AguaKayak

Mauro Ruani, Mundial Kayak Surf y kayakismo en todas sus modalidades

mayo 10, 2025 — by Andar Extremo

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Mauro Ruani, Mundial Kayak Surf y kayakismo en todas sus modalidades

mayo 10, 2025 — by Andar Extremo

Mauro Ruani es profesor, instructor y entrenador. Además, es rescatista de ríos de montaña. Entre las diferentes modalidades, se especializa en kayakismo de travesía, kayak polo, aguas blancas y kayak surf. Es un grande del kayakismo con un recorrido espectacular en lo que es su pasión en la vida. Últimamente, participó en el último Mundial de Kayak Surf 2024, logrando un 4° puesto en long boat y un 8° puesto en short boat.

por Andar Extremo, fotos Mauro Ruani, foto de tapa José María de la Camara

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¿Cómo se metió el kayakismo en tu vida?
Soy de Berisso y vivo a la vuelta de un club. Siempre jugué al básquet, pero un día unos compañeros me invitaron a remar al Centro de Educación Física de Berisso. Con 16 años me enganché, ya que era cerca de casa y gratuito. Me conecté con los profes Yayo, Damián Espinosa y Daniel Carriquili, y estuve dos años practicando de forma intermitente, remando, jugando al básquet y estudiando. Ellos me mostraron una forma de conocer el río que estaba buenísima, con disfrute y respeto. No competía, solo hacía salidas. En los noventas, se remaba con kayaks de fibra de 4 metros como los Slalom, Mapuche y Mataco; algunos tenían un poquito de quilla, otros menos.
Luego empecé la facultad, tocaba en una banda y, como a los 29 años, retomé el kayakismo. El CEF me dejó la espina adentro y volví con los kayaks. Primero empecé a pescar con unos amigos en unos kayaks rotomoldeados, pero me aburrí. A los dos meses me fui a dar la vuelta a la Isla Paulino, la vuelta a la Isla Santiago, y así llegó el primer kayak de travesía.

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¿Cómo siguió la historia después?
El motor de todo fue pasarla bien y las ganas. Cuando compré ese kayak de travesía, llamé a un amigo, se lo mostré y le pedí que me acompañara. Inmediatamente nos fuimos al río. Había visto en unos videos cómo se hacía el rol; lo intenté dos o tres veces y me salió, pero después no me salió por seis meses. Sin embargo, como el primer día me salió, agarré una confianza bárbara y empecé a remar con este amigo, Ángel Trigo, haciendo todas las travesías por el Río de la Plata y arroyos cercanos.
Luego nos enganchamos en travesías más largas, como las que organizaba el “Cabezón” Farías en Gualeguaychú, la travesía Rosario-Victoria en Rosario, y la de Alfredo Barragán, a la que fuimos varias veces, además del Pre Delta. Luego nos empezó a picar el bicho de hacer nuestras propias travesías y quisimos hacer Buenos Aires-Colonia. Teníamos los permisos, pero no se nos abría la ventana climática. Al final, hicimos una travesía de mar de San Clemente a Mar del Plata. Estuvo muy buena, fue súper social y el lema era “parando en todas”. Parábamos en todas las playitas, los dos hacíamos rol y fuimos tomándole la mano al océano.
Si bien habíamos hecho salidas al mar con los rotomoldeados, nunca habíamos ido con los de travesía. Lo que nos ayudó mucho fue que en el Río de la Plata surfeábamos; cuando se levantaba ola, nos metíamos. Entonces, le teníamos bastante la mano a los kayaks de travesía. Habíamos practicado rol todo el invierno, nos teníamos confianza desde lo físico y desde lo técnico. Era muy raro que nos diéramos vuelta, eso nos dio valentía. No le digo a todo el mundo que haga las cosas así, ese fue nuestro camino y nos preparamos así.
Cuando llegamos a Mar del Plata, Ángel se volvió por trabajo y yo me quedé en lo de una tía, dando vueltas en el departamento. Me fui a un cyber a conectarme y vi que cerca tenía el Río Quequén. Me contacté con Dolores Urdampilleta, una kayakista e instructora de Mar del Plata. Me dijo que el fin de semana había un grupo que venía de Buenos Aires para ir a remar. En la conversación me preguntó dónde estaba y le contesté que allí en Mar del Plata. Entonces me dijo que fuera al otro día a la playa y probara los kayaks.
Y allí me metí en otro mundo. Conocí a la gente del kayak surf y me hice un montón de amigos. Ese día me subí a uno, en realidad parecido, y encima vieron que me gustaba, que me tiré a la primera ola y tenía rol. Depositaban confianza y me prestaron un montón de kayaks. Así que el kayak de travesía me llevó a conocer el kayak surf y allí empecé a andar muchísimo con la gente de Mar del Plata.
Igualmente, mi meca eran los ríos de montaña y ya los había puesto en la mira. Todavía era súper lejano, ya que creía que eran deportistas extremos de gran rendimiento. Un día, estos mismos amigos de Mar del Plata me dijeron que se iban al Río Atuel y me enganché. De allí me fui con Ángel a probar mi primer río de montaña.

