantía de proponer diversidad de dificultades y lugares sensacionales para transitar ya que es corredor mas entre nosotros. Luego de unos km de ir acomodando el ritmo y el cuerpo al movimiento nos vamos adentrando para empezar a transitar senderos que nos van dejando en la primera trepada. Que puedo decir de esta parte mas que exige mucho y la estrategia fue ir guardando para la segunda ya que en menor distancia se subía la misma cantidad de metros positivos.
Se formo un grupo interesante que íbamos intercambiando las posiciones seguido donde cada uno se sentía mas cómodo entre nosotros estaba la Primera mujer que tenia un ritmo impresionante.

Marco de Gasperi

Una vez que llegamos al punto mas alto, la tentaciones de mirar hacia nuestros costados era constante, los paisajes eran hermosos, tonalidades de verdes y mezclas de amarillos que nos daban cuadros para disfrutar.
Y se vino lo que para muchos es parte divertida, y para otros momento de tener cuidado y tratar de no perder uñas en el intento al final de la carrera, el primer descenso y este era muy técnico dado que tenia mucha piedra suelta.
Nada mejor pensado que al terminar dicho descenso tengamos un puesto de abastecimiento para recuperar liquido y energías.
Hago un paréntesis aquí, la buena atención y predisposición del personal encargado de los puestos fue impecable. Siempre una sonrisa y atentos a los detalles. Escuchar folclore en estos momentos fue una sorpresa agradable y diferente.
Retomando las acciones, empezamos a recorrer la la conexión a la ultima trepada y es acá donde empece a empujar y a subir el ritmo de ascenso, había piernas y se tenia que usar esa energía y así fue que rápidamente llegue al punto mas alto para una vez mas disfrutar de un lugar increíble y empezar un descenso que a mi particularmente me gusta mucho y es muy llevadero y nos permite correr mas que en los anteriores y soltarse que es la parte divertida.
Después de decender unos cuantos kilómetros y empezar a recorrer los últimos km cruzamos el ultimo de los puestos de abastecimiento, solo quedaba cruzar el arco y culminar una nueva y excelente carrera que en las sierras de Córdoba.
Luego de mucho tiempo sin estar en una competencia en montaña, creo que mi elección de Xtrail para hacerlo fue la correcta, los detalles estuvieron contemplados y no falto absolutamente nada y nada estaba librado al azar.
El circuito estuvo correctamente señalizado, los puestos estuvieron a ala altura de la exigencia del calor y el personal siempre dispuesto a resolver los inconvenientes de todos los corredores.
Una vez mas Andar extremo te recomienda Columbia Xtrail América.
Agradecemos a Pablo Ureta por la atención y a todo su staff, Daniel Simbron y a su Running Team por su amabilidad durante el viaje.

60km Damas
1. Sonia Procopio 2. Verónica Wittke 3. Mariel El Jaber

60km Caballeros
1. Daniel Simbron 2. Franco Oro 3. Jorge Lolo Burgos

30km Damas
1. Cilene Sophya Santos 2. Pamela Viviana Bocchio 3. Analía Pascuto

30km Caballeros
1. Marco De Gasperi 2. Juan Esteban Las Peñas 3. Patrik Nicolini

15km Damas
1. Estefanía Payero 2. Roxana Del Cid 3. María Belén Sánchez Ruiz

15km Caballeros

1. José María Ergo 2. Claudio Andrés Beltramo 3. Nicolás Mellert Moyano

Buceo

Récord de buceo en apnea, Jeanine Grasmeijer

enero 25, 2017 — by Andar Extremo

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Jeanine Grasmeijer fue la reina de las inmersiones en Bonaire el 6 de septiembre en el Mundial Deepsea Challenge 2016. En sólo tres minutos y 46 segundos, la holandesa de 23 años batió el récord en inmersión libre llegando a los 92 metros. Nota en Andar Extremo n° 43.

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por Andar Extremo, fuente Southern
fotos Lorenzo Mittiga, Denys Rilov y Gaby Coste

Jeanine de tan sólo 23 años, logró batir el récord de apnea en modalidad de inmersión libre que era ostentado por la plusmarquista rusa Natalia Molchanova, sumergiéndose hasta los 92 metros de profundidad en el agua de la isla caribeña de Bonaire.
Este evento ha tenido un componente muy fuerte ya que la poseedora del último record falleció en agosto de 2015 en aguas de Formentera durante inmersiones recreativas con amigos, causando una gran conmoción en toda la familia de la apnea mundial.
Grasmeijer muy emocionada por su logro, declaró que le hubiese gustado poder llegar a su triunfo con la presencia de Natalia Molchanova. El récord de la holandesa se realizó en condiciones óptimas con una visibilidad de 35 metros y con la temperatura del agua entre 27 y 30 grados.

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Por otro lado, el venezolano Carlos Coste y la rusa Marina Kazankova superaron récords mundiales el pasado 9 de septiembre durante el Bonaire Deepsea Challenge. Coste batió su propia marca llevándola a 177metros. Kazankova, por su parte, superó la marca previa femenina de la japonesa Ai Futaki de 100m (México, 2011) alcanzando 154 metros en 3 minutos exactos.
La nadadora rusa, llamó la atención de los niños y el público en general, usando un traje de sirena brillante y una monoaleta. Carlos, con movimientos suaves y rítmicos, mantuvo a la audiencia en suspenso. Sorpresivamente, muchos de los espectadores se lanzaron al agua y desde el fondo hacían ruidos y aupaban a los deportistas para que llegaran a la meta. Al finalizar los performances, todos se unieron a la celebración subacuática.

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Los registros están pendientes para validación de las evidencias por parte de Guinness en Londres.
Deepsea Challenge, en su segunda edición, ha sido un éxito en muchos niveles. Los ocho días de competición en el Caribe Neerlandés, lograron reunir una élite de 15 atletas de 10 países para empujar sus límites y romper registros mundiales, continentales y nacionales en 4 disciplinas: peso constante, inmersión libre, peso constante sin aletas y estática.
Otra importante actuación fue la de la brasilera Carol Schrappe, quién realizo -95m alcanzando un nuevo récord Sudamericano en peso variable en una exhibición de apertura del evento, el 2 de septiembre. En esta modalidad el competidor, desciende con un trineo cargado de peso, lo deja en el fondo, y asciende por sus propios medios.

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Los ganadores de la competencia, siendo los atletas más completos en la sumatoria de 4 disciplinas fueron: en la categoría femenina la estadounidense Ashley Chapman quien además logró dos récords nacionales en peso constante e inmersión libre con -84 metros de profundidad en las dos disciplinas. En la categoría masculina ganó el español Alfredo Roen, quien también hizo marca nacional en peso constante con -102 metros de profundidad. La francesa Aurore Asso realizó una anotación de 54m en peso contante sin aletas, rompiendo el puntaje nacional de su país. El novato Alex Alvarado, debutó en esta competencia como el primer puertorriqueño en participar en apnea, resultando ganador masculino en la modalidad de estática con 5 min 29 seg.
Bonaire Deepsea Challenge 2016 en su totalidad, fue filmado en 360 grados por los cinematógrafos Dave Faires y Tom Boyd, y el material será presentado en un show en la ciudad de Las Vegas.

cuadro

Tecnología

PROBAMOS LA SALOMON SPEED CROSS 4 PARA AERO RUNNERS

enero 25, 2017 — by Andar Extremo4

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Prueba de Campo realizada en diferentes suelos con distintas condiciones climáticas. Una producción de Andar Extremo para Aero Runners.

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Un diseño compacto, con mayor estabilidad que su antecesora. La primera sensación al calzarse la Speed Cross 4, es de robusteza esto lo genera peso y desnivel de la zapatilla original (drop de 10 mm), sentimos el pie protegido, alguno pensará que es demasiado rígido la capellada pero al empezar a correrlas enseguida se acomodan y se sienten bien en es especial en modalidad de trail running, por lo que hemos proado se adapta mejor a terreno irregulares, con barro o húmedos, senderos de tierra con vegetación y superficies con pasto.
Cuanto más velocidad uno toma más se agarran en los trayectos rápidos y agresivos, con un nuevo diseño en cordones que ofrece una sujeción efectiva y rápida, ajustables en un solo tirón, elaborados de kevlar, esto lo hace muy suaves al tacto. Las zapatillas cuentan además con un bolsillo interno para almacenar los cordones.
Salomón desarrolló para este modelo una goma diferente para su suela, si bien sigue siendo un calzado con poco agarre en zonas de piedra, calle de ripio o para deslizarse sobre rocas, ofrece un mayor rendimiento en asfalto y en superficies complicadas (barriales, senderos con mucha maleza, senderos de tierra, arena, etc…)

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En lo que respecta a la amortiguación hay que sacarse el sombrero, estables, cómodas y una sensación suave a los golpes. Una gran diferencia en agarre a diferencia de la edición anterior, los tacos prominentes de las zapatillas se extienden hasta los laterales de esta y permiten que tengan más tracción y estabilidad.
Esa sensación de comodidad y robusteza que mencionamos al principio de la notase debe al sistema Sensifit que se basa en unas fibras compuestas de tela que se encuentran en el upper de las zapatillas y que envuelven el pie con un sistema de encaje para que este tenga una sensación cómoda, proporcionando un ajuste estable y preciso, que se puede notar desde el primer momento.

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En condiciones de uso con precipitaciones notamos que en tierra, pasto y barro tienen un agarre espectacular tanto en el apoyo de metatarso como en el despegue de talón, en asfalto con mucha lluvia el avance con el metatarso se torna al principio inestable pero al apoyar el talón la zapatilla se agarra y se estabiliza. En las piedras la suela se torna un poco inestable ya que no se nota un agarre total.
Para cerrar y agregar un plus estas zapatillas cuentan con la tecnología Ortholite en su plantilla que garantiza protección contra la sudoración y mal olor que se podrían producir en el calzado por la humedad.
La Speed Cross 4 una buena zapatilla para competir y para entrenar, para carreras hasta 40 km es un calzado que puede resistir a la perfección.

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AERO RUNNER, Córdoba 1360
Aerosport es una Empresa que esta por cumplir 22 años en el Mercado tratando de transmitir la calidad de vida que significa la actividad deportiva, principalmente “El Correr” comenzamos importando bicicletas fijas, equipos, cintas de correr que sirven hoy a muchos atletas para entrenamientos de cuestas y/o cuando no se puede salir a la calle, teniendo los cuidados de que no todas las cintas son iguales, destacandose en su uso el gran atleta Gustavo Comba uno, si no el mas ganador de carreras de calle (en un año corrió 60 y gano 55).
Hoy AeroRunners es un local especializado en artículos para corredores, sean de calle, trial, montaña o triatlon, distribuidores de marcas reconocidas mundialmente; Asics, Salomon, New Balance, Saucony, Mizuno principalmente en calzados, en accesorios cuenta con Polar, Timex y Garmin, en Geles poseen todas las marcas nacionales e importadas, principalmente Gu y Power, también otros elementos como son las mochilas, nacionales, sobresaliendo Camelbak y Salomon en las importadas, en tema natación ya ingreso toda la línea completa de Speedo sumandose a las ya existentes.
AeroRunners esta integrado desde su “lider” Juan Seliman que ha participado en Maratones y Triatlones compitiendo en Mundial, Panamericano y circuitos en Argentina y el exterior, así como quienes también atienden son hoy habituales participantes de carreras urbanas y de montaña, es decir tienen todo lo necesario para saber recomendar el calzado adecuado a cada uno que quieren correr, teniendo en cuenta su peso corporal, su entrenamiento, sus competencia, etc., y fundamentalmente su manera de pisar para lo cual se hacen “Test de pisadas” en cintas de correr donde se filma y analizan su desplazamientos, para saber si es pronador, neutro o supinador, esto no tiene costo adicional y permite llevar el calzado adecuado.
AeroRunners continua incorporando productos que puedan ayudar a correr mejor y con la máxima comodidad, para lo cual el 2017 presenta a como el local más completo en su estilo.

Aero Salomon XT Taurus – $1899
Salomon Speedcross 3 – $2399
New Balance Leadville 3 – $2700
Salomon S-Lab Sense 5 – $3389
New Balance MT350GG2 – $1299
Mizuno Hayate – $2056

PROMO: Con la compra de un calzado; mencionando a Andar Extremo, te regalamos un par de medias técnicas.

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Exploracion

720 KM EN STAND UP PADDLE POR EL ÁRTICO

enero 24, 2017 — by Andar Extremo

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Antonio de La Rosa, de Madrid, es un aventurero conocido por sus innumerables proezas. Realizó 720 km por el Círculo Polar Ártico en Groenlandia, en una tabla SUP inflable, comenzando la travesía el 3 de julio en Ilulissat y finalizándola el 29 de julio en Upernavik. Aquí, una nota de su autoría y una entrevista exclusiva de Andar Extremo en la revista n° 43.

Mi experiencia deportiva junto con mi espíritu inquieto me han llevado en los últimos 7 años a realizar diferentes retos personales, como atravesar en kayak o canoa y en bicicleta las Islas Canarias o las Baleares, cruzar el Lago Baikal en Siberia con esquís, atravesar el Atlántico a remo en 64 días o realizar la Iditarod de Alaska, más de 1600 kilómetros con esquís y condiciones invernales desde Anchorage a Nome.
Hablando con mi buen amigo Javi Gálvez sobre la posibilidad de recorrer la parte Norte de la costa Oeste de esta gigantesca Isla con una longitud de casi 4000 kilómetros, e investigando un poco, vi que había 3-4 personas que habían realizado alguna ruta similar en Kayak, pero nada de SUP por encima del paralelo 70, tan sólo una breve navegación de 1 semana en el paralelo 68 del conocido Bart de Zwart, de la que apenas encontré información ya que realizó muy pocos kilómetros por el viento.
Sobre el mapa, donde uno siempre cree que es sencillo diseñar rutas imposibles, me propuse inicialmente salir de Illulissat y tras llegar a Thule (el pueblo habitado de Groenlandia más cercano al Polo Norte), remar otros 800 kilómetros por la Bahía Baffin que separa a ésta de Canadá y llegar a Alert, asentamiento militar canadiense situado a menos de 500 km del Polo Norte, por este motivo el lugar más poblado cercano al 90 N.

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Después de hablar y analizar con grandes especialistas y exploradores como el conocido Ramón Larramendi o Javi Gálvez de Artic Yeti, me dijeron que les parecía demasiado ambicioso hacerlo en un solo verano y decidí que mejor llegaba hasta Thule, aunque pensando siempre hacer esos 800 kilómetros al Norte…
Salí del Aeropuerto de Alicante con 7 bultos oversize y 160 kilos de peso acompañado por mi amigo y fotógrafo Luis Martínez, el 22 de junio hacia Islandia donde hice escala durante 2 días. En la Isla me esperaban mis amigos de Artic Yeti, los cuales me ayudaron con la logística del viaje. Todos disfrutamos de dos días muy intensos y divertidos en los que pude tener mis primeras sensaciones en agua helada con la tabla SPS, diseñada exclusivamente 100% por esta marca española para la expedición. Un prototipo muy complejo y difícil de fabricar, ya que su longitud es de 6 metros y su sistema de timón trasero es algo único y completamente novedoso.
El lugar elegido fue el glaciar Jökulsárlón, el más impresionante de Islandia y que merecía la pena conocer. También aquí pude probar mis trajes secos de SUP Skin. Los días antes del inicio de mi reto, ya en Ilulissat (Groenlandia), los destiné a ultimar preparativos: algunos ajustes en la tabla, organizar todo el material que necesitaba para la travesía, preparar comida energética de Victory Endurance, alimentación liofilizada, los trajes secos, el pastor eléctrico para evitar el ataque de los osos polares, comprar un rifle para lo mismo, la tienda de campaña y saco Trangoworld, y resto el material necesario. Aproveché también para hacer otras compras de última hora.
El jueves 30 de junio pronosticaban vientos favorables y decidí que sería el día del inicio del reto. Me sentía muy bien física y psicológicamente para enfrentarme a este desafío Polar. Iba a tener que estar en alerta constante. Es la expedición más peligrosa y arriesgada de todas las que me he enfrentado.

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Llevaba mucho peso sobre la tabla, más del que hubiera querido, 110 kilos que costaba mucho desplazar y ocupaban un volumen importante y cualquier mal movimiento me podía hacer caer de ella a aguas a 4ºC. También existían osos polares, orcas, narvales o abruptas costas rocosas que te podían pinchar la tabla. En cuanto me alejé de Ilulissat fui testigo del rápido deshielo de los glaciares. Me encontraba muchos bloques o Iceberg de diversos tamaños flotando en el agua… una odisea navegar en esas circunstancias. Se me ponían los pelos de punta con el estruendo que se oía al romperse los bloques, aunque me iba acostumbrando, era como un trueno de tormenta muy cercano. Suerte que no estaba nunca debajo, jejeje… Fuera de broma, debíamos tomarnos en serio ese tema.
Fui aprendiendo muchas cosas a medida que pasaban los días, dado que me encontraba con problemas con los que no contaba. Las paradas a descansar y dormir las intentaba hacer en la costa, pero no contaba con que para ello necesitaba descargar todo el material de la tabla, y ésta dejarla fondeando o sacarla, teniendo en cuenta que antes tenía que comprobar la marea para evitar rotura en la tabla. Perdía en el proceso de 2 a 3 horas… un suplicio. Para que os hagáis una idea, uno de los días me desperté en mitad de la noche y, al salir de la tienda me encontré con que la marea había subido de carácter excepcional y el material estaba flotando en el agua. Tuve que ponerme el traje seco y recoger todo durante una hora, perdiendo algo de comida. Este reto se ha caracterizado por las condiciones meteorológicas anormales. Estuve preparando todo muchos meses antes, preguntando a unos y otros, estudiando el entorno y nada se ha correspondido con lo que me he encontrado. Todos los habitantes me comentaban que estaba siendo un verano inusual, pero lo preocupante también era que los inviernos también estaban siendo más suaves. Los Inuit utilizaban la gran cantidad de perros que había en cada aldea para desplazarse sobre el hielo en invierno, pero llevaban ya 10 años apenas atreviéndose a realizar travesías con los trineos.

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Después de 10 días de navegación llegué a Niagornat, un sitio de unas 20 casas, donde pude convivir con sus habitantes y comparar su forma de vida con la de los Inuit de Alaska (Groenlandia pertenece a Dinamarca). En Groenlandia no tienen internet o TV parabólica en las casa, están peor comunicados con el exterior, sólo existe un internet comunitario con muy mala señal. No tiene vehículos a motor, salvo un par de lanchas de pescadores y hay muchos perros para la tracción de trineos, y lo más sorprendente: no hay agua corriente en las casas, en Alaska sí. Estuve un par de días parado por el mal tiempo, en los que pude iniciar a los primeros Superos groenlandeses. No se les dio nada mal, ellos podían caerse al agua helada y sobrevivir, llegando a aguantar hasta un 1 minuto en el agua…a mí me pareció impresionante. Yo sin mi traje seco no era nadie.
Conseguí salir del pueblo pero a los pocos días, la constante inestabilidad meteorológica con fuertes vientos y lluvias me obligaron a permanecer otros dos días en una playa con nieve. En estas condiciones fue imposible salir a remar. Tras amainar el temporal pude conseguir bordear la isla donde me encontraba por su orilla derecha, que era más largo pero más seguro. Tenía especial cuidado con estos detalles. En el margen derecho discurría con una costa paralela. En caso de vientos nunca acabaría a la deriva en medio del mar…eso hubiera sido mi perdición.

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Durante semanas no me crucé con nadie. Esperaba llegar en varios días al siguiente pueblo, pero el tiempo me volvió a jugar una mala pasada. Las predicciones que me enviaba mi hermana por el teléfono satelital cambiaban a las pocas horas. Estaba remando con el mar como un plato y de repente, empezaba un fuerte viento en contra o un oleaje insufrible y tenía que buscar la seguridad de las costas. Las cosas se complicaban casi a diario. Un día saliendo de la costa una ola fortuita me dio un revolcón contra las rocas que me costó un buen susto y varios golpes en una pierna que por suerte no me dieron más problemas que el dolor. Conseguí continuar con un viento leve que se complicó al paso del Cabo Sigguk. Un pescador en una aldea me había avisado que esta punta era muy peligrosa y se había cobrado alguna vida. Son unos acantilados altísimos directos al mar que, mirándolos de lejos, hacían que me pasaran mil peligros por la cabeza: que me tirara una ola, que el viento me llevara a las rocas o que me cayera un desprendimiento de cornisa de hielo sobre la cabeza. Llevaba unos estabilizadores para la tabla, uno lo había perdido, pero ideé otro con un bastón de trekking y el Restube de mis amigos de Poipoi (un sistema de flotación personal). De esta forma conseguí pasar esa zona.
En los días siguientes, antes de llegar a Upernavik (el asentamiento humano más grande en 700 kilómetros a la redonda con casi 1000 habitantes), a los viento en contra se sumaron corrientes y una niebla espesa. Nuevas paradas. Así era imposible seguir. Al llegar a este pueblo me dijeron que estaba siendo un verano muy extraño, como si estuviera a punto de entrar el invierno. En ese momento fue cuando vi difícil llegar a Thule. Llevaba mucho retraso, el invierno iba a llegar en breve y así se haría imposible continuar con mis intenciones iniciales de pasar por Thule y desde allí llegar hasta Alert en Canadá, el pueblo más cercano al Polo Norte.
Aunque parecía que estaba muy loco, siempre evaluaba los riesgos. El único aeropuerto antes de Thule estaba a 800 kilómetros más al Norte, por lo que decidí tras mucha reflexión que este reto por el momento pararía aquí, después de remar 730,7 kilómetros en 26 días, 14 horas, 27 minutos y 30 segundos. No era un final, era un continuará, que pretendo completar en los próximos años.

Entrevista

Antonio como ya lo hemos visto, venís hace años innovando en diferentes deportes incluso has hecho de Madrid a Lisboa en SUP. Mucha gente está experimentando con este deporte. qué te atrapó a vos del Stand Up Paddle?
Es un deporte muy nuevo, siempre me gusto innovar y eso me ha permitido desde el primer momento remar a buen nivel nacional. Sin duda es el deporte más completo de los que he practicado, similar al esquí de fondo donde trabaja prácticamente todo el cuerpo: espalda, brazos y piernas. Además no es nada lesivo y te obliga a ejercitar con alta intensidad para llevar un buen ritmo de paleo. Se lo recomiendo a todo el mundo, tanto para entrenar como para mejorar el balance y core.

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Qué tuviste en cuenta para remar en el Círculo Polar Ártico?
Sobre todo la seguridad. Llevé muchísimo equipaje, tal vez de más, desde un sistema de cerco eléctrico para evitar el ataque de osos polares cuando estaba en la tienda de campaña durmiendo, hasta dos pequeñas embarcaciones inflables por si acaso se rompía la mía. También valoré las condiciones meteorológicas, índice fundamental para poder cumplir con éxito cualquier expedición en lugares remotos.

Cómo preparaste la tabla para llevar tanto peso?
Diseñé un prototipo de tabla de SUP con la marca SPS española, más grande de lo normal, buscando una buena estabilidad y longitud pero que a la vez fuera rápida. En la parte superior le pusimos varias anillas para atar todo el material, llevaba 4 grandes bultos con un peso total de 110 kilos. La tabla tenía un peso de 20 kilos.

Por la postura es imposible remar muchos kilómetros diariamente?
La postura para hacer kilómetros no es un handicap, al contrario, es más cómodo remar en una tabla de SUP que en un kayak. Un día llegué a hacer hasta 50 kilómetros en unas 10 horas. He llegado a remar con una tabla normal en España hasta 100 kilómetros en 24 horas.

Con qué temperatura remabas?
La temperatura exterior rondaba entre los 5 y los 12 grados, la verdad, muy buena para remar, el problema era que el agua estaba a unos 4 grados centígrados con lo que siempre tenía que remar con un traje seco para evitar la hipotermia si me caía. El gran tema fueron los vientos cambiantes que me obligaron a permanecer en la costa algunos días e incluso a arriesgar más de la cuenta.
Qué animales pudiste observar?
La verdad es que vi menos animales de los que pensé, muchos pájaros de todo tipo, algunas ballenas y focas pero poco más.

Comías lo que habías llevado o pudiste pescar en algún momento?
Pude pescar en alguna ocasión bacalao, aunque es difícil cerca de la orilla en estas latitudes. Lo que sí comí en algunas ocasiones fueron exquisitos mejillones que había por todos los sitios donde paraba. El resto de alimentación fueron liofilizados, barritas y geles energéticos de Victory Endurance.

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Cómo reaccionaba la gente cuando te veía?
Muy sorprendidos, nadie había navegado en estas latitudes con una tabla de SUP, los Inuits inventaron la navegación en kayak pero les sorprendía que se pueda remar de pie sobre una embarcación, era todo un espectáculo cuando llegaba a algún pueblo. Algún Inuit quiso probar la tabla, no se les daba nada mal la verdad.

Qué complicaciones tuviste que no te permitieron cumplir el objetivo?
El clima, porque estuvo mucho más cambiante de lo que a priori decían las previsiones. Ha sido el peor año, y eso me obligó a retrasarme más de la cuenta. Al final me vi en Upernavik, con más de 700 kilómetros realizados y con otros tantos hasta el siguiente punto de posible evacuación con la duda de si podría llegar a Thule antes de que entrara el invierno. Al final hemos visto que tomé una buena decisión ya que las primeras nevadas en el norte y el cambio de tiempo grande fue a finales de agosto.

Qué nuevo reto estás preparando?

Quiero realizar el próximo febrero una expedición a Laponia de 900 kilómetros con esquís, trineo y en completa autonomía. En verano voy a intentar ser la primera persona en circunnavegar la Península Ibérica con una tabla de Paddle Surf, son más de 3400 kilómetros que pretendo realizar en 3-4 meses, de mayo a septiembre.

Agradecimientos
Quiero agradecer a todas las marcas que me están apoyando, en especial a la Comunidad de Madrid, de la que soy Embajador de Turismo activo y de Naturaleza, a Meridianoraid, Trangoworld, SPS, Victory Endurance, Sierra Norte Madrid, Macario, Shimano, Stevens, Rocroi y Erzia. Familia y amigos, siempre están ahí!!!!!! Graciassssssss!!!!!

mapa

www.antoniodelarosa.net

Carreras de aventura

CRUCE TANDILIA 2017

enero 23, 2017 — by Andar Extremo

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El 7 y 8 de enero se llevó a cabo el Osde Cruce Tandilia en su séptima edición, cerca de 1900 competidores desafiaron las distancias de 60km, 42km, 21km, en dos días, y 10km y Tandilia Vertical en un solo día, el domingo 8 y el viernes 6 respectivamente. Esta tradicional competencia de trail run tuvo en un marco de mucho calor la primer jornada y una día nublado pero agradable al cierre. En la nota el relato de Lali Moratorio Bidegain

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Amigos de la revista y de la vida, Charly Centineo y Marcelo Palahi demostraron en esta edición que el Cruce Tandilia sigue creciendo, año a año van fortaleciendo el equipo para brindarles a los corredores una carrera más que completa. Este año hicieron mucho hincapié en la cobertura de seguridad y sanitaria. Se cubrió la carrera con 5 ambulancias, tres cuatriciclos más los puestos de cruz roja en las sierras con 5 desfibriladores.
Sumado a las distancias conocidas agregaron la “Tandilia Vertical” una competencia en subida, rápida en donde los corredores el día viernes a la tarde tenían que recorrer 500 metros con un desnivel de 50 metros subiendo 314 escalones del Castillo Morisco en un sprint demoledor. Los ganadores fueron Sergio Hoffman 2 minutos 1 segundo y entre las mujeres hubo un empate entre Jesica Iriart y Julieta Fraguio que tardaron 2 minutos 51 segundos.
En la competencia de 60 km el ganador fue nuevamente Daniel Simbrón con un tiempo de 4:41:49 hs y la ganadora fue Roxana Flores 5:31:48 hs. En la prueba de 42 km el ganador fue Ariel Ots 3:15:23 hs y la ganadora Lorena Francani con 4:10:15 hs. En los 21 km el triunfo fue para Lucas Castro Feijoo 1:39 :19 hs y para Julieta Fraguio 2:02:18 hs y finalmente los 10 km quedaron en manos de Chiara Milena Mainetti con 0:52:45 hs y Juan Sebastian Gonzalez 0:55:42 hs.

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Relato de Lali

Regálenme canciones y carreras. Néstor Pereyra tuvo la gentileza de regalarme el Cruce Tandilia. No se conformó con darme a vivir la carrera obligada para abrir el año en Argentina; un clásico que convoca a casi 2000 atletas a jugar por las sierras de Tandil en el marco de la organización brillante de Kumbre, además me regaló ser parte de la primera edición del km Vertical (una prueba individual que consiste en trepar lo más rápido posible 500 mts con 50 de desnivel) y me regaló también el honor de hacer equipo con él (es muuuy bueno) para la prueba de 42 km dividida en 2 etapas que disputamos con parejas de un nivel excelente este sábado y domingo pasados.
Llegué a Bs As el jueves y ahí estaba Diego, el primero de muchos amigos con los que ésta carrera me iba a hacer reencontrar. Es que al Cruce no falta nadie! Teníamos tanto para charlar, pensar, reír… de la vida, de Running Trip, de lo que se viene, que los 370 km junto a él y Pablito hasta Tandil pasaron volando.

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Llegamos a la casa de Mari, la mamá rústica ( los rústicos son dos hermanos, buenos corredores, buena gente y obreros de la construcción tandilenses: Néstor y Leo) ahí nos esperaba una barra divina y una riquísima comida con un montón de amigos, Carlos y Marcelo (organizadores del evento), la familia a pleno tratándonos como reyes. Imposible no sentirse en casa ahí y luego en la casa de Néstor y Pilar que me trataron con un cariño que ya estoy extrañando.
El viernes, luego de la acreditación super ágil, donde recibimos un kit con tres remeras y repleto de regalos de los sponsors, corrimos el km Vertical. Fue intenso! 400 atletas largamos de a 1 con 15″ de diferencia entre uno y otro tras la cuenta regresiva y el anuncio comandado por Ariel Islas, el mejor conductor de eventos deportivos que haya conocido, arrancamos este desafío de trepar con el corazón al límite, sintiendo la arenga constante del público durante todo el recorrido hasta llegar a la meta escupiendo sangre. Si quieren adrenalina y entrega máxima, háganlo!

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El sábado temprano, pude recorrer un poco más de Tandil, que es la tercer ciudad con mejor calidad de vida en toda Argentina. Un lugar que te tienta a quedarte por la amabilidad de su gente y la belleza de sus paisajes, donde además se come un queso delicioso! A la tarde largamos la primer etapa de los 42 km. Para mi alegría, entre otras parejas de altísimo nivel, enfrentábamos a Pablo y Virginia, que resultaron ser referentes a seguir por lo destacado de su desempeño deportivo y por su sencillez, su calidad humana, su amor por lo que hacen. El excelente nivel y la adrenalina de la largada tan multitudinaria, hicieron que arrancáramos a un ritmo vertiginoso que me fue imposible sostener. Sufrí los primeros 30′, pero ahí estuvo mi compañero conteniéndome, cuidándome y obligándome a disfrutar. Orgulloso de su tierra me hizo detenerme en los paisajes, me charló, me hizo reír y poco a poco, a medida que entrábamos en los terrenos técnicos (esos que amo) empecé a divertirme. Cuando me divierto, agarro ritmo. Se hizo la magia al ritmo de “Vamos charrúa!”, “Como te gusta la camorra”, “Que motor tenés Lali!”.

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Así fuimos ganando posiciones, con un gran trabajo en equipo. Justo ahí, cuando estábamos picantes y éramos pura sinergia, cometimos el error de no atender el recorrido y seguir al malón. Equivocamos el camino y tomamos una senda que nos llevaba a las marcas de otro tramo de la carrera. Tarde, ya en la ruta, nos avivamos. El resto de los corredores que estaban con nosotros decidieron seguir por la ruta hasta la meta. Néstor y yo volvimos al campo a buscar el circuito correcto, no lo logramos. No completamos el circuito y fuimos hacia la meta conscientes de nuestro error y dispuestos a aceptar la decisión que la organización creyese justa. A la noche, muy cansada y bastante frustrada por haber sido tan burra, me fuí con Diego a comprar unas pizzas a un bar. No todo es rosas. Me había ido de Montevideo con preocupaciones grandes. Además, el viernes había recibido una noticia devastadora. La idea era que la carrera me ayudara a tomar aire y transitar esas cosas de la mejor manera posible. Entramos a la pizzería y había un show de tango en vivo. Una chica, cantaba muy bien “Íntimas”, un tango que me regaló un amigo hace 8 años. Acepté el regalo, comí pizza y me dormí.

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La mañana siguiente rumbo a la largada, se coló en la radio del auto de Diego Zitarrosa cantando. Le pedí que subiera el volumen. Agradecí. Otro guiño. Otro regalo. Largamos la segunda etapa. Tuvimos suerte que no nos descalificaran. La sanción constó en una recarga de minutos. Salimos mucho más conservadores. Decididos a hacer una carrera viable e inteligente. Somos ultras, calentamos motores y nos recontra divertimos. Nos consagramos como equipo. Néstor, que es un toro de fuerte me llevó descansando en cada repecho agarrada de él. Yo gocé cada trillo peleador de Tandil. Jugué. Recibí el cariño que me tocaba por ir con el rústico al lado, me puse fuerte con cada grito. Fuí Lali feliz (como dice Tania) “indiando” por las sierras. Llegamos a la meta chochos, con el tío, en 4to lugar, siendo amigos y seguros de que es la primera de muchas carreras que vamos a hacer juntos. Esperamos la llegada de gente querida. Abrazamos amigos. Nos emocionamos con la carrera de niños tan bien relatada por Ariel.

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Participamos de la premiación más generosa que haya visto. El Cruce Tandilia entrega premios, premios y más premios! Le dedico este fin de semana de dar lo mejor de mi a mi amigo Santiago. Un tipo demasiado sensible para este mundo tan cruel. Santi era honesto, inteligentísimo, lindo, divertido, generoso, peleador, rebelde, inaccesible, recto, aturdido. Me enseñó a amar el tango. Adoraba a Zitarrosa, mi amor imposible. Le regalé hace 10 años su biografía, muy orgullosa y feliz de darle algo que le gustara tanto. Santi no corría pero estaba pendiente de las carreras. Me escribía cada vez que hacía un podio “Lali, soy feliz de verte feliz”, poca gente hay que quiera así de genuinamente. Santí no entendía nada y por eso entendía todo. Me regalaba canciones constantemente. La última fue la que escuchaba tanto de niño: “La marcha de la bronca”. A Santi le enojaba ver ” tanta mentira organizada” y a mi también. Dí por sentado el abrazo que nos debíamos y nos prometimos. Dí por sentado volver a cocinarle una tortilla de papas. Dí por sentado volver a cantar con él y su cavaquinho. El viernes supe que eso no va a suceder. La vida es hoy, me enseñó una sabia con la que me crucé el sábado. Estaba muy triste porque mi amigo regalador de canciones no estaría más y me lo encontré en una pizzería en Tandil a la noche en forma de tango, el domingo se coló con Zitarrosa en la radio de un auto y sonreí. Le voy a hacer honor. Lo voy a llorar mucho y lo voy a abrazar en cada canción, en cada carrera que me haga sentir buena, linda, rebelde y feliz. Como a él le gustaba. Si me quieren bien, regálenme canciones y carreras. Si se quieren bien, regálense canciones y carreras. Amé el Cruce de Tandilia. Gracias por leerme.

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Montañismo

DHAULAGIRI, MARIANO GALVÁN 6 OCHOMILES

enero 19, 2017 — by Andar Extremo

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El 19 de mayo de 2016 Mariano Galván y Alberto Zerain coronaron el Dhaulagiri de 8167 msnm sin oxígeno por la ruta normal. En la nota, una entrevista a Mariano en su regreso y un relato en primera persona del ataque a la cumbre. Nota de la revista Andar Extremo n° 42

Por Andar Extremo entrevista a Mariano Galván
Relato Mariano Galván
fotos Mariano Galván

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Cómo ves al  Mariano Galván, montañista efectivo con 6 ochomiles desde 2011?

Creo que en todo este tiempo he  ganado mucha experiencia, pude  planear y ejecutar de manera eficaz los desafíos que me he planteado. Para hacer un breve resumen, en 6 años realicé 6 expediciones, en las cuales he intentado 8 de las catorce montañas más altas del mundo, y de las cuales pude llegar a la cumbre de seis de ellas.
Creo que eso refleja la preparación, la planificación, y el nivel de compromiso con el que encaro cada una de las montañas. Pero lo que juega en contra a veces es el exceso de confianza que se genera al acertar muchas veces, se quiere ir cada vez más ligero, más rápido y por ahí uno se olvida de cosas esenciales o comete errores de principiantes. Es difícil mantener el balance entre experiencia y confianza. Se debe estar muy atento siempre y, por sobre todo, se tiene que tener la capacidad de acallar el ego que siempre quiere salir a ser protagonista y lo único que se obtiene cuando aparece son errores que se pagan caro.

Cuál fue tu crecimiento y visión como montañista en estos últimos años?

Es importante tener una visión de lo que uno quiere tanto en la fase como guía de montaña y como montañista. El amor es el mismo por cada tarea, pero las visiones sobre esas dos facetas que conviven, es diferente.
Por un lado, como deportista, pretendo seguir escalando con el mínimo de impacto posible sobre la montaña, empujar mis propios límites a sabiendas que estoy arriesgando mucho en seguridad. Con esto quiero ser muy claro, en todos los deportes hay una práctica medida, responsable, pero que necesita de otros que empujen más allá de los límites y que se jueguen un poco más para continuar con la evolución de este deporte. No hay que confundir por ejemplo el manejo de un auto a la velocidad extrema de un auto de carreras. Obviamente que este último va a estar más expuesto a accidentes, pero es inherente a la actividad misma y hay gente como yo, que está dispuesta a asumir esos riesgos.
Mi visión como guía sigue siendo la de llevar a la gente a la montaña con el menor impacto, pero a la vez brindarle un entorno lo más seguro posible, y para eso sé que se deben usar en casos extremos, cuerdas fijas, tubos de oxígeno, etc… A la vez me siento feliz de poder acercar las montañas a gente común, pues sé que es una oportunidad importante para ofrecerles una perspectiva diferente de sus vidas.

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Porqué elegiste al Dhaulagiri este año?
La verdad es que no esperaba subir el Dhaulagiri. Las conversaciones con la empresa de Nepal eran para subir el Makalu, y dos días antes de subirme al avión me comunicaron que la expedición con la cual iba a compartir permiso había cancelado, y si quería seguir con la idea de escalar el Makalu debería poner unos 3mil dólares más. Como podrán imaginar no contaba con ese dinero y les pregunté cuál era la opción, y me dijeron que todavía quedaba lugar para sumarme a una expedición al Dhaulagiri y, que de esa manera, me conservaban el precio que habíamos acordado. Por lo que tuve que ponerme a estudiar en muy breve tiempo, las rutas de ascenso y ambientarme a esta nueva montaña. No hubo mucha decisión consciente en este 8mil, fue un poco el azar el que me puso allí. Creo que ésta y otras veces la montaña es la que me elige.

Se complica con el paso del tiempo portear todo el equipo?
Lo bueno es que con el paso del tiempo y la tecnología que hay en el desarrollo de prendas técnicas, equipos, tiendas y demás, hace que éstas sean más livianas. Lo malo es que uno se va poniendo más viejo y no tiene la misma fuerza con la que contaba en mis primeros años. Por eso también es que se debe entrenar mucho más para seguir teniendo los mismos resultados.

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Cómo te trató este gigante?
Sentí a esta montaña especialmente difícil por el clima, recuerdo que todos los días se repetía la misma rutina en cuanto a temperatura. Amanecía con un cielo totalmente despejado luego, a partir del mediodía, se nublaba y no dejaba ver el sol hasta el día siguiente. Recuerdo que en dos oportunidades pudimos ver el atardecer y todos salimos de nuestras carpas a disfrutar de ese maravilloso espectáculo. Todos quedamos contemplando y sintiendo los últimos rayos de la tarde, como si de un raro fenómeno se tratara. En lo que a la montaña se refiere, el terreno hasta el campo 2 no representaba mucha dificultad técnica ni grietas importantes, sólo había que cuidarse de las avalanchas. A partir de ahí hasta los 7300 mts (donde coloqué el tercer campamento) era una pendiente de unos 50 ° en hielo que contaba con partes de hielo azul, lajas y cubierta de nieve que hacía muy complicado su ascenso, por lo que la fijación de cuerdas en este sector fue un factor muy importante para poder transitarla con seguridad. Desde el campo 3 en adelante, la ruta normal contaba con una travesía que se extendía por muchos metros, y que era un punto crítico dependiendo de las condiciones de la nieve. Aquí muchas personas han perdido la vida, por lo que se debe ser muy cuidadoso. Para finalizar, un corredor de unos 60° de inclinación hace que tengas que esforzarte por transitar los últimos metros que llevan a la cumbre. Afortunadamente este tramo lo encontré en condiciones de nieve muy amigables y pudimos, junto a Alberto Zerain, escalarlo en libre, siendo los primeros en transitar por ese sector antes de que se fijaran las cuerdas fijas.

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Cómo viviste la cumbre?
Fue una cumbre muy especial, porque en ella compartí el abrazo con el escalador vasco Alberto Zerain que me acompaño en todo el tramo que comprende desde el campo 3 hasta la cumbre. Fue muy reconfortante poder charlar y compartir una montaña tan intensa con alguien como él, que además de ser muy fuerte, tiene una trayectoria de más de 30 años de montañista y, a su vez, él estaba cumpliendo su octavo 8mil. La alegría compartida es una energía que se multiplica mucho. Espero poder compartir más cumbre con escaladores como él en el futuro.

