por Andar Extremo entrevista a Alfredo Barragán, fotos Alfredo Barragán y Marcos Ferrer

Me llamó la atención que, en el acto central en la plaza, comenzaste con una frase dirigida al ser humano, instándolo a no perder la imaginación…
Entiendo que una vida digna es imposible sin imaginación. La imaginación es la llave de la libertad; es algo que he descubierto y expresado últimamente. Sin ella, nos asemejamos más a una vaca, prisioneros de lo material, de lo que nos rodea, de lo visible y tangible, de lo simple. Solo podemos cambiar nuestro entorno si primero lo imaginamos diferente. Si no lo hacemos, no aspiraremos a que sea distinto ni lo transformaremos.
Por eso afirmo que la imaginación es la llave de la libertad. Es lo único que puede liberarnos del ser animal que, en esencia, somos. Estoy convencido de ello. Lo dije adrede y me encuentro en una etapa de mi vida que me permite confirmar esas ideas o sensaciones que tenía de joven y convertirlas en conceptos que pueden ser compartidos y transmitidos.

¿Además de tener seguidores de las diferentes expediciones o amantes del deporte, tienes seguidores por una visión de vida diferente?
Sí, digamos que nosotros no expresamos con exploraciones o tratamos de demostrar cosas mediante ellas, pero, en realidad, lo que recibe la gente son incentivos de que ‘lo imposible no existe, que la planificación, la determinación, el coraje y la perseverancia hacen que todos los imposibles dejen de serlo’. Eso en el campo de la exploración; hay quienes lo demuestran en otros ámbitos. La exploración es nuestro lienzo, es donde pintamos.
Perceptivamente, mucha de la gente que estuvo en la plaza y en el resto de los actos no practica la exploración, no la realiza. Pero lo que sí perciben es el mensaje que hemos transmitido a través de la exploración, con Atlantis y con otras 30 expediciones en 50 años y en 5 continentes. Y creo, felizmente, que tenemos viva la llama, viva la idea, y que no ha cambiado el concepto de cómo nos gusta hacer las cosas. El plano ideal en el que las soñamos y tú sueñas un plano ideal no te conforma con uno inferior. Después no hay concesiones, no aflojamos en esto ni dejamos de exigirnos en lo otro. Este nivel de pureza que tenía, nunca lo transamos por algo más. Por eso nuestras expediciones llevan años de preparación y se ejecutan tal como las soñamos, en ese plano ideal.
Ese es el secreto de nuestra alegría. A esta altura de la vida, hago las cosas de la misma manera que cuando tenía 20 años. En aquel entonces, lo hacía porque lo sentía así y me parecía bonito. Ahora, a los 76 años, lo hago igual porque lo siento y, además, lo sé. Hoy puedo conceptualizarlo y ponerlo en palabras; hoy sé dónde anida la fuerza y la alegría que nos permiten concretar grandes sueños. Y eso es un tesoro.
Cuando tomo conciencia de esta claridad, de cómo lo veo hoy y de que no ha cambiado mi forma de hacer las cosas, ni las que decido hacer, me doy cuenta de que estoy en una situación privilegiada y estoy agradecido por ello. El primero que da gracias en estos aniversarios somos nosotros mismos, agradecidos por haberlo hecho y por seguir disfrutándolo 40 años después, cada vez con más invitados a la fiesta y más gente.
Esto tiene un aspecto que debemos manejar con cuidado porque todo parece indicar que ha resultado útil para la gente, no solo bonito. Atlantis invita a buscar sus sueños, a luchar por sus metas. Y uno debe manejar esto con cuidado porque te hace ver como alguien importante. Yo siempre trato de mantener los pies descalzos sobre el suelo, sentir el frío y enfriar el ánimo. Lo nuestro les sirve; me lo piden, se lo doy. Me preguntan y contesto, pero solo en la medida en que lo soliciten.