Me gusta divertirme con cualquier tipo de kayak.

¿Cómo te recibió el mundo de las aguas blancas?
Como te contaba, primero fui al Atuel, que es como Disney, un río muy navegable en la parte comercial del río Atuel. Siempre iba con gente que sabía más, contactando a alguien del lugar o que tuviera experiencia. Hicimos este río durante muchos años y luego nos cansamos y quisimos un poco más. Descendimos el Atuel superior, que es más fuerte. La primera salida no estuvo bien coordinada, varios se dieron vuelta, el agua estaba fría y tuvimos que abortar la salida. Entre medio de todo eso, dije: “Esto me gusta”, con saltos grandes y el agua bajando más fuerte.
Con Ángel enseguida enganchamos esta movida y resulta que, meses más tarde, una gente de Rosario se iba al Salto de Pavón, en el Arroyo Figueras. Le dije a Ángel: “¡Allí tenemos que ir! Si queríamos crecer, teníamos que conectarnos con otras personas”. Fuimos y, cuando llegamos, la cascada tenía 10 metros. Encima había viento, llovía, el agua hacía un ruido impresionante. Así que, ya que estábamos allí, nos tiramos a esa cascada y, después de eso, le perdimos el miedo. A partir de ese evento, hubo un quiebre: conocimos gente de San Rafael, de Aluminé, y empezamos a viajar por todo el país a kayakear con gente conocida.
Empezamos a ir a Aluminé, a Mendoza, a Tucumán, siempre abriéndonos las puertas. Nos han prestado casa en Chile por ser kayakistas. En esa época, solo teníamos plata para viajar, no podíamos ir a hotel o gastar mucho dinero.

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¿La investigación de cada río la hacés con una persona del lugar?
Lo que se hace en los casos comunes, dejando afuera a la gente que tiene mucho nivel y scautea sola, es averiguar con gente que ya conoce. Los ríos están clasificados del 1 al 6. Hasta el nivel 3, kayakeo cómodo; y nivel 4, con alguien que me guíe, entrenado voy. Ya nivel 5, yo no lo corro porque tenés que estar muy afilado y vivo a 1000 km del río más cercano. Tenés que tener un río al lado para entrenar todos los días, y clase 6 es imposible de correr. Como siempre, busco gente que nos guíe. Hasta el 3 me animo, y si es más complicado, me dicen: “Mirá, este tramo es factible”. Es más, una vez en Chile, en el río Claro, en la parte de las 7 Tazas, el guía nos falló y la hicimos solos. Pero en el río de montaña, lo que tenés es que la línea es muy fina. Te metés en un clase 3, pero si se larga a llover, ya cambia, o si se cae un árbol, genera otra condición y puede variar la clase.

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¿Qué diferencias hay entre esas clases?
Las clasificaciones según las personas varían, les voy a explicar según mi experiencia. Nivel 1 es agua bajando; en el nivel 2 ya empiezan a aparecer unas olas, huecos, trenes de olas y piedras. Por lo general, es fácil y si te caes y nadas no pasa nada. Tenés que tener cuidado, pero no involucra un riesgo mayor. Clase 3 es lo mismo pero más fuerte, y ya si te caes en una nadada, no la pasás bien si no te sacan rápido, la podés pasar mal.
En clase 4 empiezan a haber accidentes que involucran un riesgo de vida. Por ejemplo, se forma un “colador”, que puede ser un árbol caído que atrapa todo lo que flota; te podés morir, o un socavón donde quedás atrapado en una cueva bajo el agua, o un sifón. Pero todo esto en clase 4 tiene opciones de navegación y pueden ser esquivables. Ya en clase 5, el hilo es muy fino y es muy complejo esquivar eso, y estás lidiando continuamente con esos peligros. Luego, el clase 6 es imposible.
Nunca es una clase igual para todos los kayakistas. Puede ser que varíe y un clase 3 para algunos sea un 4 o 4+. Es muy subjetivo.