Y la bajada?
La bajada fue interesante porque como todo el mundo sabe, los accidentes se producen generalmente en esta etapa, por lo que requiere el máximo de concentración. El clima hasta la altura de 7300 ms., donde se hallaba mi último campamento, era bastante bueno. Al llegar allí, me zambullí en el interior de mi pequeña carpa y pude tomar un poco de agua y comer, pero no quería permanecer ahí, sino descansar en el campo base y comer la deliciosa comida que siempre me preparaban. En contra de mi voluntad y teniendo que movilizar toda mi energía de reserva, empaqué todo, guardé la tienda de una manera un poco desordenada en el interior de mi mochila y con el enterito de pluma, seguí bajando. Pero el mal clima no tardó en hacerse notar y comenzó a nevar. A duras penas lograba ver las banderas que se colocan en las cañas de bambú y así, de a poco, fui desandando mis huellas. Por momentos me encontraba en un mundo blanco casi irreal y me sentaba como un niño caprichoso sobre la nieve. Estaba agotado y todo mi cuerpo pedía a gritos un descanso. La escalada había comenzado el día anterior a las 11pm, y eran las 6pm y mis piernas se movían de a ratos, negociando descanso con pasos. Así, en una batalla entre la mente y el cuerpo, fui bajando metro a metro. Estaba agotado pero a la vez disfrutaba ese mal clima y la pesadez de mi cuerpo…estaba nuevamente en el lugar que quería estar, haciendo lo que me gusta, es más, a veces sonreía cuando una ráfaga de viento me golpeaba tan fuerte que me tiraba al piso. Finalmente a las 10.30 pm llegue al campo base. Casi 24 hs de escalada, nada mal para mis 36 años. El plato de comida caliente no tardó en llegar, junto a una cerveza y una coca. Ahora sólo restaba entregarme sin pausa a un sueño reparador.

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Qué se viene en ochomilismo?
En mi ochomilismo, siempre digo que viene una pausa, que necesito un descanso, pero en realidad no quiero decir eso porque en cuanto tenga una nueva oportunidad saldré corriendo tras una nueva montaña. No sólo me gusta su majestuosidad, sino el desafío y la aventura que es llegar hasta ellas. Hay mucho más que escalar cuando uno entra en este mundo de “ los Himalaya”. La otra dura realidad es el financiamiento, cada vez más difícil, pero mientras pueda, voy a seguir adelante con este sueño.

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Agradecimientos:
A Marquitos, sobre todo, por darme este espacio de expresión y desahogo casi terapéutico, y también por brindarme comida al regreso de mis viajes en lo “del chino”…esa comida es tan importante como un batido de proteínas, y no sólo para el cuerpo sino también para el alma. Gracias MARCOS, y a toda la producción de la revista Andar Extremo.
Quería agradecerle también a Mountain HardWear por toda la indumentaria, así como también a Garmont, y Goal Zero, que con sus productos cubro todas las necesidades en equipamiento para mis expediciones. Gracias a todos los que difunden esta hermosa actividad y, obviamente, a los amigos, familia y demás gente linda que hace posible estos viajes.

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Relato de Mariano
“Es 15 de mayo, y ya hace unos 20 días que me encuentro en el campo base del Dhaulagiri. Aquí los días se repiten casi al infinito: por la mañana despejado, cielos azules y luego del medio día a más tardar las nubes lo cubren todo, y dejan caer su pesada carga de suave granizo o copiosas nevadas, todo depende de la voluntad de los dioses de la montaña.
Muchos grupos han ido a intentar cumbre y hasta casi me convencen a mí de ir con ello pero, a último momento y gracias a la tecnología con la que cuenta Carlos Soria, puedo acceder a un buen pronóstico y veo que lejos está de ser el día soleado, fuertes vientos soplarán en los siguientes días, para luego dar una breve calma para los días 18 y 19. A regañadientes me recluyo en mi tienda unos días más, tratando de confiar mis últimas fichas a este informe meteorológico, pero nada es seguro con el clima en esta parte de los Himalayas. Debido a condiciones geográficas y climáticas es casi imposible predecir o estimar un pronóstico. Confiando también en las lecturas propias del clima decido esperar un poco más y finalmente el 16 de mayo me lanzo en busca de la preciada oportunidad de llegar a lo más alto de esta montaña.

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Tras un breve desayuno a las 3:30AM salgo con todo mi equipo hacia el campo 2, distante unos 2100 ms. del campo base, es decir a unos 6678msnm. Llevo todo lo necesario para mi permanencia en la altura. Me he acostumbrado a no realizar depósitos ni acarreos previos, algo no muy común en este mundo, donde lo habitual es portear previamente tiendas, gas comida, enterito de pluma, etc., lo más alto posible y de esta manera guardar un poco de energía para el asalto final. Pero no es mi caso, yo subo y bajo con todo mi equipo. No tiene mucha lógica, pero me gusta así, por lo que hoy estoy llevando unos 15 kg de equipo por un extenuante desnivel. Finalmente y luego de seis horas y media, me encuentro en el añorado campo 2. Entre resoplidos y un frío que empieza a calar rápidamente en los huesos, monto mi tienda en una precaria terraza y me dispongo a pasar lo que queda de la jornada entre bebidas calientes y tareas del hogar (secar medias, botas, cargar elementos de electrónica, etc.). Este día es aceptable y el sol, las nubes y el viento logran un buen balance y me permiten descansar lo suficiente como para afrontar el siguiente día donde me esperar unos exigentes 700 metros de desnivel hasta el siguiente campamento. Por suerte, en la mañana del 17, el sol se hace presente muy temprano y me permite a las 5:30Am ponerme en marcha hacia mi nuevo destino. Nuevamente el llevar todo el equipo se hace notar, esta vez con más intensidad. Todo cuesta mucho y aquí las cuerdas fijas se convierten en un aliado fundamental ya que hay muchos tramos con hielo cristal y la nieve ha cubierto gran parte del mismo, por lo que sin la ayuda de las cuerdas esto se convertiría en una trampa mortal. Me maldigo al tener que usar unas cuerdas que no he fijado y siento que hago trampa. No me siento del todo cómodo con este tipo de ascenso pero no hay opción, sólo cuento con una piqueta técnica y un bastón, por lo que no me puedo asegurar un ascenso en libre…una lástima pienso para mis adentros…
El siguiente campamento a 7260msnm es sobre una ladera de unos 35 -40°, por lo que instalar la tienda se convierte en una tarea muy trabajosa y dolorosa para los pulmones que se esfuerzan por asimilar el aire enrarecido.

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Me dejo caer dentro de la tienda nuevamente cerca del mediodía, para luego repetir las tareas cotidianas. Tengo esperanza de comenzar en unas 12 hs más, pero cuando se creía que estaba todo bien, súbitamente a las 7pm, se desata un viento muy fuerte que sorprende a un grupo que ya había tomado la decisión de salir. Me preocupo por ellos porque la intensidad del viento alcanza por momento los 100km/h, y al mismo tiempo que veo cómo hago para que mi débil refugio no se deshaga en pedazos, pienso que mi oportunidad de intentar una cumbre se desvanece con el paso del tiempo. La noche la paso entre sacudidas y listo para abandonar ese campamento en caso de que la tienda no pueda soportar. Me apresto a ponerme toda mi ropa, enterito de pluma, arnés, botas dobles, linterna y gafas de ski…así es como paso la noche dentro de la ligera bolsa de dormir, sí, con las botas puestas y arnés. No queda otra, hay que estar preparado para cualquier infortunio.
Afortunadamente la tienda Direkt 2 de Mountain Hardwear se comporta de maravilla, y su delgada capa y sus dos varillas resisten los embates del viento, me siento bendecido cuando el sol asoma por la mañana y aun cuento con mi refugio intacto. Con el pasar de la mañana el viento amaina y me puedo comunicar con Alberto Zerain para ver cuál es su plan, y si tiene más novedades del clima. Lamentablemente sí, y no son de las mejores. Un conocido que les lleva los partes meteorológicos, le anuncia que vienen días malos. Inmediatamente decidimos bajar pero lo convenzo de pasar una noche más ahí y ver qué pasa si no, definitivamente al día siguiente nos bajaríamos y abandonaríamos el intento a cumbre…derecho a casa así, sin más.
Nos dejamos sorprender por el clima y paulatinamente el viento decrece a lo largo del 18 de mayo y nos deja a nosotros con la responsabilidad de intentar una cumbre o no. Afortunadamente nos apoyamos mutuamente y decidimos lanzarnos a la cumbre a la medianoche, así como también unas expediciones con las que compartimos el campamento, deciden lo mismo. Nosotros dos sin oxígeno y otros cuatro más escaladores con oxígeno apostamos por un intento. La noche de luna llena se presta ideal para el ascenso, pero no me siento del todo cómodo y Alberto con su gran capacidad física se me separa unos cuantos metros por varias horas. Finalmente logro cambiar el aire y puedo seguirle tímidamente los pasos. Nos sentimos felices por la oportunidad que tenemos de intentar la cumbre. El día llega sin nubes y con una suave brisa hasta los 8mil ms. No lo podemos creer, estamos casi sin darnos cuenta a punto de cumplir otro hito en nuestras vidas, en mi caso mi sexto 8mil y en el caso de Alberto su octavo!!, además en el caso de él, hace siete años que no corona una cumbre de tanta altura. Me siento alegre de tener un compañero con el cual compartir anécdotas y vivencias, emociones, y con el que nos motivarnos mutuamente en esta difícil tarea.

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Llevamos en nuestras mochilas unos 100mts de cuerdas para ayudar a fijar los últimos metros de recorrido, pero los sherpas nos piden las cuerdas a unos 8050 msnm y gustosos se las entregamos. Ahora sí, liberados de esa carga, nos miramos cómplices y decidimos ir por los últimos 100 ms. del corredor que lleva a la cumbre en libre, con una piqueta y un bastón. Nos apañamos en la tarea de escalar este corredor adelantándonos a la tarea de los sherpas, nos sentimos afortunados de poder hacerlo de esta manera ya que nos da la oportunidad de disfrutar la cumbre muchos minutos antes que los otros escaladores con oxígeno y sus respectivos sherpas. Así que todos contentos, aunque nuestra alegría se entrecorta cuando al finalizar el corredor encontramos el cuerpo sin vida de un escalador. Tratamos de ignorarlo pero es muy obvio, el recordatorio de lo frágil que es la vida se hace presente una vez más y tras un breve silencio, disfrutamos de la cumbre que nos ofrece una vista de 360°. Observamos el Annapurna a lo lejos, y las montañas multiplicándose en el horizonte. Nos abrazamos y cumplimos con las labores propias de las cumbres: fotos, videos, agradecimientos, etc… Pero esta cumbre es muy distinta para mí, tengo un compañero al cual abrazar y decirle: “Lo hemos logrado”, agradezco por eso a los Dioses y por muchas otras cosas más. Gracias Alberto Zerain por compartir esta cumbre. Lujo de montañista y de persona.

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La bajada como siempre no está exenta de peligros y el buen clima se desvanece, afortunadamente llegamos a nuestro último campamento y decido continuar la bajada hasta el campo base. A duras penas logro desmontar mi tienda y mis cacharros que se encuentran a 7200 msnm, y muy desprolijamente los coloco en mi mochila. Sin prisa, y con muuuchas pausas me dispongo a bajar hasta el campo base. En este largo camino las nevadas, neblina, vientos y demás inclemencias climáticas se hacen presentes, pero trato de ser indiferente a ellas y me consuelo con los beneficios de bajar hasta los seguros 4600 msnm del campo base. Finalmente a las 22:30 hs llego a mi anhelado refugio. Han sido casi veinticuatro horas de andar, escalar, rapelar y demás. La recompensa? un buen plato de Dalbat y la satisfacción de poder seguir cumpliendo mi sueño: ”escalar montañas para sentirme vivo, y vivir para aprender más de ellas”
Gracias familia por entender mi locura. Amigos, gracias por estar al pendiente de mis anécdotas y darme el empujoncito que se necesita para seguir apostando a lo que uno ama. Gracias Mountain HardWear Argentina, Garmont Outdoorgear y mucha otra gente que en silencio aporta pequeñas grandes cosas, fundamentales para el desarrollo de estas expediciones.”

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Supervivencia

ATERRIZAJE EN EL RÍO HUDSON, 155 SOBREVIVIENTES

enero 8, 2017 — by Andar Extremo

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La frialdad de un piloto con solamente tenía 208 segundos para tomar la decisión de su vida, fue el tiempo transcurrido en donde una bandada de gansos impacto en las turbinas del Airbus A-320 y éstas dejaron de funcionar. Nota editada en la Revista Andar Extremo n° 43, Septiembre/Octubre de 2016

Adaptación Andar Extremo, fuente Víctor Rodríguez

Al final, todo se reduce a números: 155 las personas que volvieron a nacer aquella tarde, 7 las únicas palabras que Chesley Burnett Sullenberger III pronunció con cuanta serenidad le daban 20.000 horas de vuelo: “This is the captain. Brace for impact (Les habla el capitán. Prepárense en posición de impacto)”, 208 los segundos que pasaron desde que a los motores del Airbus A-320 que acababa de despegar de Nueva York le dejaran de funcionar las turbinas hasta que aterrizó de emergencia en el río Hudson.
Luego de seis años y medio de una de las mayores hazañas de la aviación civil, el 15 de enero de 2009, el vuelo 1549 de US Airways partía del aeropuerto de La Guardia de Nueva York hacia Charlotte (Carolina del Norte). No habían pasado dos minutos cuando una bandada de barnaclas canadienses se cruzó en su trayectoria. El impacto inutilizó los dos motores, el avión empezó a caer y el capitán hizo descender sus 70 toneladas planeando para amerizar sobre las aguas que separan Nueva York de Nueva Jersey en menos de tres minutos y medio.

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Capitán tranquilo
“Esos 208 segundos representan la transformación de las vidas de cuantos íbamos en aquel vuelo”, afirmó con cierta solemnidad Sullenberger, más conocido como capitán Sully, el héroe de Hudson o, desde aquel 15 de enero de 2009, como “capitán Tranquilo” –sobrenombre que le dio Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York–. “En 40 años y más de 20.000 horas de vuelo, nunca sabés si vas a estar preparado para un desafío así. Un día te lo encuentras y tienes 208 segundos para solventarlo”.
Vestido de traje gris oscuro, canoso en pelo y bigote, Sully de 66 años se deja cumplimentar en medio del ajetreo de una feria. Por su porte, modales, forma de hablar, y si uno no supiera a qué se dedica, diría que es piloto de líneas aéreas. En realidad dejó de volar en el 2010, después de la maniobra del Hudson, y se convirtió en conferenciante y consultor en temas de aviación, desde el 2012.
Por encima de la tranquilidad que le atribuyeron los pasajeros del vuelo 1549 y la prensa, lo que transmite Sully es un arraigado sentido del deber. “Nunca había afrontado el fallo de un motor en vuelo”, explicó, “llevaba 40 años volando, 30 de ellos como piloto comercial. En ese tiempo hacés cursos para saber reaccionar, planificás, tratás de prever emergencias y de pronto los motores dejan de funcionar. Estás entrenado para que pase, pero cuando pasa es un shock. Te toca echar mano de tus conocimientos de una manera completamente nueva y sin tiempo que perder, y eso hice”.

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Las 15.25 horas
Todo empezó como cualquier otro día, Sully a una semana y un día de cumplir 58 años encaraba la última jornada del ciclo de cuatro consecutivas que le habían programado en la línea Nueva York-Charlotte. Había conocido al copiloto Jeff Skiles, de 49 años, el primero de esos cuatro días. Nunca antes habían volado juntos, algo no extraño en una aerolínea del tamaño de US Airways (31.000 empleados, 3.000 vuelos diarios). Su reloj marcaba las 3.25 pm cuando el avión llegaba al principio de la pista de despegue.

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Como en una biblioteca
El A-320 tenía pista y empezó a levantar velocidad. Elevó la parte delantera, despegó y comenzó a ganar altura, todo iba transcurriendo con normalidad hasta que de repente, una formación de pájaros se interpuso en su rumbo.
“Los vi dos segundos antes de que los motores dejaran de funcionar”, relata Sully, “habían pasado 90 segundos desde el despegue, estábamos a unos 900 metros de altitud y viajábamos a unos 100 metros por segundo (360 km/h). Era una bandada enorme de gansos del Canadá y era imposible esquivarlos. Golpearon por todo el avión, los motores hicieron un ruido horrible y casi al instante callaron y dejaron de funcionar. Alguien lo describió diciendo que todo se volvió tan silencioso como en una biblioteca, y fue exactamente así”.
El avión empezó a perder altura muy rápido y casi de inmediato Sully entendió que no había tiempo de regresar a La Guardia o de intentar un aterrizaje de emergencia en el otro aeropuerto próximo, Teterboro, en Nueva Jersey. La única opción era amerizar en el Hudson. Apenas tuvo tiempo de hacer el citado anuncio al pasaje. Con Skiles, su primer oficial, ni siquiera habló. “No tuvimos ocasión”, relata, “confiamos uno en el otro y nos las arreglamos para colaborar sin palabras”.

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Impacto en el agua
Sully trataba de ver por las ventanas de la cabina donde estaba el nivel del agua. Skiles le iba diciendo continuamente la velocidad y la altura. “Lo más complicado era decidir la fracción de segundo en que elevar el morro. Si lo elevaba muy pronto, el avión tomaría contacto con el agua demasiado despacio e inclinado hacia arriba con un mayor riesgo de impacto violento, y si lo elevaba muy tarde, el contacto con el agua sería demasiado fuerte”
Finalmente, el veterano piloto acertó y el avión quedó flotando semihundido. Pero hubo otra circunstancia afortunada que permitió que ninguno de los 150 pasajeros y cinco tripulantes muriera (hubo cinco heridos graves): cayó entre dos terminales portuarias, la de Nueva York y la de Nueva Jersey. Tres minutos y 35 segundos después del amerizaje, ya había un barco junto al avión. Sully fue el último en abandonar la cabina tras recorrerla dos veces para asegurarse de que no quedaba nadie.
“Una caída en el agua es aún más destructiva que un aterrizaje. Es increíble que un jet Airbus pueda acuatizar en un río sin romperse”, el avión podría haber chocado el agua a una velocidad de unos 260 km/h destacó Max Vermij, un investigador de accidentes de aviación.
“El motor explotó, había fuego por todas partes y olía como a gasolina”, contó a Reuters Jeff Kolodjay, de Connecticut y agregó: “la gente estaba sangrando. Chocamos con el agua muy fuerte… fue aterrador…las puertas se abrieron y vimos botes salvavidas y pudimos apenas ver a poca gente saliendo del agua. El piloto hizo un trabajo magnífico al acuatizar el avión en el río y luego al asegurarse que todos salieran, tuvo la suficiente calma para recorrer el avión dos veces luego de aterrizar para asegurarse que todos estuvieran afuera”.
La FAA dice que el impacto de aves y otros animales salvajes en aviones causa anualmente más de 600 millones de dólares en daños a la aviación civil y militar estadounidense y que más de 219 personas han muerto en el mundo como resultado de estos incidentes desde 1988.
Desde el primer momento llegaron los reconocimientos y Sully recibió, entre otros agasajos, las llaves de Nueva York y el título de oficial de la Legión de Honor francesa. El presidente saliente George W. Bush, lo llamó para felicitarlo y el entrante, Barack Obama, lo invitó a su investidura. En la SuperBowl, dos semanas más tarde, fue largamente ovacionado.
Pero no todo fue tan bueno, recuerda Sully: “Para todos los que íbamos en aquel vuelo 1549 fue un shock, sufrí estrés postraumático y los días siguientes no podía dormir. Intentaba leer un periódico y no era capaz, no me concentraba, porque las mismas imágenes me venían a la cabeza una y otra vez… eso duró meses. La hipertensión arterial también me duró meses”. El héroe del Hudson no volvió a pilotear hasta el 1 de octubre, nueve meses y medio después, curiosamente en la misma ruta y con el mismo copiloto. En marzo de 2010 con 59 años, hacía aterrizar un avión de pasajeros por última vez.

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Experto en seguridad
El piloto, ha seguido vinculado al mundo de la aviación. Antes del incidente había colaborado con el Panel Nacional para la Seguridad en el Transporte y desde entonces, se ha establecido como consultor y conferenciante. La cadena de televisión CBS lo fichó como experto en temas de aviación.
También ha escrito dos libros: unas memorias que entraron en la lista de más vendidos del New York Times, y uno sobre liderazgo, y el Partido Republicano le ofreció ser candidato al Congreso a finales de 2009.
Hoy, Chesley Sullenberger tiene su propio agente de relaciones públicas que lo escolta durante cada entrevista. Casado con una monitora de gimnasia que ha hecho carrera en televisión como experta en temas de salud y bienestar, y padre de dos hijas adoptivas, Sully reflexiona sobre el significado del término héroe. “Se ha usado tanto para describirme que un día mi mujer buscó la palabra en el diccionario. Una acepción decía: ‘Persona que decide ponerse en riesgo para salvar a otra’. Yo no encajo en esa definición, nosotros no elegimos nada… aquella situación nos cayó encima. Nos limitamos a hacer nuestro trabajo. En un mundo en el que no todos lo estaban haciendo (ocurrió cuatro meses después de la quiebra de Lehman Brothers) pudo parecer extraordinario, pero lo único que hicimos fue nuestro trabajo. Eso sí lo hicimos.”

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Editorial

PROXIMAMENTE REVISTA ANDAR EXTREMO 44

enero 3, 2017 — by Andar Extremo

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Entre el 5 y el 12 de Enero en los mejores comercios de actividades outdoor disfrutá de la Revista Andar Extremo. No se pierdan esta edición “Manaslu, Siete Ochomiles” Mariano Galván, Expedición Bioceánica en Kayak del Pacífico al Atlántico, Paso Socompa en bici, Xk Race Traverse, MTB Rally en la Sierras y Mad Max. También una interesante salida al Tres Picos y Rock Gardening en Brasil, el estilo más extremo de kayak en tormentas. Esto y más en Andar Extremo 44.

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LAGO NAHUEL HUAPI, LA VIDA DE VIAJE

enero 3, 2017 — by Andar Extremo

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Andrés Calla y Jimena Sánchez de La Vida de Viaje, viajan en bicicleta por Argentina y esta vez, nos comparten su experiencia en kayak por el lago Nahuel Huapi. Nota de la revista Andar Extremo n° 42

“La fuerza de lo Natural”

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Son las 3 de la madrugada. No sé por qué, pero me despierto, quizás por los sueños monotemáticos y recurrentes que tengo durante los días previos a la salida: yo remando en un lago planchado, yo remando en un lago agitado, yo surfeando olas de 5 metros con el kayak. Pero ese día me doy cuenta de que no soy la única que tiene grabado en el inconsciente las pocas horas que faltan para empezar la travesía. No. Lo primero que escucho una vez abiertos los ojos es la voz de Andrés que soñando me pregunta:-¿cómo está el lago? .Claramente no le respondo. Lo miro, me río y le susurro:- shhh, tranquilo.
El calendario tenía fecha de partida 18 de marzo, pero el Nahuel quiso que nos demoremos 24 hs más. Ese día, la Patagonia amaneció ventosa, fría y lluviosa. Y Prefectura (porque para hacer este tipo de travesías uno tiene que presentar una carta solicitando permiso, un listado y fotos del equipo, incluyendo los elementos de seguridad) nos llamó a las 8 de la mañana avisando que el puerto estaba cerrado (se dice así cuando las embarcaciones tienen prohibido salir a navegar por las condiciones climáticas).
Menos mal que las cosas salieron así y no de otra manera: además de que el clima no era el mejor, la noche anterior nos habíamos acostado super tarde. Estábamos cansados por las idas y vueltas de los preparativos, nos habíamos estresado porque la radio VHF (otro obligatorio para hacer este tipo de travesías) no funcionaba… en fin, necesitábamos un día de nada, y ese 18 de marzo en lugar de remar, dormimos como morsas.
A la mañana siguiente no había excusas: un sol que raja la tierra, calor de verano y una brisa de viento. El día ideal para salir a remar. El Nahuel nos espera como pocas veces se lo ve: pacífico, quieto, como la pileta del jardín de mi casa. Mientras una amiga nos lleva con los kayaks, las bolsas secas, los remos y todo el equipo en su Fiat 147. La emoción de estar a punto de empezar nos pone la piel de gallina.
El km 0 es en Bahía López, ahí nos esperan tres Prefectos que con una carpeta y un ckecklist en mano, revisan con lupa que todo el equipo esté en condiciones. Después de media hora de ordenar y poner todo en su lugar, saludamos a nuestra amiga, nos despedimos de los Prefectos (y ellos se despiden de nosotros sacándonos una foto mientras entramos en el agua), y partimos.

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Después de las primeras remadas, freno, apoyo el remo sobre el cubre copickt, pongo mis manos sobre el agua y cierro los ojos: “sólo necesitamos 17 días de vos en paz”. Acto seguido, Andrés me dice:- bueno Sánchez, a Bariloche vinimos para esto. Y le respondo con una sonrisa y ojos saltando de adrenalina. Y pienso que más allá de la aventura, éste es un viaje de purificación. Por eso el agua, hoy y ahora.
El Nahuel Huapi es un lago de origen glaciar compartido entre las provincias de Río Negro y Neuquén, y vive dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, el primer Parque Nacional de Argentina. Su superficie, 557 km2, lo ubican en el cuarto puesto dentro de los lagos más grandes de nuestro país. Su profundidad máxima es de 464 metros y tiene siete brazos o ramificaciones: Campanario, Huemul, Última Esperanza, Rincón, Machete, Blest y Tristeza. La vuelta completa, incluyendo brazos e islas, suma aproximadamente 400 km.
En el siglo XVI toda esta zona estuvo poblada por pueblos llamados ténesh o poyas, habitantes milenarios del Nahuel Huapi también conocidos como “vuriloches” (gente del otro lado de la montaña) por los mapuches. Al lago llegaron militares españoles, misioneros jesuitas de Chile y la figura más emblemática de la Patagonia argentina, el perito Francisco Pascasio Moreno, que remontando el río Limay arribó a la costa este del lago. Él fue quien donó las tierras para que tiempo después se creara el Parque Nacional.
No sabemos cuántos le habrán dado la vuelta completa. Quizás muchos o quizás menos de los que imaginamos. Pero poder sentirnos al menos por un ratito en la piel de aquellos primeros exploradores que vaya uno a saber qué pensaron cuando se encontraron con tan titánico lago, es como convertirnos en los protagonistas de una película fantástica y épica a la vez. Porque salvaguardando las distancias de tiempo y espacio, el agua sigue siendo la misma. Y el escenario, también.

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Empezar la travesía en Bahía López tiene un lado B: sí o sí debíamos salir con poco viento. Es que a la izquierda están los brazos Tristeza y Blest, los más largos y complejos del Nahuel Huapi. Y sumado a que saliendo de la bahía, el lago empieza a abrirse hacia la derecha, hacer estos primeros kilómetros con el lago picado hubiese sido una odisea peligrosa para dos principiantes kayakistas. En su lugar, navegar este tramo con 0,0 km/h de viento es una bendición tan azarosa como improbable.
Además del desafío de salir de la bahía, se suma el de cruzar “La tabla”, unos paredones altísimos que con viento se convierten en la zona más peligrosa y expuesta a las olas del Nahuel. Pero el día de la salida es el día de yapa. Dejando atrás la península LlaoLlao, y con esas paredes de piedra tan imponentes, nos sentimos como en la película “Querida, encogí a los niños”, diminutos, frágiles y vulnerables, pero sobre un lago sedoso y tranquilo. Algo que casi nunca se da.
La inmensidad y nosotros.
Y nada más. Ni nadie más.
Al mediodía, y después de dos horas de remada, paramos a almorzar en la península San Pedro. Estacionamos los kayaks entre unas rocas, sacamos una de las cuatro bolsas de 1 kilo de frutos secos que compramos y maldecimos a quien las preparó: hay un exceso de pasas de uva. Tomamos un puñado y de 10 frutos secos, 7 son pasas. Todo bien con las pasas, pero presentimos que a la semana ya las vamos a odiar.
Las horas pasan y avanzamos en piloto automático. Entramos en el brazo Campanario y la luz de la hora dorada vuelve este instante surreal: el agua está tan baja que tenemos que sumergir sólo la punta del remo para poder avanzar, subimos los timones para que no peguen con la arena, vemos que la luna se asoma llena y de la nada empieza a sonar de una de las casas de la costa una ópera de Pavarotti a los cuatro vientos. Frenamos en una playa y así como quien se bautiza, nos damos nuestro primer chapuzón en estas aguas mágicas del Nahuel. A las 8 de la noche y con los últimos rayos del sol, llegamos a playa Bonita, nuestra parada del día. Habemus remado 40 km. Nuestros primeros 40 km en el Nahuel Huapi.

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Salimos de playa Bonita con una leve brisa del este. El reloj marca las 11 de la mañana y la proa del kayak apunta hacia la isla Huemul en una diagonal de casi 3 km. En este lugar se dieron los primeros pasos en la investigación de la energía nuclear en Argentina. Hoy es solamente un área protegida de 75 ha. Su nombre viene dado del apellido de un antiguo poblador, Bernardino Guenul, y que por alguna cuestión que desconocemos (quizás por una deformación fonética o por referencia a una especie de ciervo nativa) se transformó en Huemul.
Muy cerca de la isla vemos la proa de un barco semi hundido. Le damos la vuelta y la claridad del lago nos permite ver parte de la quilla, la cubierta y su popa clavada en la arena. La historia nos sumerge en sus profundidades: de 1948 a 1965 era una lancha torpedera de la Armada Argentina, que luego fue vendida y convertida en una lancha de paseo turístico. “Don Luis” prestó servicio en la ciudad de Mar del Plata, pero después fue vendida y trasladada a Bariloche donde fue utilizada como lancha de paseo en el Nahuel Huapi, uniendo puerto San Carlos-isla Huemul entre los años 70 y principios de los 90.
En julio del 93 una fuerte crecida del lago dañó por demás las instalaciones del puerto San Carlos y provocó el hundimiento de “Don Luis”. Una vez reflotado fue trasladado a la isla Huemul, pero quedó abandonado y varado en la costa durante años. Nuevas crecidas hicieron que se hundiera muy cerca del muelle en aguas poco profundas. Hoy sólo se asoma su proa, sin mucha más suerte que la que le tocó.
Al lado de Huemul hay dos islas mucho más pequeñas llamadas, informalmente: Gallinas y Huevo. Le damos una vuelta a las tres y sin intenciones de hacerlo, empezamos a entrenar la mirada.

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A diferencia de las demás islas, los paredones de piedra de Gallinas esconden multiplicidad de formas. Lejos de ser uniformes y prolijos como otras paredes, se agrietan, sobresalen, se hunden y se quiebran exageradamente. Las islas están alfombradas de piedras anchas y redondas de colores verde, naranja, marrón, gris y violeta. Cualquier amante del fen shui se volvería loco y querría cargarlas en su bote para decorar sus ambientes zen. Es que este sitio, así como está, es zen y mágico a la vez.
Frenamos, acomodamos los kayaks en la orilla y sacamos de uno de los tambuchos el termo, la pava y la cocinita para calentar agua para unos mates. Mientras cortamos un poco de membrillo para acompañarlo con unas galletitas de agua, Andrés me dice:- todo lo que hacemos, lo hacemos por y para ésto. Y me quedo pensando en su reflexión mientras observo esos botes de plástico que con sus remos nos permitieron llegar hasta acá.
Sí, lo que hacemos (viajar, sin importar el medio que elijamos para hacerlo) es para sentir el éxtasis que nos regala todo ésto que nos rodea. Y aunque quizás para muchos ese todo sea nada, es esa nada la que nos completa. Estamos en el medio de un lago, sentados en la piedra de una isla, escuchando el sonido del agua, tomando unos mates, un lunes a las 12 del mediodía
Nos subimos otra vez a los kayaks y vemos que lo profundo empieza y termina infinidad de veces siguiendo la intermitencia de un fondo que a simple vista parece que no termina nunca. De turquesa se convierte en azul océano, y a pesar de ese abismo sin transición, nosotros seguimos flotando gracias a estas superficies amarillas y rojas que nos contienen.
Empiezo a traducir esos mensajes que la naturaleza tiene para nosotros. Me alejo de la isla unos pocos metros y veo que la piedra que se asoma es igual a la piedra sumergida. “Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba” dice la ley de la correspondencia. “Como es afuera es adentro, como es adentro es afuera”. Y respiro el mundo enfrente que se encuentra frente a mí.
Sigo observando y pienso: “en la naturaleza, hasta la muerte es bella”. Los árboles verdes que crecen con sus raíces firmes en la tierra son tan espectaculares como los árboles color ceniza que se apoyan con sus raíces al sol y que sirven de hábitat para reptiles, aves y roedores. En este lugar, como en todos los lugares del mapa donde la naturaleza habita, conviven la vida y la muerte. El inicio y el fin, el infinito y lo finito, lo intraterreno que no vemos y el planeta como lo conocemos.
De las islas nos vamos hacia el centro cívico de Bariloche y lo recorremos como pocos: desde el agua. La parada del día es en Dina Huapi, una localidad a 15 km al este de la ciudad, un lugar que está entre la estepa y el lago.

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El Parque Nacional Nahuel Huapi tiene tres ambientes bien diferenciados: el altoandino, el bosque y la estepa. El altoandino se da a los 1600 metros de altura, es frío y húmedo, su relieve es escarpado y predominan lagunas, lagos de altura y mallines. El bosque se divide en húmedo y de transición (el que recorremos al navegar el lago). Y el último, la estepa, con un clima templado, semiárido y arbustos enanos, son el escenario donde las miradas se posan en el vacío, el vacío preferido de los guanacos patagónicos.
Es raro ver cómo el bosque empieza a perder colores de oeste a este. Teniendo la cordillera tan cerca, y como si estuviésemos en una clase de geografía, nos es inevitable recordar la lección sobre el ciclo del agua. Se evapora, condensa, precipita, se absorbe y el círculo vuelve a empezar cientos de millones de veces. Y toda esa agua queda del lado del bosque. La estepa, con sus colores pasteles y ocres, sigue viva, a su manera.
A las 8 de la mañana el lago estaba turquesa y el viento era una brisa. A las 11, el lago está azul plomo y las ráfagas que se están empezando a levantar nos dan un poquito de taquicardia. Caminamos de un extremo de la costa al otro mientras los kayaks esperan que tomemos alguna decisión. Estamos seguros de que si no fuesen seres inanimados nos estarían suplicando que dejemos de cambiar de opinión cada vez que nuestra mirada se clava en el oeste.
-¿Qué hacemos Sánchez? ¿Vamos o no vamos?
-Y no sé, ¿a vos qué te parece?
-Y… ¿es el tercer día y ya vamos a arrugar?
-Pero no se trata de arrugar, vos tenés más experiencia, ¿cómo la ves?
-Si metemos una recta hacia más o menos la mitad del lago y después bordeamos la costa, cortando la ola, vamos a llegar bien. Según Windguru no va a soplar más viento que éste. ¿Qué pensás?
-Y… está picadita la cosa. Pero dale, salgamos ya antes de que se ponga peor.

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Dejamos la seguridad de la tierra, nos ajustamos los chalecos salvavidas y arrastramos los botes sin darnos tiempo a respirar. Es que en situaciones así, donde la ola rompe tan fuerte sobre la costa, el subirse al kayak se vuelve una prueba de equilibrio y velocidad: una ola puede desestabilizarte, puede entrar agua adentro del cockipt, y lo peor de todo, puede hacerte caer. Una vez flotando, siento que el viento va a arrasar con mi remo. Y lo que hasta hace dos días era un placer, hoy se vuelve una batalla. Este es el verdadero Nahuel, el que te hace sentir el corazón en la boca.
-¡Vení más cerca mío!
-¿Qué? ¡No te escucho!
-¡¡Que vengas más cerca mío!!
-¡Ésto no me gusta nada!
-¡Dale, metéle todo el huevo que puedas!
Las olas avanzan a paso firme una detrás de la otra, sin piedad. Son de un metro y medio…o dos metros…o no sé cuántos metros, pero son grandes y altas. Con cada ola la proa del kayak se me va hacia la derecha y tengo que meter timón con el remo para poder enderezarlo. La costa de enfrente se ve tan diminuta y lejana que en lugar de sentir las manos mojadas por el agua las siento húmedas pero por la transpiración. Se me vienen a la mente los consejos de mis entrenadores y sus palabras me autoflagelan: “¡siempre cerca de la costa! ¡Nunca vayan por el medio del lago!”
Estoy a punto de abortar la misión. Estoy nerviosa y pienso lo peor. Pero si pienso en lo peor hay más probabilidades de que me vaya a la mierda. Y si me voy a la mierda, ¿cómo hago para llegar a la costa? En estas condiciones Andrés no me va a poder ayudar con el autorescate. Y si se da vuelta él, ¿voy a poder ayudarlo yo? Estoy bloqueada. ¡No te bloquees! ¡Remá, carajo!,
-¡Vamos a meter un rectón hasta la costa de enfrente, no queda otra!
-¿Qué? ¡¡Estamos en el medio del lago, Andrés!!
-¡Mirá cómo pegan las olas allá! ¡Vamos, vamos que podemos!
-¡Yo no vine a ésto!
-¡Yo tampoco! Pero ahora vamos, dale. No aflojeés, por favor.
En voz baja le suplico a este Nahuel enceguecido que tenga piedad de nosotros, que nos deje llegar a la costa. Andrés me sigue dando indicaciones a los gritos sobre cómo agarrar la ola y me cuestiono por qué carajo salimos si no estábamos seguros, si veíamos que las olas cada vez eran más y más jodidas.

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Confío. Confío en que vamos a poder. Avanzamos hacia la costa pero parece que se aleja. Avanzamos como caracoles. Me olvido de la técnica, dejo de remar con la espalda y toda la fuerza la hago con los brazos. Pero en un momento, sin darme cuenta, hago un click. Pará, lo estamos haciendo bien. Estamos controlando la situación, estamos tomando las decisiones correctas. Sin embargo no veo la hora de bajarme del bote y decirle a Andrés que ésta va a ser la primera y última vez que salgamos así.
Después de una hora y 6 km, llegamos a la costa. Dejo el bote como puedo, me bajo, respiro y noto que mis manos siguen temblando de miedo. Ya está, ya pasó. No sé de dónde sacamos tanto huevo pero lo que sí sé es que este día se termina acá. Basta para mí, basta para todos.
Al día siguiente el lago está más tranquilo. O quizás no está tan tranquilo como los dos primeros días, pero si ayer era una especie salvaje, hoy es un animalito del zoológico: nos deja mantener la proa derecha y conversar sin gritarnos.
Nos alejamos de la estepa y nos vamos metiendo otra vez en el bosque. Observamos las copas de los árboles, sus colores y contrastes. Observamos la vida que hay en la tierra. Algunos verdes son tan intensos que no podemos quitarles la vista. Vemos bahías puntiagudas, otras rodeadas de paredones altos, están las redondeadas y las que tienen piedras que sobresalen del fondo y que las olas tapan.
Hoy, además del bosque, quedamos obnubilados por los detalles en movimiento: las gotas que rebotan sobre las piedras en slowmotion. Esas gotas que quedan huérfanas de su madre-ola, que quedan flotando, pero en el aire. Y también vemos al pato de los torrentes, que estira sus alas de pluma para cazar insectos, alimentarse y seguir. Y cuando volvemos a posar los ojos en el bosque, me doy cuenta de algo: la naturaleza no es perfecta. Está llena de imperfecciones: troncos pelados y caídos, árboles tupidos y flacos, picos de montañas áridos y pedregosos, laderas vacías y playas que hacen doler los pies con sus piedras irregulares.
En la mente radica nuestra construcción ideal y errónea de lo perfecto, porque lo que el hombre cataloga así, simplemente no existe en ningún orden de la vida. Y es por eso que me llama la atención el bosque: porque hoy logró contradecirme y reformular una premisa que creía exacta y cierta: la naturaleza es perfecta…no, la naturaleza es perfecta en su imperfección.
La ciudad de Bariloche se convierte en un punto lejano y el cerro Tronador se lleva todos los halagos.

mapa

Hace miles de años, gran parte del territorio del Parque Nacional Nahuel Huapi estuvo cubierto de glaciares, pero los cambios climáticos dieron pie a que esos hielos empiecen a derretirse. Así se formaron valles, lagos y ríos. Hoy esos glaciares milenarios están en la cumbre del Tronador (su nombre alude a los desprendimientos de hielo que provocan sonidos estremecedores). Tiene 3478 metros y es el pico más alto dentro del Parque.
Los planes del día cambian: en lugar de seguir hacia el brazo Huemul, y teniendo en cuenta que los próximos tres días anuncian vientos fuertes, decidimos cruzar hacia la isla Victoria para descansar y conocer la isla a pie. Desde donde estamos son 5 km en línea recta y a lago abierto, pero como ahora está calmado, no corremos ningún riesgo.
Mis intenciones de llegar remando sola, se agotan. Andrés me mira, asiento sin decir una palabra y engancha el remolcador en la proa del kayak para darme una mano. No es que ahora deje de remar y sienta que estoy en una góndola de Venecia, pero al menos llego sin hacer tanto esfuerzo.
A las 6 de la tarde llegamos a la mágica playa Piedras Blancas. Pero eso lo dejamos para el próximo capítulo.