La tentación es muy grande porque pensar en lo que hicimos resulta ejemplar. Pero nosotros nos conocemos muy bien y sabemos que estamos llenos de errores como todo el mundo. Esa imagen ideal no es real, y este tipo de reflexiones hay que tenerlas continuamente. Yo no tengo redes sociales, ya lo hemos charlado. ¿Por qué no tengo redes? ¿Por qué no miro las páginas y redes sociales exclusivas de nosotros? No quiero hacerlo, no debo hacerlo. ¿Qué van a decir? Que soy alto, guapo y joven. Yo sé cómo soy, y no es así. Prefiero no mirar.
Sin embargo, mientras esto le siga sirviendo a la gente, quien quiera acercarse porque encuentra fuerza aquí, no le voy a limitar la comunicación, la entrega ni la convicción en lo que hice. Pero siempre hay que mirar hacia atrás.
Estas conversaciones son muy emotivas. Tú estuviste aquí con todo el grupo, juntos 50 años después de recorrer el río Colorado, 40 años después del cruce de la balsa, 47 años después de subir al Aconcagua, casi 30 años después de cruzar el mar de las Antillas. Y la llama sigue viva. La emoción, la alegría, el orgullo y la satisfacción de haber logrado todo esto siguen presentes.
No estamos juntos solo porque lo logramos, sino por cómo lo hemos hecho, en el plano ideal en el que lo soñamos. Es un privilegio por el que debemos dar gracias todos los días de nuestra vida. Hemos encontrado la claridad y la fortaleza para hacerlo solo en el plano en el que lo soñamos, con amateurismo absoluto, con honestidad en las decisiones y ante la vida. No hay testigos en la naturaleza. Son los ojos del alma los que después te dicen si fue precioso o un desastre, y a esos no los puedes engañar.
Vivimos un privilegio y debemos pagar por ello, no defraudando a quienes creen en este grupo.

Entiendo que una vida digna es imposible sin imaginación
¿Me llama la atención luego de 50 años la unión que tienen las personas que integran el CADEI?
Nos lo preguntamos también nosotros. No es normal que un grupo de una treintena de personas se mantenga unido medio siglo, que no haya un disidente, que no haya alguien distanciado. Todos siguen enamorados del grupo y de cómo hicimos las cosas. Nos invitamos a gestas románticas en el campo de la naturaleza. Ese enamoramiento se resume en una frase; hace no mucho tiempo dijimos, hablando de Atlantis, que la balsa es emblemática, que representa a todas las demás expediciones. Son treinta, más grandes o más chicas, todas encaradas con el mismo estilo y con la misma exigencia al concebirlas y hacerlas.
En el grupo surgió una frase que no tiene dueño y dice: ‘La que la conocemos desnuda, la sabemos pura’. Y cuando repito esto me emociono, porque es una declaración de amor. Es hermosa la frase, surgió en nuestras reuniones íntimas del grupo, y no sé quién es el dueño. Porque sentimos lo que sentimos; los que la conocemos desnuda, los que la conocemos forjándose, haciéndose nudo a nudo, milla a milla, en cada decisión; los que la conocemos así, la sabemos pura. Me encanta ese concepto.