El kayak te da cierta intimidad con el agua que otra embarcación no

¿Siempre que se hace aguas blancas se practica con alguien que conozca el lugar?
Yo sí, después tenés kayakistas súper grosos que salen solos, por ejemplo, Luciano Páez de Aluminé, Fabián Bonano de Tucumán, Agustín Paglietti, los hermanos Gutiérrez, Mati López de San Rafael. Estoy dejando a muchos afuera, pero tenés mucha gente de nivel en Argentina que hace estos primeros descensos. También están los hermanos Moreno en Esquel.

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¿Cuánto dura un descenso bueno?
Depende de lo que quieras hacer. Hay descensos muy largos de ríos tipo travesías, incluso esto se puede estirar a muchos días, subiendo los botes y cargándolos por la montaña y después se tiran. Por ejemplo, la sección comercial del río Atuel la hacemos en 45 minutos y la hemos hecho 4 veces en el día. Y capaz que vas con gente nueva que se va cayendo y la bajada de 45 minutos dura tres horas. Todo depende de si conocés el río o no, porque si no lo conocés, tenés que parar y mirar. Pero si ya bajaste el día anterior, vas derecho. Te vas anticipando a lo que va pasando. Como en todo deporte, vas logrando una vista periférica. Al principio ves un metro adelante cuando vas aprendiendo y, cuando te soltás, mirás más lejos y podés prever más. Esto ayuda a la toma de decisiones cuando guías un grupo o hacés un rescate. Mirás más dónde lo vas a sacar y después hacés el rescate.

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¿La pasaste mal alguna vez?
En río de montaña no la pasé mal, pero sí estuve en una situación en la que sabía que mis compañeros estaban preocupados por mí. Habíamos ido al Atuel superior y me quedé solo. Fue una de las primeras experiencias y fue un poco accidentada. Había salido primero, una persona se cayó y fui a rescatar el bote. No podía sacarlo porque estaba muy cargado de agua. Lo perseguí hasta frenarlo y, cuando paré, el grupo no venía más. Esperé media hora y, al seguir sin aparecer, los tuve que ir a buscar. Ese día era la primera vez que hacíamos el superior y se cometieron muchos errores.
Yo estaba más abajo por ese río de deshielo, por la zona del Sosneado. Me llamaban por radio, pero no podíamos comunicarnos y la pasé mal porque sabía que el grupo estaba buscándome y no me encontraba. Caminé muchísimo. Un flaco en una moto me llevó hasta el pueblo El Sosneado, pero no estaban. Al anochecer aparecieron y allí nos quedamos tranquilos.

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¿Cuáles fueron esas cosas mal que hicieron?
Falló la planificación. Si ese día hubiera venido un guía local, no habría pasado. A partir de allí, cambié la forma de hacer las cosas. Siempre busco a algún kayakista que conozca los rápidos de antemano, dónde están las dificultades, que sepa dónde está la salida.

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¿Cómo son las competencias en aguas blancas?
Están buenísimas. Tenés pista y slalom. En el slalom, los kayaks son más largos y es por tiempo. Tienen que pasar unas puertas, que son unos palos colgados; unos son verdes y otros rojos. Los verdes los pasás corriente a favor y los rojos corriente en contra. El que hace el circuito en menos tiempo gana. Si tocás una puerta, te penalizan sumándote tiempo, y si no la pasás, te suman como 50 segundos de penalización. Ese es el slalom que se conoce en los Juegos Olímpicos.
Más allá de eso, hace mucho tiempo que las competencias de ríos de montaña vienen ganando lugar. Capaz no se veían en los Juegos Olímpicos, pero en los países se iban desarrollando. Además del slalom y contrarreloj, se empezó a competir en “Kayak Cross”. Se tiran cuatro al mismo tiempo y es más cuerpo a cuerpo. El slalom también sumó el Kayak Cross. Si bien la técnica no se ve mucho, es más agresivo y hay más disputa.
En Argentina hay varias competencias de aguas blancas que organiza Robert Derias y otras que se hacen en Aluminé, Río Mendoza, Corcovado y terminan en Tucumán. Aparte de estas modalidades, también hay una en la que se tiran todos los participantes a realizar un tramo largo. Hemos corrido cuarenta kayakistas todos juntos; pueden ser 3 km o más.