La Vida de Viaje
Andrés Calla y Jime Sánchez, viajan en bicicleta desde enero de 2013. El primer gran viaje fue por Argentina, uniendo Ushuaia-La Quiaca a lo largo de 6600 kilómetros durante 9 meses. En este viaje recorrieron el Litoral, el Noreste, el centro del país y ahora comenzaron a recorrer los lagos del sur. En su blog se pueden ver todas sus historias.

www.lavidadeviaje.com

Mountain Bike

PIRCAS NEGRAS, 43 Cruces de los Andes en Bici

enero 3, 2017 — by Andar Extremo

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Javier Rasetti y Marisol López, están haciendo los 43 Cruces de Los Andes en bici. En esta ocasión, nos cuentan sobre el cruce Pircas Negras de 4261 metros en La Rioja, donde más allá de su atractiva travesía y sus espectaculares fotografías, reflejan la pasión de querer hacer de ésto una forma de vida. Nota en la revista nº 42

Paso Argentina Chile

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Lo primero que vi al abrir los ojos fue un enredo de ramas, hojas, uvas y el sol intentando asomarse por cada pequeño huequito que encontraba, creando los efectos de una bola de boliche en absolutamente todo lo que nos rodeaba. Tuve que esperar algunos minutos hasta que la cabeza logre recordar, se ubique, y así comprender dónde estábamos. Era algo que nos pasaba muy habitualmente, tanto como cada mañana que despertábamos en un lugar distinto y eso últimamente era de todos los días. El proceso no tardaba demasiado, pero la sensación de desconcierto durante esos breves minutos era rarísima, aunque de a poco habíamos aprendido a no perder la calma.
Era temprano, y aún así ya hacía calor. Abrí la bolsa de pluma y me quedé boca arriba y vi un parral hermoso, sus hojas verdes en contraluz, el sonido de las gotas que muy lentamente lo regaban ¿Cómo puede importarme dónde estoy si me despierto bajo un techo de uvas? Permanecí en silencio porque Javi dormía, pero me hablaba suavecito, y por dentro sentí que estaba mimándome con palabras, tragando de a sorbos todos aquellos rayitos de luz que entraban a través del parral.
Hacía tan sólo tres días atrás estábamos en medio del Paso San Francisco con la mandíbula tiritando por el frío y el aliento haciendo humito. Ahora nos despertaba el calor debajo de un parral. Era 4 de febrero y la sensación térmica nos hacía desear subir los metros sobre el nivel del mar desesperadamente. Estábamos en Chile a tan sólo 30 km de Copiapó rumbo al paso Pircas Negras.

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Nos habían contado que durante los primeros kilómetros el camino estaba en muy mal estado a causa del terrible aluvión que había afectado toda la zona en el 2015. Y no hubo más que pedalear algunos metros para entender que esta vez no habían exagerado. Hacía un calor insoportable. La transpiración nos empapaba la vista. Ïbamos desquiciadamente lento porque teníamos un desnivel de 1400 ms y el camino era es-pan-to-so. Después de 20 km que costaron como 150, llegamos a El Maray, un puesto con algunos arbolitos donde solían parar los camiones de las mineras pero que ese día parecía estar cerrado. Seguimos algunos metros más y encontramos un obrador. Necesitábamos pedir agua y consultar sobre el estado de la ruta más adelante. En Copiapó habíamos ido a pedir información a carabineros sobre el tramo Chileno del paso Pircas Negras pero, para nuestra sorpresa, no lo conocían y más de una vez lo habían confundido con el paso San Francisco, lo cual nos dejó comprender rápidamente que era una ruta muy poco utilizada.
Ahora entendíamos que los únicos que transitaban por aquel lugar además de nosotros y algún que otro poblador, eran camiones y camionetas de empresas mineras que se encontraban más arriba.
Del lado Chileno el agua no sobraba, por eso a pesar del peso intentábamos transportar la mayor cantidad de litros posibles. Javi llevaba 14, yo 12 y aunque a veces no fuera necesario reponerla , lo hacíamos sin dudar cada vez que se presentaba oportunidad, porque el no saber con seguridad si llegaríamos a encontrar más arriba, nos hacía cargar litros y litros de precaución liquida.

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En el Maray recargamos todas las botellas vacías y nos sentamos a disfrutar de la sombra y de nuestro menú por elección cada vez que estábamos en el país vecino: sandwich de palta y tomate. En eso andábamos cuando paró una camioneta que estaba repartiendo el almuerzo de los trabajadores para ofrecernos una vianda completa de spaghetti con boloñesa, pan y frutas. La cual por supuesto aceptamos sin ningún tipo de dudas, mientras masticábamos y sonreíamos con el mismo nivel de intensidad. Lo que nunca hubiéramos imaginado es que a partir de ese momento el camino se iba a volver una continuidad de camionetas parando para darnos yogures, frutas, gaseosas, jugos y todo aquello que para nosotros eran lujos inalcanzables en medio de los Andes.
Cuarenta y cuatro kilómetros después del Maray, la ruta se hizo curva y apareció un oasis. Entre todo aquel paisaje de rocas, tierra y arena, se levantaba una finca verde, llena de frutas y verduras. Era la finca de Los Salinas. Nos frotamos los ojos para corroborar la realidad y supimos que el día de pedaleo había terminado. Los Salinas eran una familia hermosa que nos recibió entre risas y chistes. El abuelo era el único que vivía permanentemente allí, pero los hijos y nietos lo visitaban durante el verano y se quedaban a ayudar para que aquel maravilloso lugar continúe permaneciendo eternamente en el tiempo, como lo hacía desde que sus tatarabuelos tuvieron la loca idea de creer que a base de perseverancia, paciencia, amor y esfuerzo, la vida crece, a pesar de desiertos o inclemencias. Y sólo había que verlos o escucharlos para entender que su legado había sabido perdurar a lo largo de las generaciones.
El camino que utilizaban las mineras en ese tramo también era propiedad de Los Salinas y las empresas insistían ofreciéndoles cifras enormes de dinero para que vendan. Pero la familia se negaba una y otra vez “Aunque ellos no puedan entenderlo, estas tierras para nosotros no tienen precio y nunca van a estar a la venta”.
Dormimos debajo de un árbol de higos y al otro día nos fuimos muy pasado el mediodía cargados de uvas, sandías y nueces.

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El camino mejoró notablemente, pero como en la cordillera nada es gratis tocó subir La Cuesta del Castaño, compuesta por curvas de durísimas pendientes. Sin embargo de eso sí que no nos quejábamos, porque aunque agitados y con las piernas flojas, toda cuesta siempre tiene su cumbre y la sensación que nos invadía cada vez que llegábamos hasta esos lugares definitivamente hacía que valga la pena, sobre todo porque cuando estábamos arriba, solo quedaba bajar.
Cuando el descenso terminó y tuvimos que volver a eso de hacer girar los pedales, empezó a caer la tarde. Acampamos al costado de la ruta con río incluído, y aunque el agua no era potable, poder dormir con su sonido nos llenaba de una extraña tranquilidad.
El objetivo del tercer día era llegar al puesto abandonado de migración Chilena. La ruta continuaba en excelente estado. Pudimos reponer agua en algunos puestos de comida al costado del camino y si no fuera por los moscardones que nos perseguían incansablemente, metiéndose en ojos, orejas y boca, esa tarde hubiera sido perfecta. A partir de una bifurcación llamada La Guardia, la ruta se divide, para la izquierda hacia una minera, para la derecha hacia el paso Pircas Negras. Hasta ese momento el paisaje no nos había parecido gran cosa, pero entonces todo comenzó a cambiar. El camino se metía en medio de enormes montañas y nos contaba que ahora si podíamos asegurar que estábamos en Los Andes.

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Subiendo y bajando entre gigantescas formaciones rocosas y atravesando un valle por el que corría una extensa vega, llegamos al puesto abandonado de migración chilena. Buscamos entre todas esas cajitas de chapa vacías que alguna vez habían sido puesto de migración, la más cómoda, limpia y en la que puedan entrar las bicis. Ellas tanto como nosotros merecían un calentito y refugiado descanso. Hacía mucho frío y se había levantado un fuerte viento, pero teníamos vega con agua, refugio, fideos con atún y café con chocolate, no nos podíamos quejar.
Al día siguiente costó salir de las bolsas antes de que amanezca, necesitábamos que el sol nos caliente el ánimo. Teníamos por delante lo que creíamos sería el tramo más duro del recorrido, la idea era subir hasta el límite internacional y terminar la jornada en Barrancas Blancas, el puesto de frontera integrado que funcionaba del lado Argentino, pero apenas mirar hacia arriba la cuesta que teníamos que cruzar, la sensación de pequeñez y el “¿llegaremos?” con toda su mezcla de dudas y miedos, empezó a pasar de a ráfagas para opacarnos los pensamientos. Por suerte ya sabíamos lo que teníamos que hacer: bajar la mirada, concentrarnos en el camino y avanzar, despacito, como sea, pero siempre avanzar, un metro y otro más.
La cuesta del Ángel, le decían, y fue sin lugar a dudas la más dura y hermosa que tuvimos que afrontar. Las pendientes que de lejos metían miedo, de cerca parecían directamente imposibles, las curvas subían más y más arriba, y uno perdía la noción de donde terminaría la montaña y empresaria el cielo. Tardamos 4 horas y media en recorrer los 12 km que finalizaron en un enorme grito de cumbre. Nos abrazamos tambaleando, con la respiración agitada y el viento frío pegándonos en el cuerpo. Era uno de esos festejos cortos e inolvidables que te dan las cumbres, que te brinda el superar tus imposibles.

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La bajada fue mucho más corta de lo que habíamos imaginado y para cuando nos dimos cuenta ya estábamos trepando otra vez. Con los músculos cansados de viento y subidas llegamos al límite internacional. De un lado Chile, del otro Argentina. Bailamos en los dos para que no se pongan celosos. Era nuestro 4to cruce de los Andes, teníamos mucho que festejar.
Entre ripio y esporádicos manchones de asfalto seguimos hacia el puesto fronterizo Barrancas Blancas y 25km después, mientras el sol se escondía definitivamente entre los cerros, agotados y felices, llegamos.
En Barrancas Blancas estaban los chicos de vialidad, ellos nos dieron un refugio con camas, sopa de verduras y los chistes y charlas a las que todos esos trabajadores nos tenían tan acostumbrados. No importaba en qué parte del mapa nos encontráramos, llegar a un refugio de vialidad para nosotros ya era como estar en casa. Le dije a Javi:-. Yo mañana de acá no me muevo!! y no le quedó más alternativa que resignar su idea de salir a pedalear al otro día. La falta de descanso entre uno y otro cruce ya me había empezado a afectar física y psicológicamente. Necesitaba estar en estado plano y sin pedalear aunque sea por un día. Todavía nos quedaba un largo tramo por delante hasta llegar a Villa Unión y poder completar Pircas Negras. Habíamos bajado mucho de peso, comíamos poco a causa de la altura y sumado al gran desgaste físico, el cinturón se había vuelto una prenda indispensable para no andar con los pantalones por las rodillas.
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Los planes fueron estrictos, necesitábamos un día sin planes. Nos despertamos tarde, escuchamos la radio y exprimimos esos ratos de ocio todo lo que pudimos.
A la mañana siguiente, después de los abrazos y las despedidas, dejamos Barrancas Blancas para continuar hacia Laguna Brava, un lugar muy especial para nosotros, que ya conocíamos y al que teníamos muchísimas ganas de llegar en nuestras bicis.
La ruta desde el puesto hasta la laguna era de un perfecto asfalto que se fundía hasta desaparecer entre laderas de intensos marrones. Luego de varias subidas y bajadas vimos a lo lejos el blanco de la sal y supimos que estábamos cerca.
La reserva provincial Laguna Brava es uno de los grandes tesoros de la cordillera. En medio de un extenso y árido valle de piedras volcánicas, vigilado por enormes montañas nevadas como El Piscis y El Veladero, se encuentra aquel espejo de agua y sal. El cielo se refleja en la laguna y una gran familia de flamencos rosados parece picotear las nubes.
Está ubicada al noroeste de la provincia de La Rioja y fue creada en 1980 para preservar a las comunidades de vicuñas y guanacos que a causa de la caza furtiva, estaban en peligro de desaparición. La reserva tiene una extensión de 5.000 hectáreas, y lleva el nombre de Laguna Brava por ser ésta la mayor de toda la región, con una superficie de 17 kilómetros de largo por 4 de ancho.
Muchísimos años atrás esta ruta era utilizada por arrieros que conducían ganado a Chile y es por eso que contaba con unos hermoso refugios de piedra en forma de iglú construidos a fines del siglo XIX, que se volvían fundamentales para repararse del riguroso clima de la zona.

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La primera vez que llegamos con nuestro auto hasta aquel lugar que parecía sacado de un cuento de Julio Verne, no pudimos evitar sentirnos invasores. Los ruidos del motor, la ruedas dejando huellas… Entre los sitios que conocíamos, ninguno nos había causado tanto respeto como Laguna Brava. Sentíamos que éramos muy afortunados al poder estar ahí, pero al mismo tiempo nos daba nostalgia la posibilidad de modificarla con nuestra visita. Me recuerdo caminando lentamente para llegar hasta los geiser de la laguna sobre una vegetación verde y húmeda, y mientras los pies se hundían aplastándolo todo, no podía evitar que una extraña tristeza se haga nudo en la garganta. Era la misma sensación que me daban los zoológicos, las montañas agujereadas por las mineras, los edificios tapando la luz del atardecer. La naturaleza domesticada por el hombre, volviéndose números y conveniencia de la razón.
Pera esta vez era distinto, ya no íbamos sobre motores ruidosos que nos transportaban sin esfuerzo por la montaña, ni ventanillas que nos reparen del viento. Llegábamos en bici, cansados y dóciles, con la piel curtida y la emoción llenando los ojos. Entre subidas y músculos rígidos nos habíamos ganado el derecho de estar en aquella laguna para mirarla sin culpas y decirle, que a veces los hombres no buscamos conquistas, sino simplemente poder descubrir la paz que nos da lo que alguna vez fuimos.

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El viento pareció entendernos porque esa tarde, muy extrañamente, en la laguna y sus alrededores todo estuvo quieto durante varias horas para dejarnos disfrutarla entre calma y sol.
Decidimos intentar un atajo, estábamos a 4400 msnm en el refugio Veladero y queríamos llegar al refugio El Peñón antes de que anochezca para dormir más bajo y al otro día finalmente poder llegar a Vinchina, así que en vez de retomar la ruta y hacer una vuelta grande, nos metimos por una huella que nacía de la laguna y que al parecer nos dejaría directo en el camino nuevamente. Después de un largo rato arrastrando las bicis entre piedras volcánicas y dudando si habíamos elegido la mejor opción, retomamos el camino. Era una recta de ripio larguísima llena de grandes badenes en medio de aquel valle volcánico, teníamos que cruzarla lo más rápido posible, sabíamos que cuanto más pasaran las horas, más difícil se nos iba a poner el viento y en ese tramo las ráfagas pegaban sin reparos. Por suerte el ripio era firme y no nos dificultaba el avance. Nuestro objetivo principal consistía en subir hasta El Portezuelo, la última trepada que nos quedaba, para luego poder hacer todo bajada.
Los badenes no terminaban nunca, cada vez eran más y más difíciles. :-“¡¡Aprovecha el envión!!!”, me gritaba Javi mientras bajaba a toda máquina para subir sin pedalear. Pero no había caso, yo dejaba ir la bici todo lo que podía, pero cuando la velocidad me hacía sentir que perdía el control y la subida se volvía un paredón imposible de piedras sueltas, me ganaba el miedo y el instinto de supervivencia apretaba los frenos dejándome en medio de una nueva pendiente con la bici haciendo la vertical y Javi mirando desde arriba sin poder entender como no aprovechaba el envión. Después de maldecir badenes y repetir la misma situación durante un rato llegamos hasta el cartelito del Portezuelo. La tarde empezó a caer y las montañas con sus colores y brillos se volvieron de terciopelo. Parábamos para fotografiar y grabar intentando capturarlo, volverlo pixeles, pero el resultado nunca era suficiente y la frustración nos sonreía en la cara pensando, que por más realidad virtual con la que insistiéramos, por suerte nunca nada podríamos reemplazar la infinita inmensidad de la vida.

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Muertos de frío y hambre aterrizamos en el refugio El Peñón. Estábamos en eso de poner la pava para el mate cuando sentimos un auto. Nos miramos dudando quién podría andar por ahí a esas horas y salimos inmediatamente a sacarnos las dudas, afuera ya era de noche. El auto estacionó en la entrada del refugio y un hombre muy relajado empezó a bajar mochilas y bolsos. Era Alex, un vasco montañista y músico que andaba buscando sus propias cumbres. Charlamos mucho, comimos mucho más y volvimos a charlar con café y chocolate. Nos quedaban las últimas raciones de todo, pero como sabíamos que ya estábamos en una zona más segura y que al otro día llegaríamos a Vinchina, no dudamos en hacer un gran festín. Las montañas y los amigos en común nos tuvieron ocupados un largo rato, pero no pasó mucho hasta que el cansancio nos metió en las bolsas de dormir.
El placer de despertarse sabiendo que ese día íbamos a completar un nuevo cruce de cordillera y, que además todo lo que nos queda por delante era en bajada, se notó en nuestra excesiva relajación. Ninguno de los dos lo dijo, pero no era necesario.
Hoy no hay apuro. Hoy no hay nada de qué preocuparse. Disfruta!!

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La altura, el frío y el clima no importaban, estábamos a 3600 msnm y el camino bajaba hasta los 1480 en Vinchina. El agua y la comida no importaban, ese día estaríamos en un pueblo. El cansancio no importaba porque era todo descenso. Todas aquellas cosas que nos mantenían pendientes y atentos siempre que pedaleábamos en la cordillera, ese día no importaban.
Será por eso que justo aquel día en el que bajábamos despreocupadamente livianos y seguros, nos caímos.
Una curva, el ripio suelto, mi rueda que resbala de costado y Javi viniendo de atrás. Le sangraba la rodilla y el dedo de una mano. Había quedado desparramado en el suelo, lleno de polvo y con cara de dolor. Yo, en cambio, no me había hecho absolutamente nada. Por suerte además de unas pequeñas heridas en el dedo y la rodilla producidas por el piñón de mi bici y algún que otro dolor por el golpe, Javi no tenía nada importante o que le impidiera seguir pedaleando así que después de limpiarse la sangre y sacarnos el susto, pudimos continuar. ¿Pero si le hubiera pasado algo más? ¿Si no hubiera sido sólo un susto? Aún estábamos a 3000 msnm en la montaña, y ya no teníamos ni agua ni comida, porque nos habíamos confiado, porque aunque faltaban unos 60 km de cordillera hasta el primer pueblito poblado, nos habíamos confiado. Qué tontos!!! Ahora lo sabíamos, que par de tontos!!! Bajar las montañas siempre es tan importante como subirlas.
Cuando llegamos al asfalto el aire caliente nos recordó que abajo era verano Riojano ufffff….el choque era duro. En pocas horas pasamos de la pluma y las medias térmicas a desesperarnos por un poco de sombra y una Coca-Cola bien helada. Bendita Cordillera y sus alturas!!!

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95km y finalmente Vinchina. Teníamos muy claro cuál era la prioridad, por eso íbamos despacito y cabeceando de un lado para el otro por las calles del pueblo, hasta que finalmente lo encontramos, frenamos de golpe, apoyamos las bicis donde pudimos y entramos.
-Buenas tardes!! 150 de salame, 200 de queso, 100 de paleta y 1/2 kilo de pan, por favor.
Abrí la heladera de bebidas del mercadito y el aire fresco me provocó unas ganas incontenibles de meterme adentro y cerrarla, pero el paquetito de fiambre me recordó que tenía algo muy importante por delante, así que continué. Toqué una a una las gaseosas para medir frescuras y agarré la de atrás de todo.
La plaza de Vinchina era grande, había pasto y sombra. Para muchos una plaza como tantas otras, para nosotros el paraíso. Por eso creo que si hoy me dieran el más elaborado e increíble plato del mundo, nunca podría equipararse al placer que sentí aquel día. A veces sólo hace falta estar atento o viajando en bici, para entender que lo más maravilloso de la vida se compone de cosas tan simples como un sándwich de salame y queso con gaseosa bien helada en la plaza de un pueblo.

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“No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando) ya te dije que el mundo es incontable.” Mario Benedetti

mapa

INFO UTIL
Distancia total: Entre Copiapo y Villa Unión 430 km
*Terreno: Desde Copiapo, Chile, hay unos 28 km de asfalto hasta tomar la ruta hacia el Paso Pircas Negras, a partir de ahí el camino se vuelve de ripio en muy mal estado que ir mejorando hasta volverse firme a los 43 km aproximadamente. Luego la ruta se mantendrá en buen estado y del lado Argentino irá variando entre tramos de asfalto y ripio.
*Tránsito: Del lado Chileno la ruta es muy transitada por camiones y camionetas de mineras hasta la bifurcación de La Guardia, a partir de ahí el tránsito desaparece casi por completo y es muy extraño cruzar algún vehículo. Recién se vuelve a ver movimiento vehicular a partir de Barrancas Blancas el puesto fronterizo que se encuentra del lado Argentino y una vez llegados a Laguna Brava es muy habitual cruzar caravanas de turistas.
*Agua: Del lado Chileno se puede reponer agua en algunas fincas, obradores y puestos de comidas o pedir a los camiones y camionetas de las mineras. A partir de la bifurcación en La Guardia se podrá reponer en la vega que se encuentra frente al puesto abandonado de migración Chilena. Del lado Argentino los puntos son:- Barrancas Blancas -Refugio El Peñón (Tubo al costado del camino unos cientos de metros rumbo a Vinchina) -El Jaguel -Vinchina.
*Época: La mejor para cruzar es entre septiembre y diciembre. Se puede hacer en otros meses averiguando con anterioridad si el paso está abierto y es necesario tener mayor cuidado en época estival (enero-febrero) con las tormentas eléctricas y aludes y en invierno (mayo-agosto) con las nevadas y bajas temperaturas.
*Frontera: El puesto fronterizo se encuentra unificado en Barrancas Blancas del lado Argentino.
*Viento: Comúnmente comienza a partir del mediodía desde el oeste. Es fuerte y constante. En el valle donde se encuentra Laguna Brava los vientos no tienen reparo, por lo que se considera una zona muy complicada en ese aspecto.

www.pedaleandoruta40.com.ar

EditorialExploracionPromociones

EL LIBRO de la Expedición Atlantis

diciembre 20, 2016 — by Andar Extremo23

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Ya pueden conseguir el libro de la Expedición Atlantis en el stand 149 del salón Azul del Instituto de Publicaciones Navales en la Feria del Libro y el 14 de mayo no falten 19:30 a la presentación en el Stand del diario La Nación en la misma Feria

Libro de lujo para una expedición eterna. Una edición limitada que no da para perder la oportunidad. Reserva un ejemplar en el sitio www.expedicionatlantis.com

libro

EL LIBRO
Un libro para atesorar. Para obsequiar.
Una epopeya para celebrar.
A tres décadas de la expedición deportiva
argentina más importante de todos
los tiempos un excepcional libro
la recuerda y rinde homenaje.
“El romance del deporte y la naturaleza”
Su autor, Alfredo Barragán, relata en
primera persona su experiencia como
jefe de la Expedición Atlantis.
El cruce del Atlántico, desde África
hasta América en la embarcación
más antigua y precaria que
jamás haya usado el hombre:
Una balsa de troncos, sin motor ni timón.
¡Un desafío a los imposibles!

Un libro excepcional que relata esta epopeya romántica con fotos únicas.

“¡Una invitación al hombre a creer en sí mismo!”

CARACTERÍSTICAS DEL LIBRO

Presentación: Tapa dura con sobrecubierta.
Medidas: 33 cm x 26 cm.
Cantidad de páginas: 304.
Papel: ilustración de 150 grs.
Fotos: 170 fotos originales. Mapas. Infografía.
Bilingüe: Español / Inglés .
Incluye:
DVD remasterizado del largometraje original de la expedición.
Facsímil del sobre y la carta de felicitación enviada por el célebre antropólogo y explorador noruego Thor Heyerdahl, capitán de la balsa Kon Tiki que cruzó el Pacífico.”
Autor y Editor: Alfredo Barragán.
Auspicia: CADEI (Centro de Actividades Deportivas, Exploración e Investigación).

Conferencias

DIEGO SIMÓN DIO UNA CHARLA DE SU EXPERIENCIA EN EL TRAIL RUN INTERNACIONAL

diciembre 5, 2016 — by Andar Extremo

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DESAFIANDO LÍMITES CONFERENCIAS

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El 2 de diciembre Diego Simón dio una charla de su crecimiento como corredor de trail run. Desde hace 15 años practica atletismo y hace 5 años comenzó con las carreras de montaña, entre todos sus logros cabe destaca su experiencia nacional con 5 Adventure Race de Tandil ganados, un cuarto puesto en el último Cruce Columbia, un primer puesto en el Raid Columbia, un primer puesto en el Cruce Tandilia 2016, varios primeros puestos en K 21 de Salomon entre los que sobresalen San Juan y Tandil y un cuarto puesto en K42 de Villa la Angostura. También relató su paso por Europa, de la mano de Marco De Gasperi, con un primer puesto en el K42 de Italia y varios podios en Italia y Suiza en el presente año. Profesor de Educación Física y entrenador, Diego dio algunas técnicas de ascensos y descensos en montaña. Así fue como este enorme corredor paso por “Desafiando Límites Conferencias” en La Plata en el salón Vicepresidente del Pasaje Dardo Rocha en con el apoyo de Harmony Place, Garmont y la Revista Andar Extremo.
Organizado por la Subsecretaría de Deportes desde el Programa “Buenos Aires Aventura” que tuvo el agrado de poder traer a este gran deportista de montaña este último sábado a la capital de la Provincia que se deleitó con las aventuras de este tandilense con un enorme futuro.
Desafiando Límites evento que coordinan Pedro Billordo y Marcos Ferrer, contó con la participación de más de 50 personas. LA conferencia contó también con la participación de Pablo Cazón Director del aérea de Recreación y Tiempo Libre de la Subsecretaría de Deportes quien junto a Marcos Ferrer llevan adelante el programa Buenos Aires Aventura.

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ExploracionNieve

CRUCE DE GROENLANDIA, PRIMER ARGENTINO

diciembre 1, 2016 — by Andar Extremo

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Mariano Curiel nació en Hurlingham hace 35 años y por casualidades de la vida se metió en el mundo de las expediciones polares. En mayo se convirtió en el primer Argentino en cruzar Groenlandia a pie en una expedición que le llevó 26 días en esquí y trineos, recorriendo 564 kilómetros con vientos de 140 km/h y temperaturas inferiores a -35 grados, junto a 5 expedicionarios de otras partes del mundo. Nota de la Revista Andar Extremo n° 42.

por Andar Extremo entrevista a Mariano Curiel (fotos Mariano Curiel)

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Junto a su amigo sueco David Berg, la guía noruega Moa Hundred, el inglés Chris Lambert y las alemanas Adelinde Trixly Christine Huber, emprendieron el 14 de mayo pasado desde el fiordo de Kangerlussuaq, 318 km al norte de la capital Nuuk , el cruce de Groenlandia. El grupo, de entre 23 y 55 años, llegó a su meta en el pueblo de Isortoq, a orillas del estrecho de Dinamarca -unos 100 km al sur del círculo polar, el 8 de junio, en plena primavera boreal. En 1888 el aventurero noruego Fridtjof Nansen, en 42 días, fue el primero en abrir esa ruta en la latitud del círculo polar.

Cómo surge tu relación con las actividades en zonas frías?
Fue de casualidad, a los 23 años trabajaba en una empresa de marketing deportivo y estaba cansado de ese mundo, quería viajar… de rebote terminé en una embarcación rusa que buscaba gente para la parte de hotelería y salía de Ushuaia, sin saber que iba a llevarme con destino a la Antártida. Cuando llegué a esa masa de hielo me enamoré. El barco manejaba expediciones, cuando vi ese mundo dije:- “listo esto es lo que buscaba”. Sabía manejar veleros, siempre estuve relacionado a la náutica, entonces fue fácil comenzar a trabajar con expediciones. Cruzábamos el pasaje de Drake y allí tuve los primeros contactos con ballenas, pingüinos, y quedé fascinado. Eso fue un verano y ya en junio me habían contratado para trabajar en el Ártico. Pasó de ser una aventura a ser parte de mi vida.

Cuándo surgió la idea de hacer travesías en estas zonas?

En realidad fue desde que me mudé a Bariloche que data de unos cinco años que me introduje en la montaña y comencé a caminar por esos lugares. En La Antártida había hecho cosas en hielo pero de un día, salía y volvía al barco.
Así fue que en uno de los viajes al norte hice una caminata de tres semanas por la Costa Este de Groenlandia cerca de Kulusuk. Fue en 2014, realizamos esa travesía implementando el mismo sistema de expedición con esquíes, trineos, carpas y la misma rutina diaria entre arroyos, fiordos y glaciares, pero con un nivel de exigencia menor en lo que respecta a lo físico. Habíamos hecho 250 km y la idea era entrenar para el cruce total. Hasta ese momento era difícil una expedición de ese tipo, dado que tiene costos muy elevados y los permisos son imposibles, así que teníamos que ver cómo hacíamos para engancharnos en alguna expedición. Desde el 2015, por el hecho que hubo accidentes y dos muertes, necesitás un permiso especial que se lo dan a gente que ya haya realizado un cruce. Aunque seas guía profesional, no te dejan, y ahí fue que contactamos a Moa, una chica noruega que podía sacar el permiso. Este año, en enero en Antártida, mi amigo David Berg me comentó la posibilidad de participar en esa expedición. En febrero confirmé. En marzo volví a Antártida y luego tuve un mes para entrenar.

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Te adaptás al frío, aparte de usar la ropa adecuada?
Sí, me adapto, aparte la ropa que se utiliza hoy es muy técnica, de muy buena calidad. Hoy en día tengo más tolerancia al frío y también mentalmente aguanto más sin ponerme nervioso, porque una cosa es el frío que te molesta y otro cosa es el que causa hipotermia o congelamientos…uno va aprendiendo a darse cuenta antes de que pase algo peor. Esto requiere de entrenamiento para el reconocimiento del peligro. Lo que uso desde siempre para andar, es primera capa merino Lepau que es muy buena, de muy buena calidad….es de nuestra oveja patagónica, no te mojás, no larga olor al no ser sintético. Después, goretex tricapa respira muy bien, si tenés calor te abrís, es ideal para viento, lluvia o si nieva mucho. Lo que se buscás es estar seco. Estas dos prendas son, para mí, lo mejor para este tipo de expediciones. Cuando la temperatura es menor a -15º también me pongo un chaleco, como los de plumas pero de material sintético. Por último, me pongo la campera de plumas cuando se frena a comer, y me cambio los guantes por unos más gruesos para descansar o armar el campamento. Para las piernas uso lo mismo. En los pies, primera capa medias de compresión para facilitar la presión en las piernas, después unas bolsas plásticas para evitar la transpiración y mojar la bota y arriba medias de merino gruesas. Los borcegos son especiales para expediciones nórdicas, son de cuero forrados con goretex que incluye polaina hasta casi la rodilla y se une a la suela.
Para las manos, 5 pares de guantes que los iba cambiando según la situación del viento. Primero, una capa de lana merino o sintético bien fino. Luego manoplas de polar que se le quitan los dedos por si quiero hacer algo. Guantes de cuero, los comunes de obrero, que los engraso para impermeabilizar. Los días que hace más frío, guantes de montaña o manoplas de pluma que arriba les pongo las de goretex.

Cuáles fueron las situaciones más peligrosas?

Al principio tuvimos mucha agua y zona de ríos que formaban grietas. Fue peligroso por el terreno, no por el clima. También en el kilómetro 4, el segundo día me esguince la rodilla pero no pasó a mayores en ese momento. Cuando estuvimos en la parte más alta, a mitad de camino, superando los 2000 msnm el frío se sentía mucho, era el campo de hielo. Allí las temperaturas eran de -35º y menos también. Los días de viento eran peligrosos por la poca visibilidad que complicaba las cosas y aumentaba el nivel de estrés de todos… al frenar te abrigabas y seguías, en el viento te ponías de espalda al mismo y descansabas o armabas la carpa. Hubo un día que íbamos caminando, frenando, andando… Lo más peligroso fue que íbamos a muy baja temperatura y viento de frente, y empezamos a tener principio de congelamiento en la cara y dedos porque estábamos muy expuestos. Después de tres horas tuvimos que frenar. Armamos el campamento y esperamos que pare el viento. Ahí, cuando te detenés, podés cubrirte y mover las manos, pasabas el frío de otra forma.

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Tenés determinado tiempo para estar expuesto?
Sí, con otra tormenta cerca de una base abandonada, nuestra carpa colapsó y, mientras estábamos ahí vimos que flameaba. Estaba toda llena de nieve pero tuvimos mucha suerte que no se voló ni rompió a pesar de los vientos de más de 140 km/h. Tuvimos que armar la carpa con mucho viento y mucho frío y una vez que armamos la base, estuvimos una hora más para asegurarla fuerte. En esa hora salíamos entre tres y cinco minutos, no más de eso… generalmente eran tres y sentíamos el congelamiento. Con David, salíamos esos minutos porque conocíamos lo que era el congelamiento, era el tiempo estimado en donde sentías que los dedos se congelaban. Entrábamos a calentarnos 5 minutos y salíamos nuevamente a armarla porque sabíamos que si no, se nos podía caer otra vez.

Qué entrenamiento hiciste?
Como ya conocía lo que iba a hacer, no hice el entrenamiento adecuado para expediciones con trineo (salir a caminar tirando dos ruedas que simula el peso del trineo). Mi entrenamiento se basó en caminar en las montañas: Cerro López, el Catedral. Trataba de llegar a hacer caminatas de seis horas para acostumbrar al cuerpo. Ya conocía a qué iba y sabía de este tipo de cosas. Me enfoqué en estar bien alimentado y fuerte para aguantar los primeros 5 días. Después el cuerpo se va acostumbrando a andar en la montaña, y estas físicamente bien. Primero viene el período de adaptación luego de debilitamiento y más tarde el final donde tenés que llegar bien mentalmente.

Cuánto marchaban por día?
En promedio era de 25km por día. Hubo jornadas que hicimos muy poco. La primera salida, por ejemplo, avanzamos sólo 4 km. Fue en la subida al glaciar. En total de los 26 días hubo tres q no avanzamos, dividido en distintas etapas. El día que más avanzamos fueron 36 km. Cerca del final fue más rápido, a pesar de que no te dabas cuenta, ibas bajando 5 metros por kilómetro y eso te hacía acelerar.

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Cómo es un día de marcha?
Nos levantábamos, y demorábamos una hora y media o dos antes de arrancar con el desarmado. Desayunábamos con un suculento vaso de avena, pasas de uva y manteca o chocolate para ganar calorías. Desarmábamos y de ahí salíamos a hacer marchas de una hora con pausas de 10 minutos, donde comíamos papas fritas, caramelos, pasas de uva o chocolate. Carne, salame, mantecol, alimentos con muchas calorías. Había días que después de la cuarta hora de avance, frenábamos media hora para comer un poco más o descansar y ahí armábamos una carpa. Después seguíamos otras 5 horas. La clave es esa, caminar una hora, 10 minutos de descanso por 4 horas, un descanso prolongado donde hacíamos nuestras necesidades y después seguíamos 5 horas. La clave es recomponer la energía todo tiempo. De no hacerlo en esos 10 minutos a la hora siguiente llegabas muy cansado. Te afecta. Te quedás sin nafta, te cuesta mucho seguir… Al principio tenés que comer a la fuerza porque el cuerpo no está acostumbrado al gasto y aprovisionamiento de tanta energía. Pero al cabo de los días te pide más y más alimento. Comíamos 5000 calorías por día. Fui con sobrepeso de 10 kg y bajé 11kg.

Cómo se hidrataban?
Tomábamos 4 litros por de agua por día. Así como comíamos si o si teníamos que tomar agua. Los primeros días costaban más también, el cuerpo no estaba acostumbrado. Al tener que hacer agua, lo ideal era llegar al campamento con agua líquida y guardarla. Cuando la temperatura era menor a -30º tardábamos entre 2 horas y media y 3 en derretir y calentar unos 4 litros, y así y todo no alcanzaba el hervor.

Cómo hacían para el armado de campamento?
Era el momento más complicado, estábamos muy cansados luego de caminar 14 horas. Doloridos, con hambre y sed, tardábamos 10 minutos en armar la carpa. Nuestro sistema era: mientras yo armaba, había que derretir nieve y calentar el agua casi hasta hervir para hacer la cena, y guardarla para el desayuno del día siguiente. Era un trabajo de hora y media a dos hasta que podíamos comer y después dormir. Armabas la carpa, preparabas los trineos, dejabas todo bien asegurado y una vez que te metías, no salís más. Te quedabas ahí adentro tranquilo esperando que se caliente el agua. Es muy importante en ese momento hacer un chequeo físico, revisarte la cara que no tengas quemadura, los pies, las manos, que esté todo el cuerpo bien. Nos poníamos crema en las heridas y hacíamos una curación de lo que estuviera mal y no dejábamos ninguna herida que se pudiera complicar luego. Cenar, el mejor momento del día! Llevábamos comida deshidratada para la cena que era carne a la cacerola o pescado al curry, era sólo echarle el agua hirviendo y listo. Al minuto, luego de acabarse la comida, era el peor momento del día. Después, meternos en la bolsa y dormir.

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Corrió peligro la expedición en esos 26 días?
Al principio sí, pero estábamos muy decididos a seguir. Salimos de la ruta segura, la que conocíamos, porque había muchos lagos y ríos y encontramos otro camino alternativo. Después, no en la expedición en sí, pero hubo peligros para algunos. Por ejemplo, cuando nuestra carpa se voló, para nosotros hubiera sido el fin si se hubiera roto. En otro momento de los seis, una de las integrantes (una chica alemana), no comía bien, estaba muy débil, a las dos semanas casi no podía caminar. Ahí nos reunimos y debíamos analizar si la evacuábamos o, lo que hicimos, sentarla a comer y asistirla yendo más lento… un día le hicimos comer una manteca entera!. Se empezaba a retrasar, y por ende nosotros también. Los debatimos en dos situaciones y decidimos asistirla, y así llegamos los seis.

Qué pensás allí en el día a día?

De todo. Primero vas acomodándote, escuchás música, unos radio-libros. Vas con la mente en blanco, navegando… vas con la brújula, tratando de seguir el camino. Cuando estás atrás, es seguir al de adelante. Pensás de todo, lo que te imagines, mil proyectos, ideas de expediciones nuevas, la familia, amigos, en todo el mundo, qué hacer cuando frenás… Llegó un momento que era elegir qué pensar. Te empezás a volver loco porque te caen muchas ideas y no querés caer en un bajón. Así todos los días. La parte mental es la más dura en este tipo de expediciones. Las expediciones polares son: 60% mental y 40% físico.

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Cómo es el equipo de avance?
Dos trineos chicos plástico, cada uno soportaba hasta 50kg de peso por lo que llevábamos de 80 a 90km cada uno. Repartimos el equipo por pareja. Estaba conformado por: 3 carpas, 4 cocinas, unos MSR modelos nuevos para baja temperatura (calentador de montaña) y 20 lts de combustible. Más esquíes y crampones. El equipo de esquí estaba compuesto por esquíes de fondo con cantos de metal bastante largos y finos, de 2 metros en mi caso, que alivianaba mucho el avance en nieve. Las botas de esquí son modelos especiales con la bota de cuero con una polaina de Gore-Tex incorporada que protege del frío y la humedad. La fijación de esquí de fondo se pone en la bota, sólo en la puntera dejando el talón libre permitiendo el caminar. Y para poder avanzar con los esquíes en pendiente o condiciones planas tirando el peso de los trineos utilizamos lo que se conoce como “pieles de foca”, que es una especie de tela que simula una piel y permite deslizar hacia delante y se frena cuando el esquí se mueve hacia atrás al quedar a contra pelo.

Qué sentiste al aproximarte?

Una sensación muy buena. El día anterior empezamos a ver montañas en el medio de la nada, pero en realidad estábamos a 70 km. Al final de ese día empezábamos a ver el mar. En realidad tres días antes, pero no estábamos seguros, dudábamos que fueran nubes. Parecía que estabas ahí nomás y empezás a pensar en la ducha caliente y en todo lo que vas a comer, pero faltaban como 70km. Esa noche llegamos al último campamento, es donde teníamos que estar más tranquilos porque empezaba el descenso glaciar, las grietas y ríos nuevamente, y el peligro exponencial. Estás llegando y si te apurás tomando decisiones sin pensar tanto, es muy peligroso. Es donde más seguridad tenés que tener. Como trabajo en expediciones desde hace mucho, sé que el 10% al principio y el 10% del final son los momentos más peligrosos, de mayor cantidad de accidentes. Al principio por desconocimiento y al final, por exceso de confianza. Sabiéndolo y todo, nos mandamos por un campo de grietas por el que no debíamos hacerlo, no estaba contento por la situación pero en ese momento donde íbamos rotando el liderazgo, yo quedé atrás del grupo. Por suerte no pasó nada. Veíamos el mar que se unía con el cielo, los iceberg como puntitos blancos, las montañas y el atardecer. Ese día arrancamos a las doce de la noche para llegar a la mañana ya que había luz las 24 horas. Salimos a esa hora que es el horario más frío para que los cauces estuvieran congelados. El último día como el primero, nos juntamos todos en una carpa para la cena de festejo. Todos queríamos llegar pero era una mezcla de sentimientos…se estaba acabando y era una lástima. Desarmar el campamento por última vez fue raro, nos gustaría haber seguido pero en realidad queríamos llegar. Ya estábamos mentalizados en terminarlo. Si en ese momento la expedición se alargaba dos días más, capaz nos caíamos del bocho. Estábamos con la mente en la meta.

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Sos el primer argentino en cruzar Groenlandia, ¿Cómo pensás seguir?
Lo de ser el primer argentino es anecdótico, no sabía que era el primero, allí me enteré. Lo hice porque tengo pasión en este tipo de expediciones. Está bueno ser el primero, no es conocida esta aventura. A futuro, Groenlandia es la tercera en expediciones polares, primero están polo Norte y polo Sur, que son los desafíos más grandes. Polo Norte es más larga, haciéndola desde la tierra que son más de 800 km. Con el calentamiento global es cada vez más difícil y arriesgada. El Polo Sur es una extensión de lo que hice en Groenlandia pero con temperaturas más bajas, lo mismo pero en 3 meses. Una de las cosas que me gustaría y quiero hacer son los hielos continentales “Campo de Hielo Sur”.