Además de los integrantes del CADEI, me llamó la atención los seguidores fieles que tiene la balsa…
Me contaba la gente de turismo de la municipalidad de Dolores que registraron visitantes de todo el país y también de países vecinos, como Paraguay, Brasil y Uruguay. Hubo gente presente de todo el país. Es notable. Semanalmente, atiendo muchos medios de prensa, y, 40 años después, el interés de la prensa no se apaga, ya sea un diario de Centroamérica o una revista europea. Tiene una vigencia increíble.
Cuando anunciamos los 40 años, ocurrió algo increíble: explotó la hotelería en Dolores, se colmó todo. Hicimos una apuesta atrevida: no mostramos solo Atlantis. Hicimos una exposición de la balsa en el lugar donde está, se acondicionó el espacio, se convocó al público. Es conmovedor verla. Vos estuviste allí. La balsa emociona, verla en su silencio, con toda su historia encima.
Pero además mostramos otras expediciones, como la del Mar de las Antillas. Presentamos expediciones no solo nuestras, sino de otras personas interesadas en mostrar lo suyo, pensando en el futuro Museo de la Exploración: el Comando Conjunto Antártico, el ejército, la Prefectura Naval Argentina, expediciones de montaña como las de Mariano Galván, vehículos de expediciones polares en el polo sur, y hasta el auto de 1928 de la familia Zapp, que dio la vuelta al mundo durante 22 años llevando una vida nómade y teniendo a sus cuatro hijos en el viaje. Hicimos una muestra muy completa, con la participación de estas entidades que se sumaron al 40° aniversario de la balsa.
Luego, hicimos una muestra de cine, donde se proyectaron nuestra película de la Expedición Atlantis, la del Cruce de la Cordillera en Globo, la del Río Colorado y una película invitada del Ejército Argentino sobre la Segunda Expedición Argentina al Polo Sur, del año 2000, comandada por el General Víctor Figueroa, quien estuvo presente en Dolores junto a dos integrantes más de la expedición. Todo esto generó un marco importante.

También se realizó una muestra de arte en el Salón Blanco de la Municipalidad. Cabe destacar que este aniversario lo organizamos en conjunto con la Municipalidad de Dolores. Hubo maquetas, pinturas, caricaturas, artesanías en plata, libros, películas, poesías, canciones, artículos periodísticos de la época y hasta tatuajes: el logo de la vela, la balsa o la frase ‘Que el hombre sepa que el hombre puede’, que llevan en la piel personas de diferentes partes del mundo.
Fue un evento muy importante, con arte, cine, la muestra de elementos de expediciones y el acto en la plaza, donde estuvieron presentes la Armada Argentina, representada por el Almirante Martins; la Prefectura Naval Argentina; el Comando Conjunto Antártico; el Ejército; y agrupaciones scout que llevan el nombre y el logo de la Expedición Atlantis con su lema. También hubo gente de lugares donde hay monumentos a la balsa, como Dolores, Mar del Plata, La Adela, Río Colorado y Tenerife.

Cada vez más gente acude a los aniversarios. ¿Ya no es hora de que la balsa tenga su lugar para siempre?
Toda esta muestra indica que la gente tiene avidez por este tipo de cosas, que tiene necesidad de este tipo de mensajes, y que el Museo de la Exploración, que es nuestro proyecto absolutamente vigente y en el que estamos trabajando, es necesario. Un ámbito donde se rescate el espíritu de los pioneros que descubrieron el mundo geográfico, los responsables del conocimiento geográfico, que incluso tiene que ver con la soberanía. Pero, fundamentalmente, con el medio en el que vive el hombre. El hombre no puede desarrollarse si no conoce acabadamente su ámbito.
Entonces, la tarea de los exploradores a través de la historia ha sido determinante para la humanidad, y no hay un museo en el mundo que rescate el espíritu de los exploradores. Estamos trabajando en eso y confío en que lo vamos a concretar, con nuestras expediciones como elementos fundacionales. Pero ya se han sumado otras expediciones, como te conté anteriormente. Es un proyecto sumamente promisorio.

Lo imposible no existe, que la planificación, la determinación, el coraje y la perseverancia hacen que todos los imposibles dejen de serlo
En tu vida, luego de realizar todos tus sueños en expediciones, sacar un documental de la balsa que fue una de las películas de habla hispana más vistas, y luego un libro de Atlantis de una edición increíble, ¿el Museo es el capítulo final? ¿Ya podés quedarte tranquilo?
Capítulo final no creo. La expedición Atlantis se va a seguir expresando eternamente, en nuestras vidas y después de ellas. Es material de estudio en establecimientos educacionales y es infinita. Sí tengo ganas de hacerlo porque no existe en el mundo; me parece increíble que no haya un museo de la exploración que rescate el espíritu de los pioneros y los valores morales de un Shackleton, un Marco Polo, un Colón o un Neil Armstrong.