Travesía San Clemente a Mar del Plata
Travesía San Clemente a Mar del Plata

El kayak te da la posibilidad de alejarte cuerpo y mente; remas 200 metros y lo lográs

¿Qué bueno lo del kayak surf y qué sorpresa la actuación en el mundial?
Sí, yo también me sorprendí con mi desempeño. Básicamente, el kayak surf, como lo dice la palabra, es surfear en un kayak. Se puede surfear en cualquier cosa: en un rotomoldeado o en un kayak de travesía. Ahora, en la modalidad que se compite, son otro tipo de botes. Si les mirás el fondo, son iguales a una tabla: son planos, de carbono y tienen quilla. Se comportan similar a una tabla de surf. Es más, las maniobras se puntúan como en el surf. Tienen diferencias por los tiempos, pero es igual que la competencia de surf. Se corre por baterías de 20 minutos, puede haber mínimo 2 o máximo 6 participantes, y en la competencia tenés que agarrar un máximo de 10 olas y te computan las dos mejores. ¿Qué puntúan? No es como el fútbol, que la pelota pasa por un arco; es más subjetivo. Ahora que se hizo el mundial en Argentina, muchos jueces eran de surf, es muy similar, tuvieron que entrenar el ojo. Primero puntúan las maniobras que hacés, la dificultad, la calidad y el riesgo que tomás. No te puntúan la ola más grande, te valoran lo que hacés en la ola y la velocidad que tomás. En el último mundial en Mar del Plata, puntuaban 5 personas y el puntaje más bajo y más alto te lo sacaban, quedando los tres del medio.

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¿Por qué te sorprendes por tu actuación?
Primero, porque tuve dudas de ir al mundial. Como deportista, soy consciente de que hago un poco de todas las modalidades; no quedo mal en ninguna, pero tampoco me destaco ni soy el mejor. Además, vivo más cerca del mar que de la montaña, pero en realidad estoy a 400 km de Mar del Plata, a veces voy a Gesell o Pinamar. Como Mardel tiene diferente orientación en las playas, depende de dónde sople el viento, vas a la playa indicada. Todos los que competían viven cerca de la playa; yo pude ir dos veces este año a practicar antes del mundial, que fue en mayo. No tengo la fineza técnica de quien vive allí y se mete al agua todos los días, así que llegaba en condiciones de inferioridad. Le metí mucho gimnasio y pasadas de velocidad en kayak. Igualmente, fui a disfrutar sabiendo esto. Sabía que podía molestar un poco; la idea era pasar alguna manga y poder estar cerca.

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En la modalidad kayak largo saliste cuarto en master y en kayak corto octavo. ¿Qué diferencia hay en el agua entre los dos kayaks?
En el agua haces lo mismo. Hay dos modalidades en el mundial: categorías por edad y por bote. Tenés dos clases de botes: el bote corto, Short Boat o HP (High Performance), mide hasta 2,7 metros y puedes usar quilla. Tenés la facilidad de ir por la ola de costado sin caerte, lo que te permite subirla y bajarla, volver y recorrerla. El bote largo, Long Boat, mide más de 3 metros y no tiene quilla. Quizás las maniobras son las mismas, pero se comportan de manera diferente. Las maniobras del bote largo son menos radicales, menos abruptas y sin cambios rápidos de dirección.
Aquí en Argentina, todos usan bote corto. Lo que tenemos aquí no es como en Europa, donde están los fabricantes. Los fabricantes de kayak surf son pocos; aquí hay, pero no se fabrica bote largo. En Argentina particularmente no hay bote largo. Hay dos kayaks surf long en Argentina: uno que donó un fabricante inglés en el mundial anterior para desarrollar este tipo de embarcación aquí y que puedan competir en bote largo, y Daniel Dicroce de Superdic Argentina compró uno y se lo prestó a todo el mundo. Con esos dos botes corrimos todos los argentinos.
A mí me pasó algo muy bueno: me subí a la primera manga del mundial y fue la primera vez que me subía a esta embarcación. Encima, no entraba y le tuve que sacar una parte del asiento, meterme y luego meter esa parte a presión. Si me daba vuelta y no me salía el rol, se me complicaba porque tenía que sacar esa parte del asiento para salir. Con eso me metí. Me tocó con un irlandés y un chico de Gesell, Gustavo Croch, y escuché que los relatores decían que yo estaba dominando la manga. Luego me pasó Gustavo, pero por suerte hice un buen desempeño y quedé cuarto en la general.

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¿Cómo llevas la actividad con la familia?
Mi señora Luciana me conoció haciendo esta actividad, y cuando tuvimos a Venecia, tuve que dejar de entrenar al equipo de Kayak Polo. Con la familia me voy adaptando, pero el kayak es mi forma de vida. Antes tenía más tiempo y viajaba más, y ahora voy compensando.