Agradecimientos:
A Lola, mi mujer quien me motivó a hacerlo. Justo estamos construyendo y a pesar de estar ajustados me dijo:- “andá a hacerlo ahora”.
A la gente de Noruega que me pasaba el parte diario meteorológico e informaba a Lola cómo íbamos. A mi familia y amigos, y gente que nos siguió. A Lepau y Antártica XXI que me dieron empuje.
Al pul Club Social de Amigos que me consiguen conexiones

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Promociones

PROMOCIONES ANDAR EXTREMO, FIAMBALA DESERT TRAIL

noviembre 30, 2016 — by Andar Extremo

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FIAMBALA DESERT

Andar Extremo con su nueva sección de promociones te invita a correr con descuentos muy buenos. En este caso la épica carrera del desierto Argentino en Catamarca, la FIAMBALA DESERT TRAIL MAKALU, a disputarse entre el 24 y el 27 de Mayo de 2017. Este año con cuatro formatos diferentes: ULTRA 170K (carrera destinada a corredores experimentados), sumando 3 alternativas de menores distancias: ULTRA 80K (en 2 etapas), y los formatos nonstop: ULTRA MARATHON 50K y DESERT TRAIL 30K. Obtene mandandonos mensajes privados a nuestro facebook el 30 % de descuento. Para saber màs sobre esta carrera www.fiambalatrail.com.ar

Conferencias

MARIANO GALVÁN DIO UNA CHARLA DE SU CUMBRE EN EL MANASLU

noviembre 15, 2016 — by Andar Extremo

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DESAFIANDO LÍMITES CONFERENCIAS

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El 12 de noviembre Mariano Galván relató su paso por la cumbre del Manaslu en “Desafiando Límites Conferencias” en La Plata charla brindada en el salón de UPCN de la calle 13 56 y 57 en la ciudad de La Plata con el apoyo de Harmony Place, Garmont y la Revista Andar Extremo.
Organizado por la Subsecretaría de Deportes desde el Programa “Buenos Aires Aventura” que tuvo el agrado de poder traer a este grande de las montañas recién llegado de su última conquista, luego de brindar un charla en Madrid en Desnivel y otra en Scandinavian Buenos Aires, este último sábado la capital de la Provincia se deleito con las aventuras de este grande.
Desafiando Límites evento que coordinan Pedro Billordo y Marcos Ferrer, contó con la participación de más de 100 personas, fue una charla cargada de emociones donde Mariano dio detalles de este ultimo ascenso, montaña que lo obligo en su ataque a la cima a dormir tres días a la intemperie haciendo vivac con una temperatura de 20 grados bajo cero. LA conferencia contó también con la participación de Pablo Cazón Director del aérea de Recreación y Tiempo Libre de la Subsecretaría de Deportes quien junto a Marcos Ferrer llevan adelante el programa Buenos Aires Aventura.
Son catorce las cimas que superan los 8000 metros sobre el nivel del mar, todas ellas en los Himalayas. Pocas personas en el mundo han logrado subir a estas 14 cimas y todavía ningún argentino logro hacerlo. En este arduo camino y en estilo totalmente alpino, sin sherpas ni oxigeno adicional, Mariano está escribiendo la historia del montañismo argentino. Este año, a principio de año, coronó el Dhaulagiri y hace tres días regresó al país luego de subir al Manaslu. Único argentino con 7 ochomiles, además conquistó el Everest, el Gasherbrum 1 y 2, el Lhotse y el Broad Peak.

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Editorial

PROXIMAMENTE REVISTA ANDAR EXTREMO 43

octubre 24, 2016 — by Andar Extremo

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Entre el 24 y el 30 de Octubre en los mejores comercios de actividades outdoor disfrutá de la revista Andar Extremo. No se pierdan esta edición “Corriendo de Ushuaia a la Quiaca” Martín Rodríguez, 720 km de Stand Paddle en el Ártico (Groenlandia), Paso Agua Negra en bici, Terma Adventure Race, una alucinante nota de Griselda Moreno del Aconcagua y también la segunda parte de la nota del Lago Nahuel Huapi en kayak. Esto y más en Andar Extremo 43.

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Montañismo

MARIANO GALVÁN CORONÓ EL MANASLU

octubre 4, 2016 — by Andar Extremo

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Ya lleva siete ochomiles y dos de ellos los hizo este año

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Nuestro incansable Mariano Galván nos sigue sorprendiendo, este año seguro será inolvidable para él y para los amantes del montañismo. A principio de año conquistó el Dhaulagiri y hoy coronó su séptimo ochomil, el Manaslu con 8156 msnm, la octava montaña más alta de l mundo.
El primero de octubre en una entrevista para un medio español “ActitudZerain” luego de no saber nada por tres días comentaba esto: “Estoy un poquito cansado pero ahora con una coca cola de por medio más a gusto. Encontré arriba luna tienda de los japoneses pero no tenía el hornillo adentro eran puras algas y pescado pero sin poder cocinar no podía comer nada. Así que fueron cuatro días duros, lo que tomaba era lo que podía derretir con el cuerpo. Contento por haberle dado un cumplido ala vía me han faltado 300 metros pero luego de 4 días lo más importantes es estar qui en el campo base y poder contárselo al compañero. En tres días no he comido nada, si pude encontrar la tienda para descansar pero no pude ni derretir ni comer nada así que ahora a recuperar y seguro me cambiará la cara. Tampoco tenia saco de dormir pero por suerte por el entrenamiento que tengo le pude dar batalla y llegar a 300 metros de la cima. Las dificultades técnicas se hacían imposibles, entonces fue momento de pegar la retirada; al estar solo y ser algo muy técnico no tenia alternativa. He estado tres noches arriba, una con Alberto Zerain, otra caminado y una en la tienda de los japoneses. Por suerte no sufrí congelaciones, cuando hacia mucho frío me movía para entrar en calor. También compartiré con ustedes la cueva de hielo que tuve que hacer para resguardarme del frío, de la noche caminando de las nevadas. También nos dio mucho enojo a Alberto y a mi de perder un montón de equipo en una forma misteriosa sin dejar rastros y pensábamos que seguir adelante iba a ser complicado. El clima al principio nos jugo una mala pasada estuvo nevando un día y medio, después vino lo de la tienda de los japoneses” esta mañana 4 de octubre Alberto Zerain en la altura nos daba la grata sorpresa “Te estoy llamando bajo el pináculo de la cumbre, aquí hay una ventisca de la hostia, Mariano Galván 100% a hecho cumbre y yo estoy a punto de llegar. Ya Mariano a comenzado el descenso”
Días después Mariano relataba “después de la frustración que dio el no poder llegar a la cima por la linea que habíamos soñado junto a Alberto Zerain, me baje de la montaña el 1 de octubre, satisfecho por la batalla dada a la montaña.
Ahí me entere de la preocupación de todo el mundo por mi pequeña desaparición. Pero tienen que saber que ya es una marca registrada.
Al día siguiente mi compañero me dice que quiere darse una chance mas y va a intentar el Manaslu con solo un campamento de altura, yo lo miro y no puedo mas que desearle buena suerte, han pasado 24 hs y no puedo retenerlo porque se lo difícil que es el clima y lógicamente no puedo salir con el.
Lo despido y le doy lo que esta mi alcance para ayudarlo. Pero yo tampoco estoy dispuesto a renunciar a otro intento…. Pero debo esperar un poco mas. Y así es que lo dejo ir con un afectuoso saludo y tan solo unas 24 hs mas tarde me lanzo en su búsqueda, no se ha donde voy a llegar, pero saber que voy mi a cruzarme con el me tranquiliza. Salgo a las 16.45 del día 3 de octubre con un clima envidiable, paso por el campo 1 envuelto en una nube pero la temperatura sigue siendo agradable, en campo 2 aprovecho una tienda vacía para colocarme el mono de pluma y hacer una parada de una hora para reponer fuerzas.
De ahí el camino empieza a complicarse ya que la nieve cubre las huellas anteriores y se desdibuja. Por lo que llego a campo 3 y así como llego trato de orientarme para continuar al campo 4, no encuentro rastro de las cuerdas fijas, por lo que tiro una linea recta hacia arriba por un neve de sostenida pendiente, me siento bien pero parece como si no avanzara, espero con ansias la luz del sol que aclare un poco el panorama.
Llego a campo 4 finalmente a las 7 am, ahí veo unas tiendas abandonadas y me lanzo a ellas que ofrecen resguardo parcial de las inclemencias. Dejo mi mochila y continuo solo con un bastón y un piolet. A partir de aquí el viento es muy fuerte, el cansancio se agolpa y la falta de sueño es terrible. Para variar empiezo a alucinar y me quedo dormido en los descansos, la cumbre parece no llegar nunca y ademas me desconcierta el no ver a mi compañero, pero me concentro en llegar a la cima, y cerca del mediodía llego a la cumbre. No tengo reloj ya que se lo había prestado a Alberto.
Totalmente agotado bajo por el mismo camino y en una de las paradas veo que hay una persona en una de las pendientes, me da la sensación por el color de la vestimenta que es un Lama, me rio por mis alucinaciones, una persona ahí jaja. Resulta que ese lama era mi compañero subiendo el mismo día.
Así es como sigo bajando y ese mismo día alcanzo el campo base a las 20 hs, agotado y me duermo preocupado, porque mi cocinero pregunta ¿ y Alberto? Creía que había bajado en el interin de mi subida, pero afortunadamente al día siguiente hablo con un grupo de alemanes que sabían de el y horas mas tarde aparece muy entero por el campo base y almorzamos juntos. Celebramos las cumbres y no podemos entender como no nos cruzamos, y me rio al decirle que lo creí una alucinación.
Gracias a todos por las buenas vibras y por seguir viviendo tan intensamente.

Grande Mariano 7 ochomiles, ejemplo Argentino!!!

Tecnología

GARMONT “Dhaulagiri Duplo”

septiembre 23, 2016 — by Andar Extremo

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Campera Ecodown hombre “Dhaulagiri Duplo” (reversible) con capucha incorporada. Confeccionada en tela nylon, corta viento y con tratamiento de repelencia al agua, con el relleno Ecodown de 150 grs. Posee un bolsillo con cierre en la parte superior externa y dos bolsillos con cierre en la parte inferior externa. En la parte interna inferior, posee dos bolsillos ojal. La capucha, los puños y el bajo poseen ajuste en lycra. Viene con bolsa de compresión porta campera.

Respirable Water Repelent
Usos ideales: trekking , ski , escalada, kayak y montañismo
Talles: S al XXL
Colores: (ext) Azul / (int) Lima, (ext) Gris / (int) Cyan, (ext) Negro / (int) Cyan, (ext) Cyan / (int) Lima

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Carreras de aventuraMountain Bike

ULTRA MTB PEPIRÍ, ARGENTINA – BRASIL

septiembre 15, 2016 — by Andar Extremo

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El 10 de Abril se corrió Ultra MTB Pepirí, carrera de mountain bike de 105 km en San Pedro, Misiones, y en Sao Miguel do Oeste, Santa Catarina. Tuvo la participación de 180 corredores. En esta nota, Silvia Ardiz, nos cuenta su experiencia. Nota en la revista Andar Extremo n° 41

por Silvia Ardiz
fotos: Marcelo Tucuna

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Nos gustó tanto el Ultra Mtb Pepirí 2015 que ni dudamos en volver este año. Ya no éramos 9 bickers Way sino que contagiamos a 20 más, y partimos a Misiones a conquistar ese hermoso desafío de pedalear la selva Misionera y parte de la Brasilera.
Tuvimos un gran enemigo: el clima. Llovió muchos días antes y el mismo día de largada la organización anunció en la charla informativa la noche anterior, que tal vez cortaría una de las partes de selva Yaboty por lo intransitable que se pensaba que estaría, pero esa mañana nos confirmó que el recorrido seguía igual y que nada se cortaba ni cambiaba.
Largamos! Yo corría en equipo, como en la primera edición, con mi hijo Catriel. Estábamos muy bien preparados para la carrera, con mucho entrenamiento y además conocíamos a lo que íbamos. Entramos en la primera parte de selva, mucho barro por tramos pero podíamos pedalear, en algunas partes era imposible. Bici al hombro, fueron kilómetros y kilómetros pasando parejas mixtas, sabiendo que íbamos terceros.
Llegamos al primer puesto de control. Allí había bebidas y cosas para comer, pero al ver a los segundos pasamos de largo, ni paramos, y logramos alcanzarlos! Le metimos todo nuestro esfuerzo en ese tramo, hasta que cruzamos una ruta, y entramos en la selva del Yaboty. Arrancamos la trepada y corté cadena… un bajón. Catriel tuvo que arreglarla rapidísimo, ahí nos alcanzaron y nos pasaron los segundos, nunca más los vimos.

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Al seguir, el camino se empezó a trasformar en una trampa mortal, no podíamos avanzar de ninguna manera que no sea caminando con la bici al hombro. Llevarla arrastrando era imposible porque se hacían bodoques de barro entre la horquilla y la rueda. Si cruzábamos charcos de agua, metíamos la bici y la lavábamos. Eso nos llevaba tiempo sin sentido, porque en 20 metros todo estaba igual. Imposible, ya no podíamos más. Revoleamos las bicis un par de veces de la impotencia que daba no poder pedalear y sin fuerzas ya para cargarlas. Brazos partidos, cintura rota y como si fuera poco, a mi compañero se le rompieron las 2 zapatillas de trabas! Las atamos con colitas de mi pelo, con cordones…nada aguantaba semejante barro. Decidió caminar descalzo y sin suerte, dado que ni las medias aguantaron.

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Es fuerte la imagen de mi hijo en patas por la selva con la bici en la espalda y agotado…estaba igual que él pero con la ventaja de tener más experiencia, años de carreras que me han puesto en situaciones extremas como esa y peores…En estas locuras que comparto con él influyen otras sensaciones como la de protegerlo por más fuerte y entrenado que esté, porque siempre va a ser mi bebé y no me gusta verlo sufrir. Me exigí calma para contenerlo. Muchas veces grité: vamos carajo que podemos!!
Fuimos avanzando. Del Way teníamos adelante a Silvio Salustio, al equipo de Guille y Willy, y en ese tramo nos pasó Guille Perazzo, que me ayudó a levantar la bici porque no tenía fuerzas para engancharla sola en los hombros! El resto de mi team venia atrás……
Tardamos casi 4 hrs en hacer 12 km. Mientras hacíamos el camino, cruzábamos a otros pocos en las mismas condiciones, luchando por salir de ahí, muchas bicis rotas, y gente totalmente agotada. Faltando 2 km para terminar la selva nos alcanzó una camioneta que nos cargó a nosotros y a unos 8 más en la caja y nos acercó a la ruta que nos llevaría al cruce aduanero. Estábamos a 30km de la llegada. “Vamos segundos carajo”, le gritaba a mi hijo!

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Al llegar a la ruta, había una ambulancia y gente de la zona, yo pedía por favor si alguien podía prestarle zapatillas a Catriel, todavía nos faltaba un tirón y él andaba descalzo. Se había guardado las suelas de las trabas en la remera, las colocó y las trabó en los pedales, y así seguimos…
Llegamos a la Aduana y era una fiesta. Aplausos, frutas, caramelos…yo seguía pidiendo calzado para Catriel sin tener suerte, nadie calzaba 42!
Federico Lausi, el organizador, nos abrazaba, nos alentaba, lo veíamos feliz. Salimos de ahí y continuamos por la ruta que nos llevaba a Sao Miguel do Oeste Brasil. Continuamos nuestra carrera pensando siempre en nuestra gente, Cómo estarían, cómo habrían pasado esa selva? Los habrán sacado? Mil preguntas te hacés cuando tenés 26 amigos en esa carrera de supervivencia! Sabíamos de los que iban adelante, de Rober con puntos en la pierna y de Cris con bici rota, el resto era una intriga continua y un deseo de que estuvieran bien…

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Nos agarró la noche en la ruta, totalmente embarrados, sin luces…eso sí me dio miedo. Los autos iban a mucha velocidad y estaba totalmente oscuro. Me angustie, siempre atrás de Catriel, gritándole si se iba lejos de mí. En ese instante no era un compañero de bici, era mi hijo. De pronto, me acordé de una lucecita que había guardado en mi mochi. Jamás pensé en tardar casi 10hrs en 100km y que me agarre la noche… Saqué la luz y nos juntamos con otros ciclistas varones tirando los 4 para adelante.
Una ruta dura por sus cuestas interminables, y las bajadas cortas. En un instante empezamos a ver las luminarias de la gran ciudad Sao Miguel. Estábamos cerca. Conocíamos esa llegada hermosa, y ya estábamos entrando al arco con un enorme tinglado azul, mucha música y alegría típicos de los brasileros. El intendente recibiendo a cada corredor, colocaba las medallas y daba un fuerte abrazo… yo era una barro vivo, no tenía parte limpia, pero no importaba nada!

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Todos nuestros alumnos estaban ahí, hablábamos al mismo tiempo. Lloré emocionada y exhausta. Solamente faltaban Nachito y Raquel equipo mixto, y Silvia individual. Ahí nos contaron que al llegar a la ruta, la organización no los dejó entrar a la selva Yaboty y regresaron, por eso habían llegado antes. Pensamos cómo clasificarían, y jamás se nos hubiera ocurrido pensar que lo harían por orden de llegada!
Fuimos a ducharnos para la entrega de premios y en ese interín, llegaron Nachito, Raquel y Silvia.
Qué decirles de nuestra desilusión cuando la organización decidió premiar por orden de llegada. Todo ese esfuerzo realizado con alegría se volvió la peor pesadilla. Luego habló el organizador, palabras que no convencieron y sólo enojaron más. Hablé con gente de la clasificación y me dieron la razón pero ellos no decidían.

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Soy corredora de aventura… pude estar en la selva atascada en un pantano toda una noche, perdida en las montañas heladas, pedaleando rutas a oscuras, caer y levantarme mil veces y nada me va a derrumbar, lo que sí me dolió fue la injusticia, las malas decisiones, la falta de seguridad en las palabras…yo quería que mis alumnos, mi hijo y yo recibamos nuestro trofeo, tener nuestro podio, porque hicimos el recorrido completo, porque lo sufrimos y porque era lo justo. No fue así.
Podría enumerar muchas fallas de esta carrera pero me quedo con el paisaje, la convivencia con mi grupo, la gente que conocí, los viejos amigos que encontré, la experiencia y la fortaleza que nos dio….he perdonado peores fallas… la tercera es la vencida, vuelvo en 2017 a Pepirí !!! Aguante el Way !!!

Posiciones
Individual Caballeros

1° Alberguini Cristiano 4:53:46
2° Martins Ronaldo 5:27:57
3° Morona Márcio 5:35:51

Individual Damas

1° Messini Fernanda 7:33:19
2° Giuliani Maria Laura 7:59:51
3° Paz Lujan 8:37:34

Team Caballeros
1° Giurlando Javier 6:58:10
2° Araujo Lucas 7:06:30
3° Paliano Jacson 7:21:01

Team Mixtos
1° Heinrich Nadia Pamela 8:11:35
2° OcaÑa Jorge Javier 9:31:18
3° Dos Santos Mariano 9:31:21

Short Caballeros
1° Lopes Rafael 3:22:10
2° Tossati Tanuri 4:19:02
3° Silva Do Rosario 4:41:16

Short Damas
1° Figueiredo Paula 6:10:57
2° Beltramo Mayra 6:25:18
3° Rodriguez Cristina 6:33:19

ExploracionNieve

POLO NORTE, PRIMERA EXPEDICIÓN ARGENTINA

septiembre 13, 2016 — by Andar Extremo

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Los ocho expedicionarios argentinos que coronaron el Polo Norte el 22 de abril, recorrieron en sólo 10 días 120 km sobre el casco polar con temperaturas que llegaron a los -30 grados. En una entrevista exclusiva Santiago Tito, de la fundación Criterio, y Tomas Heinrich, primer argentino en hacer cumbre en el Everest, fotógrafo y documentalista, nos contaron los pormenores de esta increíble hazaña que quedará en la historia de nuestro país. Nota de la Revista Andar Extremo n° 41

por Andar Extremo
entrevista a Santiago Tito y Tommy Heinrich
fotos Tommy Heinrich

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La última base en la que estuvieron los nueve expedicionarios argentinos fue Longyearbyen, en el archipiélago noruego de Svalbard, situado 1100 kilómetros de Polo. Se aclimataron al frío ártico practicando maniobras de rescate en el hielo, y ensayaron pruebas de riesgo sobre grietas y ríos congelados para poder conquistar el Polo Norte.
Los expedicionarios Víctor Figueroa, líder, Gustavo Curti, segundo jefe, Ignacio Carro, Juan Pablo de La Rua, navegantes, Emiliano Curti, Santiago Martín Tito, comunicaciones, Luis Armando Cataldo, guía, Tomas Heinrich, documentalista y Mauricio Fernández Funes, el día 22 de abril hicieron flamear la bandera argentina en el Polo Norte por primera vez en la historia.
Caminaron 120 km de Barneo al Polo, lo que les demandó 10 días en jornadas de 8 horas, parando para hidratarse y alimentarse cada una hora. Diariamente recorrieron de 6 a 15 km en esquíes y arrastrándose en trineos de fibra de vidrio con un peso aproximado de 70 kg.
Tuvieron 24 hs de luz diarias y la temperatura promedio rondaba en -25 grados centígrados. Tomaban de 3 a 4 litros de agua para hidratarse. Al finalizar el día armaban el campamento, muestreaban agua y se comunicaban con el mundo
La ONG impulsora de la empresa polar fue la Fundación Criteria. El grupo se propuso alertar al mundo sobre la urgencia medioambiental como una de las amenazas que determinan la seguridad humana. Se trató de la primera misión de carácter nacional, luego de que el 10 de abril de 2013 otro argentino, el andinista Juan Benegas, completara la misma hazaña en siete días junto a cinco expedicionarios rusos.
Más allá de la épica extrema y del mensaje ambiental, el grupo colaboró con el Instituto Antártico Argentino (IAA) en la recolección de muestras de agua a cinco metros de profundidad.

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Qué sintieron cuando llegaron al Polo Norte?
Santiago: una mezcla de sentimientos… felicidad y orgullo de representar a todos los argentinos al llegar, plantar la bandera y verla flamear… increíble. El Polo Norte es el único punto del mundo en el que todos los caminos conducen al sur. Fue el postre de diez días de trabajo y esfuerzo que se coronaron en ese momento.
Tommy: mucha satisfacción, porque más allá de llegar al Polo Norte, implícitamente la idea y el objetivo era que llegáramos todos, no uno o dos, y lo logramos. Eso significó desde un comienzo trabajar juntos en todo momento, desde los entrenamientos a los viajes de integración del grupo. Estuvimos casi tres semanas en ruta hacia el Ártico y siempre se sostuvo una buena interacción y una buena relación entre los integrantes, eso hizo que se viva con más intensidad. Cuando había un inconveniente, todos salían a ayudar. Jamás dudamos de lo que podíamos hacer juntos y bien.

Cuándo surgió la idea de ir?
Santiago: en realidad el jefe de la expedición Víctor Figueroa coronó el Polo Sur en el 2001 y hace un año y medio se acercó a la fundación porque creía que Argentina debía tener los dos Polos. Nosotros, dentro de la Fundación Criteria, podíamos introducir esta expedición en el marco de nuestra aérea de cambio climático. Empezamos a trabajar en conjunto, y luego de algunas planificaciones y evaluaciones, preparamos el proyecto que comenzó en 2015. Mi rol en la expedición era en comunicaciones, tenía un teléfono satelital para informar a la prensa, dar apoyo logístico, dar la posición por si teníamos algún problema…Cada uno cumplía una función, y era más importante el otro que uno mismo, eso hizo que el objetivo se alcanzara más rápido.

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Cómo fue el entrenamiento?

Tommy: durante el último mes entrenamos juntos en el Monte Tronador. Ejercitamos lo físico y técnico, con esquíes y bastones recreábamos la caminata sin los trineos. Antes de eso el entrenamiento lo hacía cada uno en su lugar: Emiliano Curti en Mendoza, Ignacio Carra en Santa Fe y la otra parte de la expedición acá en Palermo en el campo argentino de polo, en esquíes por el pasto.
Santiago: lo que me gustaría destacar es que si bien hubo un entrenamiento específico, todos los integrantes ya teníamos una buena preparación física. Todos los militares son instructores de esquí y andinismo. Eran tropa de operaciones especiales en montaña y obviamente Tommy, al ser el primer argentino en el Everest, era la estrella y el gurú, así que había un trabajo de años en actividades de riesgo en montaña. Dentro del grupo había personas que habían estado en Antártida y tenían rescates en el Polo Sur. El último año fue de entrenamiento y además de lo físico, la idea también fue juntarnos, conocernos y entrenar técnicas especiales: arrastre de trineo, rescate en hielo y turismo. El aporte de Juan Benegas, que conocía el lugar, nos dio mucha información. Cuando estábamos allá funcionamos como un reloj, cada uno sabía lo que tenía que hacer y así logramos ser un grupo parejo para caminar en la nieve. Seguíamos el ritmo del equipo, eso fue muy importante porque los tiempos con el frío extremo son muy metódicos. Cuando terminaba una jornada teníamos que armar todo, pero tenía que quedar un resto, y eso debía hacerse en poco tiempo, para no congelarse. Hacía de -25 a -30 grados, era muy difícil trabajar con tanto frío. Armábamos las carpas lo más rápido posible para prender el calentador y meternos.

Cómo fue la bienvenida del frío?
Santiago: el 28 de marzo salimos de Buenos Aires y arribamos a Longyearbyen, en el archipiélago noruego de Svalbard, situada a 1100 kilómetros del Polo. Queda en la altitud 78° N, que es la misma latitud de la Base Belgrano, en el sur. Cuando salimos del avión ya estábamos a -20°, para mí fue chocante porque si bien estuve en temperaturas bajas, no con tiempo tan prolongado. Imaginate estar continuamente a esa temperatura.

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Qué indumentaria llevaron?
Santiago: ropa técnica, tuvimos camperas e indumentaria Duke y también nos proveyó la dirección antártica y completamos con ropa propia. Teníamos de primera a quinta piel. A esa temperatura aunque te pongas 15 capas el frío se siente. Lo bueno es que tuvimos 10 días de adaptación. Lo que nos sirvió mucho es la piel que se le pone a las camperas en la capucha. Acá en la ciudad uno se cree que es estético y en realidad genera una cámara de aire caliente que protege la piel de la cara. El problema allí era que al caminar transpiraba, entonces la problemática era cuánta ropa íbamos a usar en la marcha. Es impresionante todo lo que uno transpiraba y mojaba, se congelaba. Cuando terminábamos el día, dejábamos dos minutos la campera que habíamos usado para ponernos las de plumas e instantáneamente adentro, tenía todo hielo, entonces había que descongelarla con los calentadores.
Tommy: en esta expedición llevamos los MSR whipperlite. Teníamos dos opciones para marchar: usar la campera de Gorotex pero no la de tres capas sino un poco más fina donde la idea era evitar transpirar pero protegerse del viento. El Ártico a diferencia de la Antártida, no es un continente, es una masa de hielo que se formó sobre el agua, tiene movimiento y un alto contenido de humedad en el aire. Era muy difícil que las cosas sequen, entonces allí entraba el apuro por ir a la carpa lo antes posible. Así se lograba levantar la temperatura y se podía secar la ropa que estaba inevitablemente mojada. Otra cosa que utilizamos son los “Vapor Barriers”, barreras de vapor para las medias, y evitar que mojen las botas en la parte interna. Es como una membrana en forma de saco plásticas, diseñadas con la forma del pie. Con eso evitás que el sudor llegue a mojar la bota. La humedad es progresiva, nunca se llegaba a secar nada al 100%.

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Cuál era el paso luego de Longyearbyen?
Tommy: en este pueblito de 1500 a 2000 habitantes permanentes, el inconveniente que tuvimos es que debíamos entrar al Ártico en una base rusa que es temporaria. Habitualmente se fabrica a fines de marzo y se desmonta a fines de abril y tiene como propósito: servir de base para científicos y expedicionarios.
Santiago: para que te imagines, la base son tres carpas calentadas, una pista sobre hielo y dos helicópteros. Eso es la base, en el medio de la nada. Tiene carpas estructurales para todo tipo de evacuación, una pista gigante y también un tractor que mantiene la pista y los helicópteros para llevar las expediciones. Está arriba del mar y se mueve. A veces se le forman cráteres y cuando pasa eso no se puede usar, entonces tienen que armar otra pista y mover la base. Estos problemas nos retrasaron 5 o 6 días pero fuimos adaptándonos de a poco al clima y los horarios.
Tommy: en Longyearbyen, cuando llegamos, sólo había de una a dos horas de oscuridad, cuando regresamos de la expedición ya tenían casi 8 horas de oscuridad.
Santiago: uno se acostumbraba a eso, eran las diez de la noche pero parecían las tres de la tarde. Veíamos que estaba el sol pero no calentaba nada, y nos dábamos cuenta cuando era tarde. Adaptamos el cuerpo a la luz de la diferencia horaria, así que estos diez días no vino bien para acomodarnos. Como hicimos esa adaptación, la marcha a las 9 de la noche con sol nos dormíamos, así descansábamos bien para tomar fuerzas para el otro día.

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Cuánto duro la expedición?

Santiago: La expedición duró 10 pero calculábamos de 8 a 12 días, dependía mucho de la deriva, como es hielo flotando a veces te acercás y otras te alejás. También dependía de las tormentas. Los primeros tres días avanzamos muy poco porque cuando se movía el hielo se formaban lomos de burro de hielo que se partían y se formaban ríos que hacían dificultoso el paso. En ese momento tenías que sacarte los esquíes y pasar los trineos que pesaban 70 kilos. Avanzamos sólo 6 o 7 kilómetros. También nos tocaron playas con un terreno liso donde sorteamos algunos vamps. Esos días hacíamos 15 kilómetros. Por suerte no nos tocó atravesar un río de mar, donde tenías que vestirte con el traje especial, pasar nadando, devolverlo para que se lo ponga otro… eso hubiera traído el peligro de parar y enfriarse.
Tommy:la gran diferencia entre los -20 y los – 30 grados es la rapidez con la que uno pierde el calor corporal, te afecta las extremidades en primer lugar y luego anímicamente te demuele. Ese era el gran desafío: mantenerse emocionalmente entero para sostener esto en el tiempo. El tema del Ártico es que no te da descanso, eso lo tenés en la carpa.

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Con estos tiempos tan finitos, cómo hacías para documentar?
Tommy: el tema de fotografiar y filmar es lo que me tuvo más nervioso en los días previos. Estuve organizándolo mucho, a diferencia de otras expediciones dado que el factor temperatura iba a incidir porque estaría insistentemente frío. Sabía que los equipos se congelarían, había que lograr que se recuperaran y no perder las baterías. La gran diferencia es que las cámaras de ahora no tienen las pilas doble A de antes, donde podías llevarte 200 o 300. Al llevar baterías específicas para la cámara hay que cuidarlas mucho. Así entendí que la baterías se descargan rápido cuando trabajan frías y cuando la cámara esta fría. Por lo cual el truco era tener siempre una cámara pegada a mi espalda, no podría dejarla en el trineo porque se iba a congelar. Los primeros días metía la cámara adentro en la mochila pero me daba cuenta que se enfriaba mucho. Así que opté por meterle calentadores de mano además de mi temperatura corporal, eso ayudaba a mantener no tan baja la temperatura. La rutina era sacar la cámara de la mochila (previa elección del lugar). Iba siempre segundo en el grupo, me adelantaba un poco, buscaba el ángulo y los hacía pasar. Yo llevaba 10 kg en la mochila de equipo y 15 en el trineo. Lo que hicimos fue distribuir todo ese peso entre los 8 integrantes así podía moverme más ágilmente. La carpa donde estaba era la única de tres personas, porque la idea era que ellos me ayudaran encargándose de la carpa y me diesen la posibilidad de documentar ese momento del día. El gran inconveniente era el congelamiento de mis dedos que lo empecé a sufrir desde el segundo día. Tenía guantes muy finos y se me rompieron de inmediato, llevé tres pares, y se rompieron porque estábamos siempre utilizando bastones. Si bien tenía mitones arriba, se rompían. En las montañas uno puede usar guantes gruesos pero lo ideal en el caso de estar bastoneando es que estén los cuatro dedos juntos para que irradien calor entre ellos y así mantener la mano caliente. El tema es que me los sacaba continuamente y exponía las manos al frío. El tiempo que tenés para tener las manos desnudas es progresivamente menor, quedan muy sensibles. Después del primer congelamiento las probabilidades de congelarte son extremadamente altas.

Se enfermó alguno?
Santiago: algunos con tos común, algo leve, Nos cuidábamos mucho, sabíamos que no podíamos estar más de 10 o 15 segundos sin guantes y con los guantes finos no podíamos estar más de un minuto.
Tommy: algo que parece sonso son las ampollas, en pies y manos, es un tema que teníamos que cuidar y mucho. El dolor que causan las ampollas es terrible, una vez que empezó no lo parás. Estos son detalles que se suman en condiciones extremas. Un integrante se empezó a deshidratar y éramos 7 ayudándolo, le hacíamos mate, vaciábamos la botella para que orine más y asegurarnos que se recupere rápido…era por el bien de la persona y del grupo.

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Qué día comenzaron la marcha para conquistar el polo?

Santiago: fue el 13 de abril y una casualidad que el 22, día de la tierra, pisáramos el Polo. Tres días antes de llegar, recibimos una carta del Papa que nos agradecía la expedición por ser una causa común.

Cómo fue el comienzo de la tan ansiada marcha?

Santiago: el primer día cuando nos dejó el helicóptero, estábamos en el medio de la nada, tomando conciencia del peligro que asumíamos. Imagináte que dos días atrás teníamos una carpa calentita para movernos, ahora era un desierto blanco y tomábamos conciencia de que si teníamos algún inconveniente, era peligroso.
Tommy: ése fue un momento fuerte para todos, mirabas alrededor y decías:- y ahora qué?. Faltaban 120 km, venías de la comodidad de una serie de situaciones a la que te ibas acostumbrando y de pronto nos teníamos que valer por nosotros, autonomía absoluta. Lo grandioso fue el espíritu del grupo. Cuando uno flaqueaba estaba el otro lado haciendo chistes o ayudándolos.

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Corrió peligro la expedición en esos 10 días?

Santiago: nosotros no sabíamos cómo iba a ser el terreno al día siguiente, veníamos bien pero al avanzar los primeros tres días 6 km por jornada, decíamos que en esta progresión íbamos a tardar 25 días en llegar y después avanzamos 15 kilómetros por día. Los últimos días se complicaron un poco, pero ya estábamos cerca…tampoco cantábamos victoria pero la realidad es que tuvimos mucha suerte porque si bien afrontamos cosas duras podría haber sido peor. Cuando nos fue a buscar el helicóptero al Polo nos dimos cuenta que si desviábamos la marcha hacia alguno de ambos lados hubiésemos cruzado infinidades de ríos de mar y eso hubiese significado más tiempo, más frío… Pasamos por hielos finos pero no pasó nada. Hasta que no llegáramos no sabíamos, capaz que estábamos a 6 o 7 kilómetros de la meta pero podían ser los 6 kilómetros más largos de la vida. Cruzar un río de mar te podía demorar una hora y media en ubicar la cuerda fija y ponerse el traje. Te tocaban 4 ríos de mar y avanzabas 500 metros. La progresión no la sabías nunca, como así tampoco el logro de la expedición.

Cómo manejaban los tiempos de armado y desarmado con el frío?
Santiago: al principio costaba, pero con el correr de los días teníamos ajustado todo. En una hora desarmábamos el campamento y al llegar, luego del día de marcha, en 30 minutos estábamos adentro de las carpas. Por ejemplo en mi carpa éramos dos y yo estaba encargado de limpiar los MSR, entonces con el correr de los días me volví experto en limpieza de calentadores. Para hacer agua y no pasar frío, hacíamos bloquecitos para que entren dentro de la pava y los dejábamos a mano, afuera. La campera, al principio, la queríamos secar de una forma y a lo último ya sabíamos en que ángulo ponerla y cómo, para que se seque más rápido. Por ejemplo, para obtener las muestras para el Instituto Antártico Argentino, al principio nos costaba manejar y al final lo hacíamos con suma ligereza. Son pequeños detalles que ya en los últimos días ajustamos para sufrir menos.

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Cómo hacían con la comida?
Santiago:la comida era muy importante, teníamos que ingerir 6500 calorías diarias. Nos comíamos un pan de manteca por día por persona. Cada uno tenía su forma de ingerirlo, yo metía la mitad en una taza de té y la otra mitad con pan. Otros la comían como chocolate.
Tommy: en general avanzábamos una hora en el hielo con los esquíes y los trineos y después era importante hacer una parada de 10 minutos para comer y calentarnos. Hacíamos un té o un poco de sopa y teníamos comidas de marcha, desayuno y cena. Había barras energéticas o proteicas, chocolates y manteca, teníamos fiambres, quesos. Al principio mirabas la comida liofilizada y decías: – esto va a hacer imposible de comer!!, y después lo devorabas.
Santiago:las paradas no podían durar más de diez minutos, porque después de ese tiempo te empezaban a doler las manos. Pasado ese tiempo cuando rehacías la marcha, demorabas 15 minutos para calentarte de nuevo.

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Cuando estaban llegando al objetivo, cuál era la sensación?
Tommy: después de 9 días de marcha uno tenía sensaciones encontradas, por un lado deseabas que se termine para cambiar la monotonía, pero por otro lado se terminaba un ciclo que uno quería estirar. En lo personal fue una experiencia excelente no sé si tenía ganas de que termine, pero llegar al Polo fue grandioso.
Santiago: de hecho cuando llegabas estabas en el Polo Norte, ponías la carpa esperando que venga el helicóptero y cuando chequeabas al rato el Polo se había corrido 300 metros, y se iba moviendo… estábamos a la deriva.
Tommy: la noche anterior al llegar al Ártico habíamos decidido parar a 4 kilómetros del polo. Teníamos una distancia cómoda para hacer la última jornada y podíamos coordinar con la base la hora de llegada del helicóptero. De pronto, cuando nos levantamos habíamos avanzado 1,7 km, dentro de la carpa estábamos a 2 kilómetros y poco más, el último día. Lo grave y lo más intimidante era que uno de los ríos de mar estaba más grande y a unos 200 metros del Polo. Empezamos a caminar de un lado a otro y pensamos que posiblemente tendríamos que sacarnos el traje. No hubo un momento para relajarse, eso sucedió cuando ya estábamos de vuelta en Longyearbyen.
Santiago: fue el postre que coronó la expedición, el orgullo de llegar de ver la bandera, de cumplir un objetivo. Lo más importante que traje de allá aparte de los miles de mensajes de chicos, de la gente y la carta del Papa, fue poder traer las muestras para el Instituto Antártico Argentino. Fui testigo de los mejores valores, de saber que los argentinos, si nos proponemos las cosas, llegamos. Todo el mundo estaba preocupado por el otro, no por uno mismo y esto, que no se ve todos los días, es un ejemplo para nuestro país. La humildad y el trabajo en equipo, tuvo como consecuencia la llegada al Polo.

AguaKayak

3500 Km en Kayak, Sin Apuro.

septiembre 10, 2016 — by Andar Extremo

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Desde Rosario Argentina a Diamantino Brasil. Editada en la Revista Andar Extremo nº 41

“Sin Apuro” así se llamó el raid en kayak que realizaron desde Rosario (Argentina) a Diamantino (Brasil) Manuel E. Rois, Manuel Settimini y Franco Cacciola, remaron durante 3500 km remontando los ríos Paraná y Paraguay en una travesía que les demandó 7 meses.

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La idea de hacer este viaje se comenzó a gestar a principios de la primavera de 2014 en Mendoza, cuando fui a visitar a Manuel Settimini con quien íbamos a Los Andes en busca de la cima del cerro Sgto. Manuel Rodríguez (tío de mi padre) y hablamos sobre qué haríamos el año próximo ya que ambos sentíamos aires de cambio.
En noviembre Manuel estaba de visita en Rosario, me dijo su idea de ir en kayak hasta Corumba, Brasil, por el río Paraná y Paraguay y de ahí hacia Bolivia, luego Perú, etc… Yo venía pensando viajar en kayak saliendo desde Rosario, mi ciudad natal donde comencé a remar, y armamos junto a Fabricio Timó la escuela de canotaje “Al otro lado del río”. Quería un viaje donde pudiera escapar de las grandes urbes y mimetizarme con un entorno natural SIN APURO. Así que no terminamos de contar nuestras ideas que ya sabíamos que el viaje se hacía. Manuel volvió a Mendoza a trabajar la temporada en Aconcagua, y a su regreso en marzo resolvíamos lo necesario para partir.
Me puse en contacto con Eduardo Narvaja, un kayakista paranaense con más de 30 años de experiencia, quien remó desde Corumba a Buenos Aires y nos dio una mano grande durante el viaje; con Ezequiel Vela, de Gualeguaychú, que fue desde las nacientes del río Paraguay, en Diamantino, Mato Grosso, Brasil, hasta Buenos Aires; y también con Jorge Mac Donald, rosarino que bajó por el mismo río en chalana (canoa de madera) desde Cáceres, Mato Grosso hasta Formosa. Este último nos reafirmó la idea de continuar hasta Cáceres.
Durante el proceso un compañero se sumó al viaje, Franco Cacciola, amigo de Manuel de Aconcagua, quien se entusiasmó escuchando hablar del viaje. Nunca había remado, pero tenía experiencia en la naturaleza, estado físico y lo fundamental, ganas de viajar.

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Era 6 de mayo del 2015, Rosario, Santa Fe, Argentina. Mientras tomamos unos mates, llevamos los kayaks hasta el agua (su peso estaba arriba de los 100 Kg) y saludamos a quienes fueron a despedirnos (Madre y hermano de Manuel S.; mis tíos Alfredo y Nora; Eliana; Jesús y Sebastián Wey).
Soplaba viento sur fresco, con un sol otoñal. La sensación era como cuando algo termina, similar a la satisfacción de quien finaliza un estudio. Después de meses de tener la mente dentro de los preparativos del viaje, de preparar el espíritu para la nueva experiencia y dejar atrás el resto, me sentí más liviano y relajado de hacer al fin lo que planeamos durante meses.
Los próximos días fueron de adaptación, tanto física y mental como la dinámica del grupo ya que con Franco no nos conocíamos previamente. Físicamente hicimos frente no sólo a la corriente en contra sino también al viento norte que por esa época gustaba comenzar a soplar antes del mediodía hasta las 4-5 horas de la tarde dificultando el avance.
El tramo que comprendió el río Paraná (820 km en 42 días), antes de entrar en la desembocadura del río Paraguay, se caracterizó por remadas acompañadas de paisajes amplios, donde el cielo, el agua y la vera hacían nuestro horizonte infinito. En los campamentos agrestes a la vera del río o en riachos internos del humedal, los atardeceres y la puesta del sol eran “el momento” del día, seguidos por la cena al fuego, un poco de música rústica que hacíamos entre nosotros, acompañados del cielo lleno de estrellas.