Está legitimada nuestra iniciativa porque tenemos cincuenta años de expediciones que nos avalan. Por eso lo hacemos nosotros y lo hacemos en Dolores. Posiblemente, Dolores esté en el eje turístico más importante del país, entonces ahora es un buen lugar. Contamos con declaraciones de interés nacional, provincial y del volumen que quieras, de diferentes ministerios y reparticiones oficiales, así como declaraciones de fundaciones e instituciones civiles, militares y políticas de todos los calibres, unánimes en la intención.
Este museo debe ser y tiene que ser en un plano moral, demostrando que se puede con planificación, convicción y perseverancia. En vez de ser un libro de autoayuda absolutamente teórico que podría encomillarse en todo lo que dice, el museo es un libro que habla por sus hechos. Te muestro un Shackleton, no hace falta nada más que verlo para conmoverse y apreciar el valor de la determinación, el coraje, el liderazgo, el sacrificio y la perseverancia. Es tal la contundencia del mensaje, que lo considero necesario en este momento donde la gente anda buscando escapes y facilismos.
Este es el núcleo de la cuestión. Después de 52 años de expediciones, sigo con el mismo espíritu, pero hoy tengo mucho más claro todo.

¿Lo ves cerca el museo o sigue estando lejos?
Siempre lo veo cerca, siempre. Me parece una obra necesaria. Cuando escucho argumentos sobre por qué no está hecho, como que es muy caro o muy difícil, es lo mismo que escuché con las cosas que encaré en mi vida. Eso no me mueve la aguja; no me detengo a pensarlo. Yo sé que es absolutamente factible. Será cuestión de más trabajo, mejores argumentos, retomar el camino cada vez que te desvías en una curva, pero es absolutamente factible. Estoy concentrado en ese proyecto.
Independientemente de eso, sigo haciendo pequeñas cosas. Estoy entrenando para ir a un volcán este año, un volcán más chico. Ya estamos grandes para altas cumbres; estamos hablando de montañas medianas. Simplemente más de lo mismo, ahora es pensar dónde nos lleva nuestro espíritu deportivo y nuestro amor por la naturaleza.
Independientemente de eso, estoy concentrado en el proyecto del museo, que no es un trabajo en el campo de la naturaleza, sino en el campo del hombre, moviendo almas y no piedras.

¿Se transmite la energía de la gente? ¿Sentís el apoyo de esos miles de personas subidas a la balsa a través del tiempo?
Lo siento, lo percibo. También sé que me corresponde honrar el papel que tengo en esta historia. Soy el que está impulsando esto y soy el que tiene que hacer el mayor esfuerzo; debo ser el que va adelante, el que más se esfuerza. Felizmente, no me cuesta el esfuerzo, no me cuesta creer en esto. Al contrario, dormido me surgen ideas y me despierto para anotarlas. Este papel me encanta, convengamos. No es que esto me pese. Gracias a la vida que me tengo que ocupar de esto. Nadie me mandó, yo lo imaginé, me gustó, me enamoró y aquí estoy. Nadie me debe nada, yo me debo a estos sueños.
Es muy simple. Ahora, puede haber gente para quien es inútil hablar de sueños, de amateurismo, de romanticismo o de cosas útiles que sirvan a otros. Hay quienes no se conmueven o no entienden de qué estoy hablando. Así de diversa es la condición humana. A mí me toca estar en el lote de los que se conmueven, y doy gracias por eso.
Sé que soy fuerte, que soy perseverante, que los obstáculos no me detienen. Soy enamoradizo de lo que hago, y lo que hago es muy bello y muy útil. Tengo la certeza de que no hago daño con esto. Está hecho para la gente: es más fácil, lo aprecia, lo usa, le sirve, y todos contentos. Yo también.

La que la conocemos desnuda, la sabemos pura