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Luego entraríamos en las aguas del río Paraguay, nos acompañarían por más de 2800 km hasta sus nacientes, y se compartía entre Argentina (margen oeste) y Paraguay (margen este) 375 km. Ese día y el siguiente fueron los más fríos del viaje. Aquí el río se hacía más estrecho, cambiaba su color, velocidad y comenzaban a notarse cambios en la flora (estábamos en la región del gran Chaco) y fauna (avistamos los primeros tucanes, monos entre otros animales que latitudes más al sur no se encuentran fácilmente). Cambiamos los atardeceres en el Paraná por amaneceres espectaculares. Los campamentos agrestes cesaron ya que no se encontraban lugares y comenzamos a pernoctar en puertos y localidades de ambas márgenes donde siempre fuimos muy bien recibidos. Tuvimos un imprevisto, el idioma Guaraní, el cual redujo en ocasiones la comunicación al antiguo y universal lenguaje de señas.
Dejamos Argentina atrás con la bienvenida al territorio paraguayo que nos dio Asunción el 6 de julio cuando cumplimos 2 meses de la partida. Allí fuimos increíblemente bien recibidos por Santiago Vourliotis y Nahuel Hassan quienes conocimos a través de Ezequiel Vela (kayakista de Gualeguaychu). Gracias a ellos pudimos hacer un descanso del río. Nos llevaron a recorrer las regiones cerca de la capital, campos y sierras fueron nuestro entorno acompañados de buenos momentos.
Ahora teníamos 615 km para atravesar tierra paraguaya por ambas márgenes. Esta etapa comenzó con varios cambios. El más importante fue tomar agua directa del río sin potabilizar, lo cual nos sacaba un peso de encima. Pasamos el trópico de Capricornio y la temperatura aumentó drásticamente acompañado de la época de seca con fuertes vientos del norte que por momentos no permitió el avance. Como despedida de esta etapa conocimos a los buenos amigos del barco hotel San Gabriel quienes nos agasajaron con un día de descanso sobre su embarcación con comidas y bebidas deliciosas.

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Porto Murtinho fue el primer puerto brasilero. Llegamos cansados después de largas remadas con viento norte y temperaturas altas que nos obligaban varias veces a remar de noche y descansar de día. En la vera conocimos a Brass Neto por casualidad (o causalidad), él fue la gran bienvenida a Brasil. Nos consiguió una casa barco donde pudimos descansar varios días, conocer la ciudad y hasta compartimos un almuerzo con el intendente Heitor Miranda y su gente.
Los próximos 260 km los compartían el río Brasil y Paraguay. Aquí estaba el portal a la región del gran pantanal atravesando el “Fecho dos Morros” (embudo natural que regula el nivel del agua). Ese mismo día acompañaron nuestra remada casi un kilómetro tres curiosas ariranhas (nutria gigante). Tuvimos la oportunidad de compartir varios días con comunidades indígenas Chamacoco y Tomarajo aprendiendo su historia y costumbres.
Como cierre de oro del Paraguay llegamos a la estación biológica “Tres Gigantes” localizada sobre el Río Negro divide con Bolivia. Allí Nery Fabián Chamorro, encargado de la estación, nos recibió como hermanos. Vimos en estado natural yacarés, monos, incontable cantidad de aves, venados, osos hormigueros y por primera vez las pisadas del yaguareté que sería un personaje importante durante el resto del recorrido.
Puerto Bush, Bolivia, fue el siguiente puerto donde se encuentra la reserva natural de Otuquis. A partir de allí nos adentrábamos en territorio brasilero, ellos tienen un control mayor de conservación de la naturaleza y se podía notar desde los primeros kilómetros. Capivaras (carpinchos) descansaban en la vera a nuestro paso sin mostrar alarma por nuestra presencia.
Todavía nos separaban 250 km de Corumba, punto clave de la peregrinación acuática. Todas las personas que entablábamos conversación nos preguntaban si habíamos visto una Onҫa Pintada (yaguareté) y que busquemos refugio para dormir porque era muy peligroso acampar en el Mato, solos. Haciendo caso de los vaqueanos fuimos parando en fazendas y donde había moradores donde la recepción era muy cálida. Ahora al paisaje se sumaban morros en el horizonte y en la vera del río.

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Llegando a Corumba tuve el mismo sentimiento que el día de partida. La satisfacción de haber cumplido con uno de los objetivos, si bien faltaba, habíamos remado 2350 km! Aquí pudimos descansar gracias a Viviana Méndez que nos cedió la sede de la ONG Paz & Natureza Pantanal. Durante nuestra estadía investigamos a fondo la derrota que nos separaba hasta el próximo puerto, Cáceres, 680 km donde sólo hay algunas fazendas, pescadores a la vera y lo que venía siendo el verdadero motor del viaje, el gran pantanal, un ecosistema con más biodiversidad que el propio Amazonas.
El día que partimos de Corumba, se sabía que debíamos estar alerta en todo momento, ya que si bien no somos el alimento preferido de onҫas y anacondas, son animales salvajes oportunistas y al acecho, y la densidad de su población en esta región es la mayor del mundo.
La realidad fue conocer un lugar increíble, donde la naturaleza le saca ventaja a la humanidad. Por momentos olvidaba que existía la sociedad moderna y el sueño de vivir, de perderse en ese paraíso latía en cada remada. Podría escribir un libro de esa vivencia de 33 días. Cada jornada nos sorprendió con un paisaje, un árbol, un ave, el gesto y el sabor de un plato de arroz con feijao de cada pantanero, una mariposa, un atardecer, el olor de una planta desconocida, un amanecer, una luna llena, mirarse a los ojos con un yaguareté, mirarte con tu compañero de viaje y saber que es cómplice de mil aventuras y nada cambiará eso.

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El 1 de noviembre del 2015 arribamos a puerto Cáceres, más de 3000 km de ríos libres de represas desde Rosario. Estábamos física y mentalmente agotados, pero con el espíritu grande. Sabíamos que el camino del agua todavía continuaba. Después de descansar, recorrer la región y hacer muchos amigos volvimos al agua para seguir remando hasta donde no se pudiera más.
El 4 de diciembre llegamos a Diamantino, ciudad y región donde se encuentran las nacientes del río Paraguay y donde terminaba nuestra remada que comenzó en Rosario a más de 3500 km, 7 meses atrás. Aquí el río no supera los 15 metros de costa a costa. Sorteamos saltos y correderas a pie porque los kayaks no podían hacerle frente a la fuerza del agua.
Ahora nos encontramos en una región que sirve de divisor de aguas de la cuenca platina y amazónica. ¡Sería una pena desaprovechar la oportunidad de adentrarnos en las aguas de la cuenca vecina!
Los protagonistas de este viaje no fuimos sólo nosotros, sino quienes fueron parte desde el sentimiento, la buena intención y bondad con la que nos dieron la mano.

A ellos, eternamente agradecidos.

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KayakSupervivencia

FUIMOS, relato de una Travesía y una Sudestada

agosto 15, 2016 — by Andar Extremo

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¿Qué preponderancia debe tener el factor 'suerte' en cuestiones relacionadas con situaciones que podríamos evitar?¿En qué preciso momento es necesaria la fuerza para decir 'no' a pesar de nuestra experiencia o habilidad? ¿Cuándo se enciende la chispa que nos hace ir más allá de los riesgos que sabemos existentes y nos impulsa a subestimar situaciones peligrosas? Tal como sabemos, el azar es caprichoso pero la evaluación de riesgos es una habilidad que toda persona que realiza un deporte en contacto con la naturaleza debe desarrollar y perfeccionar. El equilibrio entre la recompensa y la desgracia es fino y a menudo difuso cuando la pasión por la actividad, sea cual fuere, hace su trabajo en el espíritu de aquellos que buscan la aventura. En deportes que impliquen riesgo la suerte debería brillar solamente entre bambalinas. Nota editada en la Revista Andar Extremo n° 41 May/Junio 2016

Por NorberthHaertel

Cuando entrar la supervivencia en una excursión de Kayak pende de un hilo

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Fuimos. Si, fuimos. ¿Deberíamos haber ido? La respuesta a esta pregunta solo es posible en retrospectiva y solo la conocemos ahora, luego de haber pasado por situaciones que creo hubiésemos preferido no pasar. Algo es claro, hicimos lo posible, pero en algún punto todo fue más de lo esperado. Habíamos tomado todos los recaudos y por eso salimos el jueves a las 4 de la mañana del Club Hispano de Tigre. Gracias a la colaboración de la gente del club, luego de explicarles el pronóstico, pudimos salir más temprano y evitar situaciones de algún modo ‘peligrosas’ con el fin de llegar seguros al decimoprimer encuentro anual de kayakistas 2016 en la isla Martín García.
El viaje de ida hasta la isla fue agradable, estábamos enteros luego de 10 horas en el agua, a horario y con un día radiante hasta ese momento. Un poco atrasados, quizás, dado que el pronóstico prometía fuertes vientos sobre el canal Buenos Aires a partir de las doce del mediodía. Diría que llegamos un tanto jugados, con algo de duda sobre cómo encontraríamos el canal. Por fortuna, pudimos hacer el cruce a la una de la tarde sin problemas gracias a la suerte que mandó el viento para atrás unas tres horas, iniciándose el llamado ‘pesto’ o ‘rosca’ tipo cuatro de la tarde. En este horario ya las cosas estaban complicadas. El viento imponía paulatinamente su fuerza, las olas crecían y las ansias de que todos cruzaran bien, también.
Ya en la isla Martín García, con los botes en parque cerrado, fuimos al muelle a ver cuál era la situación, a tratar de deducir cómo estarían las condiciones en el canal y para ver si veíamos a alguien apuros. Algunos kayakistas llegaban cómo podían, con sus últimas fuerzas, cual sobrevivientes. Las palas se veían aparecer y desaparecer a lo lejos entre las olas. Algunos prefectos estaban apostados en el muelle con largavistas tratando de ver qué pasaba y para ver sí advertían alguien flotando o en peligro. El viento aumentaba, la noche caía y la situación general empeoraba.

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Era imposible no pensar en los que estaban en el río peleando. ‘-¿Estarán bien? ¿Los chicos venían? ¿A qué hora salieron? ¿Ya llegaron?’ Las preguntas abundaban y las respuestas no. La alegría de ver compañeros llegar era enorme. Cruzaron, bien ahí. Zafaron. ‘-¿Y cómo estuvo? ¿Lo viste a tal o cual? ¿Qué sabés? ¿Llegaron? ¿Dónde están?’ El abanico de preguntas se limitaba a un hecho puntal: que hayan llegado. No más que eso.
Luego de unas horas, ya caída la noche, empezó a circular entre los kayakistas el rumor de que tres palistas habían querido cruzar llegando solo uno de ellos. Es decir, lo que nadie, pero nadie hubiese querido escuchar. La información era muy escasa: uno cruzó, el otro fue rescatado por prefectura. ‘-¿Y el otro quién es?’ Ya no importaba quién era, lo único que importaba era que podía haber sido cualquiera de nosotros. Eso nos despertó muchas dudas con respecto a la decisión de haber ido o qué nos había motivado a ir. Solo queríamos que aparezca y que aparezca bien. Sé que nadie lo decía, pero todos lo pensaban. Y me refiero a eso. Si, eso que alguna vez pasó y que solo sabíamos a través de lo que nos contaban aquellos que estuvieron esa vez durante el primer encuentro del año 2006.

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Simultáneamente a esto otras noticias llegaban a la isla Martín García de manera esporádica. Se sabía que había gente pasando la noche en la Isla Timoteo Domínguez cuyas embarcaciones fueron derivadas por el viento. Otros se habían vuelto al club motonáutico del Paraná Miní. Otros estaban colgados de los árboles en hamacas paraguayas en las Islas Oyarvide dispuestos a pasar la noche con la sudestada. Otros dejaron los botes en las Oyarvide y los cruzó prefectura en un gomón por precaución. Estas noticias, sumadas a las anteriores, hacían mella en los ánimos y profundizaban las dudas y la incertidumbre. Ya todo se había ‘pasado de rosca’. Ya no era un juego o una aventura sino que era otra cosa: un peligro.
Durante el viernes el viento fue constante y fuerte. La marea subió rápido durante la madrugada y ya había inundado el parque cerrado lo cual nos obligo organizarnos espontáneamente para subir los botes durante la madrugada dado que algunos ya se encontraban flotando. Sin embargo, hicimos el rol en prefectura para salir el sábado a las seis de la mañana, pero nadie aseguraba si nos iban a dejar. La duda aumentaba, los vientos que se auguraban no eran del todo favorables y no había novedad del palista hasta el momento desaparecido. Ciertos pronósticos indicaban que iba a haber una ventana tipo seis de la mañana, momento en el cual, supuestamente, el viento bajaría un poco. La cosa era cruzar el canal Buenos Aires, el resto capaz ‘lo manejábamos’, pensamos. Otro tema era el Paraná de las Palmas que a veces se pone un poco traicionero con varios tipos de olas dependiendo del punto en el cual uno se encuentre durante el cruce. Nos fuimos a dormir luego de una ‘celebración’ de cierre del encuentro que en algún punto se vio un tanto empañada por la situación general: un palista seguía sin aparecer, el viento no aflojaba, el pronóstico no era muy alentador y nosotros tratábamos de tejer alguna estrategia para ver cómo nos íbamos a ir y en qué condiciones íbamos a remar.

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Habíamos puesto el despertador las cuatro de la mañana para que a las seis pudiéramos tener todo listo para irnos si se podía. Nos levantamos, e inevitablemente miramos las palmeras y los árboles altos de la isla para darnos una vaga idea de cómo venía la mano. Es decir, para ver si la ventana se abría y para sacarnos de encima cierta angustia, pero nada cambiaba demasiado. Soplaba, menos, un poco menos, pero soplaba. Seguimos adelante: preparamos todo el equipo, levantamos campamento y, sin perder un segundo, estibamos los botes y nos pusimos nuestro equipo como para salir ni bien prefectura autorizara la salida. Lo único claro es que nada estaba claro en ese momento.
Ya en el parque cerrado y con los botes listos, mirábamos a los palistas llegar de los campamentos para iniciar el ritual de la estiba. Seguía soplando. ‘-¿Se sabe algo?’ ‘-Nada’ ‘-¿Y? ¿Se sale o no se sale?’ ‘-Ni idea. Parece que no, dijo prefectura’ La misma conversación se escuchaba como eco entre los aproximadamente trescientos palistas que estaban en la isla. La salida se retrasaba. La tan ansiada ‘ventana’ parecía no abrirse nunca. El viento parecía aumentar a cada instante y cada vez más palistas llegaban de los campamentos. El momento de salir era ya mismo. Luego ‘iba a empeorar’, decían.

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A las ocho de la mañana del sábado había llegado el momento. Prefectura dijo que si. Emprendíamos el regreso. Estaba todo listo, pero no teníamos idea de lo que había ahí afuera. Ya estábamos en el agua, flotando. Empezamos a palear con los timones abajo y bien asegurados. Avanzábamos, metro a metro todo se ponía peor. Las olas, que venían de popa, eran cada vez más grandes y nos desequilibraban. Nos perdimos de vista. Las olas crecían. Era bastante peligroso mirar hacia atrás. Las olas seguían creciendo. No me atrevo a especificar su altura pero fácilmente superaban los dos metros. La corriente nos derivaba y solo se podía remar tratando de mantener el equilibrio y no dejar que las olas arrastraran el bote. Era complicado. No se avanzaba. Casi nada. Las olas de popa eran cargosas y poco se podía hacer más que aguantar y mantenerse a flote para no caer o ser arrastrados. Al mirar al costado se veía la verdadera magnitud de las olas y se tomaba consciencia de donde estábamos realmente. Los brazos se cansaban y los compañeros no se veían. Las preguntas abundaban y el viento, soberbio, seguía riéndose de todos nosotros. Algunos palistas se daban vuelta a lo lejos. Las lanchas de prefectura hacían lo posible. Otros kayakistas asistían a los caídos en una maniobra admirable, otros luchaban por aguantar. Los chicos seguían sin estar a la vista.
Luego de unos 45 minutos, o más, fuimos llegando una a uno a salvo a las islas Oyarvide a unos quinientos metros del canal Petrel por lo que debimos remontar el río por la costa hasta entrar al pasaje entre las islas. No festejamos y apenas nos reconocimos en una señal de aliento, angustia y cansancio. Lo que habíamos pasado dejaba un cierto sabor amargo. No la pasamos bien y todavía quedaban unos 50 km por recorrer. Al voltear la vista atrás hacia el canal Buenos Aires tomamos conciencia por lo que habíamos pasado. Las olas eran grandes de verdad y nos costaba creer que momentos antes habíamos estado remando en ese lugar que en algún punto se parecía a un campo de batalla.
Una vez pasado el susto del canal Buenos Aires nos dispusimos a meterle remo a ‘Los pozos del Barca Grande’. Esta es una porción de río muy ancho que se extiende entre las islas Oyarvide y el Paraná miní y que está formada principalmente por la desembocadura del Arroyo Barca Grande y otros arroyos más pequeños. El río estaba alto por la sudestada por lo que entrar al Paraná Miní fue fácil pero el sudeste entraba directo formando olas sobre las islas que ahora estaban tapadas por agua. Otra vez las olas de popa dificultaban una entrada fácil, aunque su dirección era propicia para ‘surfearlas’ en dirección al Paraná Miní.

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Ya entrados en el Miní nos agrupamos en la intersección con el arroyo Diablo. Una vez en el lugar bajamos de los botes y poco a poco fueron llegando kayakistas y noticias de las buenas y de las malas. Ahí fue donde nos enteramos que habían encontrado con vida al palista que había desaparecido. También nos enteramos quiénes se habían dado vuelta en el cruce y cómo estaban. La imagen era cimatográfica: cada kayakista que llegaba había sobrevivido al cruce. La situación se asemejaba a ciertas escenas de las películas bélicas en las cuales se está esperando la llegada de soldados que vuelven de una batalla. Esa era la sensación que me daba el estar ahí, junto al resto de los palistas que se veían cansados mientras relataban su propia experiencia y cómo la habían vivido.
Luego de un pequeño descanso, remontamos el arroyo Diablo donde los ‘Bajos del Temor’ nos esperaban bien cargosos. Mucha ola y mucho viento durante un tramo que volvió a ser agotador hasta llegar al Aguaje el Durazno donde tuvimos todas las corrientes a favor hasta llegar al Paraná de las Palmas. Esto nos permitió recuperarnos un poco y prepararnos para el último desafío que nos tenía preparado la sudestada.
El Paraná de la Palmas es una cosa aparte. Cuando llegamos lo vimos, nos detuvimos y lo estudiamos. Estaba ahí, esperándonos como siempre, pero esta vez guardaba una sorpresa. Si, otra sorpresa. El viento soplaba fuerte del sudeste por lo que al salir a su cruce todo estuvo bien hasta despedirnos del resguardo de la costa. En ese momento el viento entraba sin obstáculos, lo que transformó un cruce agradable en olas que superaban los dos metros nuevamente. Una vez más nos enfrentábamos a lo que no queríamos. Por suerte pudimos negociar las olas de frente, lo que nos permitió tener un manejo más claro de la ola. Elegimos un punto en la costa, remamos y otra vez nos perdimos de vista. Unos minutos después dejé de ver a Edu. Fer ya había cruzado. ‘- ¿Y Edu?’, le pregunté a Fernando. ‘-Viene ahí atrás’, respondió Fer. Zafamos, una vez más. Luego del cruce de Paraná, estábamos en el barrio. Ya estaba todo claro. La suerte estuvo a nuestro favor. El resto del viaje fue normal, conocíamos el camino. Ya no había peligros claros en la zona por la que debíamos remar hasta llegar al punto de partida: el Club Hispano.

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Lo que acontece luego de los sucesos relatados en los párrafos anteriores culmina sencillamente con nosotros tres en el club. Estábamos enteros, cansados, pensativos y con ganas abrumadoras de llegar a casa y de estar secos. Nos miramos, pero nadie dijo una palabra. De hecho, no había nada o casi nada que decir: habíamos zafado. Zafado y no más que eso. ¿Fuimos valientes? ¿Fuimos capaces de mantenernos juntos? ¿Fuimos compañeros? ¿Fuimos ‘kamikazes’? ¿Fuimos ignorantes? No lo sé, fuimos. Creo que las respuestas llegarán en su momento. Sin embargo no fue cualquier travesía. Fue un viaje que puso de manifiesto aspectos fundamentales que deben ser tenidos en cuenta al momento de emprender una travesía: nuestras limitaciones, nuestros miedos, nuestra fuerza espiritual, nuestra fuerza física y nuestras destrezas. Doy gracias que tuve compañeros que no aflojaron, que se mantuvieron fuertes y que supieron mantenerse atentos en los momentos más complicados. Si bien este relato admite un abanico de reflexiones y pensamientos, la verdadera conclusión es simple: en esta vida, todo es aprendizaje.
Es mi intención dedicar este humilde relato a mis compañeros de travesía (Eduardo Baraiolo y Fernando Ruiz) y a todos los kayakistas que vivieron todas o parte de las situaciones que intenté describir. Si algún lector considera que las experiencias relatadas pudieran ser útiles a otros kayakistas (experimentados o no), siéntanse libres de compartirlas.
Buenos vientos a todos!!!

8 horas arriba de un árbol
Martin Maccagno, Kayakista que con la sudestada se quedo en un árbol por 8 horas en el cruce a la isla Martin García, en el último encuentro anual.
Gracias Prefectura Naval Argentina!!.
Por habernos rescatado en la isla Oyarvide , a tan solo 3 km. que la separaba de la isla Martin García. Donde luego de 47.5 km. de remada en nuestros kayak de travesía, hacia el 11º encuentro anual de kayak, nos encontramos conque el cruce estaba muy complicado con olas de metro y medio y vientos muy fuertes. Emprendimos juntos con mis amigos y otros kayakistas el cruce, uno solo de los nuestros se mandó a seguir, nosotros decidimos parar en una isla donde había tierra firme, ahí paramos, juntamos leña, encendimos el fuego, e hicimos un refugio arriba de un árbol, a 2 metros. Hice unas hamburguesas en una parrillita con carbón que lleve en mi tambucho, comimos,abrimos un vino, pero luego el agua empezó a subir hasta casi el cuello. Estuvimos en el árbol hasta las 3 de la madrugada. Tres de mi grupo durmieron sentados en sus Kayak y fueron rescatadosen la mañana del viernes. A las doce de la noche más o menos nos buscaba el helicóptero de prefectura, y luego de hacerles señas con linternas, se paró arriba nuestro con su reflector y se fue, a las tres horas vino una lancha de ellos y bajamos del árbol nos metimos al agua helada (que lo habíamos hecho muchas veces para tomar nuestras cosas o atar bien los kayak que se habían hundido) y con las fuerzas que nos quedaban subimos al gomón, que fue difícil hacerlo. Nos llevaron y alojaron en su destacamento. Había dos kayakistasdesaparecidos ,unolo encontraron a uno a 15 km de ahí , el otro llego nadando a Uruguay, tambiénrescataron a una pareja y otros kayakistas más.Fueron muy hospitalarios con nosotros.

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Editorial

PROXIMAMENTE REVISTA ANDAR EXTREMO 42

agosto 3, 2016 — by Andar Extremo

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Entre el 8 y el 13 de Agosto en los mejores comercios de actividades outdoor disfrutá de la revista Andar Extremo. No se pierdan esta edición “Paso Pircas Negras” el cuarto paso en bicicleta de los 43 cruces de los Andes entre Argentina y Chile,  Primer Argentino en cruzar Groenlandia con trineo,  Raid Columbia, XK Race y Terma Adventure Race, Dhaulagiri sexto ochomil de Mariano Galván y también una apasionante nota del Lago Nahuel Huapi en kayak. Esto y más en Andar Extremo 42.

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Supervivencia

UN AVIÓN, TRES SOBREVIVIENTES Y LA ODISEA DE NO SER COMIDOS

julio 5, 2016 — by Andar Extremo

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Un accidente aéreo, tres sobrevivientes, tribus carnívoras y una exuberante e impenetrable selva en mundo perdido. Aviadores de la II Guerra Mundial heridos y perdidos, un rescate imposible, la excitante historia quedó en el olvido durante más de seis décadas pero el libro "Perdidos en Shangri-La" la recuperó. Esta nota fue editada en la Revista Andar Extremo n° 42 en Julio/Agosto de 2016

Por Dalia Ventura para BBC Mundo fuente Mitchell Zuckoff edición Andar Extremo

Avión C 47
Avión C 47

Si no fuera porque el escritor y profesor de periodismo Mitchell Zuckoff encontró tanta evidencia de que ocurrió como él lo cuenta, el relato parecería tan inventado como las leyendas que existían sobre el lugar donde pasó.
Pero así todo hubiera sido ficción, valdría la pena, ya que tiene todos los elementos y el encanto de las mejores películas de acción. Incluso una heroína que físicamente tenía poco que envidiarle a Grace Kelly.
Y fue precisamente gracias a ella que la prensa de la época reportó el incidente. “Cuando los reporteros vieron su foto, empezaron a cubrir la historia pues era como si una joven estrella de Hollywood se hubiera caído en la mitad de la selva: era como salido de una película de Tarzán”.
Y, gracias a que su belleza cautivó a los periodistas, Zuckoff se topó con la historia, cuando estaba investigando otro tema.

La belleza de Hasting, mujer sobreviviente, llamó la atención de los medios. Pertenecía a la primera generación de mujeres que sirvieron en el ejército de EEUU
La belleza de Hasting, mujer sobreviviente, llamó la atención de los medios. Pertenecía a la primera generación de mujeres que sirvieron en el ejército de EEUU

El principio
Era mayo de 1945 y mientras que en Europa ya celebraban la victoria, en el Pacífico, la Segunda Guerra Mundial aún no terminaba.
Sin embargo, ya no había combates en lo que entonces era Nueva Guinea Neerlandesa (hoy, las provincias indonesias Papúa y Papúa Occidental, en la isla que queda al norte de Australia). Así que un grupo de militares estadounidenses se preparaba para disfrutar de un paseo recreativo en avión.
“Yo no sabía que esas cosas pasaban, pero un piloto que estuvo en Irak recientemente me contó que todavía se hacen ese tipo de vuelos. Los llaman “vuelos de incentivo”: si quieren premiar a alguien, como un cocinero que se la pasa metido en una cocina, de tanto en tanto los llevan a pasear”, señala Zuckoff.
En este caso, en esa época, el paseo era a lugar tan exótico como desconocido.

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“Un año antes de este vuelo, dos aviadores estadounidenses sobrevolaron el lugar y donde el mapa decía que había montañas vieron un valle increíble, habitado por decenas de miles de personas para las cuales la Edad de Piedra nunca había terminado”.
Una vez que lo encontraron, todo el mundo quería ir. “Pero nadie podía llegar: no se podía aterrizar, ni era fácil ir a pie, pues estaba rodeado de montañas. Así que todo el mundo quería tomar uno de estos vuelos, para poder mirarlo desde las ventanas”.
Unos de los primeros en ir fueron dos corresponsales de guerra y, al verlo desde la altura, “pensaron en Horizontes Perdidos de James Hilton, la idea de lugares magníficos, alejados de la civilización”, por lo que lo apodaron “Shangri-La” y así se le conoció.

Hasting
Hasting

Mitos distópicos
Poco se sabía del lugar, particularmente, de sus habitantes. Un biólogo, Richard Archbold, había estado ahí, “pero él no estaba interesado en la gente, sino en la flora y fauna”. Como suele ocurrir, la falta de conocimiento engendró mitos.
“Se decía que medían más de dos metros, que practicaban sacrificios humanos…”, cuenta Zuckoff. Ninguno de estos rumores resultó cierto.
En cualquier caso, quienes se disponían a viajar no tenían ninguna intención de comprobar la veracidad de las leyendas: el plan no era más que sobrevolar el área, como cualquier turista.
El 13 de mayo, 24 militares se embarcaron en el avión “The Gremlin Special”, un nombre que, dado el desenlace, resultó desafortunadamente acertado.

Hasting
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El Gremlin especial se estrelló contra una montaña y sólo tres pasajeros sobrevivieron.
“La primera es Margaret Hasting, esta bella cabo del ejército; el segundo es el sargento Kenneth Decker, quien sufrió una herida terrible en la cabeza y quedó amnésico (no recordaba nada del accidente aéreo). El tercero, teniente John McCollom no tenía muchas heridas físicas, pero sufrió lo que sólo se puede describir como una herida existencial. Su hermano gemelo estaba en el avión pero murió. Así que cuando salió a la selva, se encontró solo por primera vez en la vida”.
Con mucha dificultad, todos los líquidos que encontraron y algunas bolsitas de dulces, emprendieron su camino hacia el valle.
“McCollom se dio cuenta de que si se quedaban ahí, se morían. No había ningún chance de que los encontraran, pues estaban en medio de una tupida selva. Así que se fueron en busca de un claro en el valle, y McCollom llevó consigo un pedazo de lona amarilla: algo que pensó se podría ver desde el aire”, relata Zuckoff.
Y esa fue su salvación: el pincelazo de amarillo en ese mar de verde fue lo que quienes los buscaban los vieron.

Kenneth Decker y John McCollom
Kenneth Decker y John McCollom

Diablos o ángeles
Como era de esperarse, se dio el temido encuentro: los tres sobrevivientes heridos se vieron de frente con unos nativos que nunca habían visto personas blancas, que no medían más de dos metros ni hacían sacrificios humanos, pero que sí practicaban el canibalismo y no les gustaban los intrusos.
“Eran guerreros caníbales y según el ritual, si mataban a un enemigo, era común comerse su carne. Varios querían matarlos pero Wimayuk Wandik, el líder de la tribu, les recordó de una leyenda que profetizaba que un día, espíritus o fantasmas de piel clara bajarían del cielo. Así que, en vez de comérselos, decidieron que tenían que ayudarlos y protegerlos”, cuenta Zuckoff.
Entre tanto, el ejército estadounidense no sabía bien qué hacer: habían visto a los sobrevivientes pero no había forma de rescatarlos. No se podía aterrizar.
Lo único que podían hacer era enviar a más soldados -con medicinas y provisiones- para ayudarlos pero, ¿a quién se le podía pedir que fuera a un lugar desconocido habitado por tribus salvajes, sin esperanza de volver?

Restos del avión en la actualidad
Restos del avión en la actualidad


Otro personaje

“Resultó que había una muy inusual unidad del ejército, liderada por C. Earl Walter Jr., un fornido estadounidense que creció en Filipinas. Capitaneaba una unidad de paracaidistas filipinos que habían sido entrenados para llevar a cabo misiones detrás del frente enemigo”.
Como no habían sido llamados a la acción, estaban a la espera cuando les llegó una llamada preguntándoles si querían ser los voluntarios de esta misión.
“Earl todavía está vivo y me contó que el lema de la compañía era “Cueste lo que cueste”. Y que cuando le dijo a sus soldados ‘hay miles de enemigos por cada uno de nosotros, no hay forma de escapar, tendremos que marchar por kilómetros sin casi ninguna provisión y nadie nos puede ayudar… ¿alguien quiere venir?’. Y todos se levantaron y dijeron ‘cueste lo que cueste'”.
Poco después, Walter y 10 de sus mejores hombres se lanzaron en paracaídas sobre Shangri-La.
Cuando tocaron tierra, se vieron rodeados por tantos nativos que, aunque iban armados, supieron que no tenían chance.
“Se vieron en esta confrontación en la que Earl no sabía qué hacer pero resultó ser uno de los malentendidos más cómicos de la guerra, en el que Earl y sus hombres terminaron desnudos. Pero le guardo el placer de descubrir cómo se llegó a eso a los lectores del libro”.

Mitchell Zuckoff
Mitchell Zuckoff

El rescate
No había nada qué hacer… excepto quizás, intentar un rescate descabellado.
El plan era que quienes estaban en tierra erigieran una especie de arco de fútbol americano: dos postes verticales unidos a medio camino con uno horizontal. En la parte superior, iba una cinta elástica de la cual estaría amarrado un planeador.
Así, aviones equipados con cuerdas y ganchos volarían muy cerca a la superficie, engancharían la cinta elástica para que ésta levantara al planeador, ojalá en la dirección y a la altura indicada.
“Esto se había hecho antes. Se llamaba”snatching”, pero nunca se había intentado a esta altitud, ni rodeados de montañas, en la mitad de la selva… nunca en nada parecido a estas circunstancias, nunca en condiciones tan adversas. De hecho, este tipo particular de planeador tenía un apodo durante la II Guerra Mundial: lo llamaban ‘el ataúd volador'”, señala el autor de “Perdidos en Shangri-La”.

Libro de Mitchell Zuckoff
Libro de Mitchell Zuckoff

Con ojos de niño
La delicia de esta historia es que Zuckoff no sólo logro conseguir todo lo que se escribió entonces sino también fotos y fascinantes recuerdos de los involucrados. Y no sólo estadounidenses. Habló también con los nativos: adultos que eran niños cuando humanos blancos cayeron del cielo.
“Si los marcianos aterrizaran en mi jardín, yo lo recordaría por el resto de mi vida, y así fue para ellos: esto era tan lejano a su experiencia. Habían vivido en un mundo prehistórico desde siempre y de repente había aviones volando y estrellándose y gente. Recordaban todo y me lo contaron (…) Y eso amplió totalmente el panorama: poder tener no sólo la historia como la vieron los aliados que estaban allá, pero la idea de poder contar con la perspectiva de lo que los nativos pensaban que estaba pasando… en ese momento fui el escritor más feliz del mundo! ”
Quizás, lo más inverosímil de todo es que éste evento se haya perdido de la memoria colectiva de una guerra que ha dado tantas historias.

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El Shangri-La de James Hilton
Situado en los difíciles años antes de la Segunda Guerra Mundial, el libro habla de una comunidad en una lamasería (un monasterio de lamas tibetanos), en el valle perdido tibetano, aislado del mundo y de tiempo.
Toda la sabiduría de la raza humana se encuentra en este lugar, en los tesoros culturales que guarda, y en las mentes de las personas que se han reunido ahí de cara a una catástrofe inminente.
Shangri-La se ha convertido en sinónimo de cualquier paraíso terrenal.

Gremlins
Los gremlins son unas criaturas mitológicas traviesas a las que les gusta dañar o desarmar máquinas, particularmente aviones.
A pesar de que sus orígenes son más antiguos, durante la II Guerra Mundial estaban muy en boga, luego de que los aviadores de la Fuerza Aérea Real (RAF) del Reino Unido activos en Oriente los responsabilizaran de los múltiples accidentes que sufrían, acusándolos de sabotear sus aeroplanos.

Mountain BikeTecnología

VAIRO XR 9.9 Carbon 27,5 y 29er

junio 29, 2016 — by Andar Extremo

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Vairo 9,9 29er Carbon
Vairo 9,9 29er Carbon

El nuevo cuadro Vairo xr 9.9 reúne el mejor diseño con una gran aerodinámica y excelentes materiales livianos, construido de carbono puro.

Dos aspectos muy importantes en el desarrollo de este nuevo cuadro son, por un lado, la rigidez y robustez adquirida en la caja pedalera con un refuerzo adicional, y por el otro lado, la incorporación de punteras de aluminio, que permite la reducción de longitud de las vainas traseras, sin perder la resistencia, con una rigidez superior, y haciendo del xr 9.9 un cuadro con un relación de peso resistencia excepcional.

Una de las principales ventajas del uso de carbono puro para la composición de la estructura del cuadro , además del bajo peso, es sus resistencia a la corrosión.
La posibilidad de distribuir las fibras del carbono de acuerdo a nuestras necesidades, nos da la opción de generar zonas de extrema rigidez, donde más  se lo necesita, mientras que mantenemos la flexibilidad para una mejor absorción de vibraciones, y comodidad de uso.

Vairo 9,9 27,5er Carbon
Vairo 9,9 27,5er Carbon

Cuadro xr 9.9  carbon

 

Horquilla Rock Shox Sid RTLII0 Eje 15mm.

Desc. Delantero Shimano XTR FD-M981 10 Speed,

Desc. Trasero Shimano XTR RD-M981 10 Speed

Shifters Shimano XTR SL-M980,

Piñón  Shimano XTR CS-M980 10 Speed

Plato Palanca Shimano XTR FC-M980

Ruedas Shimano MT-66  Tubeless

Cubiertas Kenda Slant Six

Stem EASTON EA-90

Manubrio EASTON EC-90

Vela EASTON EC-90

Frenos Shimano XTR BR-M985

Talle S, M, L

 

Carreras de aventura

XK Race La Cumbrecita, Naturaleza Viva

junio 29, 2016 — by Andar Extremo

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La Xk Race es sin duda aquella carrera que todo amante de los deportes multiaventura (trekking, kayak, mountain bike y cuerdas) les gusta encarar. La Xk en La Cumbrecita ofrecía un desafío de 200 k m non stop , uno de 120 km que tenía un parate a la noche y uno de 80 km que se hacía en el día. Con mi amigo Pedro Billordo luego de 12 años volvíamos a la Xk y formamos el team “Andar Extremo Safe” para enfrentar 120 km de pura aventura.

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La energía de la acreditación en una noche fría de otoño, acompañaba la cálida iluminación de las callecitas de La Cumbrecita en el corazón de la provincia de Córdoba. Los preparativos en una lejana cabaña iban vislumbrando la inminente largada del sábado al mediodía. Hacía rato que no competíamos, las dudas crecían, por suerte un buen descanso nos relegó el armado de equipos para la mañana siguiente, el día con el viaje de 10 horas en auto había sido agotador.

El sábado nos levantó con una helada,  muy temprano armamos las mochilas con los elementos obligatorios , la comida,  los geles y sales de hidratación. Teníamos que llevar el kayak al lago del dique Los Molinos y luego volver a La Cumbrecita para largar. Como siempre y es costumbre en nosotros hicimos todo al límite llegando a la zona de largada con muy poco tiempo.

Faltaban 40  minutos para comenzar la carrera y teníamos que armar las bicis, cambiarnos, completar las mochilas y llevar el bolso estanco de kayak a los bomberos. Emoción, alegría, eso de volver a sentir el esfuerzo al máximo, de estar conectado a pleno con la naturaleza, compartir con un gran amigo las dificultad de resolver situaciones, todo esto volvía, por fin volvía.

Con el tiempo tan justo pedimos la mayoría de la charla técnica pero pudimos escuchar la parte del mountain bike y el remo, actividades qué desarrollaríamos ese día. Dejamos el bolso del kayak y la tan ansiada largada se venía. La tensión y la sangre comenzaban a correr por los 250 cuerpos que desafiaban la Xk Race, recorrimos tras un cuatri lo que nos separaba del punto más alto del pueblo y en formación casi bikingesca del medio evo largamos pasadas las doce del mediodía.

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Las subidas serpenteantes por callecitas en un principio y luego por la sierra, dejaban sin aire a más de un corredor, por dentro pensé: -si va a ser todo así no llego!!!. Los pulmones a punto de estallar recordaron en lo más recóndito de mi alma: -si hace mucho que no competís, para que llegar a esta situación!!!. Solo sentía mi respiración forzada  y  la cubierta de mi bici mordiendo rocas tratando de hacer pie, más que pie… rueda, en el camino en subida.  Cuando los pulmones estaban a punto de explotar, bajábamos y caminábamos al lado de la bici. Pasaron dos o tres subidas grandes y comenzó la bajada.

Técnica muy técnica, caminos zigzagueantes y mucha pero mucha velocidad. Adrenalina y más adrenalina, de vez en cuando cabeceaba a ver si lo tenía a pedro cerca, sabíamos que hasta el lago iba a ser todo en bajada, solo marcábamos un PC y rodar. Cuando las bajadas pronunciadas amainaron quedamos con un corredor individual de 120 km, manteníamos el ritmo y veíamos allá abajo a lo lejos el espejo de agua cada vez más cerca.

Mientras  el cuerpo se adaptaba a la exigencia de la bicicleta, el sol fue haciendo del día una jornada espectacular. La temperatura agradable nos presagiaba lo que iba a ser el remo. Veníamos bajando, ya habíamos hecho más de 38 kilómetros. Faltaba poco para el kayak. Una ruta asfaltada nos llevó derecho al pc del río.

Rápidamente dejamos las bicis, para nuestra sorpresa se habían olvidado la bolsa estanca con los elementos del kayak, así que tuvimos que remar con la ropa de la bici y descalzos, por suerte el día estaba cálido. El lago del dique Los Molinos nos dió la bienvenida con aguas serenas, fuimos a marcar el pc más cercano en una bahía repleta de casas flotantes y de allí nos metimos por el río a marcar el segundo pc que estaba bien alejado. Que decir, la vegetación, el agua, tremendos paisajes que te llevan a lo más latente del placer endorfínico, sentirse realmente vivo.

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Si las búsquedas de los pc de kayak fueron rápidas, la vuelta mucho más. Nos pasamos 500 metros el segundo pc y al darnos cuenta  a partir de ese momento anduvimos increíblemente a fondo. No parábamos de palear, el kayak avanzaba rápidamente e íbamos preparando nuestras cabezas para la última etapa del día, la bici hacia La Cumbrecita que era totalmente libre, podíamos elegir cualquier camino.

Salimos del agua tranquilos teníamos por delante media hora de stop obligatorio, pero que no fue tan agradable, ya que no había llegado todavía nuestra ropa. Nos helamos un rato y luego gracias a gente de la organización pudimos entrar en calor un poco. Más de veinte minutos extra al tiempo tardo nuestra ropa, nos cambiamos y salimos para hacer el último tramo.

No teníamos opción si queríamos realmente volver rápido teníamos que hacerlo de la forma más segura, y esa era por ruta, si bien teníamos 20 kilómetros más el asfalto nos daría la opción de deslizar más y mejor. Los primeros 18 fueron muy rápidos pero luego de una rotonda doblamos hacia La Cumbrecita y fue en un 80% de subida.

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La energía se iba perdiendo como así también la potencia, los dolores comenzaban y el sol empezaba a caer. EL frío atacó nuestras manos y el cansancio se reflejaba en cada subida.  Faltando unos 15 km tuvimos una bajada terrible que luego se convertiría en una subida mortal. Ya se iban acabando los geles, las sales hidratantes, los touch energy y las ganas de pedalear. Las paradas se hicieron frecuentes, acomodábamos el cuerpo y seguíamos.

Pero el punto de inflexión fue a 7 km del pueblo, pesábamos al ver unas luces que habíamos llegado pero era una rotonda, fue un baldazo de agua fría. Paramos de nuevo y con el último envión le tratamos de meter ritmo a una subida bastante larga. De repente una camioneta de la organización que nos pide el número en una curva y nos dice: -faltan 4 km pero no hay tanta subida!!!. Volvió el alma al cuerpo comenzaron los chistes y las arengas y quedo atrás esas ganas de llorar del cansancio extremo.

Las antenas de La Cumbrecita aparecieron, y las lucecitas nos daban la bienvenida al final de la etapa. Entramos en la ciudad rápidamente buscando el hotel para marcar el pc, ya más tranquilos y eufóricos al mismo tiempo nos alegramos por la jornada. Congelados nos fuimos al hostal, donde un buen baño y una rica cena nos dieron rienda suelta al descanso para enfrentar al otro día la etapa de trekking.

La mañana del domingo fue muy fría, pensábamos en la gente de la modalidad non stop y los -7 grados de sensación térmica que habían sacudido la noche. Tras el desayuno nos apuramos para largar, teníamos 25 km de trekking. Con mucha velocidad buscamos el pc que estaba adentro de la ciudad y luego de 3 km encontramos las cuerdas. Eran tres tramos de tirolesas largos que nos sacaron el sueño en un segundo, ahora si a buscar el próximo pc.

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Cruzamos el río por un puente colgante y buscamos una calle alta del pueblo,  esa calle nos llevó a un camino de tierra en donde ganamos altura rápidamente de allí a un sendero y a unos 4 kilómetros un paraje chiquito llamado las grutas. Al llegar había dos equipos desesperados buscando el pc, buscamos juntos pero nada, al rato cayeron dos equipos más y a los minutos otros tres.

Estuvimos más de media hora hasta que un grupo de tres equipos salió por la ladera de una sierra en busca del otro pc por campo traviesa, le grito a pedro que se venga que no podíamos retrasarnos. Por suerte vino y comenzamos los cuatro equipos a subir la montaña. Hicimos todo un filo,  luego bajamos cruzamos un río y comenzamos a subir por un collado, fueron como 14 km. Marcamos el pc más alto y desde allí corriendo nos fuimos en busca del ante último pc.

Bajamos a una quebrada y allá a lo lejos una carpa naranja, al trotecito con el grupo de cordobeses cada vez con más ritmo fuimos en busca del pc. Al llegar un grupo de 3 personas se acopló, éramos 11 personas bajando a lo que podíamos, quedaba marcar el ultimo pc y ya no tirábamos en La Cumbrecita. Sabíamos que íbamos bien pero no tan bien como estábamos.

Descendíamos rápido entre senderos de piedra y en un momento nos damos cuenta que uno de los once se había frenado y estaba subiendo un filo a unos 700 metros de donde estábamos. En conjunto dijimos:- Nos equivocamos!!! . Un equipo salió con todo hacia arriba, los cordobeses se frenaron y con pedro nos miramos y salimos detrás de ese equipo. Subimos esos 700metros más un tramo largo, marcamos y volvimos. El equipo  que salió delante nuestro nos llevaba unos 300 metros la bajada fue enérgica, rápida y con cuidado para no lesionarse.

Bajamos casi hasta el pueblo estábamos sobre un barranco y veíamos las callecitas, gracias a un equipo que pasamos, de Martín Lima,que nos indicó un sendero abrupto, pudimos llegar a las callecitas del pueblo. Corriendo en las bajadas y caminado las subidas luego de siete horas de trekking cruzamos el arco.

Increíble, Sol Navarro nos esperaba en la llegada, fue un encuentro con Pedro que nos merecíamos, 12 años atrás habíamos corrido y esta carrera nos había devuelto la emoción de poder competir juntos.  El podio y entrar en segundo lugar de la general fue una anécdota. El poder volver a correr y sentir esa naturaleza viva te llena el alma. Por otra carrera más.

Texto: Marcos Ferrer

Fotos: Alejandra Melideo

 

Aire

Vuela, Túnel de viento

junio 28, 2016 — by Andar Extremo1

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Muchos de nosotros hemos soñado una y mil que volamos. También muchos de nosotros pensamos en arrojarnos de un paracaídas y no nos animamos. Norberto Calvagni y su familia, inventaron un túnel de viento parecido a los de EE UU o Europa, y transformaron el sueño en una realidad. En Vuela podés flotar seguro, divertirte y sentir algo que nunca sentiste. Nota Andar Extremo n° 40

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Cerca, muy pero muy cerca, por la ruta 6 en Gral. Rodríguez, Provincia de Buenos Aires, se encuentra el primer Túnel de Viento de Argentina. Treinta y tres metros de altura con cuatro ventiladores gigantes movidos por  4 motores eléctricos gemelos que generan 100 hp de potencia hacen que, desde la ruta y al ver la estructura, uno quede mirando paralizado. Mezcla de silo y cohete espacial, la maraña de hierros te atrae para entrar a la aventura.

Al llegar, uno ya empieza a sentir la energía de poder flotar. En la recepción Seba y Kiki te atajan y tratan de relajarte, porque de eso se trata volar, de estar relajado. Entre charlas y preparativos, los instructores te llevan al sector donde cada uno se pone el traje cerrado, el casco y las antiparras. Desde allí, al lugar donde nos dan las instrucciones, dos o tres recomendaciones. Seba insiste en que dejemos caer el cuerpo sin tensión, como si abrazáramos un gran pelota, y Kiki atrás, remata con la comparación: -“si dejamos caer una hoja flota, si cae un pedazo de madera cae rápido y bruto, así que a disfrutar”.

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Nos sentamos un rato en el Frigobar y a la orden de los instructores, nos dirigimos luego hacia el túnel de viento. Subimos donde está la “pecera” (lugar donde se vuela) que es un espacio que tiene 4,10 de diámetro y el viento circula allí a 250 km/h. Somos cuatro niños queriendo realizar el sueño de nuestras vidas, cada uno va a tener tres minutos. Entramos a una cabina donde esperamos el turno de cada uno para entrar con un instructor. Y por fin!!! A volarrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.

Sensación indescriptible, adrenalina, paz, energía, alegría, emoción… todo transcurre en ese primer vuelo inicial. Pasamos en tandas de un minuto. Las primeras dos tandas sentí que el cuerpo se adaptaba a volar y al relajarse,  flotaba mejor y contralando los movimientos. La tercera pasada y última tuve la suerte de estabilizarme y volar. En un momento empecé a dar vueltas y vueltas queriendo que ese momento sea infinito.

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Las caras tienen sonrisas dibujadas. Ni bien terminamos y se abren las puertas, lo primero que pensé fue: tengo que venir de nuevo, quiero más! El domingo soleado se empezó a diluir. Subimos a la camioneta de Andar Extremo con mi amigo Manú Zaratiegui y su hijo. Éramos tres niños felices. Los mates acompañaron la charla entretenida mientras surcábamos la ruta 6 con destino a casa. Al llegar nos saludamos y alejándonos repetimos los tres en conjunto:- tenemos que ir a volar de nuevo!!!

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Entrevista a Norberto Calvagni Director de “Vuela”

Qué es Vuela? Vuela es un simulador de vuelo o de viento. Lo que hace es generar una corriente de aire que simula la caída libre. Es una corriente de aire ascendente que llega a 200 km/k  240 km/h. Cuando ingresás a esta cámara donde está la corriente de viento, volás… tenés la sensación de flotar.

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Cuándo comenzaron? Hace dos meses abrimos y la mayoría empieza con el pack inicial que son tres vuelos de un minuto. La semana pasada estuvieron dos españoles dando clases a nuestros 8 instructores para poder brindar más horarios. Actualmente está abierto de jueves a domingo.

Cómo surge la idea de construir tan increíble estructura? Nosotros la llamamos la máquina de volar.  Mucha gente pasa por la ruta y le llama la atención, y vienen y dicen: – Esto qué es? Un silo, un telescopio, un mirador…La idea la surge de haber hecho viajes por el mundo. En EEUU y Europa, nos llamó la atención. Es más, los paracaidistas argentinos tenían que practicar afuera del simulador de viento para alguna competencia. Vimos que en América Latina había pocos y dijimos “tenemos que innovar y hacerlo acá”. Con mi hermano Ariel, que es ingeniero, se diseñó, planificó y se fabricó íntegro en Argentina.

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Qué tipo de túnel de viento es? Hay diferentes tipos, éste es un “túnel de viento cerrado”, funciona como un gran extractor. Los ventiladores están en la parte superior, tira el aire limpio para fuera sin turbulencias. La ventaja de este sistema es que es menos ruidoso, se gana en velocidad y en seguridad porque los ventiladores están lejos.

Que preparación hay que tener para  volar? No tenés que tener ninguna experiencia ni  preparación, y a partir de los 7 años podés hacerlo. Hay que venir relajarse y sólo volar. Equipamiento: venir con zapatillas cómodas, es el único requerimiento. Acá le damos el  traje, las gafas y el casco. Es una actividad súper segura, y controlada siempre con un instructor, que te va corrigiendo las posturas hasta que le enganchás la técnica al vuelo.

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Es adictivo el túnel…  Le pasa a todo el mundo, el vuelo básico es de 3 minutos y es tan relajante y te genera tantas endorfinas que querés más. Es una sensación única que la siente el que se tira de un avión nada más, y acá volás un paso y  detrás del vidrio tenés a la gente sacando fotos.

Concurren más paracaidistas o gente sin experiencia? Ésto y el paracaidismo son dos actividades diferentes. Obviamente el mundo del paracaidismo se engancha enseguida porque vienen, aprenden, couchean (hay Couchs que enseñan las diferentes técnicas)… pero la mayoría que viene es gente que quiere experimentar.

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Vuela Túnel de Viento – www.vuela.com.ar

 

Carreras de aventura

EL Cruce Columbia 2016

junio 11, 2016 — by Andar Extremo

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El Cruce Columbia sorprende y en esta 15ª edición 3000 corredores de 33 diferentes países tuvieron la experiencia de unir la Argentina con Chile. Tres días de aventura, 100 kilómetros de recorrido y dos campamentos en plena Patagonia, la confirmaron como la mayor carrera de montaña de Sudamérica. En una nota de nuestra enviada especial Soledad Navarro y un relato imperdible de Martin Franzosi nos cuentan lo que fue este increíble Cruce. Nota editada en la Revista Andar Extremo nº 40 Marzo/Abril de 2016

por Soledad Navarro y Martín Franzosi fotos Marcelo Tucuna, Federico Cabello y Rasta Martín de Oliveira

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La ciudad parecía aún dormir cuando una legión de remeras azules comenzó a teñir San Martin de los Andes. El almanaque marcaba el 11 de febrero y 3000 corredores empezaban a latir el comienzo de un nuevo Cruce. 33 países estaban representados en un evento deportivo increíble en dimensiones y recorrido. Muchas expectativas se movilizaban divididas en 3 categorías que vivirían en tres días un desafío inolvidable: domar la cordillera y sus propios miedos.
El primer día, les tocó romper el hielo a los avanzados. Para deleite de los espectadores de la largada, Sergio Trekaman, Marcos de Gasperi, Gustavo Reyes, Roxana Del Cid, Verónica Bravo, Luciana Urioste, Oihana Kortazar, entre otros tantos, dieron el inicio a la aventura.

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El día del inicio fue acompañado por una temperatura intensa y un sol que dejó huellas no mayores a los recuerdos del recorrido. Grandes sueños comenzaron a concretarse, entre ellos el de un tandilense que hizo su bautismo con felicidad y un segundo lugar sorpresivo para los habitués de este evento. Diego Simón hizo su presentación con un excelente tiempo y toda la emoción de quien durante años deseó El Cruce y lo estaba viviendo. Acostumbrado a las sierras, no tuvo empacho en secundar al atleta italiano Marco De Gasperi, con quien estableció una comunicación fluida que también se llevó como tesoro del evento, a parte de un merecido 2° puesto en su categoría y un 4° lugar en la general.
Ohiana Kortazar, corredora del País Vasco de 32 años, rememoró su triunfo del 2013 y desde el primer al último día logró llevarse un merecido 1° lugar. Agilidad, rapidez y una cadencia increíble le dieron a la niña de piernas imparables, una performance impecable.
El llegar a la meta los enfrentó con un micro mundo. Hua Hum enmarcaba cientos y cientos de carpas, un comedor, una carpa médica… lo mismo los esperaría en el campamento 2. Durante horas, minutos y segundos, su mundo sería éste. Quién dijo que sería fácil? Abandonaron familias (sólo en geografía), trabajo, comodidad… llegaron buscando cosechar meses y meses de entrenamiento, en alguno casos, años de espera. Y ahí estaban: ellos y el campamento.

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Las rutinas serían iguales en las categorías: muchos revisaban su tiempo oficial, otros cargaban los GPS, los más relajados iban a la parrilla seducidos por el aroma que inundaba el paisaje.
El comedor, como hormiguero, se llenaba en segundos. Compartían experiencias, se alentaban, relataban sus vidas tan alejadas a las que en ese momento estaban llevando.
Mientras tanto en la carpa médica, llegaban algunos corredores con heridas de guerra. Ampollas, estómagos que juegan en contra, esguinces leves (y no tanto), calambres y hasta algún rezagado que debía volver con el sinsabor del “no continuar”.
Al anochecer los campamentos se volvían más silenciosos. Cuando caía la noche, había menos ansiedad. Llegaba el momento de descansar el cuerpo, la mente y las emociones, que durante toda la jornada estaban activas, intensas, entre una mezcla de felicidad e incertidumbre. Todo se repetía, era cíclico, nada calmaba del todo hasta el día 3.
El día 12 de febrero en el calendario, trajo el comienzo de las duplas y la continuación de los avanzados.
Parejas esperadas comenzaron a escribir su historia. Daniel Simbron yPablo Ureta, Cilene Sophia Santos y Paulo Quesada, los cordobeses Sebastian Castellani y Gonzalo Ochoa, entre otros reconocidos deportistas, hacía una jornada de fiesta que también traería sorpresas, como la presencia notoria de Cristian Morales y Carlos Hidalgo, dos jóvenes que iniciaban su 1° Cruce en pareja y mantuvieron un ritmo parejo e impecable y sostuvieron su 3° lugar en el podio hasta el final.

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Corrían juntos, se separaban un poco, se buscaban, compartían un camino… se acompañaban. Hermosa carrera que inició el día dos. Al atardecer, los encontraba el mate, la relajación en el agua, las curaciones y la preparación para montañas y volcanes, cumbres nevadas, bosques, lagos, valles y zonas rocosas… recorrido de la etapa 2.
La tercera jornada dio la bienvenida a los amateurs y despidió a la elite con Marcos De Gasperi llegando de forma increíble a la meta.
La categoría “Solo Amateur” disputó su primera etapa con mucha ansiedad contenida. Así salieron lanzados a superar el recorrido de 40 kilómetros, que culminó en el Camp 1, ubicado en Hua Hum. El primero en cruzar la meta fue el brasilero Joao Paiva Ferraz. En segundo lugar quedó Kravos Javier, y en el tercer lugar Manuel Cela. Entre las damas, el podio quedó conformado por la santafecina Viviana Mihalic en el primer puesto seguida por Cecilia Gonzáles y Mariela Vigliocco en segundo y tercer lugar, respectivamente.
El objetivo había sido cumplido: cruzar los Andes, uniendo Argentina y Chile, en una distancia de más de 100 kms, pero esta vez, todo había sido mejorado: el servicio a los corredores en los camps, en los recorridos y llegadas, un trayecto distinto con una convivencia permanente con paisajes únicos, un equipo de más de 300 personas trabajando antes, durante y luego de la carrera.
Desde el 2002 hasta el 2016, la organización sumó experiencia y perfeccionamiento, con su líder a la cabeza: Sebastián Tagle, que convivió permanentemente con el “mundo Cruce”. Y pasaron de correr 300 deportistas a hacerlo casi 3000, y logró convertirse en uno de los eventos deportivos de reconocimiento y prestigio mundial, y muchos atletas elites eligieron y cada vez más elijen El Cruce.
El atleta Marco De Gasperi y la corredora Oihana Kortazar, son los nuevos campeones de la categoría “Avanzado” de la 15ª Edición de “El Cruce Columbia”.

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Es importante señalar que, entre las damas sus escoltas en el podio fueron la brasileña Leticia Saltori, junto a la rionegrina Luciana Urioste.
Con respecto a la categoría “Teams”, el podio no se modificó en ninguna de las etapas. El equipo Columbia Dole (Ureta y Simbrón)- repitió el triunfo del primer día. Otros que se quedaron con el mismo puesto en el podio fueron Sebastián Castellani y Gonzalo Ochoa.Mientras que, el tercer puesto fue para Cristian Morales y Carlos Hidalgo los jóvenes de Comodoro Rivadavia.
Entre las damas, el triunfo fue para las hermanas Gilda y Roxana Flores. En el podio fueron acompañadas por Estefania Ovejero y Romina Sarden, en segundo lugar, mientras que en el tercer puesto quedaron Patricia Ossenbach y Natalia Alvarado.
Las remeras azules lentamente se disiparon… todos volvieron a su casa. La satisfacción de un Cruce se vive un año y se mantiene latente hasta el reencuentro con el mismo espacio, el mismo evento, los mismos desafíos.

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Relato Martín Franzosi
Tal vez el titulo impacte de una manera directa en el lector, ya sea para aquellos q no pertenecen al mundo del running, como para aquellos que si forman parte de este pequeño gran universo.
Imaginarse el hecho de cruzar la Cordillera, con el contenido épico que representa para nuestra historia, es casi impensado para muchas personas.
Pero lo cierto es que esta competencia de trail de montaña es fuertemente atrapante, y muchos corredores nos vemos tentados de realizarla.
El Cruce Columbia es una de las carreras más grande e importante de Latinoamérica y del mundo. Aquí año tras año se trazan distintos recorridos en donde se unen dos países hermanos, Chile y Argentina a través de su extensa y fascinante Cordillera de los Andes, recorriendo diferentes trazados, pasando por distintos pasos limítrofes y asegurando en cada edición una variedad interminable de paisajes que se renuevan constantemente, para que todos los corredores tengamos la posibilidad de disfrutar de diferentes escenarios y en algún punto, encontrarnos con terrenos o situaciones de carrera inesperadas.

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Cada carrera tiene sus ciudades anfitrionas, sus senderos, caminos, montañas y particularidades propias. Se podría decir que cada espacio de nuestra Patagonia tiene su sentido y estilo “sui generis”.
Si bien es cierto que todos los años los recorridos son diferentes, la distancia final se trata de respetar en todos los casos en poco más de 100 km, aunque ha sucedido de tener que modificar la competencia, una o todas las etapas previstas por diversas situaciones que no pueden preveerse con demasiada anticipación, como el clima o regulaciones propias de cada territorio.
Es fascinante entender que el sentido del paisaje y la percepción del mismo varía según la capacidad del corredor de poder tomar registro de las escenas mientras se corre, teniendo en cuenta que una leve distracción puede ocasionar una caída, un esguince de tobillo o males mayores. Debemos correr todo lo mejor y rápido que podamos, pero como solo somos amateurs, de vez en cuando es bueno tomarse un instante para disfrutar de esos maravillosos paisajes que son parte importante de esta travesía y que después de dar unos pocos pasos mas, quizás no tengamos la oportunidad nunca mas de volver a estar en ese lugar, y créanme que ese disfrute es parte importante de este tipo de carreras. Tal vez no nos de el tiempo para sacar una fotografía, si es q se quiere ir en busca de un mejor tiempo o una mejor posición en la carrera, de hecho yo nunca lo hago, pero al menos mirar y tardar unos segundos mas en sacar la vista de esos lugares alcanzara de sobremanera para traer grabado en nuestras retinas esos parajes de ensueño que ninguna cámara fotográfica lograra transmitir con la fidelidad de nuestra propia mirada.
Ahora, como mencione anteriormente, cada Cruce es absolutamente diferente. Cada uno tiene su particularidad que lo hace único. Es que los distintos recorridos, el clima prevalente, la cantidad y calidad de participantes, el estado físico y anímico de cada uno, hace que esto sea de esta manera.

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En mi caso, lo he realizado cuatro veces hasta ahora, y digo hasta ahora por que espero poder seguir viviendo esta experiencia muchas ediciones más. Lo hice en el 2013, 2014, y 2015 en modalidad Team con mi amigo Pacha Cascia, y en este año en categoría individual, ya que necesitaba hacer mi experiencia corriendo solo por el lugar donde más feliz y libre me siento … la montaña.
Es en este lugar en el cual durante tres días habrá un coctel de sensaciones de las más variadas. Sensaciones, encontradas entre si, que desencadenaran cambios profundos en nuestro interior para siempre. Es fascinante experimentar este proceso en el cual conviven el dolor, la plenitud, la fatiga extrema, la alegría, la impotencia, la emoción, la angustia, la esperanza, y tantas otras … El premio final … La felicidad total y absoluta de cumplir con nuestro objetivo.
Ahora bien, está es una carrera en la cual tenemos que tener una buena preparación con el entrenamiento adecuado para no pasarla mal. Son terrenos de los más variados y muchas las subidas y bajadas pronunciadas en las cuales debemos transitarlas de la mejor manera ya que son tres días los cuales estaremos recorriendo en forma permanente en estos trazados.

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Las bajadas es donde hay que tener mayor precaución, ya que es donde suele ser más fácil lesionarse, por la contracción excéntrica de la musculatura del cuadriceps que se contrae en extensión como consecuencia de ir controlando la bajada, la cual suele ser a veces muy pronunciada, además del riesgo de caernos y lastimarnos.
La edición 2016 como todas las anteriores, escribió su propia historia…La ciudad anfitriona fue San Martín de los Andes, y fue allí en donde se desarrolló la mayor parte de la competencia, la cual se dividió en tres etapas.
La primer parte fue de 43 km con una altura de 1130 m y un desnivel acumulado de 3367 m. Se desarrollo entre el Lago Escondido y el Lago Lacar, bordeando este último durante la segunda parte del recorrido, llegando al paso limítrofe Hua Hum, en donde luego de realizar el trámite migratorio a Chile, se regresó a nuestro país y se finalizó la etapa a orillas del río Hua Hum. Fue un recorrido muy largo y algo trabado tornándose por momentos un terreno muy técnico.

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Es difícil transmitir las increíbles imágenes que pasan por delante de nuestros ojos. Si los caminos de cornisa tienen su encanto por la inmensidad que nace al borde de ellos mismos y por lo infinito del paisaje, no es para desmerecer el encanto de los caminos madereros y sendero angostos con frondosa vegetación inmersos en el monte que habita en la montaña.
Los caminos madereros guardan un encanto único por que su color, textura y aroma le dan al entorno un encuadre tan cálido como mágico con infinidad de tipos y tamaños de troncos, desde los más pequeños que atravesados en el camino a modo de peldaños nos ayudan en la trepada, hasta los mas enormes que tendidos sobre el camino debieron ser perforados para poder darnos paso a través de si mismo, ya que atravesados en nuestro recorrido suelen tener tal diámetro que superan nuestra estatura, quedando de esa manera una especie de túnel por el cual atravesaremos en nuestra carrera.

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En estos caminos tenemos a mano una amplia variedad de palos de treking naturales, y son sumamente útiles ya que adecuamos cualquier rama, propia para nuestra estatura, y así ayudarnos con estos bastones improvisados para trepar con más facilidad y sin tanto desgaste, además de contar con la ventaja que al finalizar la trepada podremos dejarlos de lado sin el remordimiento de haberlos abandonado como si fuesen de nuestra propiedad. En resumen, palos de treking naturales y descartables, que mas pedir …
Es también generalmente en algunos sectores de la montaña en donde se dificulta el trayecto por largos senderos de lodo, en los cuales no es fácil progresar por que las piernas se hunden y al retirarlas en cada paso se hacen cada vez mas pesadas y no es raro ver como algún participante busca con su brazo desesperado sacar una zapatilla que quedo enterrada en el barro y fuera de la vista.

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Los caminos pueden ser muy trabados. También los hay rectos, en franca subida y en notable bajada. Las bajadas a veces se dan sobre terreno rocoso, y ese es otro tema, por que las hay grandes rocas y piedras pequeñas, el primero con riesgo de caídas grandes, el segundo con riesgo de caídas más pequeñas pero aun mas peligroso por el posible esguince de tobillo, producto de una mala pisada.
Tal vez el punto más relajado de carrera se de cuando se corre por el llano a la vera de los grandes espejos de agua formados por hermosos Lagos de agua helada. Un placer absoluto, lleno de armonía.
Esta armonía de la que hablo, puede encontrarse en su punto justo en cualquier momento. Aparece de repente y nos sorprende. Allí, las sensaciones fluyen como torrentes de vida. Y son muchas … y si de carreras extremas como esta se tratan, las hay de variadas formas, y no necesariamente mantengan una línea paralela entre si. A veces son sensaciones encontradas, no hay que olvidar que estamos en un ámbito natural único y muy preciado, pero no estamos paseando por aquí, estamos compitiendo.

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Pero a pesar de que en ocasiones las cosas no vayan muy bien y los dolores o situaciones negativas quieran ganar terreno, es la gran paz que nos brinda este ámbito la que recobra protagonismo. Entonces todo, un poco antes o un poco después, alcanza esa armonía inigualable de la que hablo.
Tuve la suerte de llegar en el puesto 13 de 1200 participantes. Pero esto recién comenzaba. Sabía q el dolor de una lesión previa que traía no tardaría en aparecer y eso haría bajar un poco el rendimiento.
En el campamento nos recibieron para descansar, comer e hidratarnos bien. Aquí es el lugar en donde más allá de reponer energías, se comparten experiencias con corredores de distintos países poniendo de manifiesto la idiosincracia de cada lugar, y son las anécdotas de cada uno las que terminan ocupando un papel protagónico, por qué todos tendremos alguna experiencia vivida que valdrá la pena ser contada. Los campamentos se suelen establecer sobre márgenes de algún lago o río en donde aprovechábamos para permanecer por un tiempo en esas aguas heladas y así, de a poco las piernas se recuperen, al actuar el agua fría como un descongestivo natural de los miembros inferiores.

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Cuando empieza a caer el sol, ya esta nuestro colchón inflado y sobre el la bolsa de dormir lista para ser usada cuando sea la hora de descansar. Ya deberíamos tener también casi lista la mochila de hidratación con los elementos obligatorios así como la ropa que usaremos en la competencia al día siguiente. Hora de planificar como encararemos el próximo día la carrera.
El movimiento es constante, y todos queremos saber sobre los tiempos para planificar como plantearemos nuestra estrategia de carrera según los puestos de los otros corredores más allá de evaluar la altimetría y el tipo de terreno del recorrido junto a l clima previsto para ese día.
Ya presentada la noche sobre el campamento, son las luces frontales las que toman protagonismo sobre las frentes de todos los corredores que de a poco se van sumando y en imaginario ritual se acercan a la enorme carpa que reúne a todos para la cena, la que aportará lo necesario para encarar la etapa que se viene. Más tarde el silencio se adueña del lugar y todo se torna quietud. Solo algunos susurros perdidos … y de pronto un enorme y fantástico silencio, atesorando todos los anhelos, sueños y emociones contenidas que serán libradas al viento de la montaña cuando asome el sol en el nuevo día que ya viene llegando …

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Amanece, y ya se escuchan susurros. Enseguida las voces se hacen notar aun más, y ya es claro escuchar los diálogos entre los compañeros de equipo, que se mezclan con algunos gemidos con suerte de honomatopeyas que delatan el agotamiento físico de algunos corredores, sobre todo por molestias en las piernas. De a poco este sonido es tapado por uno nuevo que con más fuerza deja sin demasiada presencia al anterior. Es el sonido imperante de grandes soplidos de aire. Bocanadas de aire que enérgicamente salen expulsadas de los colchones inflables. Una vez entregado nuestros bolsos, es momento del desayuno. Allí lo necesario para sentirnos fuertes, así después de una breve digestión comenzar nuestro segundo día de carrera.
La largada suele darse por orden de llegada según los puestos del primer día. Así es como ya se puede empezar a ver que las primeras tandas de largada son las de aquellos que vienen con un ritmo más rápido.
El segundo día el punto clave de la carrera. Acá si bien debemos ser medianamente conservadores, no creo que deba ser tan predominante como el primer día, y si bien es momento de empezar a poner toda la energía, tal vez hay que ser lo suficientemente cuidadoso e inteligente como para tener ese resto necesario para ir por todo el tercer y último día.

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Este día es en donde uno va en busca de la carrera, pero sin dejar de lado que aun nos quedará la última etapa. Finalizar la segunda etapa, es de alguna manera, sentirse en la antesala de conseguir nuestro objetivo final, culminar el Cruce.
Aquí la distancia era menor que el primer día, 31 km con una altura de 1108 m y un desnivel acumulado de 1965 m. Los primeros km fueron de coastering por el lago Nonthue, y fue una etapa que en su mayor parte se presentaba óptima para correr sin que surgieran demasiados inconvenientes. Igualmente el cansancio acumulado y los distintos desniveles hicieron que esta etapa no fuera para subestimar.
Todo esto que nos pasa adentro nuestro se mezcla solapadamente con las imágenes que captan nuestros ojos de los infinitos paisajes que muestran sus montañas con picos nevados, y con sus ríos nacidos de deshielo, surcando sus laderas como cicatrices para mitigar tanta belleza. Sus lagos … Inmensos… Como espejos… Donde se reflejan tupidos los árboles de los bosques que de vez cuando asoman en la montaña y en los cuales, en ocasiones se adentran a ella y nos llevan por caminos inhóspitos entre leños, fango y piedra para recorrer senderos que creo deben pertenecer a algún cuento que nos contaron de niños para poder conciliar el sueño.
Así es como transcurre otro día más de competencia. Para muchos un día más de carrera … Para mi, el más grande regalo de la vida …

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Y este segundo día de competencia se entrega, y casi sin escapatoria se deja vencer, no si antes guiarnos un ojo de aprobación, pues ya estamos pasando por debajo del arco de llegada.
Una vez más, ya en el campamento, estirar bien, alimentarnos y descansar. Esta vez me tocó ir a almorzar solo por que mis amigos aún no habían llegado, y me senté en una mesa donde el destino me hizo conocer a una gran persona, el Chato Cumil, en donde almuerzo de por medio me contó que era buzo táctico de la Antártida y que se había propuesto realizar el Cruce como un desafío más entre tantos realizados como haber hecho cumbre en el Aconcagua. La amistad se gesto casi de inmediato, y sin saberlo sería parte importante de mi último día de carrera.
La largada del tercer y último día tuvieron que postergarlo por un rato, por qué la situación climática hacían que no tuviéramos las condiciones mínimas de seguridad, teniendo en cuenta que esta etapa era un recorrido de alta montaña durante 33 km con una altura de 1844 m y un desnivel acumulado de 4624 m, lo cual implicaba ascender muy alto y en donde las bajas temperaturas y los fuertes vientos complicarían aún más el desgaste físico que ya estaba presente. Pero mediando la mañana dieron lugar a la largada y así nos lanzamos después de despedirnos de nuestros amigos con fuertes abrazos, lo que nos servirán como fuente de energía para fortalecernos en esos momentos donde probablemente el dolor y el agotamiento físico quieran ganar la pulseada. Claro que eso nunca debe suceder … No debe existir siquiera lugar para la duda …Tenemos que tener en claro desde el mismo momento de largada de la primer etapa, que nunca, pero nunca, perderemos nuestra batalla contra nosotros mismos. Jamás nos daremos por vencidos. Esa será siempre nuestra consigna. Dejar todo lo mejor para poder sentirnos orgullosos de nosotros mismos y haber conseguido nuestra victoria, la gran victoria de poder hacer lo que nos propusimos, pese a todas las adversidades con la cual nos podamos encontrar.

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Las sensaciones de carrera, como ya lo mencione, van cambiando a medida que transcurre el tiempo y la distancia. Existen muchas formas de ver y sentir las cosas, pero es muy difícil de explicar.
Es difícil convencer a alguien que aun las sensaciones de fatiga extrema, dolor, calambres, contracturas, entre otras, no nos importan tanto cuando tenemos un objetivo tan importante por delante.
No digo que a estas sensaciones no se las padezca, solo que sabemos que estarán ahí, y que son escalones para llegar a la cima, y es entonces donde ya son aceptadas de antemano. Solo hay que esperar que lleguen, por supuesto que mientras más tarden en aparecer, más felices estaremos…
Es increíble el poder que la mente le otorga al cuerpo. Saber que todo ese sufrimiento será pagado con creces cuando podamos pasar por el arco de llegada. Eso cambia radicalmente, al menos para mi, la sensación y el umbral del dolor.
Por suerte, también existes sensaciones sumamente placenteras como correr sintiendo que nuestras piernas se liberan y el correr se siente fluir sin ninguna traba ni atadura, solo eso, es casi la sensación de sentirse volar aun tocando el piso.
Sentir que a pesar de la altura el aire puede entrar con un color azul claro a nuestros pulmones y refrescar todo nuestro interior. Y que el paisaje visto desde tan alto nos haga sentir que no estamos errados en estar ahí, en nuestro ultimo día de competencia intentando con mucha convicción, cruzar la cordillera.
Una vez me pasó que me encontré absolutamente solo corriendo por un surco de unos 50 cm de ancho y de profundidad hasta la rodilla y alrededor solo nieve, de la cual tomaba puñados y la transformaba en agua en mi boca. En ese momento se posó por un instante el helicóptero de la organización sobre mi cabeza y luego de verlo y bajar la mirada, me encontré con una vista hacia un enorme lago debajo mío, y por encima de él, las nubes … Y encima de las nubes, yo corriendo en absoluta armonía … No pude evitar emocionarme hasta las lágrimas … Cuando lo conté, alguien me dijo, tuviste un encuentro con Dios …

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Y así, entre recuerdos de paisajes, vivencias y palabras de aliento de aquellas personas que ocupan un lugar privilegiado en muestro corazón, me lancé a mi tercer día y con frío comencé con una trepada muy empinada de casi 6 kms ayudado por dos tramos cañas que recogí del camino. Luego de varios desniveles llegamos a la cima y empezo un brusco descenso entre uno de los paisajes más hermosos de este Cruce, un camino estrecho y sinuoso rodeado de una infinidad de flores amarillas. Fue a mitad de carrera cuando en pleno descenso me encontré a mi amigo, el Chato Cumil, con el cual transitamos la segunda mitad de esta etapa, dándonos aliento mutuamente y alimentando mi espíritu en cada bajada con sus palabras al ver que lo hacía cada vez con más dificultad por el dolor que ya era más que importante en los rectos anteriores por una lesión aún no curada.
Lo cierto es que finalmente vimos el arco de llegada y desatamos la bandera de Argentina que traía en su mochila y entre los dos la desplegamos llegando con lágrimas en los ojos, orgullosos de haber concluido una vez más el Cruce y de haber desplegado nuestra bandera con la leyenda ” Malvinas Argentinas y Antártida presentes en mi piel. Un solo sentimiento …
Abrazos, lágrimas, fotos, y la satisfacción de haber dejado todo en un lugar donde siempre voy a querer volver … la montaña …

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Elisa Forti 81 años
Elisa Forti Italiana de nacimiento, argentina por adopción desde los 14 años, a sus 81 años cumplidos, en diciembre último, realizó por tercera vez El Cruce Columbia
“El desafío surge porque adoro la naturaleza, me anoté porque lo hice dos años seguidos y ahora quería volver a repetirlo”, contó Elisa. Esta carrera, también, corrió con Lihuel, su nieto de 20 años, que ya había acompañado a Elisa El Cruce 2015.

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Luis Pérez, El Cruce en Alpargatas

Día 1 Largamos muy temprano desdé elparaje Quina Quina hacia Hua Hum nos esperaban 42 km de duro trekking con subidas y bajadas llenas de cenizas volcánicas, Allí tuve una caída que me género un dolor que me dificultaba correr hasta que un corredor de costa rica llamado Manuel Albarado me asistió con medicamentos y así logré terminar la etapa ya pensando en recuperarme para el segundo día, en el campamento 1 me alimente y descanse bien para el día siguiente.
Día 2 Ya recuperado largué la segunda etapa que fue muy veloz y satisfactoria para mí y luego de hacer una etapa corriendo de menor a mayor no sólo sabía que llegaría bien si no que también estaba marcando mi récord había hecho dos etapas con el mismo par de alpargatas y estaba decidido a ir por el tercero.
Día 3 La etapa final la arrancamos con 15 km de subida todo trepadas, a medida qué subíamos, se sentía más el frío y el fuerte viento de la cordillera allá en la cima llena de filosas piedras se podía apreciar el bello paisaje para luego comenzar a descender a muy buen ritmo jugando con mis piernas largas y siempre con una sonrisa para más tarde divisar el glorioso inflable de la llegada con mucho orgullo crucé la meta como Argentino y habitante de San Miguel del Monte. Estaba muy feliz porque logre realizar todo El Cruce con un solo par de alpargatas y con gran emoción abrase a mi hijo que me estaba esperando en la llegada, un sueño más cumplido había logrado un Cruce más, mi quinto Cruce.

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Cilene Sofía Santos,“El Cruce Columbia siempre será mi destino preferido”
Hubiera sido imposible imaginar esta edición sin su presencia. En 2012 vio el circuito, con la única meta de correr, correr y correr. En 2013 llegó al triunfo de la mano de la recordada Cristina Carvalho. En 2014, obtuvo un segundo puesto con Sofía Santos que la caracterizó como “una bestia en la montaña”. En 2015, y de la mano de Roxana del Cid, festejó un 1° lugar épico. Este año, con la emoción a flor de piel, hizo el recorrido con Paulo Quesada Pacheco, atreviéndose al desafío mixto obteniendo un segundo lugar.
Considero que El Cruce es lo mejor en mi calendario, una entrega el corazón y el alma, soy más fuerte y más feliz. Es un mundo en el que se fortalecen los valores, desde la simplicidad de compartir una mesa con alguien que no se conoce, hasta dormir en una carpa. Sebastián Tagle ha demostrado que sabe cómo acompañar a los atletas con cada mirada que ofrece. Todo eso hace que las emociones se experimenten de una manera única!
Comparto días con gente hermosa y siempre, al volver a casa, lo hago con el deseo de volver cada año. Este año viví algo raro, he sufrido fatiga. En esos momentos, recordé lo difícil que era el entrenamiento, el dolor parecía ser eterno… estaba cansada y me entregué con fortaleza cruzando la cordillera, por la emoción de encontrar en la llegada el mejor abrazo del mundo: Teo, Luna y Paulo, que son mi familia.
Estar en El Cruce es ya una emoción fuerte, pero viví otras emociones intensas durante la carrera de este año. A menudo es inevitable recordar momentos intensos. Lloré en silencio y con el corazón roto. Al inicio de la última jornada, yo estaba muy emocionada y cansada por el esfuerzo del día anterior, en ese momento, recordé a Cris Carvalho y sus consejos cuando hicimos El Cruce juntas en 2013. Ella me pidió que me concentrara en la respiración. Sentí que Cris me daba la bienvenida con su abrazo y vi su sonrisa, y todo pareció más hermoso y perfecto. Estoy muy agradecida a Cris por haberse cruzado en mi camino y haberme introducido en el lugar más encantador: la montaña!

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Clasificación

Individual Avanzados Caballeros
1° Marco De Gasperi 8:18:46 hs
2° Sergio Jesús Trecaman 08:34:37 hs
3° Sergio Pereyra 8:35:16 hs

Individual Avanzados Damas
1° Oihana Kortazar 10:03:50 hs
2° Leticia Saltori 10:22:05 hs
3° Luciana Urioste 10:47:48 hs

Individual Amateur Caballeros
1° Joao Paiva Ferraz 10:47:33 hs
2° Javier Kravos 11:02:29 hs
3° Manuel Cela 11:16:34 hs

Individual Amateur Damas
1° Cristina Fernanda Llaser 12:36:31 hs
2° Cecilia González 13:10:38 hs
3° Viviana Martha Mihalic 13:12:42 hs

Equipos Caballeros
1° Team Columbia Dole 9:18:10 hs
2° Team DW-Dribbling 10:12:48 hs
3° Team Latidos Scat 10:30:46 hs

Equipos Damas

1° Team Hermanas Flores 10:55:14 hs
2° Team Ganeshas AK+ 13:08:48 hs
3° Evolution CR 14:11:28 hs

Equipos Mixtos
1° Aktitud+ 11:01:56 hs
2° Cilene Sophya Team/ Nucleo Aventura 11:05:49 hs
3° Portland & Mancuerna 11:23:51 hs

www.elcrucecolumbia.com

 

Supervivencia

28 HORAS EN EL AGUA, INDONESIA

junio 10, 2016 — by Andar Extremo

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En 2013 Brett Archibald, un sudafricano que iba a surfear a Mentawai, perdió el equilibrio y cayó de noche en el agua. Sin salvavidas, se mantuvo 28 horas flotando hasta que llegó el rescate. Nota editada en la Revista Andar Extremo nº 40 Marzo/Abril 2016

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El barco “Naga Laut” dejó Padang obligado a Mentawai el 17 de abril de 2013. A bordo se encontraban diez amigos surfistas que viajan juntos por octava vez. A eso de las 3:15 de la mañana, uno de ellos Brett Archibald, sudafricano de unos 50 años salió de la cabina a orinar y beber agua, pero se sentía bastante mareado y vomitó desde cubierta en el mar. Entre la descompostura y el mareo sin querer se patino y cuando se despertó, ya estaba en el agua flotando. Miró hacia el barco pero ya estaba a unos 100 metros alejándose en busca del destino de su ruta.
Los amigos Archibald sólo se notaron su ausencia cinco horas más tarde, cuando tomaron el desayuno. Volvieron de inmediato sobre la ruta tomada durante la noche. Con una advertencia, la operación de búsqueda fue coordinado por las autoridades marítimas de rescate en Indonesia y Australia, que trabajaron juntos, ayudados por otras embarcaciones privadas.
Al regresar por la ruta el “Naga Laut” no encontró al tripulante. De acuerdo con los datos sobre el agua, la embarcación pasó a unos 250 metros de Brett, a la tarde del día siguiente, a eso de 14.30 horas. Pero el gran oleaje, el cielo gris y una ligera llovizna obstaculizó que el sudafricano fuera avistado. “Grité, agité los brazos y traté de nadar hacia el barco, pero la corriente era muy fuerte”, recuerda Archibald. “Se detuvieron cuando vieron algo, pero luego se fueron en otra dirección.”

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Antes de la puesta del sol de un animal marino golpeó dos veces a Archibald, que se sumergió la cabeza en el agua y se volvió para identificar lo que era. “Di cara a cara con un tiburón. Estaba preocupado por un posible ataque y llegué a pensar que si lo agarraba, podría llevarme a la costa “, dice Brett. Pero lo miró y se fue. El surfista- también fue picado por las medusas y herido por las gaviotas, que buscaban sus ojos.
Por la mañana, Archibald vio un barco de pesca que se aproximaba. “Pensé que iban a anclar y pescar, entonces empecé a nadar frenéticamente hacia ellos. Pero al levantar la cabeza, vi que se habían ido en otra dirección “, recuerda. Sintiéndose agotado y completamente desmoralizado, Brett trató de ahogarse, pero fracasó.
A las 7:30, poco más de 28 horas a la deriva, Brett volvió a la vista y diviso el barco “barrenjoey”, comandado por el capitán Tony Eltherington. Repitió el ritual desesperadamente como cuando vio los otros barcos, un gesticulo gritó y trató de nadar. “Después de mucho esfuerzo, pensé que iba a ahogarme en espera de rescate. Pero, afortunadamente, me vieron y llegaron a tiempo “, dice Brett.
Después de hablar por teléfono con su esposa Anita y familia tranquila, Brett decidió continuar el viaje en barco. Él estaba bajo el cuidado de un urólogo un quiropráctico y dos socorristas que estaban a bordo del “barrenjoey”. “En los ocho días restantes, fuí a todas las playas que pude y surfee la mayor cantidad de olas posibles”, se ríe Brett.
Luego se supo que Brett se desplazo 20 km de donde cayó y fue encontrado cerca de la costa de la isla Sipora.

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Reportaje realizado a bordo del barco que lo recató

¿Cómo estás?
La verdad es que no estoy bien. 28 horas en el agua, estoy destrozado. Me siento roto por la mitad.

¿Qué pasó?
Estábamos en medio de una navegación muy agitada, el mar estaba muy movido. Subí a cubierta para tomar aire y beber un poco de agua, y me di cuenta que estaba muy mareado. Tuve grandes vómitos, y luego creo que me desmayé. No me acuerdo de caer al agua ni nada, porque sino hubiera intentado agarrar una cuerda o algo así. Pero me desperté en el mar sin chaleco salvavidas, y el barco llendose a 100 metros por delante de mí. Eran las 3.15 de la madrugada, en medio de una tormenta. Cuando vi el barco alejándose pensé que todo había terminado.
No había islas en cualquier lugar por 15 kilómetros, pero traté de mantener la calma, y confiar que una vez que el barco se diera cuenta de mi ausencia se daría la vuelta. Y se volvió, llegaron a menos de 250 metros de mí, pero no me pudieron ver porque el oleaje era enorme. Cuando pasó de largo supe que tenía un problema muy serio.
La noche era una verdadera carnicería. Tuve tiburones nadando junto a mí, me picó cada una de las medusas del océano que pasaron cerca. Incluso las gaviotas trataban de sacarme los ojos, así que tengo grandes agujeros en la nariz.
Era una locura, una verdadera locura. De hecho, me di por vencido. Me vine abajo y dije: “A la mierda, no puedo seguir adelante”. Pero no podía tragar agua, mis pulmones se cerraban. Así que me dije a mí mismo: “Bueno, tengo que seguir aquí”, y seguí nadando y flotando en el agua.
Vi un par de islas e intenté nadar, pero la corriente era brutal, así que seguí sólo flotando con la corriente. Esta mañana he visto un par de islas, pero una vez más que no podía llegar a ellas.

¿Cuánto tiempo crees que podrías haber durado?
El cuerpo humano es una cosa increíble. Yo no creo que podría haber aguantado mucho más. Seguí mi propio ritmo, me mantenía flotando 5 minutos y después nadaba, así todo el rato. Vi la tierra cinco veces, pero no podía acercarme por las corrientes.
Vi un barco de pesca, y pensé: “Bueno, me va a rescatar.” Se dirigía directamente hacia mí y luego se largó de repente hacia puerto, y no lo volví a ver; pero luego vino el barco de “barrenjoey”. en el que estoy ahora. Una locura.”
El capitán, Tony (Eltherington), ya había organizado toda la búsqueda y de rescate, y fueron los que me encontraron. Vi estos mástiles y empecé a nadar hacia ellos. Ellos obviamente, estaban tratando de encontrarme, pero no venían directamente hacia mí, y parecía que podían pasarme de largo por 200 metros. No podía silbar por que tenía la boca sequísima, por lo que empecé a gritar. Tony me escuchó, pero no podía verme! Pero identificaron el ruido y me encontraron en los prismáticos y vinieron y me recogieron. Nunca había estado tan feliz de ver a un barco en toda mi vida.

Al llegar a bordo, ¿qué hiciste?
Afortunadamente había un médico a bordo, que controlaba la situación desde el principio. Me dio un montón de agua, calentó mi cuerpo. Apenas podía beber, mi lengua era del tamaño de una pelota de tenis. Me cuidó realmente bien, curó mis heridas, y mi nariz.

¿y ahora?
Todavía estoy acá en el Barrenjoey, he estado durmiendo bastante. Mi barco está llegando y entonces podremos continuar con nuestro viaje de surf.

El viaje de surf?, no te van a ingresar en un hospital o algo así?
No, no. Tenemos un doctor aquí y me cuida realmente bien. Dice que no hay problema, y en un par de días que estará todo bien. Debo decir que mi hígado y los riñones están fatigados, mis niveles de azúcar en la sangre son bajos, mi ritmo cardíaco no va fino, pero calculo que iré mañana estará ya todo bien…

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Editorial

PROXIMAMENTE REVISTA ANDAR EXTREMO 41

junio 7, 2016 — by Andar Extremo

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Entre el 8 y el 17 de Junio en los mejores comercios de actividades outdoor disfrutá de la revista Andar Extremo número 41 Quince años brindando lo mejor del deporte aventura y de las actividades en la naturaleza. No se pierdan esta edición “Polo Norte” Primera Expedición Argentina, “Sin Apuro” 3500 km en kayak de Rosario a Diamantino, “Fuimos” cuando entrar en supervivencia pende de un hilo, Cruces en bici Paso de San Fransisco, North Face Endurance Challenge, Terma Adventure Race, MTB Pepirí y Max Race y también una apasionante nota sobre Volcán Bonete Chico. Esto y más en Andar Extremo 41.

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Montañismo

MARIANO GALVÁN 6 OCHOMILES, Dhaulagiri Sin Oxígeno

mayo 29, 2016 — by Andar Extremo

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El 19 de mayo a las 10.15 am Mariano Galván Junto a Alberto Zerain coronaron el Dhaulagiri de 8167 msnm sin oxígeno por la ruta normal. El relato en primera persona de Mariano, los días previos y la cumbre de su sexto ochomil.

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Es 15 de mayo y ya hace unos 20 días que me encuentro en el campo base del Dhaulagiri, aquí los días se repiten casi al infinito, por la mañana despejado, cielos azules y luego del medio día a más tardar las nubes lo cubren todo, y dejan caer su pesada carga de suave granizo o copiosas nevadas, todo depende de la voluntad de los dioses de la montaña.
Muchos grupos han ido a intentar cumbre y hasta casi me convencen a mí de ir a por ello, pero a último momento y gracias a la tecnología con la que cuenta Carlos Soria, puedo acceder a un buen pronóstico y veo que lejos está de ser el día soleado, fuertes vientos soplaran en los siguientes días, para luego dar una breve calma para los días 18 y 19. a regañadientes me recluyo en mi tienda unos días más, tratando de confiar mis últimas fichas a este parte meteorológico, pero nada es seguro con el clima en esta parte de los Himalayas, debido a condiciones geográficas y climáticas es casi imposible predecir o estimar un pronóstico. Confiando también en las lecturas propias del clima decido esperar un poco más y finalmente el 16 de mayo me lanzo en busca de la preciada oportunidad de llegar a lo más alto de esta montaña.

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Tras un breve desayuno a las 3:30AM salgo con todo mi equipo hacia el campo dos, distante unos 2100 mts del campo base, es decir a unos 6678msnm, llevo todo lo necesario para mi permanencia en la altura, me he acostumbrado a no realizar depósitos ni acarreos previos, algo no muy común en este mundo, donde lo habitual es portear previamente tiendas, gas comida, enterito de pluma, etc., lo más alto posible, de esta manera guardar un poco de energía para el asalto final. Pero no es mi caso, yo subo y bajo con todo mi equipo, no tiene mucha lógica, pero me gusta así. Por lo que hoy estoy llevando unos 15 kg de equipo por un extenuante desnivel.
Finalmente y luego de seis horas y media, me encuentro en el añorado campo dos, entre resoplidos y un frio que empieza a calar rápidamente en los huesos, monto mi tienda en una precaria terraza y me dispongo a pasar lo que queda del día entre bebidas calientes y tareas del hogar (secar medias, botas, cargar elementos de electrónica, etc.). Este día es aceptable y el sol, las nubes y el viento logran un buen balance y me permiten descansar lo suficiente como para afrontar el siguiente día donde me esperar unos exigentes 700 metros de desnivel hasta el siguiente campamento. Por suerte en la mañana del 17 el sol se hace presente muy temprano y me permite a las 5:30Am ponerme en marcha hacia mi nuevo destino. Nuevamente el llevar todo el equipo se hace notar, esta vez con más intensidad, todo cuesta mucho, y aquí las cuerdas fijas se convierten en un aliado fundamental ya que hay muchos tramos con hielo cristal y la nieve ha cubierto gran parte del mismo, por lo que sin la ayuda de las cuerdas esto se convertiría en una trampa mortal, me maldigo al tener que usar unas cuerdas que no he fijado y siento que hago trampa, no me siento del todo cómodo con este tipo de ascenso, pero no hay opción, solo cuento con una piqueta técnica y un bastón, por lo que no me puedo asegurar un ascenso en libre, una lástima pienso para mis adentros…

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El siguiente campamento a 7260msnm es sobre una ladera de unos 35 -40 grados, por lo que instalar la tienda se convierte en un tarea muy trabajosa y dolorosa para los pulmones que se esfuerzan por asimilar el aire enrarecido. Me dejo caer dentro de la tienda cerca del mediodía nuevamente y me dejo caer dentro de ella para repetir las tareas cotidianas. Tengo esperanza de salir en unas 12 hs más, pero cuando se creía que estaba todo bien para salir, súbitamente a las 7pm, se desata un viento muy fuerte que sorprende a un grupo que ya había tomado la decisión de salir. Me preocupo por ellos porque la intensidad del viento alcanza por momento los 100km/h, y al mismo tiempo que veo como hago para que mi débil refugio no se deshaga en pedazos, pienso que mi oportunidad de intentar una cumbre se desvanece con el paso del tiempo. La noche la paso entre sacudidas y listo para abandonar ese campamento en caso de que la tienda no pueda soportar, me apresto a ponerme toda mi ropa, enterito de pluma, arnés, botas dobles, linterna y gafas de ski, así es como paso la noche dentro de mi ligera bolsa de dormir, si, con las botas puestas y arnés. No queda otra, hay que estar preparado para cualquier infortunio.

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Afortunadamente la tienda Direkt 2 de Mountain Hardwear se comporta de maravilla, y su delgada capa y sus dos varillas resisten los embates del viento, me siento bendecido cuando el sol asoma por la mañana y aun cuento con mi refugio intacto. Con el pasar de la mañana el viento amaina y me puedo comunicar con Alberto Zerain para ver cuál es su plan, y si tiene más novedades del clima. Lamentablemente si, y no son de las mejores, un conocido que les lleva los partes meteorológicos, le anuncia que vienen días malos, casi que inmediatamente decidimos bajar, pero lo convenzo de pasar una noche más ahí y ver qué pasa, sino definitivamente al día siguiente, nos bajaríamos y abandonaríamos el intento a cumbre, derecho a casa, así sin más.
Nos dejamos sorprender por el clima y paulatinamente el viento decrece a lo largo del 18 de mayo y nos deja a nosotros con la responsabilidad de intentar una cumbre o no. Afortunadamente nos apoyamos mutuamente y decidimos lanzarnos a por la cumbre a la media noche, así como también unas expediciones con las que compartimos el campamento, deciden lo mismo. En total, nosotros dos sin oxígeno y otros cuatro más escaladores con oxígeno apostamos por un intento. La noche de luna llena se presta ideal para el ascenso, pero no me siento del todo cómodo y Alberto con su gran capacidad física se me separa unos cuantos metros por varias horas, hasta que finalmente logro cambiar el aire y puedo seguirle tímidamente los pasos. Nos sentimos felices por la oportunidad que tenemos de intentar la cumbre, el día llega sin nubes, y con una suave brisa hasta los 8mil mts, no lo podemos creer, estamos casi sin darnos cuenta a punto de cumplir otro hito en nuestras vidas, en mi caso mi sexto 8mil y en el caso de Alberto su octavo!!, además en el caso de él, hace siete años que no corona una cumbre de tanta altura, me siento alegre de tener un compañero con el cual compartir anécdotas y vivencias, emociones y motivarnos mutuamente en esta difícil tarea.

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Llevamos en nuestras mochilas unos 100mts de cuerdas para ayudar a fijar los últimos metros de recorrido, pero los sherpas nos piden las cuerdas a unos 8050 msnm y gustosos se las entregamos, ahora si liberados de esa carga nos miramos complisentemente y decidimos ir por los últimos 100 mts del corredor que lleva a la cumbre en libre, con una piqueta y un bastón nos apañamos en la tarea de escalar este corredor, adelantándonos a la tarea de los sherpas, nos sentimos afortunados de poder hacerlo de esta manera, ya que nos da la oportunidad de disfrutar la cumbre muchos minutos antes que los otros escaladores con oxígeno y sus respectivos sherpas. Así que todos contentos, aunque nuestra alegría se entrecorta cuando al finalizar el corredor encontramos el cuerpo sin vida de un escalador, tratamos de ignorarlo, pero es muy obvio, el recordatorio de lo frágil que es la vida, se hace presente una vez más, y tras un breve silencio, disfrutamos de la cumbre que nos ofrece una vista de 360 grados, observamos el Annapurna a lo lejos, y las montañas multiplicándose en el horizonte. Nos abrazamos y cumplimos con las labores propias de las cumbres, fotos, videos, agradecimientos, etc. Pero esta cumbre es muy distinta para mi, tengo un compañero al cual abrazar y decirle: “Lo hemos logrado”, agradezco por eso a los Dioses y por muchas otras cosas más. Gracias Alberto Zerain por compartir esta cumbre. Lujo de montañero y de persona.

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La bajada como siempre no está exenta de peligros y el buen clima se desvanece, afortunadamente llegamos a nuestro último campamento y decido continuar la bajada hasta el campo base, a duras penas logro desmontar mi tienda y mis cacharros que se encuentran a 7200 msnm, y muy desprolijamente los coloco en mi mochila. sin prisa, y con muuuchas pausas me dispongo a bajar hasta el campo base, en este largo camino, las nevadas, neblina, vientos y demás inclemencias climáticas se hacen presente, pero trato de ser indiferente a ellas y me consuelo con los beneficios de bajar hasta los seguros 4600 msnm del campo base. Finalmente a las 22:30 hs llego a mi anhelado refugio, han sido casi veinticuatro horas de andar, escalar, rapelar y demás. La recompensa? un buen plato de Dalbat y la satisfacción de poder seguir cumpliendo mi sueño:” Escalar montañas para sentirme vivo, y vivir para aprender más de ellas”

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Gracias Familia por entender mi locura, amigos gracias por estar al pendiente de mis anécdotas y darme el empujoncito que se necesita para seguir apostando a lo que uno ama. Gracias Mountain HardWear Argentina, Garmont Outdoorgear y mucha otra gente que en silencio aporta pequeñas grandes cosas, fundamentales para el desarrollo de estas expediciones.

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Texto y fotos Mariano Galván

Montañismo

ANNAPURNA, CARLOS SORIA A LOS 77 AÑOS, 12 OCHOMILES

mayo 6, 2016 — by Andar Extremo

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El alpinista Carlos Soria coronó el Annapurna a sus 77 años ha logrado llegar a la cima de la décima montaña más alta del planeta, convirtiéndose en la persona de más edad en hacerlo. Con esta cumbre, está más cerca de completar los 14 ochomiles. Solo le restan el Dhaulagiri y el Shisha Pangma.

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Carlos Soria ha vuelto a hacer historia al convertirse en la persona de más edad en alcanzar la cumbre del Annapurna (8.091 m). El veterano alpinista, líder de la Expedición BBVA, ha hollado la cima de la décima montaña más alta del planeta cerca de las 9.00 horas del 1 de mayo. En una dura y larga etapa final, el equipo ha cubierto en algo más de 13 horas los últimos mil metros de desnivel que les separaba del Campo 4 (7.100 m). El alpinista español de 77 años logró su duodécimo ochomil. La marcha final desde el Campo 4, situado a 7.100 m, la iniciaron sobre las 19.30 horas del día 30 de abril. Las previsiones recibidas indicaban que durante la noche pararía la nieve y quedarían nubes altas, con vientos por debajo de los 20 km/h. Los pronósticos se cumplían y la expedición vio el amanecer a las 5.20 horas. Carlos Soria y el equipo, formado por Carlos Martínez y Luis Miguel López, llegarón a la cima del Annapurna alrededor de las 9.00 horas, tras más de 13 horas de ascenso. En ese momento, Carlos Soria pasaba a la historia del alpinismo mundial al convertirse en el escalador de más edad en coronar la cima del coloso nepalí. Acompañados por su gran amigo Mikel Sherpa que también lo acompañara rumbo al Dhaulagiri (8.167 m), segundo objetivo de Carlos Soria esta temporada.
Después de haberlo intentado en 2012 y 2015, ha sido en la tercera ocasión cuando la montaña le ha permitido llegar a la cima. Si esta misma temporada lograse hollar el Dhaulagiri, solo le faltaría el Shisha Pangma para completar las míticas 14 montañas más altas del planeta. Además, Carlos Soria es el único alpinista que ha escalado 11 montañas de más de 8.000 metros después de cumplir los 60 años, y es la persona más veterana en la historia que ha ascendido con éxito al K2 (65 años), Broad Peak (68 años), Makalu (69 años), Gasherbrum I (70 años), Manaslu (71 años), Lhotse (72 años), Kanchenjunga (75 años) y Annapurna (77 años).

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“Esto es verdaderamente el despertar de un sueño. Han sido unos días magníficos, una expedición larga, pero hemos sabido esperar el momento oportuno”, ha comentado Carlos al coronar el Annapurna.
La expedición al llegar al Campo Base cansados por el gran esfuerzo realizado pero felices por el logro conseguido, mientras el equipo reponía fuerzas tras unas intensas jornadas, comentaban: “Nunca nos hemos desesperado, nunca hemos gastado fuerzas inútilmente y cuando hemos tenido que ir, hemos ido”. Además, Carlos Soria ha decidido trasladarse al Campo Base del Dhaulagiri para intentar su cima a mediados de mayo. “Necesitamos unos días de descanso, pero estamos perfectamente aclimatados. La cumbre del Dhaulagiri es posible y vamos a intentarlo”, ha afirmado. “Esto es verdaderamente el despertar de un sueño. Han sido unos días magníficos, una expedición larga, pero hemos sabido esperar el momento oportuno”. “Hemos intentado hacernos amigos de ella, observarla, ver cuándo podíamos hacerlo y lo hemos hecho”. Ni las difíciles condiciones en la cumbre, peores de lo que apuntaban los pronósticos, consiguieron echar atrás a la expedición. El veterano alpinista recuerda cómo vivieron ese histórico momento: “El día de la cumbre fue muy frío. La sensación en muchos momentos del día era de muchísimo frío y con el viento a 60 km/h. Pero ha sido magnífico, absolutamente magnífico”.

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Crónica de una gesta histórica el ataque definitivo a la cumbre se inició el día 30 desde el Campo 4 (7.100 m) cuando ya era de noche. A pesar de que estaba nevando, Carlos Soria y el equipo confiaron en los partes meteorológicos que decían que pararía de nevar al amanecer. Cerca de 14 horas de ascenso hasta alcanzar lo más alto del Annapurna en un recorrido menos peligroso que en otras ocasiones pero de un alto nivel técnico por la gran cantidad de hielo. A las 10.00 hora local, la Expedición llegaba a la cumbre. La cima les recibía con mucho viento y una sensación térmica de -50º C. Tras unos minutos, iniciaron el descenso hasta el Campo 4, que completaron en 9 horas, un total de 23 horas de jornada desde que iniciaron el ataque. Carlos Soria y sus compañeros descansaron unas horas en el Campo 4 y emprendieron el descenso. Completaron la gesta hasta el Campo Base (4.200 m) en 20 horas, con un tramo muy complicado técnicamente entre el Campo 3 (6.700 m) y el Campo 2 (5.700 m), en el que tuvieron que rapelar en una pared vertical de hielo.

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Carreras de aventura

MAX RACE RESERVA EL DESTINO, UN DESPERTAR DE SENTIDOS

abril 27, 2016 — by Andar Extremo

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Mágica, atrapante y sorprendente la Reserva el Destino de la Fundación Elsa Shaw de Pearson, no deja de hipnotizar a los cientos de corredores que cada año despliegan sus cuerpos por ese suelo y hacen de la Max Race una carrera de aventura que roza lo fantástico por la diversidad de escenarios.

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“Ese despertar de sentidos” que expreso Fabi Cotignola Bruno, una corredora que luego de su experiencia en la Max, sintetiza el conglomerado de sensaciones de competidores, organizadores, acompañantes y lugareños que se unen cada año a experimentar los caminos de este exuberante edén que es la Reserva el Destino.
Sus senderos boscosos, esa humedad que se instala para dar vida a especies de hongos y líquenes y demás plantas, cautivan la mirada de la reciente largada de medio millar de corredores que desde el principio buscan ese sexto sentido.
Rápidamente un canal de agua fría distrae los músculos en un coastering con mucha vegetación, los más experimentados corren en punta y los más nuevos se adaptan en búsqueda de las cintas naranjas, que los lleva intrépidamente a cruzar más de una vez ese lecho de agua fría.

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Cuando el cuerpo se empieza a acomodar, los frondosos bosques de talas hacen zigzaguear las piernas y en más de una ocasión correr agachados es una obligación, los sonidos de la reserva se hacen sentir y los grandes pájaros despliegan las alas en el arroyo Juan Blanco tomando distancia de las remeras azules con vivos naranjas. Un pajarito nos contó, que se escuchó decir, que este lugar no tiene nada que envidiarle a los bosques del sur.
Ya parecía que esto se ponía bravo, tanta agua caída en los últimos 20 días que la zona de pajonales está anegada, y la corrida se hace lenta, mucho verde por todos lados y las piernas que se empantanan en el fango. Cuando el cuerpo no daba más por allá atrás entre las ramas se asoma el majestuoso Río de La Plata. Y como dijo Marcelo Tucuna: “La aventura puede estar en el lugar menos pensado puede sorprenderte acá nomás, ni siquiera te tenés que ir arriba de un Cerro para sentir. El Río de La Plata, ese lugar inhóspito, toda esa agua del Mar Dulce atacando la costa, el raizal del la selva Paranaense, los canales que desembocan en el río casi unas trampas mortales, y esos bosques….de sueños de otoño, todo en este paraíso botánico que es la Reserva , la Max Race 2016, dejo todo esto. Difícil sentir algo igual.”

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La Reserva es tan cambiante que ningún año es igual a otro, en esta edición el río estaba crecido y los corredores tienen que andar por el pasto lleno de raíces y desniveles en la vera del río. Paisaje increíble y encantador, las piernas se deslizan por una grama cortita de un lado vegetación tupida y del otro el interminable Río de la Plata que si bien te da aire, el suelo te saca piernas. Como dijo Titi Riccio: “Carrerón!!! Una competencia quita penas, te saca todo lo que cargas y te sobra. Feliz de haber participado”
El río quedo atrás y de nuevo los pajonales le dan la bienvenida a la marea de remeras azules, fueron cerca de 500 metros intransitables, mínimo el agua por los gemelos. Las caras de cansancio se mezclaban con las sonrisas en un mix de sensaciones, la fatiga y la acumulación de kilómetros no dejaban ocultar el volver a ser niños a chapotear, embarrarse y jugar en los senderos. ¿Será que abandonamos tanto la naturaleza que volvemos a sentir sensaciones indescriptibles?
Mientras pensaba, los bosques de talas depositaron el sendero en un canal seco encajonado, un camino ancho y sin vegetación que daba la posibilidad de estirar las piernas para dar un poco más de velocidad.

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Los senderos de la reserva nuevamente, un canal con un poco de agua y los últimos 2 kilómetros en un bosque bien cerrado en donde parece sacado de la antigua película proyecto Blair Witch, donde la mente se pierde en esas ramas retorcidas de talas y las piernas batallan el camino laberíntico hasta el final.
Mientras Virginia Garaventa decía “Esta fue mi primera carrera de aventura, nunca imaginé algo igual, te la cuentan… pero vivir y sentirla fue lo Max. Increíble, fueron los 12 km más divertidos, definitivamente ésta carrera marcó un antes y un después en mi vida, porque ahora quiero maaaaaas!!! Ansiosa por otra Max Race. Felicitaciones a la organización, impecable!”, el recorrido de 21 km volvía a enfrentarse a la margen del río y luego a un camino de ripio para desembocar de nuevo en la Reserva y así terminar el recorrido.

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La bici y el Kayak también estuvieron duros, la bici empezó trabada ala vera del río y luego pudieron desarrollar velocidad en los 38 kilómetros que los separaba de la llegada por caminos rurales. Mientras que los 5 km en kayak al estar el río con viento sur sur este, fue movidito.
El domingo gris con toques de sol se fue diluyendo y la reserva quedó en silencio nuevamente, 13 largos años habían pasado desde la primera edición trece largos años de no parar de sorprendernos. Gracias Reserva El Destino Fundación Elsa Shaw de Pearson.

Marcos Ferrer texto y fotos

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Supervivencia

“EL MILAGRO DE LOS ANDES” Entrevista a Roberto Canessa 2002

abril 18, 2016 — by Andar Extremo

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En Enero de 2002 el periódico Andares antecesor de Andar Extremo, a 29 años del Milagro de los Andes, entrevistó a Roberto Canessa. Dicha entrevista hoy se encuentra dentro del sitio oficial del "Milagro de Los Andes" como una de las 10 mejores entrevistas a los supervivientes

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Tapa Andares 2
Tapa Andares 2

¿Cómo ves hoy ha 29 años lo ocurrido en los Andes?
Bueno, me parece que le hubiese pasado a otra persona, cuando miro a mis hijos que tienen la edad que yo tenía cuando tuve el accidente. Me doy cuenta que es increíble que halla podido sobrevivir, me parece que fue un poco la inconsciencia de la edad lo que nos ayudó, la fe en Dios y la fuerza de uno mismo. Hoy a treinta años de ese hecho ya no me acuerdo de lo que sentía, me acuerdo de los hechos, pero evidentemente (por suerte) toda la carga de angustia y tristeza que implicó luchar hasta morir no la recuerdo.

¿Qué opinión te merecen el libro y la película Viven?
Son las personas que tuvieron la suerte de no estar en el accidente, así dan una idea de las cosas que le pueden pasar a los seres humanos y las situaciones límites que pueden existir. Son dos documentos que desde ángulos diferentes muestran lo que son las situaciones límites y los seres humanos enfrentados a la máxima adversidad.

¿Creés que tu experiencia te llevó a acercarte más a la naturaleza?
Si totalmente, allá, éramos hombres de montaña, inclusive después cuando llegue a mi casa, pasaba un auto cerca y me asustaba porque en la montaña algo que se mueve es un alud o una piedra. Creo que nos transformamos en hombres muy básicos, y esa es la lucha del hombre con la naturaleza, la aprendes a querer a respetar y a convivir con ella. La noche en la montaña a pesar del frío era un espectáculo increíble la luna reflejada en la nieve, no me lo voy a olvidar!

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¿Hubo algún cambio en tus creencias religiosas después del accidente?
Y bueno yo creo que hay dos tipos de dios, uno el que te muestran en la escuela, que esta sentado en el cielo, y envía rayos a la gente que esta abajo. Otro es el que conocimos en los Andes que prácticamente convivíamos con él y le pedíamos su ayuda.
Te acercas mucho a la idea de la muerte, y pensás que estas de paso por la vida, la vida es un accidente y la única realidad es que te vas a morir, con esos parámetros es que aprendimos a que no nos importaba si nos tocaba morirnos porque estábamos en paz con nuestras almas y con dios , ese diálogo constante con dios que le sea difícil pero no imposible.
Vos estabas acá y veías ahí a tu amigo que hacia 10’ estaba vivo.

Cuál fue tu relación con la iglesia después de lo ocurrido?
Yo creo que la Iglesia es una gran organización que trata de ayudar a la gente solidarizándose con mucha gente que necesita consuelo de dios, creo que hay grandes sacerdotes que están aportándole a la gente, desgraciadamente lo que es noticias es la excepción. Es una institución que ha hecho muchísimo por el progreso del hombre y a veces se la desfigura se dice “yo creo en dios y no en la iglesia” pienso que es totalmente injusto y que todas las son generalizaciones son bastante injustas. Por ejemplo en la religión católica los curas tienen que renunciar a todo, creo que renunciar a tener familia es muy duro así que tengo un gran respeto por la iglesia.

Cómo te sentías físicamente al no tener casi alimentos?
A 3500 metros caminas 20 metros y te falta el aire, a demás caminas en la nieve y te vas hundiendo, en esos lugares no hay camino, ni trillo, ni nada, cada desplazamiento es por un terreno inhóspito e imprevisible avanzar era terriblemente difícil, o sea que físicamente no sabía si era que estaba cansado si era la montaña que era tan difícil avanzar.
En un momento caminábamos 33 pasos y parábamos porque eran 33 los orientales y pero pensábamos que igual eran 20 metros y como sabíamos que teníamos que cubrir más o menos 80 kilómetros que eran 100.000 pasos, entonces cada paso era un paso. Y así íbamos avanzando hacia nuestro objetivo.
“Tal vez mañana” fue lo que nos mantuvo vivos 72 días, “tal vez mañana” saldremos de acá, “tal vez mañana” llegaremos a la cima, “tal vez mañana” era nuestro móvil.

Canessa y Parrado junto a Catalán el arriero que los rescato
Canessa y Parrado junto a Catalán el arriero que los rescato

Se reúnen periódicamente con tus compañeros?
Todos los 21 de diciembre nos volvemos a reunir para estar juntos recordando la posibilidad que nos dio dios de seguir viviendo también recordando a los amigos que no están, hace poco nos reunimos para festejar el cumpleaños número 50 de Bobi Françua es una hermandad donde nos peleamos y discutimos pero siempre manteniendo un vínculo de pertenencia. Hermanados evidentemente por un experiencia terrible.

Como es tu relación actual con Nando parrado?
Mi relación con Nando es muy buena , vive a cuatro cuadras de casa,somos muy diferentes en la manera de actuar, el es un tipo tranquilo y pausado yo soy mas explosivo el es padrino de mi hijo y yo soy padrino de las hijas de él con Nando tengo mayor afinidad, nos entendemos mejor,

A lo largo de estos años como sobrellevaste la relación con los familiares de los fallecidos?
Muy bien, querían saber que había pasado con sus hijos, como habían pasado sus últimos momentos, que habían dicho, entonces que nosotros le hallamos podido contar lo que pasó para ellos fue una gran satisfacción y tuve el apoyo de la familia Nogueira, y cuando ganamos el campeonato eran los primeros que venían a abrazarme con otros nos conocíamos menos, era una relación mas distante, porque no nos conocíamos de antes, por en general, inclusive los sobrinos de mis amigos, de los que no volvieron , juegan en el equipo de rugby, nos conocemos todos del barrio, la verdad que nos han apoyado mucho.

Canessa con Catalán en 1997
Canessa con Catalán en 1997
Carta arrojada a Catalán de Parrado explicándole que venían de un avión perdido hacia 72 días
Carta arrojada a Catalán de Parrado explicándole que venían de un avión perdido hacia 72 días

Después de lo ocurrido tu actitud hacia la vida cambió de alguna forma?
Si empezás a darte cuenta que sos un boludo, que tenés todo para ser feliz y que te vivís quejándo que no te das cuenta de lo que tenés hasta que lo perdés, no tener en donde dormir, dormir arriba de la nieve tenerte que comer a los muertos, cuando en tu casa tenes un plato de comida caliente en tu casa hasta el agua, tenemos que derretir nieve durante una hora para poderte tomar un baso de agua, la mayoría de nosotros recibimos mas de lo que necesitamos y damos mas de lo que podemos, eso si que lo aprendí en la montaña, tener donde dormir, donde comer, bastante rico sos, en lugar de andar quejándote te falta esto te falta lo otro y que la fuerza está en uno mismo evidentemente en la montaña si nos sentábamos a esperar que nos fueran a rescatar nuestros padres nos hubieran muerto todos.


Cómo influyó tu experiencia en la educación de tus hijos?

A mis hijos les enseñé a respetar a gente con sus valores éticos y morales que no se deslumbren por las cualidades materiales que pueden tener las personas, sino por su hombría de bien, ser agradecidos en la vida, que estudien y que traten de progresar por sus propios medios, esa es la parte que mas me cuesta, tienen muchos amigos y se divierten demasiado yo creo que sus recuerdos, una de las cosas mas lindas que tengo, es una grabación cuando le preguntan a Ilario ( mi hijo) si está contento por tener a su papá vivo, el contesto que: contento no porque fue una tragedia pero que entiende a su papá sabe que lucho por su vida y la de sus amigos eso para mi vale mucho cuando caminó por los andes(cuando era chiquito) y le preguntaron si sabia que era tan difícil, el dice si yo sabia que era verdad porque me lo contó mi papá y nunca me miente a mi me parece importante esa imagen de padre, que tengan respeto por ellos mismos y por su familia y los demás es lo importante.

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Con periodistas al ser rescatados
Con periodistas al ser rescatados

AireExploracion

SOLAR IMPULSE

abril 14, 2016 — by Andar Extremo

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El avión propulsado por energiza solar, listo para reanudar su vuelo alrededor del mundo

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El avión Solar Impulse 2 (Si2), propulsado por energía solar y capaz de volar día y noche sin parar a repostar, está listo para reanudar su viaje alrededor del mundo, desde la isla de Hawái. Los pioneros suizos Bertrand Piccard y André Borschberg, se alternarán a los mandos de este innovador aeroplano. Tras pasar 8 meses en tierra, en los que han reemplazado las baterías que se sobrecalentaron en la travesía del Pacífico desde Japón, y de realizar diversos vuelos de prueba, el S2 está listo para despegar. El equipo está estudiando los datos climáticos para identificar cuál será la próxima ventana climática favorable, entre el 15 de abril y el 15 de mayo, que permita a Piccard volar hasta la costa oeste de los Estados Unidos. El objetivo de esta empresa es demostrar cómo las energías limpias pueden conseguir lo que se creía que era imposible.

André Borschberg aterrizó en Hawái a bordo del Si2, tras un vuelo récord de 117 horas y 52 minutos -un total de 8.900 kilómetros- a través del Océano Pacífico, desde Japón, que empezó el 3 de julio de 2015 nunca realizado con anterioridad. Con este tipo de máquina. Borschberg estaba cansado, aunque en buena forma, tras mantenerse despierto la práctica totalidad de los 5 días y 5 noches que duró este vuelo en solitario. No obstante, las baterías del avión sufrieron daños irreversibles debido al sobrecalentamiento, lo que provocó un parón en este proyecto de vuelo alrededor del mundo de 8 meses. El equipo no pudo repararlas lo suficientemente rápido como para reanudar la marcha antes del final del verano, en condiciones aún favorables. Ahora, el avión está listo para reanudar su marcha alrededor del mundo.
“Como nos pasó en distintas ocasiones con la primera versión del Solar Impulse, a menudo los obstáculos se han convertido en oportunidades para mejorar las cosas”, explicó André Borschberg, director y cofundador de este proyecto. “Al final, este tiempo que hemos pasado en tierra nos ha llevado a replantear ciertas cosas, y ahora afrontamos una nueva etapa de este proyecto con mayor fuerza. A veces cuesta un poco más de tiempo encontrar el camino adecuado para desarrollar nuevas tecnologías”.
Entre final de febrero y mitad de abril de 2016, el Si2 completó un total de 13 vuelos de prueba. Tres fueron de mantenimiento, llevados a cabo por el piloto de pruebas del equipo, que confirmaron las prestaciones del avión y el funcionamiento correcto del nuevo sistema de refrigeración. A esos tres vuelos siguieron una serie de salidas de entrenamiento, realizadas por ambos pilotos: 3 a cargo de Borschberg, y 7 a cargo de Piccard, que incluyeron un vuelo de gran altitud, de preparación para la segunda y, asimismo, larga manga a través del Océano Pacífico hasta Estados Unidos.

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“Un aeroplano de vuelo perpetuo, sin gasolina, como el Solar Impulse, no es sólo pionero en la historia de la aviación, sino también la historia de la energía”, enfatizó Piccard, iniciador y también responsable del proyecto. “El propósito principal de esta aventura es demostrar que la tecnología actual centrada en las energías renovables puede conseguir lo imposible, y animar a la gente a que use el mismo tipo de soluciones de energía eficiente, aplicables en tierra y en la vida diaria en apartados como la movilidad, la construcción, la iluminación, la calefacción, la refrigeración, entre muchísimas otras”.
Tan pronto como las condiciones para volar sean las adecuadas, el Si2 reanudará sus pueblos alrededor del mundo y despegará hacia la costa oeste de los Estados Unidos con Piccard al mando. El equipo está estudiando cuatro destinos potenciales: Phoenix, el área de San Francisco, Los Ángeles o Vancouver. A partir de lo aprendido en 2015, la decisión se tomará dejando un mínimo de flexibilidad para cambiar la ruta. El destino final se escogerá un par de días antes de despegar, dependiendo del clima la misión. Entonces, la máquina continuará su ruta hacia Nueva York, Europa o Norte de África, y Abu Dabi, donde terminará, y donde precisamente empezó esta aventura.
Fotografías gratuitas solo para uso editorial: Solar Impulse
Datos sobre El Solar Impulse
Los pioneros suizos Bertrand Piccard -iniciador y presidente- y André Borschberg -director y cofundador- son los pilotos y los instigadores detrás de este proyecto, El Solar Impulse, el primer avión capaz de volar día y noche sin necesidad de repostar, propulsado única y exclusivamente por la energía solar.
El Si2 concentra diversos tipos de energías limpias, como si se tratase de un laboratorio volante. Es una nave monoplaza hecha de fibra de carbono, que tiene 72 metros de envergadura -más que un Boeing 747- para un peso de 2.300kg, el equivalente de un coche familiar. Las 17.248 células solares dispuestas sobre el ala, cargan cuatro baterías de 38,5 kilovatios cada una, que a su vez propulsan 4 motores eléctricos (de unos 17,5 caballos cada uno) y las hélices, todo ello con energía renovable. El avión es por tanto, capaz de acumular y ahorrar energía durante el día y utilizarla durante la noche. El Si2 no necesita combustible y virtualmente, tiene autonomía ilimitada. Teóricamente, el Si2 podría volar sin parar y solo está limitado por la capacidad de resistencia del piloto.

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fuente Global Newsroom

Tecnología

ZAPATILLAS Terrex X King con suela de MTB

abril 12, 2016 — by Andar Extremo1

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La relación de Adidas con el mountain bike comenzó en 2011 y no es la primera vez que la firma alemana y Continental colaboran en el diseño de unas zapatillas, como ya hemos podido ver en varios de sus modelos de running. Lo que sí que es nuevo y no habíamos visto hasta ahora, es que ambas compañías se unieran para desarrollar una zapatilla relacionada con el ciclismo de montaña.
Las nuevas Adidas Terrex X-King, son unas curiosas zapatillas que inspiran su suela con tacos y los compuestos de las conocidas cubiertas X-King.
Todavía no existe mucha información sobre ellas, y desconocemos si realmente se trata de unas zapatillas orientadas a la práctica del ciclismo o son unas zapatillas para correr por la montaña, que aprovechan ese exclusivo diseño de suela para mejorar el agarre y el rendimiento.

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Exploracion

Desafío Solidario: De Ushuaia hasta La Quiaca

abril 8, 2016 — by Andar Extremo

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Martín Rodríguez, está uniendo todo el país corriendo solo con un carrito, transformando los kilómetros recorridos en donaciones para instituciones de Tandil. Ya lleva 174 días se encuntra en la Provincia de Mendoza, unos 3300 kilómetros corridos y podes saber más de el en el face: Desafío Solidario: De Ushuaia hasta la Quiaca.

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Martín Rodríguez tiene 25 años, es profesor de Educación Física y es oriundo de Tandil.
En el carrito lleva su carpa, bolsa de dormir, ropa, comida y demás cosas que necesita. Acampa en los lugares linderos a la ruta y cuando llega a las ciudades descansa de mejor manera en algún hotel o en alguna casa de familia que se ofrecen a hospedarlo. Corre entre 25 y 30km por día dependiendo de las condiciones climáticas y físicas. Estima que le llevara entre 9 y 10 meses.

Comenzó su travesía solidaria de unir toda la Argentina el 19 de octubre de 2015. Su sueño de poder ayudar a los que menos tienen haciendo lo que más le gusta se está haciendo realidad. Lleva 3300 km corriendo desde su inicio en Ushuaia.

Los más de 5200 km recorridos serán transformados en litros de leche y alimentos no perecederos recolectados mediante eventos que realiza Red Solidaria Tandil para 12 instituciones de esta localidad. Cada una de ellas representa una provincia por las que atraviesa. Ya se hizo una primer entrega en “La Casita de La Unión”, Comedor “Los Nietos” y Centro “Maria Auxiliadora”. Corresponden a las provincias de Tierras del Fuego, Santa Cruz y Chubut. De regreso a Tandil Martin va a donar la segunda parte.

Verdaderamente no se consiguió los sponsors que se deseaban y un vehículo que lo acompañe, es por eso que lo está haciendo a todo pulmón a pesar de que se le pusieron trabas. Si se quiere, se puede.
Invita a todas aquellas personas que lo deseen acompañar o acercarse, dialogar y ofrecerle ayuda tanto en ruta como en las ciudades. Pasar tiempo con gente lo fortalece.

Fue declarado de Interés Social y Deportivo por el Honorable Concejo Deliberante de la Municipalidad de Tandil

Desde que arrancó recibió mucha ayuda de todo tipo. En Ushuaia lo recibió Pedro, quien lo ayudó a prepararse los primeros días, lo alojó sin conocerlo y además lo acompañó por 40km. En Tolhuin lo recibió la Dirección de Turismo, junto con la Dirección de Deporte y Defensa Civil que lo acompañó 20 km antes de Tolhuin hasta Rio Grande. Lo llevaban y traían para que no acampe en la ruta. También lo recibió la Municipalidad de Tolhuin y en Rio Grande también junto con la Dirección Provincial de Tránsito y Transporte quien lo acompañó por más de 100km. El Transito del Municipio le cortaba las calles mientras avanzaba. La Dirección de Deporte lo hospedó unos días y la cooperativa eléctrica de la ciudad también. En Río Grande participó de la maratón “Corremos por Malvinas”.
Por otra lado, en Rio Gallegos, desde el momento que cruzó la frontera recibió muchísima ayuda. Se han acercado familias y grupos de entrenamiento para acompañarlo esos 65 km que une la frontera y Rio Gallegos. Lorena y Alejando fueron quienes lo hospedaron en su casa toda la semana y lo llevaron al punto donde terminó el día anterior, además de que consiguió muchísimos contactos más que a la distancias se complica, médicos para que lo vieron y personas que lo aconsejaron. Por otro lado, Running Santa Cruz se dedicó a organizar un arco y terminar de gestionar la recibida de Martin por parte del Concejal. Recargó pilas para los largos y duros kilómetros de la Patagonia.
En los puestos fijos también le ofrecieron alojamiento. En 28 de Noviembre lo recibió Nestor Parada y la Municipalidad.
En El Calafate lo recibió Alejandro Borquez, la secretaria de deporte y turismo, tránsito y un arco de llegada.
En Tres Lagos pasó Navidad, rodeado de una familia que lo invitó a pasarlo con ellos, y Año Nuevo estuvo rodeado de una familia amiga de Rio Gallegos que viajó a visitarlo. Además, en su llegada a Gobernador Gregores, fue muy emotiva ya que lo acompañaron cuatriciclos, motos, gente corriendo y en bici. Se quedó 3 noches, por lo que no acampó, ya que el director de deporte lo llevaba y traía a los kilómetros que dejaba el dia anterior.
En el trayecto hacia Perito Moreno tuvo varios inconvenientes, como la rotura de la carpa por las fuertes ráfagas de viento, la rotura de una cubierta de las ruedas del carrito y no avanzar los kilómetros previstos del día por lo que al día siguiente tenía que avanzar más. La gente que se encontraba viajando muy solidaria lo ayudo, tuvo ayuda continua de diferentes personas que se iban acercando.
En Perito Moreno lo acompaño corriendo Verena y lo recibió el secretario de deporte, el Sr. Intendente y personal del gabinete. Se hospedó en la casa de Pablo, el subsecretario de deporte y compartieron los días de descanso recorriendo la zona. Luego siguió para Rio Mayo y Facundo, donde saliendo de ésta última unos chicos de Comodoro Rivadavia que se había hecho amigo lo invitaron a correr la carrera del diario Crónica, lo fueron a buscar dejando unas piedras que señalicen donde había dejado y compartió 5 dias con el grupo Patagonia Team. Fueron a la playa, comieron asado, se hospedó en lo de uno de los chicos y luego de 5 dias lo vuelven a dejar en el km que dejó, el kmm 1998 de su desafío!!!!! Con las rodillas que ya le cuesta caminar intentó visitar a algún kinesiólogo. Pero dolorido él sigue, estuvo con mucha gente rodeada que le fortaleció para seguir avanzando.
A su llegada Gobernador Costa fue muy bien recibido, lo esperaban muy contentos una familia, lo asistieron el dia anterior y aprovecharon a vaciarle un poco el carro. Lorena y Alejandro, los amigos de Rio Gallegos viajaron a Costa para darle una sorpresa. Todos fuimos cómplices. Le habían avisado que provincia le había reservado una cabaña por dos días. Luego de estar 24 horas varados en Gobernador Gregores por falta de nafta pudieron llegar y darle una sorpresa muy linda. Lo acompañaron hasta Tecka, quien en esta ciudad también lo recibieron muy bien.

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¿ Por qué estoy acá?

“ Muchas veces me preguntan por que inicie esto. Y las veces que respondí , respondí dos respuestas diferentes. Cuando hay mucha gente alrededor, cuando no entre en clima, cuando no estoy seguro, o cuando me da vergüenza , respondí que era por el amor al deporte y por trabajar en una institución que me genero este cambio producto de las cosas que se viven ahí. Y realmente siento esas cosas, pero no es el motor que origino esto.
Otras veces me anime a contar algo de lo que realmente paso, pero nunca tal cual fue.
Entonces siento que no estoy siendo sincero conmigo mismo, al decir las cosas a medias. Pero tampoco me convenía contarlo ya que esto me podía frenar conseguir el gran apoyo que tenía ilusión de conseguir. Pero como no lo conseguí y con el apoyo que tengo soy muy feliz. Llego el momento de largar lo que tengo guardado.
El 28 de Agosto de 2014, fue el peor día de todos. Yo en ese momento trabajaba en tres lugares distintos de 8 a 21 prácticamente todos los días. Buscando ese capital que haga que mi vida económica se acomode un poco. Un laburo que me cansaba físicamente el cual no era relacionado a mis estudios, y los dos otros dos relacionados a la Docencia.
Nunca conseguí acomodarme como quería, y sinceramente me auto exigía por demás. Hasta que un día mi cuerpo habló.
Ese día me quede sin nafta ni bien salí, y con la moto a cuesta fui a cargar, llegando tarde al primer laburo, pero había paro. Por ende no pude cargar, así que otra vez a tiro a casa, donde comencé a sentirme raro , como por ejemplo cuando los autos me tocaban bocina y yo iba sin darme cuanta por medio de la calle.
Llegue tarde, labure y me fui a duchar a lo de mi hermana. Para luego ir a mi Pajaritos de la calle.
Pero estaba tan cansado que me senté dos segundos en el sillón para bajar un cambio. Y creo que me dormí..
Cuando abro los ojos no estaba en lo de mi hermana, aparecí en medio de las sierras tandilenses, para ser exacto detrás de Las Ánimas.
Aparecí en un lugar que no permitía bajar por su altura, y tampoco escalar por la misma razón.
Intente bajar por la cantera pero casi me caigo a una altura de 30 metros. Pero me sostuve de una rama.
No solo estaba aterrado por no saber que hacia ahí, si no aun peor, era que no podía salir.
Comencé a gritar, por que además comenzaba a atardecer.
Grite, pero nadie me prestaba atención. Hasta que , un hombre volando en parapente, se puso a volar arriba mio y a los gritos nos pusimos a hablar.
El vio que venian tres hombres en bicicletas, y los llamo. Y me fueron a buscar.
Sebastián fue quien salvo mi vida. El hizo un tirante con una toalla y me levanto hacia donde estaba el.
Al hablarme no recordaba nada, y ahí me di cuenta de los cortes en las manos rodillas y cara.
Yo insistía en buscar a un amigo. Y en buscar esas plantas de moras que estaban en las canteras. Luego comprendería que eso lo soñé.
Me llevaron a casa , preocupados por mis 6 horas ausentes. Ya que mis compañeras de Pajaritos me comenzaron a buscar.
Fui al hospital, y mucho no recuerdo, pero se hablo de un pico de stress.
Esa noche quede internado, junto a una mujer que se quebró la cadera y un niño que algún problema en la sangre tenia.
Así que entre gritos, llantos y mis nervios me dormí.
Y soñé… Soñé que corría, por una ciudad, luego la ruta , y luego por otra ciudad.
Estuve un mes sin laburar, y quise volver a lo mismo. Pero el trabajo disminuyó.
Y ese sueño, me hacia ruido. Hasta que me decidí por primera vez correr la Tandilia. Le pregunte a mi amigo Fede. Y la preparamos en poco tiempo. Corrí los 11111 metros que dura, en 1h 3 m. Y al cruzar la meta me decidí.
Y ese sueño, se volvió un año de lucha. Donde me costó muchísimo. Pero gracias a mi familia, a Silvia, A Diego, a mis amigos y compañeros. Pero sobre todo , gracias a que el 11 de enero conocí a Rocío. Hoy estoy acá.
No tuve el gran apoyo que se necesitaba. Pero al bajar del avión en Ushuaia. El viaje cambio para siempre.
Hoy llevo 573 kilómetros qué demuestran que los sueños se pueden hacer realidad.
Martín Rodriguez” Publicado el 18 de noviembre 2015 en su página de Facebook.

Es por esto que surge su gran sueño que se está haciendo realidad. El sueño de Martin es unir solidariamente la Argentina corriendo por la Ruta Nacional N°3 en Tierra del Fuego y la Ruta Nacional N°40.

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Instituciones Tandilenses
Estas Instituciones representa simbólicamente las provincias recorridas. Una vez comenzado el viaje, se harán las entregas a las mismas.
•Tierra del Fuego: La Casita de la Unión.
•Santa Cruz: Comedor Los Nietos.
•Chubut: Centro Maria Auxiliadora.
•Rio Negro: Reinventar Tandil.
•Neuquén: Granja Los Pibes.
•Mendoza: Centro María de la Paz.
•San Juan: Taller Protegido.
•La Rioja: Comunidad Vecinal Barrio Las Tunitas.
•Catamarca: Asociación Redes Tandilenses.
•Tucumán: Mailen.
•Salta: Pajaritos de la Calle.
•Jujuy: Pachacamac.

Aire

Sudamerican Flyers, paracaidismo en toda Sudamérica

abril 7, 2016 — by Andar Extremo

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www.sudamericanflyers.com

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SDF “si nos organizamos volamos todos” , surge de un grupo de paracaidistas que se organizó y creo el sitio web www.sudamericanflyers.com en donde podes consultar zonas de salto, calendario de actividades, saltos en tandem, etc. Hay lugares en toda Sudamérica: En Bolivia Club de Paracaidismo Santa Cruz. En Brasil SkyZimba Clube Escola de Paraquedismo y SkydiveFoz Paraquedismo. En Chile Paracaidismo Chile, Air Skydive Pucón y Skydive Andes. En Paraguay República Flyer,Paracaidismo Guaraní y Escuela de Paracaidismo Sin Limite. Y en Uruguay Centro de Paracaidismo Punta del Este.

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SuDamerican Flyers lo conformar equipos deportivos de Argentina, Brasil Chile y Paraguay. El paracaidismo deportivo es mucho mas amplio de lo que hasta hoy se conoce. Se divide en 3 fases desde que saltas del avión, la caída libre, el manejo del velamen, y el aterrizaje.Conoce y contacta la disciplina que estas buscando a través de sus mejores exponentes en cada país de Sudamérica.

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Sudamerican Flyers nace con la iniciativa de crear un colectivo de paracaidismo sudaméricano.
En los últimos años el paracaidismo a ido en aumento pero aun queda muchísimo por explotar.
A través de esta red queremos integrar, compartir y promover todos los niveles y áreas del paracaidismo para así potenciar su crecimiento a nivel latinoamericano.
Te invitamos a ver la primera plataforma informativa de Paracaidismo en Sudamérica.

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www.sudamericanflyers.com

Editorial

15 AÑOS, La Evolución de Andar Extremo

abril 6, 2016 — by Andar Extremo

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historia

Periódico 2001 a 2005
Andar Extremo surge de la misma editorial del Periódico de Aventura Andares, que comienza en octubre de 2001 en papel prensa de 16 páginas Blanco y Negro formato A3. Para Noviembre de 2005 en su edición 23 contaba con 24 páginas de las cuales 8 eran a color en papel prensa abrochado.

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Periódico 2006 a 2008
El Periódico de Aventura Andares, comienza en marzo de 2006 a imprimirse en papel obra abrochado. Para Septiembre de 2008 en su última edición n° 38 contaba con 28 páginas de las cuales 12 eran a color.

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Revista 2008 a 2010
Nace Andar Extremo en Noviembre de 2008 en papel prensa ilustración en el interior y tapas en Papel ilustración de 110 gramos. 52 páginas de las cuales 20 eran a color en formato A4 apaisado. Para Noviembre de 2009 en su edición n° 7 el interior pasó a papel ilustración de 90 gramos y la postura cambio de A4 apaisada a la posición convencional vertical.

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Revista 2010 a 2011
Para Mayo de 2010 en la edición n° 8 la revista contaba con 56 páginas de las cuales 32 eran a color en formato A4. Para Mayo de 2011 en su edición n° 14, 48 páginas de un total de 56 eran a color cambiando el interior de ilustración de 90 a ilustración de 115 gramos.

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Revista 2011 a 2012
Para Julio de 2011 en la edición n° 15 la revista contaba con las 56 páginas a color. Para Noviembre de 2012 en su edición n° 23 poseía 60 páginas, con las tapas en ilustración de 150 gramos y su interior en 115 gramos.

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Revista 2013
2013 seguiría siendo un año de crecimiento. Para mayo de 2013 en su edición n° 26 la revista contaba con 68 páginas, con las tapas en ilustración de 150 gramos y su interior en 115 gramos.

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Revista 2014 a 2015
Andar Extremo en su edición n° 28 de Septiembre/Octubre de 2013, apostó a ser la mejor revista de deportes de aventura, tapas en Papel ilustración de 200 gramos con laca, de 76 páginas internas en papel ilustración de 115 gramos y la encuadernación binder con lomo cuadrado. La cual se mantiene actualmente las mismas características.

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Revista 2016
Andar Extremo en su edición n° 40 de Marzo/Abril de 2016, mantiene actualmente las mismas características, tapas en Papel ilustración de 200 gramos con laca, de 76 páginas internas en papel ilustración de 115 gramos y la encuadernación binder con lomo cuadrado. Este año se sumó al multimedia una nueva y renovada página web (www.andarextremo.com.ar).

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ExploracionNieve

La Primera Expedición Argentina al Polo Norte

abril 4, 2016 — by Andar Extremo

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La primera travesía argentina al Polo Norte partirá de la base rusa de Barneo el 5 de abril y recorrerá 120 kilómetros sobre el casco polar.

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La última base que arribaron los nueve expedicionarios fue Longyearbyen hace unos días en el archipiélago noruego de Svalbard, situada a 1100 kilómetros de polo. Los argentinos se aclimatan al frío ártico, practican maniobras de rescate en el hielo y ensayan pruebas de riesgo sobre grietas y ríos congelados para poder conquistar el Polo Norte.
Los expedicionarios Víctor Figueroa, líder de la expedición, Gustavo Curti, segundo jefe, Ignacio Carro, Juan Pablo de La Rua, navegante, Emiliano Curti, Santiago Martín Tito, comunicaciones, Luis Armando Cataldo, guía, Tomas Heinrich, documentalista y Mauricio Fernández Funes, este ultimo hará comunicaciones desde la base Barneo se encuentran en la localidad de Longyearbyen y desde allí el 5 de abril por la mañana tomarán un vuelo a la base rusa Barneo donde 8 de ellos caminarán 120 km para hacer flamear la bandera argentina en el Polo Norte por primera vez en la historia.

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El 29 de marzo viajaron de Londres a Oslo (Noruega) y al día siguiente ya se instalaron en Longyearbyen.
Calculan que los 120 km de Barneo al Polo les demandará de 7 a 10 días en donde habrá jornadas de descanso ya que caminarán dependiendo de las condiciones unas 8 horas por jornada, parando para hidratarse y alimentarse cada una hora. Cada jornada recorrerán de 10 a 15 km en esquíes y arrastrarán trineos de fibra de vidrio con un peso aproximado de 50 kg.
Tendrán 24 hs de luz diarias y la temperatura promedio rondará en -20 grados centígrados. Cada mañana calculan unas 3 o 4 horas para derretir hielo, cocinar y desarmar los campamentos. Ya l finalizar el día tienen unas 3 horas en armar el campamento, muestrear agua y comunicarse con el mundo
La ONG impulsora de la empresa polar, es la Fundación Criteria, el grupo se propone alertar al mundo por lar urgencia medioambiental como una de las amenazas que determinan la seguridad humana.
Se trata de la primera misión de carácter nacional, luego de que el 10 de abril de 2013 otro argentino, el andinista Juan Benegas, completó la misma hazaña en siete días junto a cinco expedicionarios rusos.

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El grupo está bien preparado, luego de un año de entrenamiento intensivo, que incluyó desplazamientos por glaciares en el Tronador y en Caviahue. La mayoría está acostumbrada a esas condiciones extremas: todos son experimentados andinistas. Y, en su mayoría, integrantes de las fuerzas con adiestramiento especial del Ejército. Entre ellos, hay tres “antárticos”, dos de los cuales llegaron en 2000 al Polo Sur tras recorrer durante dos meses y medio más de 5000 kilómetros en motos de nieve desde una de las 13 bases argentinas, y soportando temperaturas de -70°C. También se sumó a la misión como fotógrafo y documentalista Tommy Heinrich, el primer argentino en hacer cumbre en el Everest, quien atesora más de siete expediciones a los montes del Himalaya y otras cinco cumbres en el Aconcagua.

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Pero más allá de la épica extrema y del mensaje ambiental, el grupo colaborará con el Instituto Antártico Argentino (IAA) en la recolección de muestras de agua a cinco metros de profundidad y en la perforación del pack de hielo en diferentes latitudes para que los científicos locales puedan realizar comparaciones entre las condiciones en ambos polos. La misión, que se lleva adelante durante la primavera boreal y está signada por noches blancas (días de 24 horas de luz solar), aprovecha la ventana climática para la transitabilidad sobre el océano Glaciar Ártico.

Fuente: La Nación y face de la expedición: Expedición Argentina Polo Norte 2016

Carreras de aventuraVideos

ENTREVISTA A KILIAN JORNET

marzo 28, 2016 — by Andar Extremo

En 2014 antes de hacer el récord en el Aconcagua, Andar Extremo tuvo el privilegio de entrevistar a Kilian en Capital Federal.

Videos

A 30 AÑOS DE LA EXPEDICION ATLANTIS PARTE 1

marzo 21, 2016 — by Andar Extremo

Videos

Entrevista: Mariano Galvan

marzo 21, 2016 — by Andar Extremo

Entrevista de Andar Extremo TV a Mariano Galván, el único montañista argentino en escalar 5 montañas superiores a los 8.000 metros de altura. Agosto de 2015

Entrevista de Andar Extremo TV a Mariano Galván, el único montañista argentino en escalar 5 montañas superiores a los 8.000 metros de altura.
Agosto de 2015

Revista digital

REVISTA ANDAR EXTREMO N° 38

marzo 8, 2016 — by Andar Extremo

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Outdoor & Adventure. Revista de Deportes de Aventura y Actividades en la Naturaleza. Septiembre / Octubre 2015

Exploracion

Juan Maggi – En lo mas alto del Himalaya

marzo 3, 2016 — by Andar Extremo

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A los 52 años este gran hombre llegó a la mayor altura en donde se puede acceder con una bicicleta de brazos: 5400 ms sobre el nivel del mar. Nota Andar Extremo n° 39

A los 52 años este gran hombre llegó a la mayor altura en donde se puede acceder con una bicicleta de brazos: 5400 ms sobre el nivel del mar

Juan Ignacio Maggi nació en Córdoba y tiene 52 años. Cuando tenía 1 año tuvo poliomielitis y esa secuela lo hizo pasar fronteras. Es uno de los cinco primeros minusválidos en Estados Unidos en utilizar la prótesis biónica C-Brace, un dispositivo tecnológico ortopédico que ayuda a estar de pie. Hace menos de 1 mes llegó a los 5400 ms en el Himalaya. Una historia que desafía límites físicos y mentales, un relato digno de leer.

Cómo ingresás al mundo de la aventura?

 Históricamente yo no soy deportista de montaña, corría maratón. He corrido el Iroman como deporte de largo entrenamiento, pero entré en esto para transmitir un mensaje: con mi incapacidad he podido llegar a esta altura. Justamente elegimos ese lugar para poder gritar que se puede.

Comenzaste de chico?

En realidad yo fui anti deportista. Hasta los 37 años vivía en una oficina trabajando, y con mucha vida social. Mucho cigarrillo, en una vida social donde por ahí tomás una copa de más…y terminó donde tenía que terminar: un infarto. Empecé a vivir como un enfermo cardíaco hasta que una vez le dije a mi mujer que estaba haciendo vida de una persona grande. Yo no quería eso para mí. Incursioné con esto de la actividad física y me puse como meta la maratón de New York. Ahí arranqué carreras deportivas. Hace un par de años las “piernas biónicas” me han dado estado público y esa situación me permitió poder salir a contarle a la gente mi mensaje y poder llegar a la comunidad de personas con discapacidad, a personas que están pasando un momento y no se animan a arrancar. Hay que tratar de animar a la gente; creo que estamos en una sociedad llena de mala onda y agresión y yo estoy con mi historia intentando contener a la gente.

Imagino que tu mujer y tus cinco hijos cuando arrancaste con el deporte habrán dicho:-“qué le pasó a papá…”

Nosotros almorzamos todos los domingos con mis hermanos, sus familias, mi viejo y mi vieja. Yo era de caminar 3 metros y tener que sentarme, agotado por el físico, la discapacidad, porque estaba gordo y no me movía y… me senté un domingo  y les dije: voy a correr la maratón de New York!. Recuerdo que se dieron vuelta, me miraron y deben haber pensado: “éste anoche tomó de más” (risas). Nadie me creía nada porque era una cosa super lejana.

Y seguramente no tenía ni bicicleta ni nada…

Nada, nada…no tenía ni pantalón corto ni zapatillas! Salió esto de empezar a buscar la bicicleta para la maratón, y  me crucé con un amigo de la vida, que era un deportista reconocido en Córdoba, en el mundo del rugby y le pedí que me entrenara. Estuve al principio moviéndome poco porque no tenía ni bicicleta así que me metí en internet, la compré y me llegó en junio. Corrí mi primer maratón desde Rosario, como primer entrenamiento para New York. Ahí arranqué hasta que llegué al Himalaya. Me apasioné en el deporte, me apasioné al ver que mi cuerpo ya no era una rastra, sino que era el motivo por el cual entraba mi satisfacción, mi felicidad…entonces me dediqué mucho a esto.

Siempre tuviste esta incapacidad, pero más allá de eso, cuando eras chiquito, al menos soñabas algo así? Pensabas en cruzar la cordillera, ir a la montaña, como hiciste Pircas Negras…

Hice Pircas Negras, hice Champaquí… caminando, todavía no entiendo cómo llegué arriba caminando con el bastón. Yo digo que estoy haciendo hoy cosas de chicos, aprender a caminar, ir a Los Gigantes de Córdoba como van un día los estudiantes, ir a Champaquí… estoy como chico con juguete nuevo con todo.

El entrenamiento debe ser todo un aprendizaje…

Y si… hace 15 años que vengo entrenando. Para ir al Himalaya ( lo tengo contado) tuve un entrenamiento de 109 días desde el día que deseé ir hasta que salimos para allá. Durmiendo en carpa! Yo nunca había dormido ni en bolsa de dormir …toda una experiencia nueva.

Cómo fue el entrenamiento que hiciste en el día a día?

Entrenaba entre 4 y 5 horas por día, he llegado a hacer picos de 130  en 2 días, en menos de 24 hrs. El fin de semana iba a Champaquí, arriba de los 1000 para poder estar un poquito más alto y el entrenamiento más largo de montaña y de ripio, todo lo que tenía que ver con descensos rápidos, caminos rotos.

Qué es lo más exigido, las subidas o las bajadas?

Las subidas se sienten mucho, porque un ciclista profesional  tiene una masa muscular que tracciona los pedales y es muy distinta a la que tienen los brazos. Es un casi 60 % inferior. Las pendientes se sientes muchísimo.

Cuando te decidiste ir al Himalaya también venía la historia de un documental?

Cuando nosotros fuimos a Pircas Negras nos encontramos con un chico que se dedica a la montaña en cuatriciclo, al que le pedí que me hiciese de guía, de soporte. Cuando bajábamos me preguntó si no me animaba a filmar un documental para presentar al Banff y me ofreció ir a Coronel Díaz a hacer el video, y cuando volvimos le conté la idea a un amigo que hace filmaciones sobre mi historia, para mostrar que se puede, y me dijo que sí… entonces ya que vamos a hacer tanto quilombo, vamos más lejos y más alto! (risas) Lo contacté a él con Mariano Lorefice. Yo había ido a los volcanes de Costa Rica a inaugurar la bici y me había dado su dato del guía allá porque él no podía y me empezó a mandar emails sobre el Himalaya… es como que se alinearon los astros. El chico del documental, mi amigo y el Himalaya que me insistía, y bueno, allá partimos.  La verdad que la dedicación, la pasión y la paciencia que puse, que pusimos, en esto, dio sus frutos. Cunando vinimos, empezamos a editar y a contar la historia, de pronto explotó. Y nos propusimos ir a un abanico más grande de personas para que esto llegue a todo el mundo. Cuando yo era chico me hubiese gustado tener un camino a seguir, y como para mí fue tan mágico el cambio que mi vida hizo con el deporte, creo que poder transmitir es fundamental.

Te habrán asombrado no sólo los caminos y las geografías, sino también la respuesta de la gente…

Creo que la gente se asombró más con nosotros (risas)… veían una bicicleta de tres ruedas, naranja, con un tipo arriba que pedaleaba con las manos, con ropa fosforescente…yo creo que se han sorprendido mucho más ellos que nosotros. Nos tocó hacer un pueblito al que estábamos entrando y la gente empezó a sumarse, los chicos me empujaban la silla…me pasó que iba un militar, se paró delante, bajó y me hizo la venia y me dijo que era un honor para él verme a mí e hizo bajar a sus colaboradores para que me saludaran. Sorpresa por ambas partes. Una grata sorpresa. Ahí al norte de la India, la gente muy particular espiritualmente, vive en la extrema pobreza y nunca vimos una cara que no estuviese transmitiendo paz o alegría. La verdad que fue una experiencia que sufrimos muchísimo…

Desde qué situaciones la sufriste?

Porque yo no soy de este rubro, soy nuevo, y de pronto pasé a dormir 10 días en carpa. El primer día la comida te parece folclórica y después ya no te entra por temas de altura…. Comer en altura es difícil, tomar agua es difícil, mi discapacidad suma una problemática especial

Quiénes te acompañaron?

Marcos Gorban fue quien asistió en las cosas personales, el resto lo hacía solo. Yo fui a hacer el Himalaya yo, me entrené para eso y básicamente la asistencia que he recibido fue en las cosas personales, pero en lo que fue propiamente el ciclismo, lo hice solo.

Cuál era tu meta?

Mi meta era el Karakorum, el paso más alto que tiene el mundo a 5600 ms a nivel del mar. Allí llegamos a un lugar a 5460 según mi altímetro. Después hicimos el segundo que era Tantalia que estaba a 5350. Mi objetivo era llegar a Karakorum

Sentiste en algún momento que no podías hacerlo?

El día 8 la pasé pésimo porque hicimos una transición en el jeep con mucho movimiento y llegué descompuesto. Ahí la pasé mal pero estaba dispuesto a hacerlo. Soy medio cabeza dura y muy metódico. Nunca me sentí en riesgo físico….era más difícil volverme (señala entre risas)

Cómo era la bicicleta? La elegiste? Qué cambios tenía?

La bici es mía, yo me la compré. Tiene suspensión independiente de la silla de ruedas, equipamiento top para las montañas. Había mucho de esto de bicicletas en el mercado de calle, hacía como dos años que quería incursionar en la montaña. Compré una bici de descenso, e hice un par en EEUU. Mi otra experiencia en la montaña es en los Paraolímipcos de esquí, fui a Canadá a competir. Compré una bicicleta pero no me gustó porque gran parte de este deporte tiene como objetivo conservar mi salud. La parte aeróbica es fundamental así que ésta no me gustó mucho, la vendí y compré la que tengo ahora. Pesa como 25 kilos.

Qué sentiste cuando llegaste ahí a cumplir ese sueño que tenías de chico?

Llegué tan cansado que yo digo que la cima la estoy viviendo estos días que se alejaron los malos olores, los malos sabores… los dolores. Recién hoy estoy disfrutando. En ese momento lo que quería era volver a mi casa, abrazar a mi familia, estar con mis amigos. Disfruto los recuerdos de lo que iba pensando, reconstruyendo cada momento… los últimos 20 km. Recuerdo cómo iba funcionando mi cabeza, imaginando todo lo que me podía llegar a pasar después de eso.

Y el futuro?

Hasta hace 24 hrs sólo pensaba en comer asados… (risas) pero ayer me llamó Mariano (Galván) para contarme que le habían pedido que escribiera algo y le pregunté si había algún punto del Aconcagua adonde yo pudiera llegar. (risas) Le consulté si a plaza Piura yo podía subir de alguna forma, y me dijo que no. Por eso le pregunté por la salina que está en Bolivia, el salado Uyuni. Es mi impronta, mientras que el físico me dé y haya lugares… También quiero dedicarme a algo que hace mucho deseo al igual que mi gente allegada: tratar de hacer una fundación, que supongo me llevará un poco de tiempo. La idea es moverse y seguir haciendo cosas.

Supervivencia

Rescatado en altamar

marzo 3, 2016 — by Andar Extremo

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El Vasco Jorge Iza naufragó en solitario en el Atlántico y fue rescatado por un carguero hace un mes. Aquí la nota de un soñador que asegura que el fracaso es no intentar las cosas en la vida.

Jorge intentaste salir a hacer un viaje como el de Vito Dumas?

Fui a cumplir un sueño que tenía dentro de mí hacía mucho tiempo, y que por las situaciones de la vida por responsabilidades o trabajo lo fui postergando. Desde el año 84 lo tenía en la cabeza, pero con firmeza empecé a esculpir ese sueño hace unos 20 años atrás. Cuando me jubilé encaré el viaje.

Cómo fue la elección del barco?

Tuve 2: primero tuve un Spray 26, lento y pesado, y hace tres años pensando en este viaje compré un Orión de 34 pies (10,3 metros), un barco pesado y fuerte, pero hasta ese momento pensaba que era el ideal para hacer una vuelta al mundo. Uno de fibra que navegaba bien. Entonces empecé a acondicionar este barco.

Qué te llevó en la vida a hacer este viaje?

La vida me llevó en el 74 a embarcarme en un barco griego como aprendiz de oficial. Salimos de Génova a Estados Unidos. Allí conocí el agua, y cuando estuvimos en Miami, conocí los veleros. Me volví loco, es un mundo. Al pasar el tiempo, un amigo me invitó a hacer un curso de timonel y allí me metí de lleno. Vos tenés el sueño pero yo sostengo que podés mentirle a cualquiera pero no podes mentirte a vos mismo, tenés que demostrarte que podés hacerlo. Mi primer susto en la náutica fue cuando tenía el Spray y encaré en solitario Montevideo, cuando salí del canal y apagué el motor, fueron 10 minutos trágicos pero si no superaba eso tenía que volver y vender el barco.

Trágicos y mágicos, porque andar sin motor debe ser…

Sí, era un límite que tenía que pasar. Si no podía vencer eso, todo el sueño que tenía no podía ser. Después de esos 10 minutos me sentía el rey del agua. Hice Mar del Plata pero con tripulación, con el barco que acabo de perder. Fui a Brasil con una de mis hijas, a Angra dos Rey. Nada que ver la navegación en solitario porque en algún momento al barco lo dejás solo. Sí o sí tenés que dormir, y ajustás las velas para navegar despacio y va solito, pero tenés que estar continuamente pendiente, atento a todo, hasta cuando dormís. En ese viaje a Brasil capeamos una tormenta importante, con olas de 6 metros,  duró por lo menos 12 horas y el barco se comportó bien, lo superamos. Ahí me convencí de viajar, me sentí que ya estaba listo. Me jubilé y  me preparé para el sueño de mi vida.

Cómo iba a ser este viaje?

Quería hacer el viaje que hizo Vito Dumas por lo “40 Bramadores” sin escalas, que es de acá hasta Nueva Zelanda vas por el paralelo 40, de ahí bajás al Cabo de Hornos  y por el paralelo 57. El paralelo 40 pasa en Argentina por Bahía Blanca. Yo pensaba no parar, llevaba agua y comida para 10 meses.

Que llevabas de comida para una travesía así?

Comida en latas de todo: atún, sardinas, jurel etc… Arroz y fideos. Mucha fruta seca: 30 kg de pasa de uvas, 10 kilos de higo, 5 kg de ciruela. También aceitunas. Llevaba una olla a presión para economizar el gas y preparar de a tres comidas. Si racionaba podía pasar un año y medio con lo que tenía

Cómo preparaste el barco?

Quería salir en agosto pero no llegué a tiempo porque quería llegar en verano a Cabo de Hornos. Salí el 12 de septiembre de 2015. El barco lo compré en Noviembre del 2014 y le hice timón nuevo, lo reforcé al doble con tres bujes porque había dos cosas que no me podían pasar: desarbolar el palo mayor que se caiga el palo), o romper el timón. Pinté todo el barco y lo modifiqué todo en el interior. Me hice un corralito para cuando rolaba el barco no me caiga. Otro problema que intuía, era que la cubierta cuando se empezara a mover haría agua, entonces tenía que poner todo en bolsas. Después de la primera tormenta entraba agua por todos lados y tenía que sacar por día, con tormenta, más de 10 baldes y esponjas pero eso me mantenía activo. Esto era parte de lo que me podía pasar y no me iba a modificar el viaje. Hice revisar la Jarcia Firme que se cambia cada 10 años o 40000 millas y tenía 8 años, así que cambie el stay de proa, un cable fundamental que enrolla una vela. Entonces estaba tranquilo ya tenía los problemas resueltos.

Cómo fue la salida?

Fue en el club Regatas de La Plata, muy emotiva. Es una sensación rara en la gente: ves caras que parece que es la última vez en la vida que te van a ver y hay gente que te anima y te da mucha energía. Cuando salí al principio bien, y enseguida me quedé sin viento en el río. Entonces tuve que fondear y llegando a Punta del Este, otra me quedé sin viento pero esta vez no pude fondear porque había mucha profundidad. Puse el barco a la capa (atás el timón a una banda y acuartelás la vela de proa) y ahí si hay viento quedás a 2 nudos de velocidad o si no, quedas planchando y te lleva el viento para donde quiere. Yo seguí durmiendo tranquilo.

Cuál fue la primera sorpresa que tuviste?

A los nueve días de navegar, me levanté y estaba cortada la burda que es un cable de acero inoxidable que en la punta tiene un aparejo donde vos ajustás el cabo sintético.  Se había cortado el cable de acero. Imaginé que cuando cambiaron la jarcia dejaron la burda. Lo reemplacé por una escota, un cabo sintético que estira  solamente un 1% y funcionó, tuve que subir al palo que mide 12 metros. Yo subí casi 9. A los dos días se corta el de la otra banda. El problema es que tuve que subir de nuevo. En navegación eso mueve mucho y se te acelera el corazón. Estaba a unas 500 millas de acá. Tuve mucha mala suerte: quería ir para el este y el viento venía del este, me iba para el norte, para el sur… avanzaba poco. Al mes de estar navegando, iba con 20 nudos, con una vela chica (trinquetilla) y al irme a dormir sentí que el barco navegaba mal, salí y vi la vela bañándose en el mar. Se había cortado el arraigo donde está el stay que tienen un cáncamo (una argolla de metal) que se había desoldado y estaba abierta. Se había cortado la driza que es el cabo sintético que levanta la vela. La recogí y me dije “la jarcia está mala, me vuelvo, reparo todo en Argentina y el año que viene lo intento de nuevo”. Esa era la idea pero parecía que alguien estaba jugando conmigo. Viré 180° y el viento también. Avanzaba poco y por ahí se me corta un obenque bajo y se rompe la banda. Lo reparo como puedo pero se quejaba la madera. Puse el barco a barlovento para que no sufra el palo y trabajé de la otra banda y volvía de 4 nudos. Estaba a 1300 millas de Montevideo, que era el punto más cercano. No me quedaba otra, no me importaba si tardaba 3 o 5 meses. Me agarraron dos o tres tormentas que avanzaban 80 millas y retrocedía 60. Y en un momento se rompió el otro obenque bajo de la otra banda y allí dije “esto llega a su fin”.

Cómo te sentías ante tanta adversidad?

Por suerte tenía un aparato que se llama Tracking por un sistema que se llama Iridium manda dos mensajes mínimos por día, entonces una vez que llega la señal a tierra, mi hija y mi sobrina veían mi navegación y me preguntan qué estaba pasando. Con el apuro del viaje este aparato había llegado muy sobre la marcha y no pude saber cómo podía escribir mensajes, sólo enviaba los que estaban seteados. En clave le empecé a comunicar que me volvía.

Cómo fue la rotura definitiva del palo?

Fue una tormenta como de tres días, en ese lapso las olas golpearon el barco y lo hacían girar 90 grados pero estaba tranquilo. El primer día de tormenta el palo aguantó pero sentía desde adentro como se cortaban los tornillos. Encima la corriente me llevaba para el lado de África. Si se caía el palo perdía el barco porque no se puede remolcar. Y después de cayó. Me subí con una cadena y en la primera cruceta le puse una gruesísima, pero no aguantó. Había olas de 7 metros y vientos de 40 nudos. A las 10 de la mañana del segundo día de tormenta empezó a crujir, sentía como cuando talan un árbol y sabía que se venía abajo. Tenía que ser rápido y cortar todos los cabos porque cuando se cae si no lo separás rápido del casco se puede agujerear y es peor. Se hunde el barco. Apreté enseguida el botón rojo del tracking y pedí ayuda. Estaba a la deriva y solamente tenía combustible para 300 millas y estaba a 1300 de Montevideo. Lo guardé igual como reserva por si pasaba algún mercante.  Si bien estaba en el paralelo 40, sabía que en el paralelo 35 pasaban los mercantes. El servicio internacional de rescate me informó que venía un petrolero de 250 metros de Punta Arenas al Congo que pasaba cerca de donde estaba. Llamó al capitán y como código moral accedió al rescate y me avisaron que el buque “Dubai Glamour” iba a pasar al otro día al mediodía. Lo vi venir al día siguiente como por una autopista, porque el tracking mío estaba programado para enviar cada 10 minutos la posición y ya sabían dónde estaba. A los 10 minutos me vieron y me hicieron sonar la sonar la sirena comenzando el rescate.

Qué pensabas de tu barco en ese preciso momento?

Ya había hecho el duelo anticipado con el correr de las tormentas, ya sabía cuál era el fin. Se me iba la ropa técnica, las herramientas… se perdía todo. Preparé un bolso marinero pensando que venía un barco de la Armada Argentina pero cuando lo vi venir a mercante que al principio pasó mil metros de largo y siguió, dio la vuelta y volvió, mi hija me mandó un mensaje y me indicó que me suba a ése porque no había opción b. Allí achiqué todo, sólo puse el documento, el pasaporte, la tablet, el tracking y unos dólares que tenía. Me puse el traje de agua, me até el bolsito y me dispuse a subir los 15 metros que tenía el buque. Con olas de 7 metros en una escala de gato no se puede llevar mucho. El barco no se podía acercar porque me aplastaba, como yo tenía combustible me dirigí hacia el barco. Ellos no tenían nada preparado, sólo esperar a que pase la tormenta para rescatarme. Detener esa mole un día es una fortuna. Así que dije: yo voy hacia el barco. Me tiraron un cabo finito con una bocha y con eso no podía. Di tres vueltas al barco, vi una escalera. Allí me acerqué a un metro, salté y dejé el barco a la deriva. Y desde la escala, miraba y se veía que le di un golpe de timón porque el barco da un giro y lo chocó al buque. Se levantó cayó y no lo vi más. Creo que se hundió porque al caer el palo rompió el techo de la cabina y tenía un agujero. Si no se hundió con el golpe, seguro tarde o tempranos e iba a hundir.

Cómo te recibieron?

Ni bien subí me abrazaron, eran oficiales hindúes y marinos filipinos. Un trato espectacular. De allí navegó el buque al Congo y no me dejaron bajar porque no tenía visa. Dentro del barco el capitán decía que era un héroe. Los filipinos que hablaban castellano me cocinaban, me invitaban a fiestas… Realmente increíble. Me llevaron a Trinidad y Tobago, estuve un mes embarcado compartiendo momentos. Incluso el capitán mandó a la Armada Argentina una carta por mi actitud en el viaje. Cuando bajé el capitán me acompañó hasta la explanada. Muy emocionante! Y allí tomé el avión al otro día.

Qué te dejo esto?

Me quedó que esto puede ser el principio de algo. Antes creía que podía hacer ese viaje, ahora sé que puedo, porque en las situaciones más adversas, la moral no se cayó, en ningún momento me arrepentí de estar ahí. Me viene la imagen de todo lo que perdí, lo más triste es perder el barco y las herramientas. Pero una vez viendo una película, una mujer grande le decía a un chico “el único fracaso es no haberlo intentado”, y me quedó esa frase. No logré lo quería, pero no fracasé….lo intenté.

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